Hildy os desea un feliz 2010

Y son varias voces las que se unen a este deseo.

La familia Bailey que nos recuerda todos los años la importancia de tener amigos cerca y que a pesar de los pesares ¡qué bello es vivir!

Babette siempre nos promete un buen menú de cena y comida, a pesar del frío, y nos recuerda que no es malo poder disfrutar aunque sea una vez en la vida de los buenos placeres que puede ofrecer un bocado exquisito.

Las señoritas Morkan y familia preparan, con delicadeza, su cena de Epifanía con danza, buena comida y mucha elegancia, y nos hacen ver que la vida sigue y que siempre quedarán los recuerdos, la memoria, las viejas fotografías para que estén con nosostros todos aquellos a los que amamos.

Mario y Natalia nos invitan a vivir esas noches blancas, eternas, en las que nos recuerdan que siempre aunque sea unas horas podemos querer al otro intensamente…, aunque sea historia imposible.

Las cuatro hermanas de Alcott, aunque sean un poco almibaradas, nos dicen al oido que vengan años buenos o malos siempre se puede encontrar un motivo de celebración.

La señorita Julia Norris clama que nunca es tarde para una segunda oportunidad en la vida o para creer que es posible, de nuevo, dejar que alguien se nos acerque y nos quiera.

La familia de Carlo nos hace ver que la vida siempre continua y que a pesar de las pérdidas, las alegrias, las penas, los sueños cumplidos o los que se pierden, las frustraciones, los encuentros…, siempre hay un motivo, a veces, de celebración.

Hasta Phil, el hombre del tiempo, atrapado en el día de la marmota nos grita que no desesperemos que al final todo depende de como nos enfrentemos al día a día y de cómo nos relacionemos con los demás.

En fin, son muchos, los personajes que se agolpan y que quieren desear un 2010 lleno de buenas experiencias y de buenos momentos.

Feliz año 2010

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El erizo

Parto de una realidad: he visto la película pero no he leído la novela. Así que mis ojos partían sin conocer su fuente original, como muchas veces me pasa. Primera buena noticia: me muero de ganas por leerme la novela (soy también lectora compulsiva y amo más al cine por ello porque me hace descubrir libros increíbles). Ya había muchas personas cercanas que me habían hablado de ella, entre esas personas estaba mi sabia madre. Segunda realidad: a los amantes de la novela no les ha convencido del todo la adaptación de Mona Achache aunque tampoco les ha disgustado totalmente. Tercera realidad: a mí la película me ha parecido película tierna, película medicina, película de soledades, pequeña historia con encanto…, disfruté en mi butaca como si me estuvieran contando un hermoso y triste cuento. Además, ciertas escenas y elementos me fascinaron.

Con esto aviso, la crítica puede ser distinta una vez que haya leído el libro pero de momento El erizo me ha enternecido. Mi madre que estaba entusiasmada con la novela me ha comentado todas aquellas cosas que echaba de menos en la película. Y estaba de acuerdo con ella, sin haber leído la novela, en que hay personajes que Mona Achache no desarrolla en la película que casi podían ser prescindibles como, por ejemplo, Manuela (Ariane Ascaride) y que en la novela por lo visto tienen más presencia. Así como ciertos detalles que faltan que harían más fuerte y estimulante la unión entre la niña de inteligencia portentosa, Paloma, el nuevo vecino japonés y la maravillosa portera. Todo esto lo digo por lo que mi sabia madre me ha contado.

Me gusta la solución de niña con cámara en mano para evitar la voz en off de niña que escribe un diario (así ocurre en la novela). La niña de doce años tiene unas reflexiones que no carecen de sustancia sobre todo ese ver a la raza humana o al mundo que la rodea atrapado en una pecera, sin poder salir de esos límites, la niña a esa edad, dios, no encuentra sentido a la vida…, pero a mí me ocurrió algo pese a que la película elige la mirada y punto de vista de Paloma yo me sentí seducida enseguida por la portera (una Josiane Balasto que se transforma de una muerta en vida –porque así lo elige—, que oculta su sabiduría bajo la apariencia de mujer invisible y que sólo es feliz en su pecera llena de libros que la transportan y la hacen volar, a una mujer con capacidad de amar que abre después de muchos años su corazón y sobre todo sus ganas de sentirse mujer visible y deseada) y por un bellísimo viudo japonés con una de las caras más dulces, Kakuro Ozu, todo un caballero azul, el nuevo vecino del inmueble (Togo Igawa, qué bello, dios mío).

A veces quería que Paloma dejara su cámara, sus reflexiones, su mirada, las situaciones con su familia y quedarme en ese pequeño universo que crean Renée, la portera humilde y mujer sufrida pero ávida de conocimientos, y Kakuro ese caballero millonario solitario y viudo que mira a la mujer tras la portería. Aunque a favor de Paloma diré que me encantan sus trabajos manuales y dibujos, la reflexión de la pecera y su definición de Renée como un erizo…

Me gusta esa reflexión de cómo en ese inmueble burgués cada uno de sus vecinos tiene sus historias, sus apariencias, sus lujos, problemas y tragedias y sin embargo la vida de la gente de servicio es un mundo al que no miran, un mundo aparte. Un mundo que existe pero no franquean. No lo miran, ni les interesa siquiera. Genial la escena en la que la madre de Paloma trata de explicar a Renée que su hija quiere ir a la portería y cómo ante el miedo de que el gato se escape lo mete en casa y cierra la puerta y Renée, claro está, no cruza el umbral de la casa. El gato dentro. Renée fuera. Genial.

Me encanta la presencia de los gatos, tanto el que acompaña las horas solitarias de Renée como los dos elegantes del señor Kakuro. Los tres unidos a Anna Karenina y a Tolstoi por sus nombres (León, Kitti y Levin). Kakuro intuye ese tesoro que oculta la portera en forma de cuarto lleno de estanterías y libros por la primera frase de la novela del escritor ruso que surge de forma natural en su primera conversación con Renée. Aquella de la diferencia entre las familias felices y las desgraciadas…

A Paloma también la quiero presente en sus escenas con Renée y en la complicidad que establecen ambas. Ahí Paloma se transforma en la niña que es. Una niña que busca mundos mágicos, que la quieran, que la miren, que la hablen…

Y es de esos cuentos que podrían ser felices pero que sabes que la tristeza y la tragedia acecha en cada momento. No sabes cuando va a hacer su aparición y a quién va a afectar más. Lo intuyes. Porque la historia es tan bonita que casi dudas que pueda ser real. Sabes que no puede terminar bien.

