Hildy os desea Feliz 2011…, que sea de cine

Un 2011… de cine.

Con todos los ingredientes.

Alimentad vuestras pasiones.

Vivir siempre como si fuera el último día.

Carpe Diem, nos decían los amigos de El club de los poetas muertos.

Respirar los momentos felices.

Serenidad en los malos tiempos.

Y siempre, siempre cuida lo que tienes alrededor.

Cuida al otro y a ti mismo.

Ten a mano las medicinas buenas:

-Una sonrisa.

-Una buena película.

-Un buen libro.

-Una buena canción.

-Un buen recuerdo.

-Un bonito viaje.

-Una buena cena.

-Alguien a quien querer y que te quiera.

Lo dicho.

Hildy os desea Feliz 2011.

Y quizá sea hermoso empezar el año que estará lleno de sorpresas… con una buena película.

Besos a todos

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.  

Montgomery Clift

El hombre tormento. El chico de la bella cara que lo tuvo todo. El joven que no pudo mostrarse tal y como era. Monty Clift era actor hermoso, de método. Pero también niño autodestructivo porque no podía ser. Clift fue de esos seres humanos que vivieron haciendo caída libre. Hasta Marilyn Monroe le vio más solitario e infeliz que ella.

En la espiral perdió todo. El bello rostro fue destrozado en accidente automovilístico y la salud se fue minando. Poco a poco nada recordaba que tras el rostro atormentado existió un joven hermoso como ángel…

Sólo el cine. Sus películas, lo recuerdan.

Él fue el nuevo héroe atormentado.

Así todos quedaron sorprendidos con su debú en un western, Río Rojo en 1948. Clift no era el típico hombre duro, sino héroe sensible pero fuerte cuando hay que serlo. Ya ahí mostró delante de todos su vulnerabilidad.

En La heredera nos dejó ver que no era el príncipe azul a pesar del rostro hermoso sino un buscavidas que quiere vivir bien… y seduce a la solterona. Sin embargo, ella no perdona y se muestra mujer vengativa. Y le rompe. Porque nadie volverá a hacerla daño. Él se queda anonadado ante lo que no espera.

Un lugar en el sol nos muestra una tragedia americana. El chico pobre que sueña con subir de nivel social.Y en su ascenso mete la pata una y otra vez. Para conseguir a la niña rica tiene que destruir su pasado… y la jugada no le sale nada bien. El hermoso Clift se encontró ahí con la amiga del alma, la niña mimada del estudio que no le abandonó jamás, Liz Taylor.

Su ascenso continúa imparable. Es el joven héroe vulnerable que seduce con cada aparición en pantalla. Así fue el hombre que ama a la mujer casada en La Estación Termini. Así protagoniza una triste historia de amor en tiempo real…, una larga despedida.

Después el maestro del suspense se sirve de su tormento para que sea un sacerdote al que el secreto de confesión le juega una mala pasada en Yo confieso. Y, por fin, la cumbre. Como soldado desesperado que sufre en cada metro de celuloide en De aquí a la eternidad.

El árbol de la vida, melodrama sureño maldito, con su amada amiga Liz. Corre 1957 y sufre accidente de automóvil que le destroza la cara. Ya no será el bello joven vulnerable sino ahora hombre atormentado, dolorosamente bello, cara que cae en picado.

En El baile de los malditos de nuevo es un soldado acosado. Un judío en ejército americano que sufre continuamente rechazo. Y siguiendo con la tormenta del alma se mete de lleno en dramón de Williams. Se convierte en un doctor de almas que mira entre horrorizado y comprensivo cerebros y corazones rotos tras historia siniestra en De repente, el último verano. Clift es el psiquiatra testigo-confesor.

Elia Kazan no le dejó escapar. Su rostro atormentado protagoniza el drama de Río salvaje de personajes solitarios y desbocados que tratan de encontrar la calma. Y no lo consiguen. Mientras se admiran.

También deja sin palabras en papel secundario como una de las víctimas del horror nazi en ¿Vencedores o vencidos? donde deja testimonio que hace que tiembles.

Si su carrera empezó con un western clásico termina con uno crepuscular. Cuando los vaqueros ya no tienen praderas que conquistar ni territorios que descubrir. Cuando ya no son fuera de la ley sino reliquias del pasado aplastados por los tiempos presentes. Así Clift se convierte en un triste cowboy que se destroza el cuerpo en los rodeos. Y encuentra consuelo en otra mujer triste, la Monroe. Ambos sólo buscan un poco de ternura. Un poco de amistad.

