Diccionario cinematográfico (153)

Pescadores: seguimos con profesiones y ahora nos centramos en los pescadores. De mar o de río. Hombres curtidos, mujeres curtidas, niños curtidos, abuelos curtidos… por la brisa marina y por la vida dura.

El cine y los pescadores… unidos por una mar de fotogramas. La pesca como duro trabajo o la pesca como afición. Dos mundos muy distintos.

Si nos centramos en la dura vida del pescador podemos irnos a dos trabajos cinematográficos de dos épocas diferentes. Una es obra del británico documentalista Robert J. Flaherty que en Hombres de Aran nos relata la supervivencia de los isleños de Aran y su relación cuerpo a cuerpo con el mar.

Si viajamos un poco más allá. En los principios del neorrealismo italiano, el aristócrata Luchino Visconti nos dejó Terra Trema que no sólo refleja la dura vida del pescador sino también su supervivencia y la explotación injusta de su trabajo.

La pesca también sugiere alegorías. Es el hombre frente a la fuerza de la naturaleza. Así recordaremos dos obras cinematográficas, que son a su vez adaptaciones literarias de dos clásicos de la literatura norteamericana. Por una parte El viejo y el mar con un Spencer Tracy de pescador anciano que su suerte ha sido arrebatada y ya los peces no quieren ser pescados por él… hasta que pasa unos días a la intemperie… O nos quedamos con el Moby Dick de John Huston y la obsesión del capitán Ahab por la caza de la ballena blanca.

Y también el mar va unido al terror. Nos quedaremos con un clásico de los años setenta, Tiburón donde un grupo de hombres donde se encuentra un veterano cazador de tiburones se enfrentan a la captura de un animal maldito que siembra el horror en las costas por su hambre voraz de carne humana…

Pero la pesca también es afición y filosofía de vida. Así podemos señalar tres películas muy diferentes. La primera pura comedia screwball comedy. Nos encontramos con un Rock Hudson que es un experto vendedor de productos para pesca… Ha escrito libros como erudito en pesca pero… no tiene ni idea de pescar (sin que nadie lo sepa, claro). Así que una chica alocada le arrastra a un fin de semana donde se celebra un campeonato de pesca (y donde el jefe del pobre Rock tiene muchas expectativas para la promoción de utensilios de su tienda…). Me refieron a la hilarante Su juego favorito.

También citaremos ese drama familiar que es El río de la vida que nos cuenta la relación entre un padre y dos hermanos. Tres hombres muy diferentes, y que se toman la vida de distintas maneras y que tan sólo les une una afición común: la pesca.

Y, por último, nos detendremos en la magnífica Anatomía de un asesinato. Donde James Stewart es un abogado tranquilo y casi retirado que decide defender a un teniente acusado de asesinato. El abogado tranquilo pero perro viejo que sabe cómo ejercer su trabajo y cómo interpretar las leyes… se relaja en los momentos tormentosos con la pesca…, con su viejo amigo alcoholizado.

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Mal día para pescar (2009) de Álvaro Brechner

No conozco o no recuerdo el relato de Onetti que sirve de base para Mal día para pescar. Pero sí se nota la melancolía y los personajes atrapados por el desencanto y el pasado del autor uruguayo.

Y fue esa melancolía de dos perdedores lo que me atrapó de esta película. Y fue la tremenda tristeza y dulzura que destila el luchador con rostro de Jouko Ahola lo que me tuvo atada a la pantalla.

En más de una ocasión he escrito que sin gustarme nada ni el boxeo ni la lucha libre, sin embargo, las películas que giran alrededor de estos mundos casi siempre me encantan. El uruguayo Álvaro Brechner me ha traído a la memoria Más dura será la caída y el luchador Toro Moreno.

Así tanto Jouko Ahola, “el hombre más fuerte del mundo”, y su pícaro y cansado manager Príncipe Orsini (fantástico Gary Piquer) van arrastrando su desesperanza por distintas poblaciones de América Latina. Y ofreciendo un espectáculo que aprovecha los malos tiempos enfrentando al luchador con lugareños por cifra económica. El gran Orsini, con su labia, amaña estos combates para que les reporte ganancias y mientras el enorme luchador se deja arrastrar mientras sueña entre la enfermedad y el alcohol que volverá a recuperar el título de campeón del mundo.

Y cuando llegan a un pequeño pueblito para hacer lo de siempre… se cruza en su camino una mujer joven y desesperada que ve en el dinero que proporciona la lucha una salida a sus problemas y desencanto. Así deja al descubierto el frágil mundo de sueños de ambos…

Así el realizador Álvaro Brechner en su primer largometraje con tintes crepusculares, unos pequeños apuntes de humor y mucha tristeza nos deja deambular por un mundo de causas perdidas.

