Y seguimos con las vacaciones…

Y seguimos con las vacaciones…, ya os avisé, mañana rumbo México lindo.

Espero volver con muchísima energía y sobre todo mucho cine.

Os dejo con una escena de una película que os hablaré a la vuelta. Se trata de Sin novedad en el frente (1930) de Lewis Milestone. Y me ha dejado impresionada. Un joven soldado desencantado, una trinchera, la espera…, de pronto se siente hipnotizado por la belleza de una mariposa…, quiere alcanzarla con su mano…, agarrar la vida, la hermosura. Un descuido. Un disparo. Y su mano se cierra… poco a poco.

Nunca dejo de descubrir nuevas imágenes que retengo en mi retina.

Ahora, me toca soñar y vivir México Lindo. Volveré…, no me olviden.

Bigotes de cine

Bigotes que dan risa, bigotes con vida

El bigotillo eterno de Charlot o el bigote falso de Groucho Marx

Bigotes seductores

El bigote fino de Clark Gable o el bigote aventurero de Errol Flynn. Ahora, el corazón me dice que le ha tocado los pelillos del bigote de un pirata con cara de Johnny Depp… Jack Sparrow.

Bigotes sensuales

El bigote de Brando-Zapata o el bigote de Jeff Bridges que tiene un corazón roto

Bigotes de toda la vida

El bigotillo siempre elegante de David Niven o el imposible de Cantinflas, ambos quedaron en dar la vuelta al mundo. También, está el aristocrático, ese bigote característico en la cara de Clifton Webb o de Adolph Menjou

Bigotes que dan terror

No sé con cuál grito más si con el de Vicent Price o quizá con el de Fu Manchú que bailó entre Boris Karloff y Christopher Lee

El ansia (The hunger, 1983) de Tony Scott

Seguimos con los ochenta. Uno de los miedos que empezó en dicha década fue una enfermedad que hasta ese momento era del todo desconocida: SIDA. El ansia no sólo se convierte en una película postmoderna sobre vampiros y fluidos de sangre sino que puede leerse como metáfora de esta enfermedad. Si se quiere claro está.Tony Scott deja una película sobre amores eternos, vampiros sedientos, con ansía o hambre de sangre, sobre intercambio de fluidos, sobre el miedo a la vejez, sobre la eterna juventud, sobre el miedo y la violencia…

El ansia es de esas películas extrañas por su ambiente, su estética, su banda sonora y su extraño trío de intérpretes y consigue, a veces, escenas de belleza poética. El ansia puede ser odiada o amada. Tiene aires de película de culto. Nos dejamos envolver por la misteriosa, bella, elegante y fría vampira Catherine Deneuve en su papel de Miriam, por el ambiguo y por qué no hermoso David Bowie, que envejece sin poder remediarlo y, por una joven y sexy Susan Sarandon.

Miriam da la inmortalidad, la vida eterna, a sus amantes por los siglos de los siglos. Sin embargo, llega un momento en el tiempo en que sus amores envejecen sin remedio, en pocos instantes, pero nunca mueren. Ella cuando esto ocurre busca sustituto e intercambia su sangre. Después, los amantes que se aman por los siglos de los siglos buscan a sus víctimas para saciar su ansia de sangre y juventud.

Esta vez el relevo está cerca. Y Miriam se fija en una científica, Sarah (la Sarandon). Pero Sarah, ya contaminada, no está tan segura de querer seguir a su amante por los siglos de los siglos.

Uno de los hermosos descubrimientos de esta película ha sido el identificar un fragmento de ópera que ya me había deleitado en otras dos películas. Aquí se encuentra en una de las escenas claves de la película, cuando las dos protagonistas inician su relación lésbica. Se trata del Flowers duet de la ópera Lakmé de Léo Delibes. Este fragmento, mágico, se encuentra también en escenas cumbre de dos películas que me encantan: Atrapado por su pasado y Amor a quemarropa.

Quizá, por poner un pero, rompe toda la elegancia, estética y modernidad de la película la aparición final de las momias vivientes, todos los amantes de Miriam, que son como de una mala película de terror. Para mí, esta escena descoloca y hace perder el encanto extraño de esta historia.

Mamma mia

Apta para pasar una entretenida tarde de verano. Apta para escuchar música petarda que en el fondo a todos nos gusta de vez en cuando. ¿Quién no ha escuchado alguna canción de ABBA o ha bailado a altas horas de la noche alguno de sus éxitos? Apta para aquella tarde en la que no se quiera pensar. Apta para los que quieran ver un cuento divertido, un musical en broma, un poco de vitalidad, unos paisajes griegos, isla paradisíaca, hotel rural soñado. 