Su última interpretación fue la del hombre que trataba de estudiar y comprender la mente humana. Nadie entendió la suya. Su último fotograma fue con rostro de Freud…

Y Monty Clift se apagó.

Sólo sobrevive en la pantalla blanca. Donde es el héroe vulnerable, el hombre atormentado… el de rostro bello…

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Diccionario cinematográfico (150)

Shakespeare: Lejos del joven romántico que crea Romeo y Julieta bajo presión y que pronto cuando ama se inspira para escribir Noche de Reyes en Shakespeare in love. El bardo por excelencia también ha extendido su reino y sus personajes al mundo del cine. No se pueden contar con los dedos la cantidad de adaptaciones a su obra, las veces que aparece por algún motivo en alguna película, la cantidad de directores que se han obsesionado con él, o los actores y actrices que han soñado con encarnar algunos de sus personajes.

La química entre Shakespeare y el cine ha sido sobresaliente en la mayoría de los casos. Ha sido posible que Marlon Brando se convierta en Marco Antonio en Julio César. O que Al Pacino dé rienda suelta a su pasión por Shakespeare con su interesante experimento, Buscando a Ricardo III o encarnando al Mercader de Venecia. Hasta Mel Gibson fue una vez Hamlet.

Puede que no me equivoque si digo que quizá una de sus obras más llevadas a la pantalla sea su Romeo y Julieta. Así han logrado empaparnos de esa historia pasional de dos adolescentes en llamas: Baz Luhrmann, Franco Zeffirelli, George Cukor…, otros se han inspirado en los jóvenes apasionados de familias rivales para crear historias como West Side Story… donde las familias se convierten en pandillas.

En otras películas los personajes son inspirados por Shakespeare y su obra. Así en El club de los poetas muertos, un estudiante encuentra su vocación mientras interpreta uno de los personajes de El sueño de una noche de verano (también llevada varias veces al cine… pero ninguna versión ha sido la definitiva, la buena). O en esa encantandora En lo más crudo del crudo invierno de un grupo de actores tratan de montar Hamlet.

Aquí hacemos una parada a Kenneth Branagh, enamorado de Shakespeare, lo ha adaptado, ha actuado, lo ha reinterpretado, lo ha presentado de forma clásica, de forma no clásica, ha jugado y disfrutado. Así podemos ver sus adaptaciones de Enrique V, Mucho ruido y pocas nueces, Hamlet, Trabajos de amor perdidos, Como gusteis…

Otro apasionado y entusiasmado fue Laurence Olivier y su peculiar trilogía que incluye Hamlet, Ricardo III y Enrique V. O ya sabemos la pasión por el teatro y por el teatro de Shakespeare que sentía Orson Welles que se dejó la piel con su Macbeth, con su Otelo o su enamoramiento con el personaje de Falstaff y su personalísima Campanadas a media noche.

O el más kitsch de todos Franco Zeffirelli. Él aprovechó a los Burton (Liz y Richard) para que dieran rienda suelta a sus cabreos (y de paso aprovechar el amor de Richard por Shakespeare y las ganas de Liz por convertirse en actriz de prestigio, porque estrella ya lo era desde hacía mucho) en La fierecilla domada o La mujer indomable. Presentó un Romeo y Julieta trágico-romántico y se atrevió con un Hamlet con Gibson incluido.

La sombra de Shakespeare es alargada. Y por ello no sólo hay obsesiones con su obra sino también películas donde permanece su espíritu como My Own Private Idaho que suspira por Campanadas a media noche o Rosencrantz y Guildenstern han muerto o como dos personajes secundarios, los amigos de Hamlet, viven esta historia (antes claro fue también obra de teatro).

Pero también Shakespeare cruza fronteras y viaja al Japón donde Kurosawa le encuentra como fuente de inspiración para Trono de sangre o Ran.

Es tal la fuerza y la universalidad de este caballero que nadie se corta en adaptarlo… aunque hay que saber entenderlo. Y algunos lo logran. A través de una adaptación, a través de una interpretación…

Shakespeare nos visita también muchas noches en la sala oscura, en la pantalla enorme.