Y el corazón se te encoge cuando ves que lo único que logra calmar la nostalgia del gigante musculoso que se va haciendo viejo es cuando su pícaro y complejo manager tararea una canción de los viejos tiempos, Lili Marlene.

El gigante que vivió sus momentos de gloria en Europa… pasea su decadencia por escenarios de pequeñas poblaciones donde la gente ve una salida a sus complejas vidas y a sus miserias diarias con el espectáculo del hombre más fuerte del mundo luchando cuerpo a cuerpo con un conocido local. Y mientras el manager trata de poner toda la guinda necesaria para dar una apariencia épica e importante al encuentro casposo.

Cuando todo se derrumba alrededor de ambos. Cuando son conscientes de su relación de dependencia… entonces descubren que al fin y al cabo se tienen en sus soledades. Que no es gran consuelo. Y cada uno trata de nuevo de encontrar su dignidad perdida en duro aprendizaje que además hará (y eso es lo duro) que otros seres humanos frágiles caigan…

Mal día para pescar ha sido agradable sorpresa con dosis de melancolía.

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Dos películas que pudieron ser… y no fueron

Dos películas que pudieron ser grandes… y no lo fueron. Sin embargo no dejan de tener un interés y unas secuencias que merecen la pena. Dos películas que por lo menos, y no es poco, no te dejan indiferentes y sí con muchas ganas de comentar.

Lovely bones (2009) de Peter Jackson

Todas sus posibilidades quedan ahogadas por unos personajes mal desarrollados y una estructura mal armada. Así la película que tiene secuencias visualmente potentes queda absolutamente desinflada.

Parte de un buen material, unos buenos matices de historia y con unos personajes que podrían haber sido atractivos.

El melodrama queda dinamitado por una estructura absurda y por un desarrollo también absurdo de los personajes principales. De paso ponen ahí a una abuela que no pinta nada (con el rostro magnífico de Susan Sarandon), una niña médium que es la rarita y un niño mono… que poco hacen para salvar la trama.

La mezcla entre el mundo onírico y real podría haber sido una solución genial para el desarrollo de la historia y sin embargo no hay un ensamblaje creíble para presentar los dos mundos y darles todo su sentido.

Y es una pena. Porque tiene escenas hermosas. Lo de que la narradora, la niña asesinada, sea una muerta (no se asusten se sabe desde el principio) podría haber sido todo un puntazo… ¿recuerdan El crepúsculo de los dioses? También nos la narraba un hombre asesinado. El final con frase irónica que funciona perfectamente en la maravillosa Mi Idaho Privado que te deja hecha polvo, aquí te da más bien lo mismo. Así ante la frase “Espero que viváis mucho y seáis felices para siempre” te quedas en estado fuera de onda.

El destino final del asesino en serie con cara de Stanley Tucci…,no convence. La justicia divina como que aquí no te la crees. Y eso que Tucci no está mal como retorcido asesino. Pero es tan flojo cómo descubre o intuye el padre que es el culpable… tan poco verosímil… una estructura tan compleja para una revelación tan pobre.

Jackson tampoco aprovecha el potencial que podría haber sacado a las distintas maneras a que se enfrentan cada uno de los miembros de la familia a la terrible desaparición de la hija, hermana y nieta. A la ausencia del ser querido. Así madre (Rachel Weisz), padre (Mark Wahlberg), hijos y abuela son absolutamente desaprovechados y sus transformaciones y evoluciones absurdas.

La niña protagonista, Saoirse Ronan, una pasada aunque se pase la mayoría del metraje en el mundo orínico, entre el cielo y la tierra, y su personaje tampoco esté bien desarrollado.

No le niego a Peter Jackson una fuerza visual y una belleza increíble en alguna de sus secuencias así como soluciones cinematográficas muy buenas. La casa del asesino, alguna de las escenas familiares sobre todo al principio, la fascinación de la protagonista por la fotografía, la captación del instante, los momentos previos al asesinato, alguno de los momentos oníricos que vive la protagonista…

Pero es de esas películas que podrían haber sido una pasada y se quedaron en algo muy pequeñito…

El edén al oeste (Eden à l’Ouest, 2009) de Constantin Costa-Gavras

Si se quiere hablar de un representante de un cine político enseguida viene a la cabeza Constantin Costa-Gavras. En su carrera hay títulos como Z, Estado de Sitio, La caja de música o Amén. Su última película El edén al oeste es una fábula sobre la inmigración. Es como si Costa-Gavras cansado de tanta dura realidad, de tanto horror…, estuviera harto y ya no pudiera más y sólo se siente capaz de representar una especie de viaje fantástico de un inmigrante que se encuentra en su camino las situaciones más surrealistas que pudiéramos pensar.

