Kirk Douglas. El hijo del trapero (Ediciones B, 1989)

Me apetecía una lectura amena cinematográfica y me acordé de la autobiografía de Kirk Douglas que leí hace muchos, muchos años… Y me dije voy a volver a leerla y de nuevo he vuelto a disfrutar de las mil y una anécdotas de un actor de carácter.

El hijo del trapero es un libro ameno de un actor con fama de complicado que obviamente sólo cuenta lo que quiere que salga publicado sobre su vida y sus reflexiones. Nos acerca a un hombre que dentro de su sencillez deja entrever a un hombre complejo que dice mucho más con lo que no cuenta.

A la vez nos deja un sinfín de anécdotas con distintos protagonistas (directores, actrices, actores y guionistas). Así volví a recordar su amistad con uno de mis actores favoritos, Burt Lancaster. Ambos son de una estirpe de actores a tener en cuenta que en un momento de sus vidas y carreras decidieron tomar las riendas y no dejarse manejar por el sistema de estudios (de ahí su fama de conflictivos, de ahí sus aciertos y de ahí también sus equivocaciones). Hombres de carácter fuerte que amaban su profesión, de eso no hay duda.

También es interesante, dentro de la radiografía que permite que conozca el público el mismo actor, encontrarnos con un hombre de origen humilde y de familia judía inmigrante que cuenta una infancia difícil (como tantos actores y directores que llegaron a astros, empezando por Charles Chaplin, pasando por John Garfield o Burt Lancaster) hasta que alcanza el éxito. Un hombre que jamás se desprende de su pasado, de sus raíces, de un pequeño niño judío llamado Issur.

Veladamente, pero con más profundidad de la que se piensa, nos deja ver a un hombre atormentado al que le cuesta relacionarse. Así podemos vislumbrar sus dificultades con las mujeres de su vida (las que le dejaron huella y las que no), la relación con sus esposas, familiares más cercanos (padre, madre y hermanas) e hijos.

El propio Kirk nos ofrece sus percepciones de grandes actrices o estrellas, dejándonos retratos amables y tiernos de una aspirante y luego famosa Lauren Bacall (amigo de sus amigos), de una entrañable Marlene Dietrich, de una encantadora pero rota Gene Tierney o su relación esporádica e intensa con una joven promesa italiana que rompió varios corazones en Hollywood, una desgraciada Pier Angeli…

Es un libro plagado de anécdotas que nos deja ver otra cara de grandes astros. Se imaginan a un James Stewart y un Henry Fonda muy dispuestos a pasárselo bien en las noches de Hollywood y sin tener ni un detalle con un primerizo Douglas. A una Joan Crawford, devoradora de hombres pero mujer absolutamente fría.

Por otra parte, las anécdotas que narra de otros aspectos de su vida son interesantes y curiosas como su relación con personajes de la vida pública como Kennedy o Reagan o sus viajes a otras partes del planeta.

Kirk Douglas también nos habla de sus películas: de como Ídolo de barro le convirtió en estrella, de su obsesión por el trabajo, de su espinita clavada con ser un actor de éxito en el teatro y en Broadway, de su obsesión por convertir una obra de teatro y un texto que le marcó (Alguien voló sobre el nido del cuco) en obra cinematográfica y como su sueño y también decepción (al no poder ya encarnar al protagonista) se cumplió muchos años más tarde de la mano de su hijo Michael. De lo que le marcó su personaje de Van Gogh y cómo le costó desprenderse de él en su interpretación El loco del pelo rojo.

Nos habla de sus decepciones y alegrías con directores y guionistas como Dalton Trumbo, Otto Preminger, Elia Kazan, un joven y primerizo Stanley Kubrick…

El hijo del trapero se lee con ritmo y nos adentramos en la historia de un hombre que es un Issur asustado y un Kirk mítico que ya forma parte de las leyendas e historias del séptimo arte.

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Más dura será la caída (The harder they fall, 1956) de Mark Robson

Seguimos con películas norteamericanas de los años cincuenta con tintes sociales y seguimos con películas que tienen como telón de fondo el mundo del boxeo. Hace poco realicé un comentario sobre otra impresionante película de Robson también ambientada en el mundo pugilístico, El ídolo de barro, con Kirk Douglas como protagonista.

Esta vez me decanto por la tremenda Más dura será la caída que además cuenta con la última interpretación del actor Humphrey Bogart que ya estaba muy enfermo durante su rodaje. Con lo cual da un airé más elegíaco y triste a esta película que presenta un mundo gris y cruel donde algunos hombres sólo son negocio para otros.

