Diccionario cinematográfico (24)

Terror: un cuchillo traspasa la cortina de una ducha o destroza una puerta. Un grito rasga la noche. ¿Será Norman Bates?¿O es la locura que ya ha visitado a Jacky Torrance? Un aullido surge de la nada y envuelve la luna llena. El hombre lobo camina perdido. Una mujer duerme, tranquila, en su cama blanca. Con el cuello descubierto. No sabe que pronto, tal vez sólo en unos segundos, unos seductores colmillos succionarán su yugular…y será una muerta en vida. Una niña, inocente, deshoja una margarita, y mira con ternura a un Frankenstein tierno y perdido… un monstruo atemorizado con la fuerza y la muerte en las manos. La momia no sabe qué hacer con una maldición que la hace inmortal. Ya ha perdido la cuenta de los siglos y las fechorías. Carrie se cansó de ser una adolescente buena y virginal…, ya no quiere que la hagan daño, y sale toda su furia y mala leche, en poderes telequinéticos. Pero más asusta una canción de cuna lejana, tal vez el diablo se encaprichó de una joven neoyorquina y en ella quiere plantar una semilla. El terror persigue en forma de llamada insistente de teléfono, en oscuridad con visitante, en fantasma del pasado o en asesino en serie que no se rinde a la hora de matar. El pánico se apodera de una víctima, y mientras, el asesino disfruta con una fotografía de un cuerpo inerte. Un niño o niña adorable pueden transformarse en el mal…, y destrozar lo que pase por su lado. Da igual que tengan que exterminar a un padre, a una madre o a un hermano.No, prefiero el terror en los brazos de King Kong, me asusta por gigante pero le quiero por tierno. Con sus manos grandes sé que trataría de no hacerme daño…, sino de crearme una casa.

Crítica Bajo las estrellas

Alberto San Juan es Benito Lacuza… un soñador en el tobogán del vacío. Vive en Madrid, mejor dicho, sobrevive entre chapuza y chapuza, pasa los días entre gotas de alcohol en un estado semi inconsciente, trabaja como camarero mientras sueña en ser un gran trompetista de jazz. Un día regresa al pasado. Su padre se muere y tiene que regresar a Estella, a su Navarra natal. Reencontrarse con el paisaje, con el pasado, con su hermano Lalo (Julián Villagrán), el Hierros, con la cuadrilla…, con la Nines (Emma Suárez), aquella con la que vivió locuras adolescentes. Los dos heridos y tocados pero sobrevivientes. Ahora, la Nines sale con su hermano, una buena persona que vive en el mundo de sus esculturas al aire libre… que se cayó una y otra vez entre litros de alcohol por pensar demasiado, por querer demasiado, por no herir… pero él, no puede evitarlo, se rompe cada día.

Benito conoce a Ainara, la hija de Nines, y la necesita. Necesita a esa niña, que es su ‘puerquita’, la niña es una salida a su vida sin rumbo. De pronto, encuentra un sentido a la existencia. Puerquita le espera.

Y, de pronto, encuentra otra oportunidad… ve que bajo las estrellas quizá pueda aferrarse a otro rumbo. Quizá, la trompeta y la música le sirvan porque ya tiene quien le escuche.

Benito ama a Lalo, Lalo ama a Benito. Y los dos se rompen un poco más por la culpa. Lalo, el Hierros, se derrumba. Las buenas personas cometen errores y tienen que enmendarlos cueste lo que cueste. Lalo quiere a un hermano feliz, Lalo necesita sentirse tranquilo consigo mismo. El Hierros se da cuenta que hay ciertos errores que tienen difícil solución. Y busca el camino para sentirse bien, para que la conciencia no le venza, sabe que el alcohol le deja momentos de lucidez y que él no puede ser feliz… decide echarse a un lado y dejar caminar a Benito, a Nines –la mujer amada– y a la niña Ainara.

Félix Viscarret se estrena como director de largometrajes con una adaptación poética de El trompetista del Utopía de Fernando Aramburu. Y, nos deja, a un Alberto San Juan, bello y roto, que deambula bajo las estrellas con la notas de Stella by starlight y la voz desgarrada de Enrique Morente.

Cine y participación social

Mis queridos y desconocidos lectores (los que me visitéis alguna vez) os anuncio un ciclo que empezará los lunes y jueves del mes de julio en La Casa Encendida que espero os interese. Aquí, Hildy, ha participado mucho durante este año para que este sueño salga adelante. El ciclo se ha llevado a cabo gracias a la Fundación RAIS (organización que trabaja desde 1998 con personas en riesgo o situación de exclusión social) junto a La Casa Encendida. Servidora ha tratado de seleccionar películas y ponentes de interés para dar vida a los coloquios que habrá después de las proyecciones. Ya sabéis que el cine abre puertas, puntos de vista, otros mundos, otras perspectivas y espacios de reflexión y debate. Os espero.