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Asfalto (Asphalt, 1929) de Joe May

Gracias a Cinema de perra gorda por sus descubrimientos 

Apenas queda para que arrase el cine hablado y, sin embargo, el cine silente…, el lenguaje cinematográfico ha llegado muy alto. El cine como todo un mundo de imágenes en movimiento había alcanzado su madurez artística. El sonido supuso un cambio y el adaptarse a las nuevas técnicas un nuevo campo de experimentación y de formas de contar. A veces significó un retraso hasta… que pronto volvió a brillar una vez que se vivió la adaptación con los equipamientos de sonido y con las posibilidades que podían facilitar. El sonido llevó a la primera revolución cinematográfica, al primer periodo de cambios.

Así a finales de los años 20 las obras cinematográficas alcanzaron una nota muy alta en cuanto obra artística. Alemania era una potencia cinematográfica fuerte. De hecho si echamos un vistazo a los exiliados europeos en Hollywood durante los años treinta veremos que había una nómina alta de ‘artistas’ en varias áreas necesarias para la creación de una película de origen alemán.

Todo aquel que ama el cine probablemente sepa y conozca a Fritz Lang. Sin duda le suene alguna obra de su etapa muda. Quizá esté familiarizado con su etapa americana. Si mencionamos Metrópolis o M, el asesino de Dusseldorf. O si recordamos Sólo se vive una vez, Perversidad, La mujer del cuadro o Mientras Nueva York duerme… no nos quedamos indiferentes. Sabemos que detrás estaba Lang con una trayectoria enorme. Al final de su carrera regresó a Alemania y realizó un díptico de aventuras exóticas La tumba india y El tigre de Esnapur…, historias que hacía mucho tiempo atrás escribió la que fue su esposa y colaboradora, Thea von Harbou.

Fritz Lang, en realidad, realizó unos remakes de unas obras ya rodadas en el cine alemán a principios de los 20… cuando él trabajaba como guionista y repitió con un realizador de éxito… que se apagó en Hollywood (donde también dirigió películas) y cayó en olvido. Estamos hablando de Joe May.

Y este realizador olvidado en los albores del cine sonoro, rodó Asfalto, película intensa. Y ahí ya había huellas del cine urbano, del cine noir, del cine negro que estaba por llegar… Es la única obra que he podido ver de May. Pero su mundo y manera de rodar y plasmar una historia me ha dicho mucho.

Sencilla historia. Policía honrado y bueno, buen hijo de su padre y su madre, buen trabajador, buen ciudadano…, después de un día duro trabajo detiene a una bella dama a la que han pillado robando en una joyería. El joven policía honrado cae en manos de la arpía, que por supuesto tiene todos los ingredientes de una femme fatale. El mundo ordenado del joven policía se cae en pedazos. Su vida sucumbe en un tobogán de destrucción y caída cuando se enamora apasionadamente de la ladrona. Pero toda buena femme fatale tiene su corazón… y a pesar tener un chulo a su lado (toda femme fatale anda con el chulo de turno), ésta, la de Asfalto cae rendida en los brazos del inocente policía. Y no sólo eso sino que será capaz de sacrificarse por él. Sólo por amor.

¿Sencillo, no? Sin embargo, Joe May logra arrastrarnos por esta historia ya por nosotros muy conocida. Primero nos devora con la visión de la ciudad, una ciudad viva. En movimiento. Después nos implica con los personajes en escena magnífica sobre robo y detención de la chica en una joyería. Nos arrastra a la pasión que se dispara en la ordenada vida del joven policía cuando la chica se abalanza en sus brazos para suplicarle que no la detenga. Y vamos viendo la transformación del chico que pierde la cabeza de amor. Joe May nos deja enormes y preciosos primeros planos de los dos protagonistas en éxtasis. El joven cae en lo más bajo cuando se enfrenta en pelea (con ritmo y violencia) con el chulo de la chica. Se va vencido a casa de sus padres y ese padre, que es viejo policía, decide que su chico debe dar respuesta a la justicia por sus actos. Pero ahí está la femme fatale para caer redimida por amor y volver a dar orden al caos de vida en la que ha transformado la existencia del amado.