Como tantas películas de este tipo es una historia donde el personaje principal se transforma a partir de unos hechos de su vida. Esta vez le toca el turno a un veterano y desencantado periodista deportivo, especialista en boxeo (ahí nos deja Bogart otro de sus espectaculares retratos sobre el desencanto y como héroe duro que se redime finalmente). Acepta, en un momento profesional difícil, un trabajo que le reportará dinero y éxito, como agente de prensa de una promesa en boxeo que viene de Argentina y que quiere promocionar a toda costa un promotor de boxeadores y combates. La peculiaridad de su trabajo: el joven Toro Moreno, toda una mole de hombre, es un luchador mediocre que no es consciente de que lo es y el promotor que lo ha traído de lejos —a través de amañar combates— quiere que gane luchas para se enfrente en una final con un gran campeón y sacar más dinero a través de las apuestas.  En resumen, enriquecerse a costa de su producto, sin importarle que detrás del asustado gigante de la Pampa, hay un ser humano.

Así se construye una historia que golpea al espectador en cada escena cuando cada vez es más evidente la deshumanización y la brutalidad de un montón de personajes que pululan alrededor del inocente luchador (de origen humilde, una aldea de la lejana argentina, y prácticamente analfabeto… pero siempre con la dignidad por delante).

Más dura será la caída cuenta un mundo del boxeo oscuro y corrupto entre bambalinas y como puro negocio despiadado donde varias personas se enriquecen a través de destrozar a través de contratos, combates y otros asuntos a jóvenes y hombres que van haciéndose mayores que no han tenido otra oportunidad de ganarse la vida o de ser alguien más que subirse al ring. Muestra como alguno de estos combatientes mueren en combates sin haber recibido los cuidados adecuados o cuando ya no sirven para la pelea son abandonados a su suerte (convertidos en sin hogar) y totalmente arruinados.

El periodista deportivo, al principio con coraza, y preocupándose por ganar dinero y volver a conseguir una buena posición social y profesional (es un hombre ya maduro y sabe que no lo tiene fácil) se lanza a convertir al asustado Toro Moreno en famoso combatiente. Y como todos le trata al principio como un muñeco en sus manos. Sin embargo, poco a poco va vislumbrando al ser humano tras la mole de carne y el mundo corrupto que se mueve alrededor de él, sin ninguna piedad hacia su persona y hacia su futuro. Y la coraza se va resquebrajando dejando paso a la humanidad que se escondía dentro del protagonista… arrastrado además por un compañero de profesión y por su esposa que no miran con buenos ojos el nuevo empleo del amigo y marido.

Más dura será la caída es una película incómoda y agria. Me revolvía en el sillón viendo toda la trama que envuelve a un pobre hombre con cuerpo de bestia. Otro gran personaje es sin duda el duro y corrupto promotor de boxeo y combates interpretado de manera soberbia por ese actor secundario maravilloso que se llama Rod Steiger. Este hombre, grande entre los secundarios de oro, cuando lograba un papel a su altura era capaz de merendarse a todos los que estuvieran a su lado en cada escena en la que actúa. Aparece en una de mis películas favoritas también en gran papel, La ley del silencio (¡¡¡qué, oh, casualidad, también la nombré ayer!!!), nos mostraba a un complejo sheriff en localidad sureña y racista que tiene que aceptar como compañero a un agente negro en En el calor de la noche o nos mostraba a un divertido y cínico juez en Locos en Alabama.

Las miradas de Toro Moreno (el actor que lo interpreta fue un luchador profesional de la época que se llamaba Mike Lane) desarman e incomodan en esta película dura. El espectador recibe varias bofetadas hasta que se va humanizando el personaje de Bogart dándonos un respiro de que en un mundo de pirañas, alguien despierta y es capaz de hacer algo noble. Además, claro está, de esa dignidad que nunca abandona al personaje de Toro Moreno.

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Donde la ciudad termina (Edge of the City, 1957) de Martin Ritt

Y sigo feliz porque el cine me sigue dando sorpresas agradables. Esta vez con el debú de Martin Ritt con película de antihéroes, de estibadores en el puerto de New York, de las duras condiciones de trabajo, de la corrupción en los sindicatos, de la ley del silencio, de los problemas raciales…

A Ritt siempre le fue la temática social y la vida de los trabajadores (¿recuerdan Norma Rae o Cartas a Iris?). En esta película cuenta una historia sólida y presenta a dos antihéroes atractivos.