De momento, os facilito la programación con las películas, los ponentes, y los horarios. Cada día os recordaré la película que se proyecta al día siguiente. (La Casa Encendida. Sala audiovisual. Ronda de Valencia, 2. 28012 Madrid. Las entradas -porque hay muy poco aforo y así se puede reservar un sitio- son 2 euros)

El educador y la exclusión social

Lunes 2 de julio

19.00 h.

Presentación ciclo: José Manuel Caballol (Director General de la Fundación RAIS)

Con la participación de: Pedro Cabrera (profesor de Sociología en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid) e Isabel Allende (Directora de Comunicación, Relaciones Externas y Voluntariado de la Fundación RAIS).

Hoy empieza todo, de Bertrand Tavernier. Francia, 1998. 117 min.

Daniel es director de un centro de educación infantil en una región que sufre una alta tasa desempleo. Frente a la rigidez del sistema educativo y a la burocracia de las administraciones públicas, Daniel, las profesoras y una trabajadora social luchan por desarrollar su labor y porque los niños reciban una educación adecuada. Muchos de los problemas con los que se encuentran están fuera de la escuela.

El realizador Bertrand Tavernier mostró con su especial mirada la realidad social francesa y algunos episodios de la historia del país durante los años noventa. La exclusión en L 627 (1992), el pesimismo en la juventud en La carnaza (1995) o las consecuencias de la guerra en  La vida y nada más (1989) o Capitán Conan (1996).

El trabajador social y la salud mental

Jueves 5 de julio

19.00 h

Con la participación de: Beatriz Vera Poseck (psicóloga y autora de Imágenes de la locura. La psicopatología en el cine) y José Manuel Caballol (psicólogo de Fundación RAIS)

Elling, de Peter Naess. Noruega, 2001. 90 min.

Tras pasar dos años en un hospital psiquiátrico, Elling y su compañero de habitación, Kjell Bjarne, van a volver al mundo aparentemente «normal». Los dos se mudan a vivir a un apartamento del Estado. Gracias al seguimiento de un trabajador social, a una mujer embarazada, a un anciano poeta y a su miedo de que les envíen de nuevo al hospital, los dos compañeros y amigos irán superando sus fobias y miedos. Elling y Kjell luchan día a día por vivir como todos, en su hogar.

Elling es la segunda película como director de Peter Naess. El director primero realizó una adaptación al teatro de una novela de éxito en Noruega y después la trasladó al cine. Así nació Elling, una historia sobre dos personas con problemas de salud mental que a través de la amistad y el apoyo de otras personas logran sobrevivir en el día a día.

El psicólogo y la exclusión social

Lunes 9 de julio

19.00 h

Con la participación de: Javier Urra (psicólogo forense de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y coautor de Jauría Humana: cine y psicología) y Teresa Gómez Moraleda (vicedecana del Colegio de Trabajadores Sociales de Madrid y trabajadora social en un equipo de orientación psicopedagógica de atención temprana)

El indomable Will Hunting, de Gus Van Sant. EEUU, 1997. 126 min.

Will Hunting es un joven que cuenta con una capacidad intelectual elevada y una facilidad innata para las matemáticas. Will vive solo en un barrio marginal. Como la mayoría de sus amigos, realiza trabajos mal pagados, pasa tiempo en los bares y tiene problemas con la Ley. Mientras trabaja en la limpieza de una prestigiosa Universidad, resuelve un difícil problema de matemáticas. Un catedrático descubre su genio y cuando Will es detenido y encarcelado tras una pelea, el profesor lo toma bajo su tutela. Una de las condiciones que le ponen desde instituciones penitenciarias, es que Will debe seguir un tratamiento psicológico. El catedrático acude a un terapeuta y profesor de psicología, Sean, que ha vivido en el mismo barrio de Will.

El interesante realizador norteamericano siempre ha sorprendido con retratos de la juventud en notables películas como Drugstore cowboys (1989), Mi Idaho Privado (1991), Descubriendo a Forrester (2000) o Elephant (2003).

Ante las dependencias

Jueves 12 de julio

19.00 h

Con la participación de: Gerardo Herrero (productor y director de cine) y Eusebio Megías (director técnico de la FAD)

Mi nombre es Joe, de Ken Loach. Francia / Alemania / Italia / España / Gran Bretaña, 1998. 105 min.

Joe, un parado que ha sido alcohólico durante años, ha dejado de beber. Desbordante de energía dedica buena parte de su tiempo a entrenar al peor equipo de fútbol de Glasgow con jóvenes con distintos problemas sociales. Cuando surge el amor por Sarah, una terapeuta que vive fundamentalmente para su trabajo en un centro de planificación familiar, deberán aprender a proteger su amor en un mundo en el que las opciones vitales nunca son fáciles.