Así Costa-Gavras renuncia al horror de lo que nos cuenta y prefiere meter caña a través de un cuento triste que sólo puede terminar de manera fantástica porque sabemos que el futuro del protagonista va a ser negro. Negrísimo. Pesimista. Es como si Costa-Gavras dijera me he pasado la vida denunciando y presentando la cruda realidad. Quiero cambiar de táctica y a ver si los espectadores les entra de una vez el mundo injusto en el que vivimos. Voy a contar la historia de un joven y bello inmigrante ilegal que protagonizará toda una Odisea hasta llegar a París para cumplir un sueño o una esperanza de encontrar una vida mejor.

Y se cruza con situaciones surrealistas, personajes mezquinos como ogros y brujas, personajes dulces como hadas y almas protectoras…, y su situación va de mal en peor pero todo sea por la consecución de un sueño. Por creer que la magia es posible. Y cada encuentro es una advertencia o una actitud frente al otro, al que viene de fuera.

Pero no se engañen Costa-Gavras no nos deja un final feliz. Sino mucha amargura y sólo una salida a través del escapismo y la fantasía. Costa-Gavras huye de lo real… pero nos dice muchas cosas.

Es para analizarla con mucho cuidado y dejarse enredar en los ojos claros del protagonista y enredarse en sus rizos y miedos. Obviamente es tal el carácter de fábula que el director político aleja al espectador que puede optar por hacer como que no entiende lo que le están contando. Y bajo la fábula amable nos está contando una historia amarga, muy amarga…

Y por eso en esta película Costa-Gavras nos ha desconcertado… nunca pensamos que optaría por la fábula y la magia para contarnos una historia fuerte. Muy fuerte.

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Gigante (Gigante, 2009) de Adrián Biniez

Pequeña y sencilla película uruguaya.

Ingredientes:

Un hombre gigante con actitudes de niño y mirada y sonrisa dulce. Que trabaje de vigilante en un supermercado y los fines de semana en un garito.

Una mujer dulce que se llame Julia y que trabaje como mujer de la limpieza en el supermercado.

Una cámara de vigilancia.

Unos compañeros de trabajo.

Una rutina diaria del gigante que se vea alterada cuando divise en una cámara de vigilancia a Julia.

Una playa.

Modo de preparación: se agita siempre con mucha dulzura y amor hacia los personajes. Se trata siempre de cuidar el punto de vista del gigante solitario que juega como un niño con su sobrino. Vigila y nos muestra en distintas actitudes que su corazón es un corazón con nobleza. Se le ve en su rutina diaria en su hogar, en su habitáculo de vigilancia o en el comedor del trabajo. La sonrisa de Julia, cómo se pinta los labios, sus meteduras de pata en el trabajo… hacen que cambie su rutina diaria y la cambie por una visita a la sala de cine, por un paseo por la playa, por un rato en un local de Internet u otro rato en un bar con televisión…

El gigante silencioso es apreciado por sus compañeros, tiene unas manos mágicas y actúa por impulsos. El gigante protege. El gigante es tímido. El gigante estalla cuando ve que puede perder aquello que ha hecho su vida más dulce, aquello que ha sido el atisbo de un cambio en la rutina. El gigante cuida desde la distancia a Julia. Sólo busca una manera de acercarse a ella.

Adrián Biniez soluciona esta comedia romántica y sencilla que transmite emoción con una escena bella… en la tranquilidad de una playa. La barrera de la distancia se rompe de manera sencilla. El paso de ser sujeto observador a sujeto de acción es simple y hermosa.

Enternece el rostro de un hombre grande con cara de Horacio Camandulle. Tanto que todos deseamos que no le ocurra nada malo y que dentro de su rutinaria vida algo hermoso le pueda ocurrir.

Pequeña y sencilla película uruguaya.

No se la pierdan.

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Capturing the Friedmans (2003) de Andrew Jarecki

Éste es un documental que definiría en una palabra: impactante. Impactante e incómodo. Vaya, ya han salido dos palabras. Jarecki, además, no toma partido, expone. Es el público el que saca conclusiones y eso se agradece pero lo hace más complicado. Y ya va la tercera palabra. 

Un montaje excepcional y una batería de imágenes absolutamente privadas con una serie de entrevistas a gente implicada en el caso. Los Friedmans aportan los vídeos caseros de toda una vida. La diferencia es que esta familia no sólo grababa en 8 mm los momentos felices o en cintas de vídeos (como es habitual) sino que también filman momentos desgarradores y su propia destrucción como familia. Y ver esas imágenes tan personales (aunque las hayan cedido) no deja de crearte una sensación incómoda (y sí la vi entera de pe a pa). 