Un chico joven y confundido que lleva un tiempo huyendo de sí mismo, de sus problemas familiares y que se va hundiendo en un tobogán de exclusión y soledad…, la vida le va asestando un golpe tras otro y le es imposible salir de una espiral de conflictos cada vez mayores. Así se nos brinda la oportunidad de ver a John Cassavetes, el futuro realizador pionero en cine independiente, como un actor con personaje joven rebelde y frágil, tierno en cada momento.

El otro gran personaje es la persona que, desde el primer día de trabajo como estibador, le echa una mano. Le acepta totalmente, sin límite alguno. Y se convierte en el gran amigo que nunca tuvo (desde la trágica desaparición de la persona que más quiso en el mundo, su hermano). Le hace ver la vida de otra manera, le hace ver que no puede seguir huyendo, le hace conocer gente, confiar en el otro, pasárselo bien…, es un trabajador negro con el rostro de Sidney Poitier que desde su debú en 1950 su prestigio y cotización como actor iba subiendo puntos eligiendo papeles buenos papeles. Sidney Poitier significó un cambio en los roles que normalmente asignaba la industria del cine a los actores afroamericanos. De eso su importancia dentro de la historia del cine además de demostrar, cuando pudo, que era un actor a tener en cuenta.

¿Cuál es el conflicto entre estos dos grandes amigos? Obviamente la existencia de un tercero. Del trabajador corrupto del puerto que la toma con el joven y odia a Sidney por ser negro. El actor secundario Jack Warden clava su papel de personaje odioso.

La película contiene momentos de intensa emoción y además describe de manera sensible y hermosa la amistad entre dos hombres. El personaje de Sidney Poitier, su filosofía de vida y su manera de comportarse será crucial para la evolución del joven rebelde interpretado por John Cassavetes que pronto entra en contacto con la familia de éste y con una joven del barrio.

La película refleja con realismo la vida cotidiana en los barrios de trabajadores de New York, en el puerto donde trabajan los protagonistas, en los lugares de ocio…

En un momento crucial de la película se refleja el mismo conflicto que en otra mítica película de 1954, La ley del silencio de Elia Kazan, pero éste es el único punto de coincidencia que se resuelve de manera distinta a la obra maestra de Kazan.

La película no tiene desperdicio en ciertos momentos que exhibe una emoción intensa. Las conversaciones y confesiones entre los dos grandes amigos, las conversaciones telefónicas del joven rebelde con sus padres, la pelea que supone el clímax de la película…

Buen cine social y realista de los años cincuenta que además descubre la solvencia de dos intérpretes y un director que todavía darían muchísimo que hablar en la industria cinematográfica de Hollywood en las décadas futuras.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

…Y el mundo marcha (The crowd, 1928) de King Vidor

Inauguramos sección con una gran película silente del realizador King Vidor, …Y el mundo marcha. Película que domina la narración cinematográfica de manera perfecta. King Vidor nos regala la vida cotidiana de un hombre normal y corriente que pertenece a la multitud. Una persona que nos cruzamos en el camino. Con las alegrías, las frustraciones, los dramas, las fiestas, las tragedias, los errores y aciertos del hombre común del siglo XX y XI. Es la vida de John Sims y es un canto a la gente corriente, a la multitud, que sobrevive día a día y una crítica a la debilidad del mito del sueño americano.

Entre la comedia y el drama … Y el mundo marcha logra momentos de emoción intensa y muestra como a día de hoy sigue influyendo en cine y literatura. Sobre su influencia sólo pondré dos ejemplos: uno mil veces repetido tanto en la forma de filmar, de mostrar un rostro entre la multitud y en un entorno empresarial inhóspito e inhumano, y el otro más moderno y que hace hincapié en la temática. El ejemplo mil veces repetido es El apartamento de Billy Wilder. Y en concreto una escena, la presentación del personaje principal (en la de Vidor la presentación del personaje ya adulto y con trabajo) en una oficina como contable. En un piso alto y ante ciento y cientos de mesas impersonales. El efecto en ambas es magistral.

El segundo ejemplo es la última película de Mendes, la impresionante y dramática Revolutionary Road (que a su vez es una adaptación de la novela de Richard Yates del mismo título) y que refleja de manera cruda el deterioro de un matrimonio, del sueño americano y de sus ansias de destacar —siendo misión imposible— de entre la multitud.

En la historia de John y Mary hay amor, discusiones, reconciliaciones, dolor y frustración… hasta que de alguna manera John asume que vale como ser humano por lo que es él mismo y por lo que significa para sus seres más cercanos que le quieren con sus virtudes y defectos. King Vidor convierte escenas de la vida cotidiana en imágenes maestras.