Ken Loach y su guionista habitual Paul Laverty miran la realidad social y ofrecen retratos complejos como La canción de Carla (1995), Pan y rosas (2000), Dulces dieciséis (2003) o Sólo un beso (2005).

Activistas, ONG y África

Lunes 16 de julio

19.00 h

Con la participación de: Ignacio del Moral (guionista y dramaturgo) y Carlos Ballesteros (profesor de Comportamiento del Consumidor en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid y militante de iniciativas sociales y economía solidaria. Fundador de Amigos de Nyumbani)

El jardinero fiel, de Fernando Meirelles. Reino Unido, 2005. 129 min.

En Kenya, asesinan brutalmente a la activista Tessa Quayle. Un médico local que la acompañaba ha huido y todo parece apuntar hacia un crimen pasional. Sandy Woodrow, Sir Bernard Pellegrin y los demás miembros del Alto Comisionado Británico están convencidos de que el viudo de Tessa, el tranquilo diplomático Justin Quayle, dejará el asunto en sus manos, pero están muy equivocados. Los recuerdos de su unión con Tessa empujan a Justin a tomar una decisión: decide investigar la razón de la muerte de su esposa y descubre a marchas forzadas cómo funciona la industria farmacéutica y lo que hace en África. Segunda película del realizador brasileño, que sorprendió hace cinco años al panorama cinematográfico con Ciudad de Dios, adapta esta vez una novela de John Le Carré.

Voluntariado y el final de la vida

Jueves 19 de julio

19.00 h

Con la participación de: Agustín de la Herrán (profesor titular de Didáctica. Facultad de Formación de Profesorado. Universidad Autónoma de Madrid. Experto en Pedagogía de la Muerte) y Maria José Meniz (responsable de voluntariado de la AECC-Junta de Madrid)

La vida, de Jean Pierre Améris. Francia, 2001. 113 min.

Dimitri llega a La Maison, un centro de cuidados paliativos donde son acogidos los enfermos terminales por los que la medicina ya no puede hacer nada. Allí colabora Suzanne, una voluntaria dedicada a ayudar a las personas que están en los últimos días de su vida. Dimitri y Suzanne se conocerán, se querrán y se ayudarán mutuamente.

Jean Pierre Améris se sirve del libro La muerte íntima de la psicóloga Marie Hennezel para la realización de La vida, película sincera sobre un tema silenciado en el siglo XXI: el final de la vida.

Líderes sociales. Transformar la realidad

Lunes 23 de julio

19.00 h

Con la participación de: Patricia María Nogueira Marchesini (Ingeniera sanitaria y uno de los testimonios de El milagro de Candeal) y Luis Guitarra (cantautor y responsable de la organización Como tú, Como yo)

El milagro de Candeal, de Fernando Trueba. España, 2004. 125 min.

Bebo Valdés, el pianista cubano de 85 años, viaja hasta Salvador de Bahía (Brasil), donde las músicas y las religiones de África se han conservado de la forma más pura. Allí encuentra a Mateus, un músico bahiano que le introduce en la vida de la comunidad afro-bahiana y le conduce al Candeal, una favela que, gracias a la iniciativa de Carlinhos Brown y al esfuerzo de sus moradores, se ha convertido en una comunidad especial. En Candeal no hay armas ni drogas. Lo que se puede ver es un conservatorio de música, un centro de salud, una plaza para todos, un estudio donde vienen a grabar artistas de todos los continentes…. Utilizando la música como motor para todo tipo de iniciativas, las gentes de Candeal han recuperado la esperanza de que la realidad puede ser transformada.

Convivencia y participación

Jueves 26 de julio

19.00 h.

Con la participación de: Benito Zambrano (director de cine) y Luis Enrique Alonso (catedrático de sociología de la UAM)

Vías cruzadas, de Tom McCarthy. EEUU, 2003. 90 min.

Finbar McBride quiere estar solo y que le dejen tranquilo, pero para él, nacido con enanismo (acondroplasia), pasar inadvertido es una tarea casi imposible. La forma en que Fin se ha defendido siempre de la curiosidad que despierta es llevar una vida aislada presidida por una única pasión: los trenes. Tras la muerte de su único amigo y compañero de trabajo, Fin se instala en una estación de tren abandonada en el campo, en Nueva Jersey, para vivir como un ermitaño. No puede, en su vida se cruza Olivia Harris, una artista con depresión; Joe Oramas, un cubano con una sed insaciable de conversación y una niña que se siente distinta…  Todos descubren que el aislamiento es mejor compartido. Vías cruzadas fue la primera película del director norteamericano (también actor y guionista) Tom McCarthy.