Por cierto, me quedo con la casa de Kakuro y esa pequeña sala de cine que tiene en una de sus habitaciones donde Renée y Kakuro disfrutan de una película de Ozu.

Y es que eso es El erizo…, una película sencilla, de soledades, de gente que nunca se encontraría y se encuentra, de lo sencillo que es encontrar un sentido en la vida…, de lo importante que es que alguien te mire, te hable, te escuche, de lo maravilloso que es compartir pasiones…

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Death Proof (Grindhouse, Death Proof, 2007) de Quentin Tarantino

Indudable, Tarantino ama al cine. Y si es de serie B o bajo presupuesto no hay nadie como él, que pone en marcha la batidora del tiempo y su cinefilia de videoclub absolutamente experto, y se lanza a crear homenajes que se convierten en películas como Death Proof.

¿Y qué es Death Proof sino un homenaje a determinado cine de los 70 y los 80? Bajo una película de aspecto banal se esconde una sabiduría cinematográfica, guiños continuos y una cuidada producción tanto a nivel técnico, como estético como de lenguaje cinematográfico trasladándonos a esos años sesenta en que existían unas salas (grindhouse) donde se proyectaban películas de bajo presupuesto con altas dosis de terror, violencia y sexo.

Tarantino juega con el cine que ama y crea y reconstruye obra propia. Conoce los mecanismos del lenguaje cinematográfico para crear una obra de apariencia B pero con un montón de matices (y con un presupuesto distinto).

Death Proof cuida hasta el último de sus detalles tanto a nivel estético como técnico y deja obra sello Tarantino que se lo pasa de miedo jugando con sus pasiones. Por cierto, tampoco descuida en absoluto la elección de la banda sonora.

Trama sencilla, no, sencillísima. Psicópata de carretera persigue bellas jovencitas con un coche ‘a prueba de muerte’ y las asesina en plan bestia. Tarantino incluso emplea fórmula tipo Hicthcock en Psicosis donde nos presenta a un grupo de jovencitas, todas ellas de buen ver, con una historia y una manera de ser. Se recrea en su presentación y ya el público las identifica cuando…, crash…, el asesino psicópata entra en acción y nos deja sin protagonistas. Y es que la fórmula del maestro del suspense es fórmula mil veces repetida (en plan cutre, claro) en las slasher movies donde los grupos de jovencitos protagonistas sabemos que pronto dejarán de serlo. Porque después llega un segundo acto…, y un segundo grupo de jovencitas bellas.

Tarantino emplea la primera parte para enseñarnos las mañas del asesino psicópata y para que nos quede claro que es malo, malísimo. El asesino psicópata elige a un grupo de cuatro jovencillas bellas que se disponen a irse de juerga un fin de semana pero antes pasan una noche de música, baile, alcohol, drogas y unas dilatadas conversaciones.

Su primera víctima va a ser una delicada jovencita de cabellos largos y rubios y mirada angelical (una Rose McGowan a la que Tarantino la caracteriza como una actriz de sus amados 70 de películas cutres, Barbara Bouchet, él mismo nos lo cuenta en los extras del dvd) y después las cuatro jóvenes en un impacto brutal.

Para el psicópata malísimo, Tarantino recurre a estrella de los años 80 y devuelve a un Kurt Russell con ojos azules, cicatriz caracortada, con su atuendo macarra y devolviéndole a esas películas de acción que le encumbraron a estrella del celuloide. Y para mostrarnos más amor al cine, el loco psicópata es un doble, un especialista en escenas de acción que en un momento dado dice que dobló a Gary Clarke en la mítica serie western El virginiano. Y siguiendo ese amor loco por los especialistas (que también hay nombres míticos en el mundo del cine), una de las protagonistas femeninas que forma parte del segundo grupo de chicas perseguidas es una doble-especialista Zoe Bell, que hace de ella misma (y que dobló a Uma Thurman en Kill Bill).

El segundo grupo de chicas perseguidas es de otro perfil. Sobre todo dos de ellas que son especialistas en cine de acción y persecución en coche. Ellas son chicas guerreras de verdad y se comportan como tal. Como en cualquier película de acción de hombres gallos persiguiéndose unos a otros y haciéndose burradas sin que pidamos explicación alguna. Aquí ellas claman venganza y no paran hasta convertir al malo malísimo en un fantoche.

La película no tiene más. Porque Tarantino con lo que quería disfrutar era con persecuciones de coches trepidantes y que el espectador esté metido dentro de esas persecuciones con los índices de adrenalina elevados. Y ahí Tarantino se recrea en persecuciones de coches míticas en el mundo del cine y además también, en los diálogos hace referencias a alguna de esas películas. Para ello, el director y sus técnicos consiguen para su película no los ultracoches modernos que existen ahora sino que emplean modelos de los años 70 y se inspira en persecuciones de esos años y de los 80. Así en Death Proof nombra una y mil veces Punto límite cero (por cierto, película de persecuciones con un guión de Guillermo Cabrera Infante. Yo no la he visto nunca o por lo menos no la recuerdo). Pero los coches del asesino psicópata y de las chicas nos recuerdan a esos coches que empleaba Steve McQueen o los que salían en Frech Connection y las persecuciones nos trasladan a esas persecuciones o a esas locuras que salían en la serie de Mad Max

Y en la parte técnica, Tarantino recrea una producción de aquellos años, con las rayas de película de 35 mm ya gastada, con ese color especial —que en un momento dado, la transición a la segunda parte, combina con el blanco y negro—, con esos saltos y cortes de película de bobinas que ya lleva mucho rodaje.

Death Proof es el juego de un director que homenajea un tipo de cine del que disfruta. Es un ejercicio muy pensado y elaborado. Cuenta, por supuesto, con un sentido estético reconocible del director, en los escenarios empleados (esos restaurantes de carretera), las vestimentas de las chicas, los discos de vinilo, la música empleada…, no falta un baile de esos que son después recordados, sus diálogos como intrascendentes que ya son sello y, por supuesto, Tarantino aparece en un pequeño personaje, algo que le gusta.

Death Proof, por supuesto, no es obra de gusto sobre todo para todos aquellos espectadores que no sienten ninguna atracción por el tipo de cine que Tarantino homenajea (a mí la verdad es que no me entusiasma pero curioso me entretuve bastante viendo Death Proof y hubo imágenes y propuestas que me gustaron bastante)…, pero es un ejercicio cinematográfico muy bien hecho.