Los actores no pertenecían al star system del momento, no eran estrellas, de esta manera se conseguía más credibilidad a la historia de hombres y mujeres corrientes. Tanto John como Mary son reflejados con sensibilidad por los rostros de James Murray (recrea a la perfección la complejidad del personaje y consigue empatizar con las emociones del espectador. Fue un actor prometedor que murió joven) y Eleanor Boardman (en aquel momento era la esposa del realizador). 

La historia de este matrimonio va pasando ante nuestros ojos y hasta los momentos cotidianos alcanzan cumbres de simbolismo: las cascadas que nunca se acaban como el amor de John y Mary. El protagonista siempre solitario ante la multitud menos al final que es tragado por un gentío de personas que ríen ante un espectáculo, el personaje está integrado con la multitud y al lado de los seres queridos disfrutando de las actuaciones de unos cómicos en un escenario. El hogar humilde de los protagonistas: todas las incomodidades, el baño que no funciona, la puerta que no cierra bien, el tren que pasa al lado de la ventana… carece de importancia en sus primeros meses de convivencia diaria. Después, estas mismas incomodidades serán motivo de discusión y distanciamiento de la pareja.

Los hijos sirven en un principio de unión, después también su cuidado les va distanciando, una desgracia con uno de sus hijos será el momento en que John Sims toque fondo. Sin embargo, la admiración de un niño pequeño hacia el que es su padre, sólo porque es su padre, será el punto de partida para que John vuelva a levantar la cabeza y no siga cayendo en una vida frustrada sino que luche como puede por las personas que quiere… por Mary.

 … Y el mundo marcha está lleno de escenas inolvidables donde se mezcla lo cotidiano, lo divertido, lo amargo y trágico y permite también un retrato de la vida de los neoyorquinos a principios del siglo XX. El enamoramiento de Mary y John en una cita a ciegas en un parque de atracciones, la noche de un matrimonio recién casado en un tren, John en su trabajo, el accidente de la niña, John y Mary en cada uno de sus momentos cotidianos en el hogar…

La película es sencilla pero intensa y finalmente es tan real y dura que en su momento no consiguió el beneplácito del público, no era precisamente una película de evasión. Se llevó a cabo por la cabezonería del productor Irving Thalberg que no se equivocaba al ver en la obra de Vidor una película para la posteridad. Si llega a ser por Mayer, la película no se hubiera llevado a cabo. De hecho es una película referencia de cómo el cine mudo alcanzó altas cotas de calidad y como hemos visto al principio sigue influenciando.

Su ritmo, la calidad de las imágenes y la historia que cuenta hace que esta película sea un deleite seguir contemplándola sin retirar ni un segundo los ojos de la pantalla. … Y el mundo marcha se encontraba en el momento álgido del cine silente y en un momento de transición técnica de la industria cinematográfica que ya había descubierto y empezaba a entrenarse en el cine sonoro. Estas películas demostraban que el arte silente había llegado a la cima de la calidad.

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El último show (A Prairie Home Companion, 2006) de Robert Altman

El último show fue la última obra cinematográfica del director Robert Altman. Un director que ha dejado una obra interesante y extensa. Su éxito arrollador empezó en la segunda época dorada de Hollywood donde surgieron varios directores que renovaron el panorama cinematográfico. Sus primeros éxitos le muestran como un gran creador de imágenes y un especialista en películas corales, su característica más reconocible. Sus películas no sólo son innovadoras sino que siempre van acompañadas de aires de anarquismo, libertad, cinismo y una visión particular del mundo. 

A Altman le he disfrutado en varias ocasiones (y confieso que me queda bastante filmografía por ver y descubrir) e incluso en sus trabajos menos redondos siempre se encuentran escenas de puro cine. Me divierte y me trae además muchos recuerdos MASH (que después se convertiría una mítica serie de televisión) en 1970. Me cautiva la belleza visual de Los vividores (1971). Me impactó con Vidas cruzadas (1993). Me hicieron pensar bastante las irregulares Cookie Fortune (1999) y El doctor T. y las mujeres (2000). Me fascinó el mundo representado en Gosford Park (2001) y me resultó muy interesante el mundo de la danza clásica según Altman en  The company (2002). 