Diccionario cinematográfico (23)

Terry Malone: me quita un guante y juguetea con él. Terry tiene el rostro castigado…, pudo llegar a ser un gran boxeador. Ahora, está a punto de cumplir los treinta y no sabe qué hacer con su vida. A Malone le gusta hacerse el duro con los adolescentes del barrio pero por las tardes sube a la azotea y cuida, con mucho cuidado, a sus palomas. A él le compraron cuando era pequeño, el mafioso de turno. En las peleas de boxeo era un trozo de carne por el que apostar… pero él quería sobrevivir y golpeaba y volvía a golpear. Terry Malone me dice al oído que nadie va a hacer nada por él. Que nadie hace nada por nadie. Que nunca ofrezca mi ojo izquierdo porque también me lo golpearán. 

Terry dice que no hay que confiar en nadie pero por dentro se siente solo, muy solo. Él quiere a su hermano mayor aunque tiene mucho que reprocharle…, pero los dos tenían que salir adelante…, a su hermano que no le toquen. Ambos se quieren, a su manera. Terry se hace el duro pero siempre me mira y me pide que le mire con cariño, que no le juzgue, que no le reproche, que está cansado…, no sabe cómo ayudarme. Juguetea con mi guante, me hace probar un poco de cerveza, me saca a bailar, me sonríe…, y yo no puedo más que estar a su lado. Yo sí que sé lo que tengo que hacer. Sé que nadie nunca le trató con cariño. Siempre recibió dureza. Porque sé que él sólo es un chico asustado con mucho miedo a la vida y a que le hagan daño.

Diccionario cinematográfico (22)

Sala de cine: … En Madrid están cerrando cada vez más salas…, Peñalver, Tívoli, Duplex, Carlos III, Bogart, Benlliure…, y una larga lista y algunas salas que están esperando el repentino momento del cierre. Se habla de que están cambiando los soportes para ver cine, se comenta que se está sufriendo una especie de cambio y evolución que está afectando a las maneras de distribución y exhibición. El cine siempre ha vivido y sobrevivido a los cambios…, del cine mudo al sonoro, los tipos de película, los métodos de sonido, la evolución de las cámaras…, esto permitía nuevos caminos de experimentación, nuevas calidades de imagen y sonido, y nuevos instrumentos para poder contar historias. La aparición de la televisión se vivió como amenaza después ambos lenguajes audiovisuales sobrevivieron e incluso se complementaron…,¿conocen alguna cadena que no programe alguna vez una película?, ¿han visto como hay televisiones que se convierten en productoras de películas?…, pero, ahora, ¿están en peligro las salas de cine?¿O tienen que sufrir una transformación para poder seguir viendo historias en la sala oscura de cine en una pantalla blanca? 

Para mí el cine significa muchas cosas. Pero, también, sigue un ritual, que me cuesta pensar que vaya a desaparecer. No lo creo porque es una parte importante para entender y sentir el cine. Las películas merecen un sitio específico donde ser proyectadas…, donde disfrutarlas en todo su ser. Desde que nació el séptimo arte, se creaban espacios para que el público pudiera disfrutar de las distintas obras cinematográficas. Una sala, grande o pequeña, un patio de butacas, la oscuridad, la pantalla blanca…, y el disfrute durante una hora y media, dos e incluso tres de las imágenes en movimiento. 

El teatro –otra manera de contar historias y expresarse que a mí me fascina– siempre ha contado con sus salas y la cercanía del público. La música –a pesar también de su evolución y tecnologías– cuenta también con espacios donde deleitarse con conciertos. ¿Y, el cine, por qué va a perder su espacio? No le veo sentido. La sala de cine es un ritual artístico y cultural maravilloso. Y, no entiendo el problema, (tan sólo la transformación de las salas a otros soportes, que supongo, ahí me pierdo, tendrá un coste considerable), para mantenerlo. Vería una triste pérdida su desaparición. Las salas de cine, para los que quieren seguir viendo cine en la intimidad de un habitáculo oscuro, con una pantalla en blanco, en compañía de más espectadores, son una riqueza. El cine en el cine. 

Con esto no estoy diciendo que no se empleen otras vías como los ¡¡¡benditos dvd!!! que permiten ver una y otra vez la película amada. O que la televisión digital siga siendo una ventana para el séptimo arte. O que haya personas que empleen otros soportes como ordenadores, ipod o incluso (para mí incomprensible) los móviles. Pero el cine merece, por mérito propio, que siga existiendo un espacio específico para su exhibición: la sala de cine. No veo ni entiendo la amenaza para que no sigan adelante. 

Yo seguiré yendo a la sala de cine, a los festivales, a los centros culturales, a las filmotecas…, a ver películas, a que me cuenten historias, a sentir, a llorar, a reír, a revolverme en la butaca, a sentir pánico, miedo, pasión… Porque el cine, como todas las artes, tiene que contar con su espacio para poder disfrutarse.

Vania en la calle 42 (1994) de Louis Malle

El director francés Louis Malle dejó como obra póstuma puro cine que canta al teatro. Malle se quedó fascinado con la representación de un montaje teatral de Tío Vania en un local semiabandonado de New York en el año 1991. 