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El embrujo de Shanghai (The Shanghai gesture, 1941) de Josef von Sternberg

A Josef von Sternberg lo tengo en gran estima aunque las lagunas que tengo en su carrera cinematográfica son notables. Sin embargo, es el creador de una película que me fascina y suelo revisitar una y otra vez que es El Ángel Azul (1930). No sólo supuso el descubrimiento de una Marlene Dietrich en Alemania, que se convertiría en musa del cineasta (y a la que transformó totalmente de arriba abajo…, llama la atención como la cabaretera Lola, una Dietrich deslumbrante y fresca, después en Hollywood se convirtió en la diva interesante que todos conocemos), sino que creo una película impresionante sobre la humillación y decadencia de un hombre. Pone los pelos de punta.

Es un director de origen austriaco pero que alcanzó la fama en el cine mudo americano. Cine que dominó y valorado sobre todo por su increíble recreación de ambientes y su facilidad para extraer belleza de los bajos fondos. Y Sternberg es eso, un mago de los ambientes corruptos, de morales inciertas, del lado oscuro de la vida, de la sensualidad y del erotismo, de la sugerencia sexual…, y un esteta en ambientes sordidos y en damas de moral dudosa pero siempre caracterizadas de un modo especial, vayan donde vayan despiertan atenciones y pasiones. De esta etapa —no he podido ver ninguna de estas obras— corresponde obras que dieron mucho que hablar en su momento como La ley del hampa y Los muelles de Nueva York como ejemplos de un cine de gansters (la primera) y un cine realista (la segunda) que mostraba los bajos fondos además antes de la instauración del Código Hays.

Después en Alemania (pero también realizó a la vez la versión americana), Stenberg realizó creó El Ángel Azul y se llevó a su descubrimiento femenino a Hollywood creando para ella una serie de películas entre las que destacaría Marruecos (con un jovencísimo y hermoso Gary Cooper) y El expreso Shanghai (con una Dietrich en la cumbre con su personaje misterioso Shanghai Lily) donde o bien en un desierto o a bordo de un tren deja al espectador historias de amores fatales recreando siempre con sumo cuidado unos atractivos ambientes visuales.

Director que fue cayendo en el olvido y en el ostracismo tras su separación de la diva Dietrich. Tan sólo, quizá, volvió a ser el Sternberg de siempre con la película que hoy comento El embrujo Shanghai. Como era habitual en este director sus guiones no son el punto más fuerte pero sí la recreación de ambientes, de personajes —sobre todo femeninos—, de atmósferas exóticas y extrañas y esa sensibilidad especial de presentar los ambientes más marginales, sórdidos, corruptos y de dudosa moralidad. La película logra esa atmósfera extraña de la depravación y la corrupción de los seres humanos a pesar de las dificultades que para ello supuso el Código Hays.

El embrujo Shanghai es la adaptación de una obra de teatro, del también guionista, John Colton. La obra se representó en Broadway durante los años 20. A pesar de la cantidad de modificaciones que tuvieron que introducir para poder trasladarla a la pantalla, queda su atmósfera asfixiante y dudosa llena de personajes decadentes.

Como siempre crea y deja tres personajes femeninos fuertes, ambiguos y también refleja la transformación, la decadencia y humillación de un ser humano. La película se situa en un espacio mítico, una Shanghai que es una especie de Torre de Babel donde hay personajes de todo tipo y de todas las nacionalidades posibles. Se sitúa en el Año Nuevo Chino y en un periodo de cambios y crisis (puede ser el periodo de entreguerras). Todos los personajes son de moralidad dudosa (prestamistas, políticos, empresarios, vividores, jugadores, millonarios arruinados, embajadores, aristocracia decadente…) y bastante complejos. Todos terminan reuniéndose en el salón de juegos de la misteriosa Madre Gin Swing, un personaje que vive para la venganza bajo una apariencia de madame tranquila.

La trama es sencilla. El salón de juegos de Madre Gin (Ona Munson) se ve amenazado al cierre por las especulaciones empresariales de un importante personaje, sir Guy Charteris (Walter Huston). Pero Madre investiga a Guy y descubre que le conoce, ambos ocultan un pasado oscuro, y ésta prepara con sumo cuidado una venganza que culminará en la cena de celebración del Año Nuevo Chino.

Ona Munson una actriz secundaria que tuvo pocas oportunidades de mostrarse como actriz profesional cinematográfica se come la pantalla con sus impresionantes peinados, su vestuario y maquillaje y esa sonrisa que oculta mucho afán de venganza, sufrimiento y odio hacia los seres humanos que la destrozaron la vida e hicieron que se construyera una máscara de mujer de negocios fría e impasible que va moviendo sus hilos y cada personaje sólo es una marioneta para sus propósitos. Ella se vuelve una mujer dura y devuelve cada una de las heridas que la hicieron en un pasado. Ona Munson es una especie de madame china que no deja impasible a los espectadores en cada una de sus apariciones. Exotismos, frialdad, venganza, perversidad se ocultan tras su mascara. Quizá éste fue uno de los papeles más recordados de la actriz junto a su breve e intensa aportación como la prostituta Belle en Lo que el viento se llevó.

El personaje que se transforma delante de todos los espectadores de una bellísima joven rica, elegante y millonaria con unos ojos que desarman tiene el rostro de una Gene Tierney que aporta todos los matices. Joven que entra elegante como dama y mujer en la sala de juegos, atraída por un ambiente distinto, y que queda atrapada en una inmesa tela de araña de corrupción, alcohol, juego, deudas y sumisión a un hombre que la ignora. La caída del personaje ocurre fotograma a fotograma y vamos viendo a la elegante Tierney que se transforma en personaje decadente en un laberinto sin apenas salida. Ella es pieza fundamental de la venganza de Madre Gin. Una pieza que se volverá en contra de la madame china al realizar un descubrimiento final que la hará tomar la única salida posible para destruir lo que ha creado con tanto cuidado.

Y el tercer personaje femenino en juego es una corista aventurera, una mujer de vida fácil, que va de país en país sobreviviendo. Una rubia joven, guapa y vulgar consciente de sus armas de seducción y que se va dejando llevar por lo que el destino la depara. Esta vez llega al salón de juego y se convierte también en pieza fundamental para que Madre Gin pueda llevar a cabo su venganza. Ella tiene el rostro de la desconocida Phillips Brooks.