Su testamento cinematográfico es una despedida viva. No es quizá una película redonda pero sí desborda dinamismo, pasión, humor, cariño, reflexiones sobre la vida, la muerte y mucho amor al espectáculo debe continuar. Yo la he disfrutado de lo lindo. Robert Altman lleva a cabo un guión y un proyecto del famoso showman radiofónico, Garrison Keillor (todo un descubrimiento), que durante los años 70 e ininterrumpidamente emite el mítico programa de radio A Prairie Home Companion. Radio en directo, radio en teatro frente a público, radio en estado puro… el programa es un espectáculo de variedades donde destaca además de la personalidad de Garrison, la buena música (música folk, country, jazz, blues…), el humor, sus míticos anuncios publicitarios de productos inexistentes y jingles originales y toda una serie de personajes entre los que destaca el detective Guy Noir o los vaqueros Dusty y Lefty… Allí en EEUU es programa de radio mítico, aquí en Europa bastante desconocido. 

Garrison escribe un guión en el que imagina una última emisión del programa en el teatro Fitzgerald donde varios personajes —ficticios y reales— se reúnen para realizar su espectáculo…, y la película es esta última emisión donde conocemos pinceladas de cada uno de los integrantes (un portero que se cree detective de los años 40 —un Guy Noir muy particular—, un moderador de programa siempre peculiar y de personalidad arrolladora, Garrison como Garrison, dos hermanas y una hija adolescente que llevan años en el mundo de las variedades como cantantes, dos vaqueros Dusty y Lefty que siempre encuentran un hueco para cantar canciones verdes o chistes malos, dos ancianos del mundo del espectáculo siempre enamorados, los técnicos, una coordinadora del programa embarazada y siempre avisando a los integrantes de la gran familia de que ya toca su actuación, los músicos, la peluquera y maquilladora, el encargado de los efectos de sonido, el liquidador, una gran empresa ha comprado el teatro mítico… e incluso un ángel, que admira a todos). Por lo tanto es una película caótica y viva que nos hace ser testigos de la última emisión y de todo lo que ocurre entre bambalinas. Película-pasión… en los rostros de los músicos, de los técnicos, de los actores…, con pequeños momentos mágicos y emotivos. 

Y si tienen alguna duda disfruten de los extras del dvd donde se vive aún más el ambiente de entusiasmo y buen rollo por parte de cada uno de los actores (y personal de la emisión real de radio).  

Como película coral cuenta con un grupo de actores totalmente identificados con sus personajes. Cada uno tiene su escena. Se disfruta de Garrison haciendo de sí mismo, de los buenos músicos y cantantes. Por ahí vemos la complicidad entre dos hermanas cantantes con cara de Meryl Streep y Lily Tomlin, o los vaqueros que son unos impagables Woody Harrelson y John C. Reilly. La adolescente Lola —que compone canciones y poemas sobre el suicidio cuando todo lo que la rodea es canto a la vida— con una entusiasta Lindsay Lohan. El detective de los años cuarenta fuera de época y extraño tal y como sólo puede reflejarlo el gran Kevin Kline o el ángel enamorada de los humanos y el espectáculo, bella y etérea como Virginia Madsen…, y así una larga lista… 

El corazón finalmente salta ante el caos, ante momentos de actuaciones mágicas…, ante la despedida de un hombre que disfrutaba de lo que hacía.

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Dos versiones de Ana Karenina (Clarence Brown, 1935. Julien Duvivier, 1948)

La gran novela de Leon Tolstoi ha tenido varias versiones cinematográficas. Ninguna ha sido absolutamente redonda ni ha podido captar el enorme mural y la profundidad de la obra original pero las versiones de Brown y Duvivier captan, brevemente, la esencia y dejan momentos de buen cine. Ambas merecen la pena verse y disfrutarlas.

Tampoco me pregunten por qué pero cuando imagino a Karenina no veo el rostro de Greta Garbo ni el de Vivien Leigh. Ignoro cuál sería la actriz con la esencia de Ana. Sin embargo, ambas películas están hechas al servicio de las grandes estrellas femeninas del momento, la sueca y diva Garbo, la británica y todavía radiante Vivien Leigh.

Los dos filmes se centran, del universo plural de personajes que puebla la novela, en Karenina y Vronsky. Es inevitable. La película de 1935 cuenta y refleja un mundo elegante y glamuroso con heroína a la que va envolviendo una soledad absoluta que la aboca a su trágico final. Se convierte en buen melodrama de época donde Garbo cumple perfectamente con su papel principal. La de 1948 trata de ser más fiel al espíritu de la obra e incluso trata de desarrollar un poco más a otros personajes secundarios. Aborda más la psicología de los personajes pero no llega al fondo y quizá eso la reviste de cierta frialdad y difícil empatía con los personajes.