El realizador galo decide transportar esa representación magistral a la pantalla del cine y realiza un homenaje de celuloide al director de teatro André Gregory y sus ocho actores. Somos testigos de un ensayo general de la obra ante muy pocos espectadores. Y, entre ellos, nosotros, como público privilegiado. 

Para la adaptación a guión cinematográfico confía en otro dramaturgo que reparte su trabajo entre los escenarios y el séptimo arte: David Mamet, que con acierto capta el espíritu de André Chejov y la pretensión de Louis Malle. 

Los actores, con sus ropas contemporáneas, en un momento mágico se transforman sin que casi nos demos cuenta en Tío Vania, Sonia, Elena, doctor Astrov, el Profesor, Nani, Carapicada y la madre de Vania…, y muestran como 100 años después las palabras vertidas por el dramaturgo ruso siguen teniendo el mismo efecto. 

El testamento de Malle deja una obra serena con una fotografía excepcional y una música envolvente. El reparto desarma por su desnudez  e introspección en los personajes que representan. La más conocida es, sin duda, la ahora famosa Julianne Moore que actúa como la bella, misteriosa y fría Elena. De todos los demás, reconocemos sus rostros y cada uno ofrece lo máximo de sí: Wallace Shawn, Brooke Smith, Larry Pine, George Gaynes, Phoebe Brand, Jerry Mayer y Lynn Cohen.  

Es tal la fuerza de la película que hace que no nos demos cuenta de cuándo empieza el ensayo general y cuándo termina la vida de unos personajes en busca de la felicidad y el amor en la Rusia de finales del siglo XIX. 

Y como colofón, parte de las bellas palabras finales de Sonia a su tío Vania…, descansaremos.“¿Qué se le va a hacer? Tendremos que vivir. Y nosotros viviremos Tío Vania. Viviremos una larga sucesión de días y de largas veladas; soportaremos pacientemente las pruebas que nos depare el destino; trabajaremos para los demás, ahora y también en la vejez, y cuando nos llegue nuestra hora moriremos resignados. Luego, más allá de la tumba, diremos que hemos sufrido, que hemos llorado, que hemos tenido penas, y Dios se comparecerá de nosotros, y tú y yo, querido tío, veremos una vida radiante, espléndida, hermosa, nos sentiremos gozosos y contemplaremos nuestros sufrimientos de ahora con indulgencia, con una sonrisa…, y descansaremos”. 

Diccionario cinematográfico (21)

James Dean: Jimmy corrió tanto aquel año de 1955 que traspasó la vida sin darse cuenta. Con 24 años. Después cómo iba a imaginar que en el otro lado del océano por los años ochenta, alguna adolescente se pasaría durmiendo durante años con una fotografía suya gigantesca en el techo…, de tejano. Mirándola, siempre. A mí, a Hildy, siempre me cuentan estas historias.

Sólo protagonizó tres películas con dos genios y un gran artesano… ¿Cómo olvidar sus recreaciones atormentadas de Cal Trask, Jim Stark o Jett Rink? Elia Kazan, Nicholas Ray y George Stevens extrajeron de su rostro al eterno rebelde. Al que no se entiende, al que quiere ser querido, al que no quiere ser malo pero no puede remediarlo, siempre con unas dosis de ternura… Su rostro fue y es una incógnita. Dejó montones de fotografías y tres historias para que generaciones y generaciones se pregunten que había tras la mirada huraña, la sonrisa tímida y el pelo revuelto.

Tres momentos inolvidables en Río Bravo

Mis queridos visitantes me vais a permitir que me extienda un poco en este post que me dispongo a elaborar. Y os lo pido porque voy a hablar de una película que me encanta aunque la vea una y mil veces en los estados de ánimo más distintos. Una película que fue dirigida en 1958 por mi maestro adorado Howard Hawks –no os olvidéis amigos míos que gracias a él me convertí en personaje inmortal, gracias a él y su Luna nueva (1940) conocéis mi historia y sabéis cómo es mi rostro, cómo actúo, cómo pienso…, cómo escribo–. Ésta, como veis, es otra razón de peso.

Este post se lo debo al director alto con cara de duro, totalmente seguro de su masculinidad y de la camaradería entre machos, que disfrutaba con el alcohol, con el tabaco, que adoraba los aviones y luego, más tarde, los coches y las motos…, pero todo un mago en el arte de narrar historias en imágenes. Howard Hawks reflejaba un mundo de hombres pero, sin embargo, creo personajes femeninos completos, fuertes y fascinantes. Yo, que soy una de ellas, me identifico con las mujeres de la mitología hawksiana. Desde los años treinta proporcionó a su cine, mujeres modernas e independientes que se movían perfectamente en el mundo masculino de los héroes de Howard. El director siempre planteaba unos duelos-amorosos entre dos seres humanos en igualdad de condiciones.