Dentro de este panorama femenino, se mueven varios personajes masculinos, todos absolutamente sometidos a los hilos de Madre Gin y cada uno con un cometido especial. Todos con un lado oscuro evidente. El empresario especulador, frío y calculador con pasado oscuro e irremediablemente unido a Madre Gin, tiene el rostro de Walter Huston. El padre del famoso director era genial para encarnar a personajes complejos y oscuros (como ese predicador en esa extraña película de los treinta que se llama Lluvia). Otro personaje absolutamente llamativo es ‘doctor’ y ‘poeta’ Omar, con su fez y amplia capa, que ayuda a la corrupción de todo el que se ponga en su camino de la mano de su jefa, la madame, hombre de rostro impasible, seductor y jugador, arrastra por el mal camino a la joven Tierney.

Pero tampoco tienen desperdicio ninguno de los otros personajes que pululan por el salón de juegos y en esa cena de Año Nuevo Chino que organiza Madre Gin con un grupo de  selectos invitados. Los camareros, los millonarios jugadores, las chicas, los ayudantes de Madre Gin, el porteador de carro enorme y calvo con cara siempre amenazante…, la película de Sternberg envuelve.

No deja de ser un melodrama extremo y exagerado pero cautiva por el ambiente fascinante, por los personajes ambiguos y por esa atmósfera entre irrealidad, barroquismo y bajos fondos corruptos…

Una joya exótica y extraña.

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Hildy desea felices fiestas cinéfilas

A todos los compañeros y lectores de la red, a todos los amantes del cine y a todos los que lo amarán en un futuro…, de todo corazón, ¡¡¡Felices Fiestas!!!

Porque todo momento es bueno para que nos cuenten una historia.

Porque el cine sea Navidad u otra época siempre nos acompaña.

Porque miles, millones de personajes e imágenes ocuparán nuestras cabezas.

Porque siempre habrá una comedia, un drama, un melodrama, un musical, un western, una película de terror, de misterio, de acción que nos espera a la vuelta de la esquina.

Porque siempre habrá una melodía.

Porque siempre oiremos un buen diálogo.

Porque siempre habrá directores, guionistas, actores, técnicos, compositores que crearán mil y una historias…

Porque siempre habrá algo que contar…, imaginar, soñar…

Por todo ello queridos compañeros de la red, os deseo lo mejor porque siempre podremos tener un pañuelo cerca, una risa preparada, una reflexión abierta, un camino infinito, una posibilidad de viaje y conocimiento…

Porque siempre tendremos o podremos vivir un momento para tocar con una mano un trozo de felicidad.

Besos a todos.

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Diccionario cinematográfico (119)

Screwball comedy: género maravilloso de comedia clásica que reinó en el periodo de la Depresión. Sus momentos de gloria transcurrieron durante los años 30 y parte de los 40. Ingredientes: humor inteligente, absurdo, surrealista, crítico, incisivo, social…, intérpretes maravillosos, directores geniales. Personajes excéntricos hasta la locura más absurda.

Ellos eran graciosos, ellas eran graciosas, los personajes secundarios eran divertidísimos, las situaciones cómicas abundan…, era cine para aguantar la Depresión pero también con análisis críticos de la sociedad donde sus personajes pasan mil y una visicitudes. Siempre había un choque de personalidades, un choque de situaciones, un choque de clases, un choque de género y el clímax llegaba con la escena más absurda.

Historias increíblemente escritas, bien dirigidas y con interpretaciones que hacen historia. Con unos diálogos dinámicos, veloces y llenos de ingenio.

Son películas amadas y personajes inolvidables que provocan la risa, no mejor dicho, la carcajada. Sólo basta mencionar algunos momentos.

Directores que fueron estrellas del screwball comedy: Leo McCarey, Howard Hawks, Frank Capra, Gregory La Cava, Mitchell Leisen, George Cukor, Ernt Lubitsch, Preston Sturges, Garson Kanin, Billy Wilder…

Intérpretes inolvidables: Katherine Hepburn, Rosalind Russell, Carole Lombard, Claudette Colbert, Irene Dunne, Jean Arthur, Maureen Sullavan, Myrna Loy, Barbara Stanwyck, Ginger Rogers…

Gary Grant, James Stewart, Henry Fonda, Clark Gable, Fred MacMurray, Joel McCrea, Melvyn Douglas, William Powell, Ray Milland…

La lista de actores secundarios geniales es inabarcable: Edward Arnold,  Felix Bressart, Charles Coburn, Mary Nash, Mischa Auer, Donald Meek, Lionel Barrymore, Edward Everett Horton, Ralph Bellamy, Gail Patrick, Eugene Pallette…

Los hermanos Mark y sus secundarios sobrepasan los límites del Screwball comedy en cuanto lo absurdo y lo estrambótico…, excepto las escenas en ese segundo periodo en la Metro donde se vieron obligados a introducir a una pareja de jóvenes enamorados y cursilones y sus interludios musicales al piano o al arpa que parten el ritmo de las películas.

Sólo se puede entender, quizá, con un texto delirio-absurdo.

Uno de los más famosos es el decálogo de un Preston Sturges:

“Una chica bonita es mejor que una fea.

Una pierna, mejor que un brazo.

Un dormitorio, menor que una sala de estar.

Una llegada, mejor que una partida.

Un nacimiento, mejor que una muerte.

Una persecución, mejor que una charla.

Un perro, mejor que un paisaje.

Un gatito, mejor que un gatito.

Un beso, mejor que un bebé.

Y una buena caída, mejor que ninguna otra cosa”.

Mi delirio y recuerdo va a continuación:

Mientras canto a un leopardo que todo te lo puedo dar menos el amor baby, un millonario excéntrico y solitario no deja de darse tropezones y golpazos tal vez por la pericia de una Eva que le quiere atrapar a toda costa. Hoy quedo a cenar con tres familias que me entusiasman: los Sycamore que gracias a todos viven como quieren, los Ball que vieron cómo su vida cambiaba cuando un abrigo de visón cayó por su terraza y como no la aristocrática y excéntrica familia de Tracy Lord. Los que no pueden venir, y es una pena porque lloro de la risa, son los Bullock que están en una de esas gymkhanas para millonarios donde Irene, la más loca entre todas las locas, vive feliz con su Godfrey.