Todo además aderezado en el excelente dvd con una banda sonora genial, especial para el visionado de la película (merecerían un post aparte todos esos compositores que se han especializado en recuperar o volver a crear las composiciones que acompañaban las películas mudas). La película además ofrece el retrato de una espectacular mujer tentáculo con cara de Betty Amman, elegante, morena, sensual y con ojos enormes. Toda ella llena, se come, la enorme pantalla y al espectador. Así como merece la pena la transformación del ordenado joven policía en un hombre apasionado y atormentado a través de la cara de Gustav Fröhlich (que fue también el protagonista de Metrópolis).

Joe May ha sido sin duda un descubrimiento… del que me queda mucho por ver y aprender.

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Quiero la cabeza de Alfredo García (Bring me the head of Alfredo Garcia, 1974) de Sam Peckinpah

Sam Peckinpah, hombre atormentado y cineasta lírico a través de la caída, del descenso a los infiernos, de lo tétrico y violento. Mi dominio de su filmografía reconozco que es mínimo (Perros de paja, Grupo salvaje… y poco más). Llevaba tiempo detrás de Quiero la cabeza de Alfredo García y su visionado no me ha decepcionado. Porque Peckinpah se muestra duro, violento, desciende a los infiernos pero deja, y sé que es difícil de explicar —por eso se convierte en pieza especial—, lirismo y poesía en lo sucio y mísero. En lo triste y desencantado.

El argumento es sencillo. Un rico terrateniente mexicano proporciona una sustanciosa cantidad de dinero al que le traiga la cabeza de Alfredo Garcia, un hombre que ha dejado embarazada a su joven hija. Así varios mercenarios se ponen en marcha para su búsqueda, mercenarios sanguinarios capaces de todo por conseguir la sustanciosa suma. En esta carrera se ve metido, cosas de azar y destino, un gringo que pasa sus días en tugurio mexicano como pianista (Warren Oates)…y que piensa que ese dinero puede facilitarle un futuro mejor junto a la mujer (Isela Vega) que en estos momentos ama.

Y es Quiero la cabeza de Alfredo García es varias cosas a la vez. Una road movie a los infiernos, una triste y oscura historia de amor, un recorrido hacia una venganza terrible, un viaje peculiar de un hombre con una cabeza que se convierte en una especie de confesor, una historia de la frontera donde se choca con un territorio sin ley dominado por la miseria y la violencia, una narración sobre el fracaso…

Así Peckinpah nos arrastra a la historia de un perdedor, de un fracasado, como aquellos argumentos de su John Huston admirado. Y ese pianista oscuro y fracasado, con sus gafas de sol que no se las quita ni en la cama, con su peculiar código de vida desencantada, que se ve arrastrado a cuatro días de furia porque le arrebatan lo único que quizá le aferraba en esos momentos a la vida… Porque realiza una apuesta que cree sencilla… conseguir una cabeza de un hombre que sabe ya muerto para que le dé un pasaje a la felicidad junto a la mujer que ama.

De pronto, este hombre se ve envuelto en una espiral de violencia donde pierde a la triste mujer que ama con desesperación. Entonces empieza a preguntarse por qué esa cabeza, la de Alfredo García, está desatando esa cadena de violencia irracional y desatada. Si primero su objetivo es el dinero, lo segundo es entender esa violencia irracional, la razón, el motivo… y cuando lo descubre decide arrasar con todo porque no entiende tanta vileza…en la que él se ve arrastrado.

Y en la película de Peckinpah todo es oscuro, mísero, terrible y violento pero dentro de ese mundo de frontera, de esa ideología nihilista y del fracaso, surge un poema lírico que engancha. Unos amantes en un picnic hablando de futuro, entre litros de alcohol, siempre con sonrisa y lágrima a punto de salir del ojo. Una mujer tristre porque ve un final negro en una ducha desnuda. Mujeres de negro y una embarazada de blanco en una especie de juicio frente al terrateniente que quiere una venganza sádica. Los malvados mercenarios americanos y mexicanos que persiguen su presa sin importarles las víctimas. Dos amantes semienterrados en una tumba de un hombre ya sin cabeza. Una canción con una voz suave de mujer que nunca deja de sonar. Un hombre conversando, en su soledad existencial, con una cabeza que finalmente no será un pasaporte al futuro sino a su redención y caída… Y mientras se suceden escenas brutales, a cámara lenta, a lo Bonnie and Clyde, de violencia extrema donde no se salva ni el apuntador.