La película de Brown es una película de gran estudio y presupuesto al servicio de una estrella a la que ponen a un oponente atractivo que realiza un buen papel como Vronski, ni más ni menos, que Fredric March que gana muchos puntos respecto al soso oponente con el que se encuentra la Karerina de Duvivier, un olvidable Kieron Moore. Por su parte, la de Duvivier presenta un marido de Ana bastante más desarrollado y muy bien interpretado por Ralph Richardson que en la de Brown está interpretado por un secundario de oro pero su personaje se diluye bastante en melodrama y tiene pocas probabilidades de lucimiento (el gran Basil Rathbone).

El ritmo y la construcción de la historia, y así mismo se permite más licencias, es casi perfecta en la película de 1935. No así ocurre lo mismo con la versión de los años 40 que tiene sus altibajos. Sin embargo, a pesar de que es más fría, menos glamurosa y menos intensa, de la de Duvivier me quedó sobre todo con dos escenas que me parecen mucho mejor rodadas y que da momentos de mejor cine que la siempre correctísima y elegante versión de su antecesora. Duvivier señala en muchos más casos el destino fatal de la protagonista, juega más con ciertos simbolismos, y es brillante en la escena que narra la carrera de caballos que protagoniza Vronski sólo a través del rostro y el punto de vista de Vivien que ve la carrera desde el palco y llega a un lirismo hermoso en la trágica escena final…, la de Brown tiene un añadido horrible que a mi gusto sobra totalmente y rompe la tragedia y el drama del personaje principal.

Duvivier también da algo más de personalidad a personajes secundarios (tampoco mucho más) como Kitty y Levi que en la de Brown apenas están perfilados. Y también es más osado, la película se rodó casi una década más tarde, al no obviar en absoluto no sólo el adulterio sino el embarazo de la heroína por su amante. La de Brown, sin embargo, incide bastante más en la historia de amor de los protagonistas y en el rechazo que sufre la heroína por una aristocracia que juega continuamente a las apariencias y a la doble moral que además siempre perjudica a la mujer y coarta su libertad como persona (al final es traicionada incluso por su propio amante que tiene una postura mucho más cómoda de cara a la sociedad). Como he dicho incide más en los elementos melodramáticos y crea más intensidad y emoción en la relación de la heroína con su hijo. Además Brown cuenta con una elegancia en la puesta en escena, unos decorados y un vestuario que dan puntos al resultado final. La de Duvivier es más de buenos momentos y más irregular en algunas secuencias.

Respecto a la divas que interpretan al gran personaje de Karenina, quizá vea más cercana a la protagonista en el rostro, las maneras y la caracterización a Vivien Leigh, no obstante, la  Karenina de Greta Garbo ofrece un abanico de matices geniales sobre todo de mujer enamorada y víctima de las apariencias y dobles morales, curiosamente, su personaje es más cercano y mundano y más fácil su identificación con el público que puede vivir más su drama y lamentarse de su final. La Karenina de Leigh termina siendo más compleja pero también fría y distante, glacial, y a veces, es difícil la empatía con el personaje.

No obstante, como amante de la obra original, creo que merece la pena —primero y por siempre leer una vez en la vida la novela— visionar estas dos adaptaciones cinematográficas y envolverse de un mundo pasado y de una heroína literaria como Karenina. En ambas películas el mundo de los trenes, las estaciones, los raíles y los vagones tienen un protagonismo que merece la pena señalar. Gracias a la nieve, el humo y las nieblas se crean en ambas ambientes que rozan las máximas cotas del romanticismo trágico.

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Diccionario cinematográfico (98)

Violín: suena un violín en el tejado…, un violinista bailarín sigue los avatares de una familia judía a principios del siglo xx.

El golden boy con cara de niño y manos de boxeador que también se convierten en dedos sensibles de los que surge la música de un violín.

Más lejos hay un violinista presuntuoso que tiene delicadeza para la música pero muy poca humanidad, mucha menos que el príncipe de las mareas.

Mozart ríe sin parar y juega virtuoso al violín para siempre ser un genio.

Don Plutarco ama la música en tierras mexicanas y saca de las cuerdas de su violín bellas melodías pero tiene alma de guerrillero.

Eran tiempos de guerra y de propaganda, Frank Borzage muestra a todos que eran las Stage Door Canteens. Se va a la de Broadway donde actores, cantantes, artistas y músicos entretienen a los soldados de permiso durante la II Guerra Mundial. Y allí se encuentra el gran violinista del momento, Yehudi Menuhin.

Un violinista se enamora de una pianista en un romántico intermezzo. Una elegante historia de adulterio y melodías. 

Una joven costurera china y toda una aldea de campesinos disfrutan de la música que sale de las cuerdas de un joven violinista al que hay que reformar y quitar sus raíces burguesas. La música no entiende de política, fronteras, obstáculos y barreras.