Y ahora de un salto me encuentro haciendo autostop y me encuentro a los más variopintos personajes que hacen mi viaje una delicia. Me subo a un autobús y me encuento en compañía de la millonaria Ellie Andrews y el periodista Peter Warne que me hablan del arte de mover el dedo o la pierna para que alguien te pare en la carretera y de sus problemas con el muro de Jericó. Cuando me bajo una caravana que va a velocidad inaudita me recoge. Ahí me encuentro con el famoso director de películas cómicas John L. Sullivan que me dice que quiere saber lo que es la vida real para hacer otro tipo de género y me presenta a una starlett que le mira con enormes ojos y con muchas ganas de pasar aventuras con un Sullivan despistado. Después me dejan en la estación donde me subo a un tren que es una locura, hay un grupo de jubilados cazadores que convierten el vagón en peligroso coto de caza, ahí me encuentro a Gerry Jeffers decidida a encontrar un millonario que arregle su pobre matrimonio con el hombre que ama. Yo la verdad no la entiendo nada de nada. Al final acabo en una pequeña localidad donde me encuentro con un histérico Mortimer que me cuenta el horrible descubrimiento que acaba de hacer sobre sus adorables y ancianas tías…

Tengo serias dudas de con quien pasaría el resto de mi vida. Si con un playboy que conoce los secretos de París, si con un tímido millonario que ama a las serpientes, si con ese científico despistado que trata de construir un dinosaurio o con ese dependiente encantador que le encanta escribir largas cartas. No sé, me rompo la cabeza porque también me apetece ese minero burdo y grosero pero lleno de iniciativa y creatividad, o ese actor que interpreta Ser o no Ser como nadie al que le pueden los celos —y con razón—, ese ex marido que me vuelve loca bien como millonario cínico con litros de alcohol pero que ve algo más que una mujer-estatua…, conoce a la mujer de carne y hueso o también ese otro ex que es director de periódico sin escrúpulos pero tremendamente divertido.

Le pregunto a mi amigo y le pasa lo mismo con ellas. Se vuelve loco por esa mujer-estatua que se vuelve de carne y hueso cuando cae hipnotizada por una copa de champán. O no puede ni con su alma cuando le acosa esa millonaria excéntrica que le hace que todo le salga mal pero a la vez se divierte tanto. O esa otra chica rica que está loca de remate y no hace más que gritar su nombre o fingir desvanecimientos para que la haga caso. Después, también suspira por la timadora profesional con encanto o esa cabaretera que conoce como nadie el lenguaje de la calle, el argot. Suspira por esa actriz que en los escenarios y detrás de bambalinas vuelve loco a los hombres. O esa chica en paro a quien le cae encima de la cabeza un abrigo de visón y lo que más desea es tener dos grandes y extraños perros…

Y todo es una locura porque al final tras la crítica de que mal está el mundo está el aviso de vivir para gozar mientras se pueda. Vivir como se quiere para no perder un atisbo de libertad. Y sobre todo descubrir que la risa es un tesoro y una medicina eficaz contra los reveses que da la vida. Con sentido del humor es más fácil avanzar…

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Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany’s, 1961) de Blake Edwards

Para Marlon (mi adorado gato)

No he tenido el mejor de los fines de semana. El viernes me di cuenta de que algo no andaba bien en mi gato querido. Ya he hablado en alguna ocasión de él. Mi gato Marlon (porque es tan guapo que nada tiene que envidiar a Brando), mi enorme y gigantesco gato Marlon, que alguna vez cuando le he sacado a la calle, he oído el grito entusiasmado de algún niño pequeño: mira, mira, un tigre…, no está bien. El sábado tuve que llevarlo a urgencias y allí se ha quedado, hospitalizado. Me he quedado un poco rota porque todo remite a que es algo grave. Mi querido gato Marlon se comporta como siempre con una ternura increíble, una ternura que desarma. Son ocho años los que lleva a mi lado, y que quieren que les diga unido a mí por muchos recuerdos. Marlon, junto a mi gata Sally (porque como ya he dicho es tan personal y pizpireta como Sally Bowles), es quien me recibe todos los días al abrir la puerta de mi casa… Marlon, con su pelo largo, blanco y canela, y esa cara que sólo inspira un cariño que desarma. Mañana me dan el resultado de todas las pruebas, y estoy un poco desanimada y triste. Me encantaría que pasara las Navidades conmigo…, pero no sé. Ayer cuando regresé de verle, que quieren que les diga no era la mujer más alegre…, y me puse una de mis películas medicina: Desayuno con diamantes y como siempre me hizo feliz. Y como siempre quedé hipnotizada por esa Holly, ese Paul y ese gato sin nombre abrazados bajo la lluvia.

Sin duda Desayuno con diamantes es de esas películas clásicas de las que siempre se habla. Película icono de una Audrey Hepburn con traje negro, moño alzado, gafas oscuras y enorme cigarro…, con gato atigrado al hombro. Pero es que Desayuno con diamantes es una película-medicina bien construida y una obra maravillosa de Blake Edwards. Contiene personaje maravilloso rodeado de buenos secundarios y como la vida misma esa Holly que desarma vive situaciones cómicas y también las más dramáticas. Y refleja una preciosa historia de amor. Además Edwards y el guionista George Axelrod traicionan el final de la novela (también maravillosa, por cierto) de Truman Capote y nos regalan un happy end para el personaje de Holly (o no, según se mire). En la novela Holly sigue volando y huyendo e inventando mil veces su personaje y leyenda…, desaparece de la vida de un Paul que la recuerda. En la novela Paul no la atrapa en jaula de oro, ella sigue volando…

Dicen que Capote no quedó muy satisfecho con la adaptación cinematográfica y tampoco con la elección de Holly…, pero ahora parece imposible imaginar otra que no fuera Audrey Hepburn. Leí, pero no recuerdo en qué fuente —sí, ya sé que no es de buena educación y de buena informadora no especificar— que él veía el rostro de Holly en la sensibilidad y maneras de una Marilyn Monroe.

Con la recreación de un Nueva York nostálgico paseamos por la vida de una Holly descabellada y vital que comparte sus días buenos con sus días rojos…, que pasa los días en un apartamento en el que parece siempre que se acaba de mudar en compañía de un gato sin nombre, abandonado. Ninguno de los dos pertenecen a ningún lugar pero ambos se acompañan.

A ese edificio llega otro personaje perdido, un escritor desencantado y sin ideas que ejerce de gigoló. Un apuesto Paul (George Peppard cuando era joven promesa del cine…, y pocas oportunidades tuvo de demostrarlo) que enseguida queda atraido por la personalidad de su vecina. Y ella, ella se encariña con el vecino Paul entre otras cosas porque le recuerda a su hermano Fred, ese hermano lejano al que ella ama y que la ata a un pasado del que siempre quiere huir.