Sam Peckinpah prepara y deja una ópera del fracaso y del desgarro. Una road movie que sólo conduce a la muerte.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Felices fiestas cinéfilas

Con todo mi corazón os escribo: Felices fiestas cinéfilas.

Así os invito y regalo un viaje por unas Navidades de cine.

De buen rollo.

Una reunión alrededor de una mesa en mansión de dimensiones enormes de un grupo de amigos que comparten sus sueños y frustraciones pero que conservan el placer de la confianza, Los amigos de Peter.

No son buenas fechas para la soledad, sin embargo, a veces es cuando más se nota. También las ausencias. Así que al final quizá no es mala opción ir a El apartamento a terminar una partida de cartas en buena compañía.

O quizá es el momento de unirse al otro que también está solo y juntos brindar y darse una buena cena como el señor Matuschek con el chico de los recados en El bazar de las sorpresas.

A veces puedes ser consciente de que puedes contar con los otros, con más gente de la que te esperas, y reunirte alrededor de un árbol gigante y darte cuenta de que a más de una persona le importa que estés ahí, presente, como le pasa a George Bailey que descubre de pronto que a pesar de los pesares es el hombre más rico de la tierra porque tiene un montón de personas que le quieren y estiman en ¡Qué bello es vivir! o es tiempo para descubrir que los ideales a veces no son locuras como en Juan Nadie.

Ahí está el bueno de Charlot y sus Navidades tristes donde tiene la opción de soñar o bailar con unos panecillos… porque lo bueno llegará en La Quimera de oro.

No es mal momento para enamorarse locamente, apasionadamente. Así podemos descubrir que la persona que menos nos esperamos es la persona indicada para iniciar un proyecto común como les ocurre al fiscal John y a su procesada Lee… un viaje loco en plenas navidades les descubre que se puede empezar de nuevo en Recuerdo de una noche. O nuestro Douglas Sirk nos entrega melodrama con Navidades incluidas de señora burguesa solitaria, viuda y aburrida que descubre la oportunidad de vivir sin apariencias con su joven jardinero en Sólo el cielo lo sabe. O también puede ser el momento para decirle en silencio a alguien, al que no puedes amar porque sabes que ama a otra persona, que siempre estarás ahí… como en Love Actually.

Puede ser tiempo para creer en viejas historias y leyendas. Para encontrarnos con personajes y seres distintos y por ello fantásticos. Para ser un poco más inocentes, para disfrutar del arte de que nos cuenten y viajar con la imaginación. Para creer en mundos de fantasía y descubrir que nuestra mente viaja y nos puede proporcionar sensaciones increíbles. Así podemos acompañar al bueno de Jack Skellington, que es el rey de Halloween pero que le encantan las Navidades aunque en versión muy especial en Pesadilla antes de Navidad.

En fin que en estos tiempos navideños puedes sentir un montón de cosas y sobre todo desear muchas cosas buenas, que no cuesta nada. Y a lo mejor si unimos tanta energía positiva pues… se puede llegar a formar una especie de cadena enorme que sugiera que es necesario un mundo mejor que sólo será posible si todos somos un poco responsables para conseguirlo y que no sea tan sólo un ideal sino algo empapado de realidad.

Así que queridos míos os deseo lo mejor y unas fiestas muy agradables las celebréis como las celebréis…

Ah y por supuesto disfrutad de una buena película. Puede ser una opción con mucho encanto.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Momento inolvidable de Historias de Filadelfia (1940) de George Cukor

Desde el momento de la fiesta.

Cuando la diosa, la figura de bronce, Tracy Lord, quiere ser mujer de carne y hueso.

Porque como dice ella no quiere ser deseada, ni adorada, quiere ser mujer amada.

Y en esa fiesta rompe su perfección.

Con unas copitas de champán.

Se vuelve única, cuando pierde la formas.

Y entonces, borracha, medio dormida, mujer… se vuelve la amada pelirroja.

La mujer amada.

Y el escritor, periodista y poeta… la dice que irradia luz por cada poro.

Ambos se ríen de la luna.

Juntos se zambullen en una piscina.

Ella pierde el sentido… pero siempre será la mujer divertida.

Porque Tracy en la piscina logra romper la estatua de cobre.

Abrir su cuerpo de diosa.

Y ser por fin, la mujer amada.

La pelirroja.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Siempre cine

Siempre cine.

Por la noche, por la tarde, por la mañana.

En soledad.