Un corazón en invierno entre violines a los que hay que reparar, una historia de amores no correspondidos…

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Me convirtieron en un criminal (They made me a criminal, 1939) de Busby Berkeley

No puedo remediarlo cada descubrimiento de una nueva película de John Garfield, me confirma un punto: me enamoro más y más irremediablemente de él. No me pregunten por qué. Ya saben que en amores no hay razones. Pero sus personajes, siempre con toque rebelde, perdedores…, no pasan de moda. Personajes humanos, con sus virtudes y defectos, nunca planos, con el rostro atractivo y atrayente de un Garfield que nos dejó demasiado pronto. Y ahora, desgraciadamente, totalmente caído en olvido. No es fácil acceder a toda su filmografía (a mí todavía me faltan bastantes cosas por ver) pero lo que he ido descubriendo no me ha decepcionado. Antes de Marlon Brando, James Dean, Kirk Douglas, Burt Lancaster, Paul Newman o Montgomery Clift que han construido la mitología del actor o mejor dicho del personaje rebelde, antes que todos ellos, estaba John Garfield. Esos personajes de jóvenes airados, rudos, sin suerte, al que el destino los prepara como perdedores o vencedores pero con pérdidas y sacrificios…, esos personajes que empiezan desde cero y se equivocan una y otra vez en el camino hacia la ascensión social…, Garfield fue el primero pero no tuvo tiempo en convertirse en mito (ya sabemos que el caso de Dean es una excepción y una cuestión también de publicidad y marketing posterior. Imágenes que como la de Monroe, Audrey Hepburn o Bogart trasciende a la persona real y se convierten en símbolo por muchos motivos de difícil e interesante análisis) y pocos le recuerdan ahora.

Me convirtieron en un criminal ha sido mi último descubrimiento de Garfield…¡¡¡y cómo suspiré!!! ante el joven humilde que asciende en el mundo del boxeo y se le llena la cabeza de pájaros y tiene la filosofía de no te fíes de nadie y ayúdate a ti mismo. Y el joven —que no quiere ser un primo en este mundo de supervivientes—, campeón de boxeo, con cara y actitud de chulo va por la mala vida porque tiene mala cabeza aunque corazón noble oculto pero un revés del destino le cambia la vida y le hace descubrir muchas cosas que estaba ignorando. Y las descubre cuando se queda sin nada, cuando se convierte en un sin hogar. Es una película de transformación del personaje.

Le acompañan en su periplo varios perdedores pero con toda una vida por delante o con ilusión por salir a flote creyendo en los otros. Se encuentra de golpe con la admiración de un grupo de chavales de un reformatorio que tratan de salir adelante (no podían ser otros que los The Dead end Kids en pleno apogeo de su popularidad), con una anciana de fuerza arrolladora (una encantadora May Robson), una chica que todavía cree en los otros (olvidada Gloria Dickson) y un policía perdedor entre perdores destinado por un error del pasado al depósito de cadáveres (el secundario entre secundarios, un siempre grande Claude Rains).

Película de tema social y dirigida con acierto, curiosamente, por el coreógrafo Busby Berkeley (que cuenta con su pequeña filmografía como director), fotografiada por el mítico James Wong Howe y con la banda sonora de uno de los grandes, Max Steiner. Película de la Gran Depresión con tipos como el que representa Garfield que no es ajeno a nada de lo que se narra en la película. Basta con echar un vistazo a su vida. No tuvo infancia fácil, conoció el mundo de los reformatorios y también dio sus primeros pasos en el mundo del boxeo.

A Garfield hubo dos cosas que hicieron minar su carrera como actor de éxito en el mundo del cine: su salud delicada que culminó con un ataque al corazón cuando todavía no había cumplido los cuarenta años y el hecho de que le señalaron en el Comité de Actividades Antiamericanas ingresando así en las listas negras. Garfield fue una persona activa en su participación en proyectos sociales y de pensamientos progresistas, negó durante sus comparecencias haber pertenecido al Partido Comunista pero se jamás quiso dar ni un solo nombre de ninguno de sus compañeros.

Mi encuentro con él se ha producido en varias películas que además, por distintos motivos, me han entusiasmado o interesado. Os cuento: cine negro del bueno con un hombre atrapado en destino fatal (El cartero siempre llama dos veces, 1946), también fue boxeador en una joya titulada Cuerpo y alma (1947) y ese mismo año brilló en la polémica La barrera invisible sobre el latente antisemitismo en EEUU (Garfield era judío). También, borda su papel de sin hogar perdedor y carismático en la interesante La vida es así (una adaptación de una novela corta de Steinbeck).Me alegra poder seguir descubriéndole, me queda mucho por leer de su vida y muchas películas por ver en las que estuvo presente… Ya os iré contando.