El mago de narrar historias dejó buenas películas en todos los géneros…, ¡y qué películas! Sólo os escribo una pequeña muestra de su filmografía para que entendamos de quién estamos hablando: Scarface (1932), La fiera de mi niña (1938), Bola de fuego (1941), Tener y no tener (1944), Río Rojo (1948), Me siento rejuvenecer (1952) o Hatari! (1962).

Bueno, como ya habéis visto desde el título, la película que quiero recordar es Río Bravo, un western fascinante y maestro. Una obra grande. Con un montón de miradas y lecturas. Unos personajes llenos de matices, una buena historia, una música inolvidable…, una película intimista, poética y de autor y a la vez –que es lo que hacía grande a Hawks– una historia tremendamente entretenida, que te tiene siempre en tensión, con momentos divertidos y otros, trágicos, como la vida misma.

Durante todo Río Bravo deseas acompañar a los personajes que la pueblan. Howard Hawks se sirve de cuatro personajes entrañables para contar una historia intimista que se hace grande en cada escena. Los protagonistas, que forman el peculiar cuarteto de camaradas, son: John T. Chance (John Wayne), un sheriff duro que ama y cuida a sus amigos y que protege con lo que puede y tiene al pueblo donde vive. Dude (Dean Martin), ese hombre alcoholizado que trata de salir de un infierno y volver a ser el que era, antes de un mal de amores y antes de hundirse en litros de alcohol. Colorado (Ricky Nelson), el adolescente pistolero que se sabe bueno, que quiere hacerse siempre el duro –aunque nunca pierde la educación–, pero que busca lo que todo el mundo ser respetado y aceptado. Stumpy (Walter Brennan), el anciano cojo, cascarrabias, malhumorado…, pero dulce y tierno que no es más que un hombre que grita que sigue siendo útil y que cuida y ama a sus compañeros de trabajo. Y, por último, Feathers (Angie Dickinson), la tipa dura de pasado turbio, jugadora empedernida, cansada de huir y correr de un lado a otro. Desea que alguien la espere y la haga quedarse en un punto fijo.

La trama es absolutamente sencilla: un sheriff detiene, por asesinato, al hermano de un importante y corrupto terrateniente. Tiene que esperar a que venga el alguacil y que se lleve al preso para que haya juicio. En el lejano Oeste, este hecho pueden suponer días y el sheriff sabe que el terrateniente y sus secuaces van a hacer lo imposible por sacar al asesino de prisión. Habitantes del pueblo y amigos se ofrecen a ayudarle pero el rechaza implicar a otros en un asunto peligroso. Tan solo se rodea de su antiguo y alcoholizado ayudante, de un anciano cojo, de un joven pistolero y de una mujer desconocida que llega al pueblo.

Howard Hawks empezó este proyecto tres años después de haber fracasado en taquilla y críticas –bueno, la crítica especializada no reconoció su buen arte hasta años después, una vez retirado del cine– con Tierra de Faraones. Después del parón profesional más largo de su carrera, regresó con Río Bravo. Una de las razones por las que nació esta historia fue porque al director no le gustó Solo ante el peligro de Fred Zinnemann. No concebía que un sheriff fuera pidiendo ayuda desesperadamente durante toda la película y que nadie se la prestara. No entendía a ese personaje ni la reacción del pueblo. Así, que en Río Bravo vemos a un hombre al que todo el mundo quiere ayudar pero él declina estas ofertas porque no quiere poner en peligro la vida de nadie y es un profesional.

Río Bravo llegó en un momento en que el western en pantalla grande corría peligro –parecía el fin de una época del género– y, sin embargo, iba triunfando en largos seriales televisivos. Lo rescató para la gran pantalla… El director tuvo un golpe maestro al contratar al joven ídolo televisivo y, también, posteriormente ídolo musical, Ricky Nelson (muchos dicen que es lo peor de la película. Yo no estoy de acuerdo y creo que cumple perfectamente su papel. Tenía 18 años). Así se aseguró un público que de otra manera, quizá, no se hubiera acercado a ver un western en pantalla grande. Río Bravo no necesita de grandes parajes, ni de persecuciones arrolladoras, ni de grandes trenes, no sale ni el séptimo de caballería ni ningún indio… Río Bravo sólo necesita la calle de un pueblo, el saloon, un hotel y, por supuesto, la cárcel. Pasen y vean.