Y los dos empiezan a acompañarse y a relacionarse. Y por qué no, a enamorarse. Ella está atada a su sueño de no pertenecer a nadie, de ser siempre pájaro libre, de cazar a algún hombre rata o super rata que la permita vivir siempre sin quebraderos de cabeza o días rojos. Pero las cosas siempre de alguna manera u otra se tuercen y entonces ella alza el vuelo o sobrepasa día rojo…, porque es un ser salvaje, una superviviente, que se levanta una y otra vez.

Él lucha contra el  desencanto. Contra una vida que ahora mismo desprecia. Quiere crear pero el hastío y la desilusión le pueden. De pronto, Holly y su mundo suponen un mundo nuevo para él, una fuente de inspiración. Encuentra a alguien encantador tan perdido o más que él…, y ve una posibilidad de futuro. Y a la desagradable ‘decoradora’ que le mantiene (con el rostro de una Patricia Neal a lo Cruela de Vil) le da definitivamente la espalda. Aunque Holly tampoco le pone el camino de futuro e ilusiones fácil, le regala creatividad y una nueva ilusión por el día a día.

La película está repleta de escenas míticas. La genial fiesta que organiza Holly en su apartamento donde todos los personajes glamorosos y estrambóticos acaban borrachos como cubas con el gato sin nombre merodeando entre brazos y piernas. La llegada el ex marido de Holly, Doc, un hombre de campo que quiere que la joven estilizada vuelva al hogar. Holly cantando Moonriver en el alfeizar de la ventana con un Paul que mira y escucha. La jornada de Paul y Holly en la que realizan cada uno una cosa  que nunca ha hecho…

Y en la vida de ambos se cruzan personajes secundarios distintos siempre con un toque de locura, de mezquindad, de cariño o ternura…, todos son una galeria de personajes que dan sentido a la historia de Holly y Paul. Sally Tomato, el mafioso, que da sus partes metereológicos desde Sing Sing a una desenfadada Holly que tiene que visitarle todos los jueves. Su vecino con cara de japonés y estrambótica figura y maneras (un Mickey Rooney olvidado, ya nada queda del niño prodigio), que resulta ser un prestigioso fotógrafo, que vive como una pesadilla a su vecina. El dependiente de Tiffany que no pierde en ningún instante sus maneras profesionales de vendedor serio ante una joven pareja que le hace proposiciones imposibles. El millonario brasileño (un Vilallonga como latin lover) preocupado por su prestigio y familia que, sin embargo, queda prendado por la vitalidad de una Holly a la que no entiende. El hermano ausente; Doc, el ex marido que nunca entiende por qué voló su joven esposa; el manager millonario que se siente atraído por las locuras y chaladuras de su cliente; la millonaria mujer aburrida de su matrimonio que paga al joven Paul para pasarselo bien; la modelo extravagante; el millonario arruinado…

Y al final de todas las vicisitudes, risas y días rojos…, quedan Paul, Holly, un gato sin nombre…, y la lluvia.

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Películas 2009, fórmula: corazón + cabeza

Nunca se me hubiera ocurrido elaborar una lista de películas del 2009 o de algún otro año. La idea no es mía sino de un bloguero estupendo que se llama Christian del Moral y que tiene un blog que merece la pena visitar Cine Latino en Nueva York (tenéis el link en la columna de la derecha). Me puse manos a la obra y me parece interesante como balance cinematográfico de fin de año. Gracias, Christian por hacerme pensar y poner corazón. Pero antes quisiera realizar algunas puntualizaciones.

Lo primero que me doy cuenta al elaborar esta lista es lo poco que he podido ir al cine este año. Y esto para mí siempre es un lamento. Me refiero a cine de estreno puro y duro. A sala enorme y pantalla gigante. Así me veo muy limitada a la hora de realizar una valoración porque soy consciente de que me he dejado películas importantes en el camino. Películas que se me han escapado, de las que he oído hablar, de las que he leído reportajes, artículos y críticas…, pero que todavía no he podido disfrutar ni mirar. Aunque pronto podré rescatarlas y algunas quizá en pantalla grande (benditos festivales, centros culturales, semanas cinematográficas, jornadas de cine, cine al aire libre…).

Lo segundo que al realizar esta lista no voy a basarme sólo en la calidad de la película sino también en los sentimientos que me produjo verlas. A la interpretación de algún actor que me llenó absolutamente. O las sensaciones que viví en la sala de cine. Así que a veces chocará sin duda la película seleccionada entre las mejores (ay, esta palabra no me gusta nada). Y por eso soy incapaz de establecer un orden lógico: la que pongo la primera no tiene que ser la que más me ha gustado o la que pongo la última la que menos.

También añado que no soy persona de listas o que alguna vez me haya dejado llevar por ellas porque las listas excluyen y eso no me va, limitan. Porque las listas elevan a algunas obras y olvidan a otras…, porque es imposible que sean representativas. Pero no deja de ser un ejercicio interesante. Al final todo el mundo mira una lista…, sí yo al final acabo leyéndolas (ay, los seres humanos y sus complejidades y contradicciones).

Algunas películas mencionadas a lo mejor son del año pasado pero se han estrenado en España en 2009 (o eso recuerdo yo).

Se notarán tremendas ausencias, soy consciente. Y otras no aparecen porque supusieron enormes batacazos para mi gusto como espectadora.

Por último hago dos Top, uno de películas norteamericanas y otro de películas de otras nacionalidades.

Con todo esto lo que quiero decir es que probablemente si realizara la misma lista el año que viene con películas de 2009, seguro que la lista sería diferente…, ¡¡¡pero qué mágico!!!…

Ha sido un placer elaborarlas. 

1.- Vía revolucionaria de Sam Mendes

Desgarradora historia de amor con una Kate Winslet y un Leonardo DiCaprio inmensos…, comiéndose la pantalla a dentelladas. Una excelente adaptación cinematográfica de la novela del mismo título de Richard Yates. Sam Mendes transmite como nadie el fracaso y la melancolía de una pareja.

2.- La sombra del poder de Kevin McDonald

Me entretuvo. Me entretuvo y mucho. Un thriller bien hecho. Con muchos aspectos interesantes para el análisis. Lo que más me llamó la atención fue el reflejo de la vieja prensa, que ya muere  (ese Russell Crowe en plan perro viejo, periodista investigador y con fuentes), y la nueva prensa a través de las nuevas tecnologías, internet o los blogs (que tiene otra velocidad, otro tipo de trabajo y constancia, una respuesta diferente y una metodología distinta).