Apta para toda mujer que quiera un pack de hombres objeto, maduros, guapísimos y divertidos. Chicas, ¿con quién nos quedamos? Hay para elegir: Pierce Brosnan, Colin Firth (ay, algunos sabéis mi debilidad por él) y, por último, tampoco está nada mal en su papel de aventurero Stellan Skarsgard con unos tatuajes que dan el pego. 

Aptísima para los admiradores de Meryl Streep que se mete de lleno en la broma y aparece guapísima como hippie vital, divertida, que no para de cantar y bailar. Maravillosa, como nos tiene acostumbrados a todos aquellos que la admiramos por los siglos de los siglos. Bien acompañada por sus maduritas amigas, secundarias de lujo, Julie Walters (sí, la profe de Billy Elliot) y Christine Baranski. 

Apta para aquellos que este verano no han podido ir al mar. Escenas playeras. Apta para los que quieran dosis de optimismo y vitalidad. 

Phyllida Lloyd adapta su musical a la pantalla y nos deja dosis de diversión. No es una historia profunda, ni un guión perfecto, ¿pero a quién le importa cuando lo que deseas en medio de la sala es ponerte a bailar, ponerte ropa hortera y estar en paisaje exótico?… ¿a ti te importa quién es el verdadero padre? A mí no y a los protas tampoco.

Melodía de seducción (Sea of love, 1989) de Harold Becker

Finales de los ochenta. Policía desesperado. Mujer fatal de lo más sexy y reina en las artes amatorias. Asesinatos en serie. Policía desesperado se siente atrapado por mujer fatal y sospechosa (¿es o no es?). Policía desesperado tiene colegas majos, un buen compañero de faenas. Gran ciudad como New York. Personajes solitarios. Anonimato en la gran ciudad. Deseo de ser amados. Muchas sombras y alguna que otra luz. Interiores de largos pasillos. Nocturnidad. Muchos litros de alcohol y alguna que otra colilla ¿Cine negro en los ochenta? ¿Quién da más?¿Nos suena el argumento?¿De qué hablo?

Melodía de seducción es un producto bien hecho. Un buen argumento de cine negro. Sería una de las primeras películas que pondría de moda: protagonista se enamora de mujer sospechosa, que durante los noventa casi se convertiría en un subgénero de éxito (sobre todo a raíz de Instinto básico). No deja de ser un argumento del buen cine clásico y negro (¿alguien olvida El halcón maltés?). Es lo que denominaríamos un producto correcto que sabe como atrapar al público (es decir, por ejemplo, a mí). No es obra maestra pero es de esas películas de las que se guarda buen recuerdo. Buen sentido del ritmo.

Y, sobre todo, como no, un muy buen personaje principal, no sólo por como está escrito, sino por la personalidad que le imprime uno de los actores por los que siento una gran debilidad, mi queridísimo Al Pacino. Ese policía duro y tierno a la vez, desesperado y abocado al alcohol, que suplica a la mujer amada que se acueste con él que si no teme la cuesta abajo, teme el no dormir…, teme la caída total y absoluta. El típico macho ibérico pero con ternura en los ojos, con miedo al abismo. Con miedo a la soledad nocturna tras una copa y otra y otra más. Frank Keller que en ataque de rabia dice cómo se siente de rechazado cada vez que dice que es policía y a la vez como sabe que a veces, en momentos desesperados, se convierte en el papaíto. Keller con complejo de rechazo, que no se recupera del matrimonio fracasado, que siente por primera vez la muerte cercana, que llama a su ex mujer a las tantas de la noche, borracho, para decirle que teme tener apendicitis… que teme morir solo.

Ese policía en crisis al que le toca solucionar un caso de una asesina en serie que localiza a sus víctimas a través de anuncios de contactos. Ese policía que junto a su compañero de trabajo (uno de esos secundarios de oro, como los de antes, John Goodman) deciden para atraparla poner un anuncio y acudir a las citas para conseguir las huellas. Ese policía que sólo tiene como pista unas cuantas colillas y un disco de vinilo en el que suena insistente Sea of love (ojo, al maravilloso Tom Waits y su versión en los títulos de crédito finales)… tú eres mi nena…, que se convierte en su melodía que le acompaña en las noches de soledad. Ese policía que se enamora hasta los huesos y que ve como tabla de salvación a una de las máximas sospechosas (Ellen Barkin,una de esas mujeres de rostro extraño y extremadamente sensual). El pobre Frank Keller ama y hace el amor a la vez que sospecha una y otra vez que su nena puede ser una asesina.

Buenos interiores, buena música, final inesperado… y Frank y su mujer fatal amándose tórridamente en los supermercados, camas, citas nocturnas, zapaterias… El director Harold Becker no volvería a repetir un éxito igual.