Las secuencias: y son tres las que destaco –aunque os aviso que es una película que no tiene desperdicio–. La primera secuencia: no hay ni una sola palabra. Dura, creo, unos tres minutos, y no pierdes ni un instante la atención. En pocas películas he visto tan bien reflejado la dependencia al alcohol, en pocas películas he visto tan realista el retrato de un alcohólico, en poca películas he visto una escena de humillación tan fuerte. En esta escena se nos presenta a Dude, que entra al saloon, deseoso de tomarse un trago pero no tiene dinero. Joe Burdette (el hermano del terrateniente) lo ve y con un desprecio increíble tira una moneda en una escupitera. Antes de que Dude, meta la mano para coger la moneda y poder beber, su amigo John T Chance se lo impide dando una patada al recipiente…

La segunda secuencia: ¡qué manera más romántica y con economía de palabras, de gestos y de tiempo para explicar que John Wayne ha caído rendido ante una mujer como la Dickinson! Feathers quiere cuidar a Chance y quiere que duerma tranquilo. Así que ni corta ni perezosa se queda vigilando, con una escopeta, en una hamaca en el hall del hotel, para que el sheriff pueda dormir en paz. Sin embargo, Chance –que sabe que lo hizo otra noche– baja las escaleras a medianoche y se la encuentra dormida. Él no la despierta, no habla, no la zarandea…, la tapa con sumo cuidado, la coge en brazos y la sube en silencio a la habitación…

Tercera secuencia: genial e intimista. Stumpy, Colorado, Dude y Chance deciden quedarse en la cárcel vigilando al preso y no salir de allí. Todos están juntos en la misma historia. Existe camaradería, amistad, reconocimiento del otro, un momento de tranquilidad y pausa… ¿y cómo deciden pasar el rato y unirse?  Cantando dos hermosas canciones: Dean Martin y Ricky Nelson dan sus voces para My rifle, my pony and me. Luego Stumpy pide una canción para que pueda cantar él y tocar la armónica, Ricky empieza Get along home, Cindy…, que entonan todos excepto Chance que sonríe y mira a sus amigos disfrutando el momento. Algunos ven esta secuencia fuera de lugar, a mí cada vez me gusta más, retrata un momento tranquilo, íntimo y feliz entre un grupo de compañeros. 

¡¡¡Yo quiero ser Rafael Azcona!!!

Lo prometido es deuda. Hildy os dijo que intentaría ir, a pesar de los años que me pesan, a la conferencia sobre neorrealismo y cine en el Centro Cultural de la Villa que se celebró el jueves (con motivo de PHE07. Más información en www.phedigital.com y para la exposición de Neorrealismo y esta actividad paralela, también, consultar www.fundacion.gruposantander.com). Y allí me dirigí. No podía ser menos que Rafael Azcona, que a sus 80 años, demostró esa frase tan manida pero cierta: la juventud va por dentro. ¡¡¡Y cómo disfruté y cómo disfrutó el público presente!!! En un enorme salón de actos, las palabras de Azcona llenaron la sala. Yo llegué un poco tarde pero escuché toda la interesante parte teórica que facilitó el profesor Gian Piero Brunetta (profesor de Historia y Crítica de Cine de la Universidad de Padua). No me enteré de por qué no pudo asistir Carlos Saura –que hubiera, seguro, aportado un montón de apuntes interesantes– así que siento no poder informaros de este aspecto. 

Después, se pasaron un montón de escenas de películas italianas que ilustraban el neorrealismo y sus etapas desde la muerte de Pina en Roma, Ciudad abierta, hasta los impresionantes rostros de Paisá; los niños de El limpiabotas, el intento de suicidio del anciano Umberto D, la emoción que desprenden las caras de un padre y un hijo en El limpiabotas, la poesía de los desheredaros volando por los cielos en Milagro en Milán, la melodía y la mujer payaso de La Strada, la desolación de Germania, año cero, las palabras esperanzadoras de Rocco y sus hermanos Y, a continuación, las palabras del guionista Rafael Azcona. Yo estuve todo el tiempo con la sonrisa en la boca. Y pensé: ¡¡¡Yo quiero ser Rafael Azcona!!! Porque con su intervención quedamos todos convencidos de que la vida, a pesar de los pesares, merece la pena vivirla y porque volvió a expresar como nadie, lo bello que es el cine. 

“En la calle está la vida, vayamos a por ella”, fue la frase que resume su intervención. Así expresó lo que para él significó el neorrealismo italiano y por lo que este movimiento sigue teniendo tanta fuerza. Rafael fue desgranando un montón de anécdotas, con una gracia e ironía grandes, e hizo de mí una ferviente admiradora que no paraba de reír. Si no os las cuento es porque perderían la gracia y la chispa que tenían en sus labios. Con una educación, de la de toda la vida, expresó que él no veía la vida como Rossellini. “La vida nunca es una tragedia” en su totalidad. El guionista comentó que el ser humano sobrevive a los horrores que depara la existencia gracias al Sentido de Humor (lo pongo con mayúscula). Se puede estar de acuerdo o no, lo que sí es cierto es que a través de la risa y de una mirada de humor, la vida puede verse de otra manera. Somos los únicos seres vivos que nos reímos…, ¿para algo servirá, no? 