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La estrella de las variedades (Lady of Burlesque, 1943) de William A. Wellman

Nunca mejor dicho que hay un viejo baúl de películas que caen en olvido. A veces, por suerte, las vuelves a rescatar. Son filmes que ya nadie recuerda. Algunos ni siquiera recuerdan a su director o actriz principal. Un día, una tarde tranquila, dispones del tiempo suficiente. Y empieza el ritual, dvd, televisión y cómodo sillón. De pronto, estas películas que estaban en el baúl recobran vida y merece la pena su visionado. Porque antes se tenía muy claro las películas espectáculo y de entretenimiento. Sin más pretensiones y se conseguían fórmulas mágicas que funcionaban. No son películas soberbias o que se analicen habitualmente o que aparezcan en los manuales o libros de Historia del Cine… pero ahí están para recordarte que el espectáculo debe continuar. Para hacerte desconectar durante un poco más de una hora del mundo que te rodea.

A este tipo de cine espectáculo pertenece La estrella de las variedades. Son muchos los elementos interesantes y muchos los géneros que funde a la perfección. A la perfección para que sea una película entretenida, de evasión. El director es uno de los artesanos del viejo Hollywood con filmografía interesante (tiene una película a la que no me pregunten por qué pero tengo gran cariño y fue programada en televisión varias veces en los tiempos en que el cine clásico merecía la pena emitirlo en horarios buenísimos y la cosa funcionaba, oye… Me refiero a Caravana de mujeres) y la actriz principal, una de las grandes de los años 30, 40, 50… Barbara Stanwyck que además de presencia, tenía una voz especial. Además, tiene anecdota curiosa, el guión es una adaptación de una novela de Gypsy Rose Lee (una mujer de las variedades —como la protagonista de esta película—, pionera del strepteese y que de vez en cuando empleaba la pluma… años después Natalie Wood llevaría su autobiografía a las pantallas cinematográficas).

Y que la película es de una persona que sabe sobre el mundo de las variedades o del vaudeville no hay duda. Ésa es una de las primeras sorpresas que depara esta pequeña película. El mundo de bambalinas (muchas veces tratado en el cine pero que a mí me encanta). El mundo detras del escenario, los camerinos, todas las personas que hay detrás para que un espectáculo funcione y las relaciones que hay entre los artistas, los técnicos, el director del teatro y del espectáculo, las nuevas y viejas glorias, los vestuarios, los almacenes…, los nervios de antes de entrar en escena, las improvisaciones, los compañerismos, las discusiones, los amores, los odios, las envidias, las historias que empiezan, las que terminan, la solidaridad entre trabajadores, los viejos tiempos, los nuevos tiempos, los fracasos y los triunfos… porque el espectáculo siempre debe continuar…

Podríamos decir que es una película fresca en diálogos y situaciones. Película fresca de personajes. Es película coral llena de intérpretes olvidados pero que cada uno tiene su función. Crees estar en una compañía de vaudeville viviendo el día a día con cada uno de los miembros que hacen posible que cada tarde o noche se abra el telón.

Otro tema interesante a destacar es la mezcla de géneros. Como la vida misma. La comedia, el drama, la historia de amor… y la película de misterio, de detectives o policías de por medio. Porque La estrella de las variedades cuenta la historia de una investigación. Hay un asesino en el teatro. Alguien que va matando a distintas piezas clave del espectáculo (sobre todo damas…). Y un cómico y una estrella de variedades que va camino del triunfo se transforman en detectives privados.

Y Barbara brilla y entretiene. Nos hace creer, como otras veces, que es mujer de mundo, estrella de las variedades con inteligencia, corazón y mucho ángel. Para ver La estrella de las variedades hace falta ganas de pasarlo bien. De que la vida se pare algo más de una hora, para sentir un espectáculo… que no acaba. Disfruten.

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Mario Benedetti ha muerto…

Los poetas también mueren.

Como los actores.

Los directores o guionistas.

Como el director de fotografía o el compositor de la banda sonora.

Los poetas también mueren.

Mario Benedetti ha muerto…

Y nos deja sus poemas.

Como quedan las películas.

Triste.

Ya no está.

Más quedan bellas palabras.

Bellas imágenes.

Ahí va un poema del bueno de Benedetti.

Te quiero


Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
 
Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
 
Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.
 
Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.
 
Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
 
Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.
 
Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.
 
Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso. 
 
Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.