Vamos ideal para una tarde de verano en casa y para incondicionales de Al (como yo)…

En el estanque dorado (On Golden pond, 1981) de Mark Rydell

Hay películas que tienes en el recuerdo y temes volver a ver por si desapareciera su buena imagen. Y algo así me pasaba con En el estanque dorado, que guardaba con gran cariño en mi memoria, ayer volví a decidirme. Volver a verla. Y es que donde hay dos grandes es imposible la decepción.

En el estanque dorado es una película de personajes y actores. En el estanque dorado es Henry Fonda y Katherine Hepburn —la única vez que trabajaron juntos— como Norman y Ethel. En esta película se puede comprobar lo que son dos buenos actores porque es una historia sencilla, muy sencilla, pequeña cotidiana… y te arrastra. Te arrastra la historia de ese matrimonio que lleva toda una vida juntos y que ahora son ancianos. Y te arrastra como se conocen y se aman. Y como saben que ya no les queda mucho juntos pero, sin embargo, ya se lo dice Ethel, a su hombre que va a cumplir ochenta años, eres mi caballero, no lo olvides.

Y Norman (último y maravilloso papel de Henry Fonda. Qué despedida tan hermosa), cercano a la muerte, temeroso de sus pérdidas de memoria, león enjaulado que no soporta que su cuerpo y mente no respondan como antaño sólo se siente seguro y con ganas de sonreír y seguir adelante al lado de su vieja dama. Que lo alegra y sostiene, que le aferra al día a día.

Norman y Ethel nunca han sido perfectos ni lo pretenden, su hija Chelsea los adora pero tiene mucho que decir —ella no podía ser otra que Jane Fonda, que hizo todo lo posible porque su padre hiciera este papel. Los dos entendían sus personajes, sus relaciones de padre e hija tampoco fueron nunca fáciles—. Porque En el estanque dorado todos son humanos, con virtudes y defectos, como la vida misma. Por eso la película, sencilla, logra transportarte a momentos de risas y también a sacar de vez en cuando un pañuelo.

Y es que da gusto sentarse en una butaca o —ahora no hay más remedio— frente al televisor (y algunos con suerte a lo mejor ante un cañón de luz. Rara vez existen ya las reposiciones a no ser que se de en las filmotecas o en los festivales y sus retrospectivas (¡¡¡qué no se pierda esta buena costumbre aunque yo no pueda verlas!!!) y encontrarse con dos grandes actores que sólo con la manera de moverse, de mirarse, de decir sus diálogos (bien bonitos por cierto)… hacen totalmente creíble que son un matrimonio que han vivido todo juntos.

Henry está brillante y la Hepburn, encantadora. Y los dos tienen más química que muchos actores jóvenes quisieran.

Mark Rydell, su director, no volvería a repetir un éxito tal. Tiene películas interesantes en su filmografía como La Rosa o Cuando el río crece pero ésta es la película por la que es más recordado porque la vida fluye… de esa casa en el lago, de las fresas, los somormujos o la trucha Walter…con la melodía de fondo de Dave Grusin.

En el estanque dorado es para sentarse cómodamente, descansar, y ver una bonita historia…, ¿quién no quiere llegar a anciano y tener una relación como la de Norman y Ethel? Seguir queriéndose a pesar de los años compartidos. De las alegrías y las penas.

Diccionario cinematográfico (72)

Gigolós: ¡¡¡Cuántos gigolós pueblan el mundo del celuloide!!! Jóvenes y bellos que se prostituyen por dinero con damas maduras. ¡¡¡Cuántas películas memorables!!! La lista de efebos hermosos y erotismo máximo es extensa. Momentos inconfundibles. Personajes tristes. Dulces pájaros de juventud que saben que su poder acabará tan pronto como sus musculos y sus caras sin arrugas dejen de existir con el paso inexorable del tiempo.

Primer homenaje, el bello de Paul Newman en drama sureño del gran dramaturgo Tennessee Williams. Sonrisa irresitible, Paul sólo desea el éxito que le permita acceder a su amor de juventud, para ello se deja acompañar por damas que pagan facturas y de paso pueden abrirle puertas en el mundo del espectáculo. Su última conquista, impagable actriz en decadencia con rostro de Geraldine Page.

Y seguimos con las actrices en decadencia que se dejan caer en brazos de hombres jóvenes y hermosos. Ahí tenemos a un rubio con cara de William Holden, guionista que trata de abrirse mundo, y de paso vivir bien con una estrella del pasado con cara de Gloria Swanson en obra maestra de Wilder, El crepúsculo de los dioses. Holden, joven de sueño dorado, siempre fue hermoso hasta en su madurez robaba corazones de jóvenes y maduras en un Picnic.

Al joven escritor fracasado le paga las facturas una millonaria con cara de Patricia Neal (siempre hubo algo de perverso en su rostro). Es el bello George Peppard que como joven promesa enseña juventud y torso pero se deja llevar por la maravillosa Holly (sólo podía ser una adorable Audrey Hepburn), heroína de Capote, en una historia de amor difícil de olvidar. Claro que hablo de Desayuno con diamantes.