Azcona en dos pinceladas y con su sentido de la ironía y el humor, comparó el cine español y el italiano en ese periodo histórico –después de la segunda guerra mundial hasta el desarrollismo en los años sesenta–. En Italia, después de la segunda guerra mundial, se vivió la liberación, se aprendió a vivir bien. No dio la espalda a la vida. Y, surgió un movimiento cinematográfico que se aferraba a la vida y que influiría en toda la cinematografía mundial.  En España, después de la guerra civil y la segunda guerra mundial, se vivió la posguerra, y lo que se aprendía, según Azcona, era a “morir bien”. Y surge un cine nacional católico de héroes y santos. Un cine que, también, presentaba “al pobre pero honrado”. Al guionista le parecía curiosa esa obsesión porque nunca se decía ni se dice vamos a presentar a “un rico pero honrado”. Aunque como bien señaló había alguna excepción y no se olvidó de Surcos de Nieves Conde. 

Para él, el movimiento del neorrealismo termina o acaba porque Italia cambia, “las sociedades son las que determinan los cambios”…, y surge otro cine reflejo de la sociedad. Pero señaló que ésta era una opinión personal. En Italia empieza el desarrollo y “lo que más se cotiza es el dinero”. En España, ocurre, en ese sentido, lo mismo. También vive el desarrollismo. Con muchísimo respeto y cariño, habla sobre alguno de los directores que surgen después de los directores neorrealistas…, porque tanto el profesor como el guionista señalaron que el neorrealismo siempre ha sido respetado por los directores italianos posteriores y que todavía se deja sentir y ver su influencia en el séptimo arte. Por ejemplo, dio su particular visión de Antonioni, “tan preocupado por la comunicación”, Rafael Azcona cuenta, que aunque le quiere mucho, “su cine me pilla lejos”. Porque para este guionista cuando dos seres humanos se quieren comunicar, se comunican. 

A lo largo de las preguntas, siguió derrochando sabiduría. Para Azcona, el género que mejor explica o muestra la historia de España no es el esperpento o la picaresca…, es la tragicomedia.  Rafael Azcona terminó diciendo que el neorrealismo es “uno de los movimientos culturales y sociales más hermosos de los que yo tengo noticia”. El veterano guionista expresó que él cuenta y escribe sobre los demás, sobre la vida, sobre la clase media –que es con la que siempre se ha relacionada, con las altas clases, ríe, nunca ha tenido oportunidad–, sobre lo que escucha en los cafés…, que es mucho más interesante que lo que a él le ha ocurrido durante toda su existencia. Hildy salió satisfecha de no haber sido vencida por la pereza –ya se sabe que una semana de trabajo, te resta fuerzas para realizar actividades paralelas y a veces prefieres quedarte tumbada en un sofá frente a un televisor habitado por mil y una tonterías–.

Diccionario cinematográfico (20)

Gafas: unos anteojos –bonita palabra– que se sujetan a las orejas –bonita parte del cuerpo humano–, un adelanto óptico que acerca las imágenes de los objetos lejanos…, objeto que permite a los miopes ver de cerca o las personas con ojos cansados como Hildy, una mejor visión. Instrumento que en verano hace que no nos dañe la luz del sol a los ojos o que protege a las grandes estrellas de los focos o los flashes. Parte de la indumentaria masculina y femenina llena de atractivo…¿Sería Lolita igual sin sus gafas de sol en forma de corazón?¿Perdería parte de su encanto Pola Debevoise (Marilyn Monroe en Cómo casarse con un millonario) si no fuera una miope que no desea ponerse unas gafas años 50 delante de sus pretendientes?¿Y qué me dicen de las cultas bibliotecarias de cine siempre con sus gafas a cuestas…, o de las gafas de alguna solterona memorable? Las gafas dan otra identidad al superhéroe de turno o al aventurero por antonomasia. El periodista Clark Kent lleva gafas y es un hombre tímido en la vida cotidiana…, en unos segundos se transforma en Superman. O qué me dicen del antropólogo sabio y tremendamente apocado con unas gafas que le muestran en su faceta de profesor…, después se lanza por países exóticos convertido en Indiana Jones.Las gafas de sol son tremendamente atractivas, misteriosas o no dejan ver los ojos de los hombres duros. ¿Recuerdan a Holly con su traje negro y sus gafas de sol (Desayuno con diamantes)? ¿O la espléndida madurez de Mrs Robinson con unas gafas de sol que la muestran siempre atractiva?¿No relacionan gafas de sol con los héroes de Clint Eastwood o Steve McQueen?Y si seguimos con las gafas oscuras, a veces ocultan la verdad. Un ojo golpeado…, en un rostro como el de Lee Remick, un personaje complejo en Anatomía de un asesinato. Un día de resaca…o unos ojos que no ven –inolvidable de nuevo Anne Bancroft– en El milagro de Ann SullivanY ahí, lejano en el tiempo, está siempre el bueno de Harold Lloyd que no sería el mismo sin sus gafas redondas…