3.- Wall-e de Andrew Staton.

No he visto Up pero Wall-e es puro arte que bebe del cine silente y de grandes genios cómicos como Chaplin o Keaton. Tierna y sensible, me llegó a lo más hondo. De cine de animación es de lo que más me ha gustado últimamente.

4.- Frost contra Nixon de Ron Howard

Interesante película de análisis político y de personajes donde brilla con luz propia un magnífico Frank Langella. Él se lleva la película.

5.- Shine a light de Martin Scorsese

Documental de rockeros míticos con más energía que toda la platea junta y dirigidos por un director inmenso que siente y transmite sus pasiones, cine y música. Un documental- divertimento para un gran cineasta.

6.- El luchador de Darren Aronofsky

Me conmovió profundamente. Sufrí con Mickey Rourke y todos los personajes que le rodean. Es una película que duele en cada escena y cada gesto.

7.- El gran Torino de Clint Eastwood

Película llena de tópicos y previsible en cada momento… ¡¡¡pero tan bien hecha, tan entretenida, con personajes genialmente construidos…!!! Buen cine, historia sencilla, bien estructurada, bien dosificados los sentimientos y un Clint Eastwood duro pero de corazón de oro que se llevó al público de calle. En la sala los espectadores reían, sufrían, se carcajeaban y lloraban con Clint e iban acompañándole en su transformación como personaje.

8.- Tetro de Francis Ford Coppola

Película desigual. Sí, es cierto. Pero Coppola volvió a hipnotizarme con su fuerza visual y me regaló momentos y escenas de una belleza impecable. Olvidemos la galería de defectos.

9.- Si la cosa funciona de Woody Allen

Y es que cuando Allen te hace reír…, película-medicina de las que sales de la sala de cine con una sonrisa que te da fuerzas para enfrentarte a la vida.

10.- El lector de Stephen DaldryBuena pero que muy buena adaptación de la impresionante novela. La historia es tan impactante que te envuelve totalmente. Película-debate que genera un montón de cuestiones. No te deja respiro alguno. El personaje femenino es complejísimo, lleno de matices, y esa complejidad también se plasma en la película. 

 

 

1.- Corazones rebeldes de Stephen Walker (Gran Bretaña)

Abuelos rockeros que emocionan en cada actuación y aparición. Documental para escuchar buenas canciones y buenas reflexiones de sus ancianos protagonistas. Es increíble lo que hacen las pasiones y ese afán de aferrarnos a la vida…

2.- La clase de Laurent Cantet (Francia)

Cine de reflexión sobre el sistema educativo. Genial película y experiencia real de rodaje (el profesor protagonista hace de sí mismo y los adolescentes son alumnos que se trabajaron cada uno un papel determinado durante un taller junto al director y los técnicos). Nunca estalla la violencia pero la sientes, te golpea en cada fotograma, pero también la película te deja ver muchas puertas abiertas y una mirada abierta a un futuro que puede ser mejor.

3.- El secreto de sus ojos de Juan José Campanella (Argentina)

Mi inclinación de cabeza hacía el personaje con rostro del actor Guillermo Francella. Todas sus escenas solo o con Ricardo Darín son divertidas, tiernas, tristes, nostálgicas, dramáticas… Personaje trágico con tintes de humor e ironía, su discurso sobre las pasiones no tiene desperdicio.

4.- Celda 211 de Daniel Monzón (España)

Sin duda Luis Tosar y su Malamadre. Personaje extremo que te llega y te transmite todas sus complejidades, su código de honor y su sentido del humor. ¡¡¡Marchando una de gambas!!! La fuerza de Malamadre disculpa incoherencias de guión.

5.- El mapa de los sonidos de Tokio de Isabel Coixet (España)

Coixet genera como nadie ambientes, colores, sensaciones y nos regala triste historia de amor entre solitaria asesina a sueldo y hombre en tierra extraña algo perdido y con mucho desencanto a cuestas.

6.- La duquesa de Saul Dibb (Gran Bretaña)

Película de esas de época en las cuales tan sólo pides decorados increíbles, alguna interpretación notable, peinados deslumbrantes, vestuario de ensueño, historia de pobre niña rica con cierto aquel… Mucho barroquismo, mucha tragedia y amores rotos. El caso es que fui a verla un día en plan mujer solitaria…, y me lo pasé de miedo. Quizá la más injustificable entre las injustificables pero me revolví de placer ante lo que me estaban contando en mi solitaria butaca de un cine de barrio. Es de las películas inconfesables…, las que sabes hasta arriba de defectos o película del montón pero que por misteriosas circunstancias en su momento conectas…

7.- Slumdog Millionaire de Danny Boyle (Gran Bretaña)

Con todos los ingredientes que construyen un buen cuento con obstáculos, muros que tirar, dificultades que sobrepasar, dosis de humor, miedos y violencias, personajes buenos y perversos, magia, música y danza para obtener finalmente el amor verdadero. Con un poco de Bollywood pero reflejando realidad y pobreza de La India. Creo que no se entendió que todo se trataba de un cuento que permite altas dosis de fantasía. No me pareció en absoluto tramposa.

8.- Ágora de Alejandro Amenabar (España)

Porque me creí en una super producción de cine épico. En una epopeya de las de antes. Porque me hizo reflexionar sobre asuntos históricos y sobre la riqueza de los puntos de vista. Lástima de personajes secundarios mal construidos y alguna que otra frase desafortunada.

9.- Arráncame la vida de Roberto Sneider (México)

Porque es posible volver a los melodramas, de los buenos, de los apasionados, de los fuertes e interesantes. Aunque he de decir que me emocionó bastante más la novela, no puedo dejar de mencionar que la interpretación de Daniel Giménez Cacho me tuvo atada en el asiento.

10.- Blind loves de Juraj Lehotsky (Eslovaquia)

Precioso y emotivo documental eslovaco que narra las historias de cuatro personas ciegas y su vida diaria. Sus miedos, sus sueños, sus fantasías…, sus amores. Un documental que provoca sensaciones y una ternura infinita.

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Compositores de bandas sonoras, creadores de recuerdos y sueños

Empiezo con frase tópica, pon una banda sonora en tu vida. El cine ha creado composiciones musicales que nos acompañan en diversos momentos de la vida. La música en el cine es tema apasionante. El cine ha permitido abrir más caminos a la música (y viceversa, el uso de la música en el cine ha generado un lenguaje maravilloso) y son dos artes que se han unido para crear obras maestras.