En compañía.

Siempre cine.

Una sala oscura y cientos de butacas.

Un salón y una pantalla.

Un ritual.

Silencio.

Se apagan las luces.

Se abre el telón.

Y aparece una historia en miles de fotogramas.

Momento mágico.

Irrepetible.

Siempre cine.

Cuando estás triste.

Cuando estás alegre.

Cuando lloras.

Cuando ríes.

Cuando piensas.

La luz se apaga.

Y las horas que transcurren frente a la pantalla… pasan como el viento.

Y de pronto has sido feliz

Y de pronto has sufrido.

Y de pronto has descubierto.

Y de pronto has pensado.

Siempre cine.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Lulú en Hollywood. Las confesiones de una leyenda del cine. Louise Brooks (Ultramar, 1991)

Hay libros que no pierden frescura. Y uno de ellos es Lulú en Hollywood. Lo tengo desde hace tiempo y me apetecía volverlo a leer… y de nuevo me ha parecido fascinante. Interesante por la autora. Interesante por lo que cuenta. Interesante por cómo lo escribe.

Louise Brooks fue una estrella efímera, porque ella lo quiso y también por las circunstancias, durante el periodo del cine silente. En aquellos locos años veinte, la Brooks fue una actriz, con filmografía actualmente de difícil acceso, que ha pasado a la memoria cinéfila no por sus películas estadounidenses sino por dos obras que realizó en Alemania casi ya a las puertas del cine sonoro con el director G. W. Pabst.

Ella fue la protagonista total y absoluta de La caja de Pandora y de Tres páginas de un diario. Películas que en su momento pasaron sin pena ni gloria. Incluso la Brooks no recibió muy buenas críticas. Fue con el paso de los años y con las nuevas miradas que disfrutaron de estas obras cuando Louise Brooks, retirada de Hollywood que ella desterró y que también hay que decirlo fue desterrada, alcanzó el estatus de actriz mítica y maldita.

Así el libro recoge una serie de artículos-ensayos que recogen su testimonio vivo y lleno de auténtica sinceridad y verdad sobre aquellos locos años veinte en Hollywood. Un Hollywood silente alejado del que ha llegado a nuestros días, un Hollywood oscuro y duro pero también lleno de chispa y de personajes insospechados donde la Brooks se paseaba con mirada limpia, crítica y sincera.

Pasear por las páginas de este libro supone encontrarse en la mansión desenfada de los Bennett (donde las hermanas Constante y Joan harían historia en el cine… La Brooks era amiga de la tercera en cuestión y más desconocida, Barbara) o encontrarse en la mesa de un Leslie Howard apasionante (y ahora tan olvidado… es casi un personaje de película…, aquí sólo hay un apunte). Imaginar cómo era el mundo de lujo y barro del señor Kane (digo Hearst) y su amante Marion Davis así como todos los que pululaban alrededor. Un duro mundo de apariencias donde jóvenes conocidas de Brooks encontraron sólo soledad, dependencias y muerte. También encontrarse de frente con actores dando sus primeros pasos y cómo la industria hollywoodiense los transformó: Bogart y W. C. Fields… la Brooks deja dos retratos muy diferentes de los que estamos acostumbrados.

Con mirada sincera y amena nos cuenta los rodajes en aquellos años junto a los compañeros de reparto o los directores. Analiza su experiencia tanto en Hollywood (Mendigos de vida) como en Alemania (La caja de Pandora). Ya habla de los contratos que esclavizaban a los actores y actrices en las productoras y cómo dirigían sus vidas o manejaban lo que se debía saber de sus vidas. De cómo la industria igual que te ensalzaba te podía retirar de los focos al momento. Así cuenta la entrada gloriosa de un nuevo prototipo de mujer, la Garbo, y la muerte repentina de otra estrella del duro star system, la famosísima Lilian Gish.

Y todo a través de la pluma ágil y desnuda de la Brooks que habla sin rubor y sí con sencilla inteligencia de sus experiencias y escarceos. De su propia subida al Olimpo y caída. De sus relaciones con otros profesionales del medio, con amigas, amigos, enemigos y enemigas…También ofrece un retrato de la vida en los espectáculos de variedades donde ella era bailarina que subió a los escenarios como chica del Ziegfeld Follies en Broadway. Y muestra como miraba y miraba y sobre todo cómo no se tomaba ella misma demasiado en serio lo que la convirtió en prototipo de mujer rebelde. Y ahora viendo sus imágenes, de mujer moderna de los veinte pero también del siglo XXI. Con su pelo a lo garcon, su mirada limpia, transparente e inteligente y su pluma veloz.