Y en el universo de Tennessee sigue una estela, no podía ser de otra manera, de gigolós inolvidables… ¿quién no suspira, no solamente la triste señora Stone con rostro vencido de Vivien Leigh, ante la supremacía de un Warren Beatty joven y arrollador? También, el sin hogar o viajero sin rumbo, piel de serpiente, es amado por todas las damas que le dan cobijo, no podía ser otro que Marlon Brando.

Sólo John Voight con su cara de rubio inocente vestido de cowboy puede enternecer como gigoló venido a menos en la maravillosa cowboy a medianoche.

En los años ochenta llegó un american gigoló en plenitud de belleza, un Richard Gere que dejó sin respiración en un thriller que le mostraba hermoso y sospechoso.

Lágrimas de tristeza, campanadas a medianoche, me vienen a la cabeza cuando recuerdo en una larga carretera sin fin a dos gigolós y chaperos con rostros bellos, el exótico Keanu Reeves y otro rubio inocente desaparecido y hermoso, River Phoenix. El universo de Gus Van Sant envuelve en Mi private Idaho.

Y, por último, el mejor personaje de película, para mí insufrible, y más hermoso robot con rostro y estética de un Jude Law extremo y bello, de profesión, gigoló, y con una humanidad que hace dudar de Inteligencias Artificiales.

Lecturas de cine y verano

¡¡¡Lo prometido es deuda!!! Después de una escapadita en casa rural aislada del mundo y disfrutando de paisajes e incluso de aventuras intensas como realizar barranquismo y tirarme por pozas y toboganes y andar y subir montañas, regreso una semanita donde tengo trabajo intensivo pero bonito y por supuesto para retomar unos días el blog.

Estoy disfrutando de de tres lecturas sorprendentes, dos libros de bolsillo y un pequeño ensayo, que me están llenando y aunque aún no los he terminado me atrevo ya a recomendarlos.

Como siempre algo tienen que ver con el cine.

El primero es El gran sueño del paraíso (recopilatorio de cuentos de Sam Shepard, de la editorial de bolsillo Quinteto, Barcelona 2007). Narraciones breves del conocido dramaturgo, escritor y actor Sam Shepard. Me están encandilando. A Shepard como actor quizá le pongáis cara si recordais películas como Días del cielo de Terry Malick o Frances (junto su compañera sentimental, ahí se conocieron, Jessica Lange). También ha escrito guiones y ha dirigido alguna que otra película.

El segundo es La noche de la iguana y otros relatos de Tennessee Williams (editorial Debolsillo, Barcelona 2006). Por este dramaturgo siento gran debilidad. Además de haber leido muchas de sus obras de teatro, he podido disfrutar también de su obra por las adaptaciones cinematográficas (Un tranvia llamado deseo, Dulce pájaro de juventud, La gata en el tejado de Zinc, Baby doll, El zoo de cristal, La rosa tatuada, Baby doll, Piel de serpiente, De repente el último verano, La noche de la Iguana, Propiedad condenada, La primavera de la señora Stone...) que casi nunca me han decepcionado. Me encanta su universo y ahora me estoy topando con una sensibilidad especial en sus cuentos con la sorpresa añadida de que de algunos de estos relatos después surgieron obras teatrales. Estoy enganchadísima.

Y, por último, un paseo por un Madrid nostálgico, cuando aún estamos sufriendo el cierre de salas de cine míticas, estoy dando un paseo cinematográfico con Nieves González Torreblanca y su interesante ensayo Madrid, patio de butacas (Ediciones La Librería, Madrid 2007)donde realiza un exhaustivo estudio de las salas de cine que fueron surgiendo en la ciudad desde la primera proyección cinematográfica en la villa y corte. Un libro ameno y con sabor nostálgico que nos descubre interesantes sitios, personajes y cómo se vivía el cine en una ciudad muy vinculada con el séptimo arte…, las salas de cine de siempre, que tristemente van desapareciendo…

 ¡¡¡Feliz lectura y hasta mañana!!!

Hildy se va de vacaciones (…excepto del 9 al 18 de agosto)

Queridos cinéfilos: os cuento mi plan de verano. Mañana me voy hasta el día 9 de agosto a casita rural con los hermanos Pontipee (ya saben los del rapto de las sabinas). Después permaneceré en Madrid almodoviano hasta el día 18 de agosto y por supuesto escribiré los post correspondientes. Sin embargo, el día 19 vuelo de nuevo, rumbo al país de María Félix o donde Buñuel dejó lejanos los tambores de Calanda… México Lindo. Y no regresaré hasta el 5 de septiembre. No les abandono, sólo hago un parón en el camino.

En septiembre… nos vemos con mucho más cine.