Grandes compositores especializados en crear bandas sonoras exclusivamente para películas cuyas obras a veces han superado a la película o lo que es mejor la han acompañado y su melodía es inseparable a la obra.

Otra variedad son las canciones creadas para una película o que ya son clásicos y se insertan en una escena. O el uso y empleo de composiciones ya existentes que han regalado momentos increíbles.

O la existencia de ese género con más o menos adeptos que es el cine musical que ha regalado obras imperecederas.

La música es lenguaje universal y siempre ha estado unida al séptimo arte. Desde ese cine silente y esas composiciones que se hacían en directo para acompañar la película (todavía hay artistas especializados en este arte y he tenido la suerte de asistir a alguna proyección de película muda con música en directo que ha sido experiencia inolvidable).

Hoy, no me preguntéis el porqué, me he levantado con música en la cabeza. Han regresado a mí melodías, composiciones y canciones que están unidas a una película. Y he sentido la necesidad de nombrar a compositores de bandas sonoras que todos alguna vez hemos escuchado.

Y entonces empiezan a surgir nombres ya algunos inmortales y otros camino de serlo. Algunos prolíficos y otros menos pero que dejaron obra para el recuerdo: Max Steiner, Henry Mancini, Maurice Jarre, Ennio Morricone, Nino Rota, John Barry, Mikis Theodorakis, Anton Karas, Gabriel Yared, Frederick Loewe, Michel Legrand, John Williams, Elmer Bernstein, Nacio Herb Brown, Arthur Freed, Angelo Badalamenti, Dario Marianelli, Alberto Iglesias…

Va por ellos…, sus melodías están presentes en el imaginario colectivo. Su música suena y empezamos a recordar y a soñar…, empezamos a viajar a través del tiempo y el espacio.

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Fama (Fame, 1980) de Alan Parker

Ayer estaba nostálgica perdida. Hace poco leí que pronto se estrenará un remake de la película de Fama de Alan Parker. Vi el casting elegido y no noté nada especial ante los nuevos rostros. Recordé los viejos rostros, algunos ya no están. El remake sólo rescata a aquella profesora de baile (Lydia Grant) que en la serie decía: la fama cuesta, aquí vais a empezar a sudar y esas cosas…, esas frases que nos avisaban de que íbamos a adentrarnos en las vidas de los protagonistas. En la película esa profesora sólo está presente en las pruebas de selección. Así que de nuevo he puesto el dvd amado y volví o regresé a la academia de artes que yo conocí y luego seguí fervorosamente en serie de televisión.

Y es que Fama tiene momentos, canciones y retazos que hacen de esta película musical un pequeño y gozoso rincón de encuentro. Un crisol de jóvenes creativos en New York. Jóvenes de distintas culturas, distintos niveles económicos y diferentes aspiraciones artísticas. Fama los reúne y, como una película documental falsa los sigue en distintas situaciones. Y entonces vivimos sus cuatro cursos en los que se preparan para ser futuros cómicos, actores y actrices dramáticos, cantantes, músicos o bailarines. Y los vemos en un edificio que se cae a pedazos con unos profesores exigentes que les piden lo máximo en sus clases. Vamos viajando y conocemos sus sentimientos, sus fobias, sus miedos, sus éxitos, sus fracasos, sus realidades sociales, sus relaciones, sus enamoramientos, sus enfados, sus entornos familiares, sus bofetadas con el duro mundo real…, y ellos mientras siguen creando y creyendo que mañana está cerca, y se pegan batacazos y todavía se levantan. Las historias no son lineales, ni siquiera terminan, pero parece que nos acercan la vida de unos jóvenes desconocidos que luchan por su pasión.

Fama tiene a todo tipo de profesores que les enfrentan a la vida. La profesora de danza dura que les dice si tendrán futuro o no, el profesor de arte dramático entregado a sus clases, el anciano profesor de música —cómo lloramos cuando desapareció en la serie— que reconoce los talentos musicales pero que no siente más allá de la música clásica o la dura y exigente profesora de lenguaje que cree en cada uno de ellos más que nadie…

Y en los alumnos todo un crisol de jóvenes de la generación de los ochenta: el homosexual pelirrojo solitario y con traumas al que le cuesta salir del armario; la joven tímida y judía que se siente insignificante; la bella bailarina rubia y niña pija que juega a ser niña mala; la bailarina y cantante afroamericana y vital que se come el mundo pero se golpea con la dura realidad que no puede apagar su voz; el muchacho genio de pelo rizado de descendencia italiana que es un dios de la música electrónica y choca con la música clásica; el chico latino alegre, bromista y optimista que esconde una vida dura, precaria, violenta y traumática o el muchacho afroamericano marginal que apenas sabe leer ni tiene donde vivir pero se mueve como nadie…, vivimos junto a ellos pinceladas de sus cuatro años de formación.

Entre medias vemos que bailan en las calles, cantan en el comedor del centro, sudan en las clases, se descubren ante sus compañeros, son conscientes de que sus sueños pueden no convertirse en realidad, tratan de saltar obstáculos y de vivir la vida.

La película cuenta con momentos clave que forman parte de la memoria cinéfila, por lo menos de la mía, como esa canción que entona Irene Cara (como Coco) mientras toca el piano y la mira un Bruno Martelli (sí, el genio músico con rizos negros en su cabellera) que disfruta de lo que escucha. Esa canción es Out Here On My Own. O también es entrañable el momento en que Dory, la tímida chica judia, acude junto a Ralph Garci, el chico latino a la proyección mítica y especial en cine de Rocky horror picture show. Quién no recuerda el momento en que el padre de Bruno, pone su taxi delante de la escuela enciende los altavoces y suena la música de su hijo…, y de pronto los alumnos se vuelve locos y asaltan las calles a golpe de danza o ese recital de actores, cantantes, músicos y bailarines en el abarrotado y pequeño comedor de la escuela. Tampoco tienen desperdicio las pruebas de selección donde, por ejemplo, se descubre el talento de Leroy, el chico afroamericano que viene a acompañar a su pareja y ya muestra que es chico rebelde y malote pero con un talento innato para el baile. O impresiona ese momento en que los tres amigos de arte dramático (Dory, Ralph y Montgomery) se encuentran en el bar con un camarero que era el mejor alumno de teatro en la promoción anterior…

Fama es una buena medicina para revivir la nostalgia…

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