Lulú en Hollywood es todo un deleite y una fuente de conocimientos para conocer ese otro Hollywood también apasionante. Sin luces de neón. Oscuro pero también lleno de destellos y talentos. Con muchas historias, algunas tristes, otras divertidas y con mucha, mucha chispa…

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Diccionario cinematográfico (149)

Bruja: dicen que las brujas eran mujeres a las que se les atribuía poderes extraordinarios. Mujeres que históricamente estaban relacionadas con la superstición, mujeres que fueron perseguidas y quemadas en los fuegos de la inquisión porque sus poderes eran considerados malignos.

Las brujas también son personajes de origen mítico que aparecen en los cuentos infantiles o en leyendas antiguas. Hay incluso un imaginario sobre cómo es una bruja. Una mujer fea y malvada con poderes mágicos que puede volar montada normalmente en una escoba. Pero este imaginario ha evolucionado y también las brujas pueden ser hermosas…

En el cine la bruja también ha sido personaje imprescindible de mil y una historias. Nuestro recorrido empieza con la bruja malvada del Este que es la pesadilla de Dorothy en El mago de Oz. Una bruja totalmente de cuento con verruga incluida y el rostro de Margaret Hamilton…, Judy Garland también se encontraba con una bruja buena y bella, la del Norte, con el rostro de Billie Burke.

Otra de cuento y recordada con cariño es, sin duda, La bruja novata. Aventura Disney divertida y tierna donde una impagable Angela Lansbury es una aprendiz de bruja con escoba y conjuros incluidos. Y si no nos ponemos puristas ¿quién Mary Poppins sino una bruja buena y moderna? Disney siempre fue magnánimo con las brujas y nos presentó personajes inolvidables pero quien gana la partida es la bruja de Blancanieves. Porque es bella y horrible a la vez. Y su transformación, terrorífica. Nadie olvida esa hermosa madrasta (vamos, ni comparación con la sosilla de Blancanieves) delante del espejo en todo su esplendor y cómo se convierte en una mujer anciana, de negro, con rostro tremendo y manzana traidora…

Pero dentro de la evolución de las brujas, ahí nos encontramos a las rubias más hermosas convirtiéndose en mujeres modernas… pero brujas, brujas, brujas… que son capaces de enamorar locamente a hombres que suspiran por ellas y que están dispuestos a vivir para siempre al lado de mujer tan especial. Así primero fue Veronica Lake fue esa bruja que trata de hacer la vida imposible a Fedric March pero tiene un corazón que no le cabe en el pecho en Me casé con una bruja de René Clair. Años más tarde fue Kim Novak quien enamora a James Stewart como una moderna bruja de los años cincuenta en Me enamoré de una bruja. Y siguiendo con la estela de amables brujas…, no podemos olvidar la popularidad que adquirió la serie Embrujada (años sesenta) que hace poco tuvo un remake prescindible con una Nicole Kidman de ama de casa que trata de disimular sus megapoderes a su normal marido. También fueron mujeres ‘normales’ que de pronto son conscientes de sus poderes sobrenaturales Cher, Michelle Pfeiffer y Susan Sarandon en la taquillera Las brujas de Eastwick.

Ahora toca el turno a otro tipo de brujas. A todas esas mujeres que fueron condenadas a la hoguera por múltiples causas por la Inquisición y por la intransigencia de todo un pueblo. No gustaban las mujeres que se salieran del guión establecido y algunas sufrieron las consecuencias más horribles. Así recordamos películas más oscuras como El Crisol que adapta una de las obras más populares de Arthur Miller sobre unas jóvenes condenadas por Brujas en la comunidad de Salem o la joven y mísera campesina a la que en un ambiente de erotismo oscuro es condenada en la hoguera por bruja en El nombre de la Rosa.

Hubo directores que indagaron en la brujería femenina como Carl Theodor Dreyer que bien nos presenta mítica película de bruja vampira en película de culto, Vampyr o que analiza el mundo de la condena por brujería en Dies Irae.

El mundo oculto de las brujas de cuento o más reales es infinito en metros de celuloide…

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