El documental expone el caso de la familia Friedmans, una familia de clase media alta norteamericana que se descompone y destruye cuando en 1987 el padre y el hijo menor son detenidos por la policía acusados de pederastia. Todo empezó por una investigación policial en la que se detecta que el padre recibe por correo material de pornografía infantil desde Holanda. De ahí pasa a ser acusado por actos de abuso sexual a sus alumnos de informática durante años junto a su hijo pequeño. 

En el interior de la familia, en la que ya había problemas (como en todas las familias), el acontecimiento descompone aún más el núcleo familiar. La madre es apartada definitivamente de la fuerte unión que existe entre los tres hijos varones y el padre. La madre, duda, y el padre y los tres hijos luchan por demostrar su inocencia. Pero si algo es positivo en la exposición de esta historia cruda y verdadera es que no se toma partido por ninguno de los miembros. Y si hay algo tremendamente humano, es que nos presenta lo peor y lo mejor de cada uno de ellos. Eso da miedo. Porque nadie diría en las idílicas imágenes de familia feliz de 8 mm la compleja y disfuncional personalidad del padre. Porque vemos también la difícil personalidad de la madre y sobre todo vemos como influye en la personalidad de cada uno de los hijos (el mayor y el menor. El mediano no quiso participar en el documental lo que afirma como a cada uno le afectan los acontecimientos de distinta manera). También, da miedo porque son tan humanos que por supuesto no vemos los monstruos en los que se convirtieron padre e hijo en los medios de comunicación de la época. 

Y da miedo, porque yo personalmente, uno de los actos que más rechazo me causa y repugnancia es la pederastia. Y las personas que lo practican sin duda hay algo que no les funciona bien en la cabeza. Cuando salen casos en medios de comunicación mi rechazo es pleno hacia las personas que han cometido abusos sexuales con menores. También soy consciente de que son temas tan sumamente delicados que hay que estar totalmente seguro y atar todos los cabos antes de dar un veredicto de culpabilidad.  

Sin embargo, mis sentimientos hacia el padre de los Friedman han sido ambiguos. Por una parte su reconocimiento de pederasta y algunos comportamientos me causaban un rechazo profundo pero por otra parte, había momentos en los que me parecía un pobre hombre con un tremendo problema y que se ve abocado a un juicio que se dispara y le convierten en un monstruo. Por otra parte, él declara que consume productos de pornografía infantil (revistas y fotografías), que ha abusado sexualmente de dos jóvenes durante vacaciones familiares (por esto que confiesa no se le acusaba) y que efectivamente se excita (comportamiento del que no está orgulloso) con menores…, pero tanto él como su hijo se declararon inocentes sobre todos los abusos sexuales de los que se les culparon con los alumnos de las clases de informática.   

Es una clara situación en la que los Friedmans ven atacada su intimidad como familia y se convierten en un centro de atención para un país que los juzga de mil cosas antes de tiempo. Se convierten en una imagen del horror y de degradación y no son tratados como personas. Desde el primer momento se les condena y la opinión pública no oye, escucha ni ve las posibles contradicciones en algunas de las acusaciones o la debilidad de algunas pruebas. Entre los vecinos se forma una especie de histeria colectiva llena de juicios y declaraciones contradictorias. Llama la atención la declaración de un alumno que opina que jamás, jamás vivió ni un asomo de abuso sexual y cómo nunca vio nada y otro (con la cara oculta) que cuenta aberraciones en esas mismas clases. Una investigación policial con grandes fallas y una actuación judicial sin asomo de la presunción de inocencia que se vuelve absolutamente cruda para el menor de los Friedmans que es llevado a la cárcel con 18 años, y que en ningún momento contó con una presunción de inocencia, y que no vio la luz hasta el año 2001. 

¿Qué ocurrió realmente?¿Cuál es la verdad? No, el documental no lo revela pero sí expone todos los elementos que hicieron que fuera más difícil entrever esa verdad o realidad. ¿Existieron realmente esos tremendos abusos sexuales con los alumnos de las clases de informática? Y también el peligro de un juicio popular antes de un juicio legal. Está claro que es documental que hace pensar y reflexionar mucho. Y nunca viene mal. 

Jarecki tardó tres años en completarlo y cuenta que en un principio la idea original del documental era contar la historia de los payasos de cumpleaños de Nueva York…, entonces se cruzó en su camino uno de los payasos más populares, David Friedman (el hermano mayor), que tenía una historia que contar…, y así nació Capturing the Friedmans. 

Escalofriante documental (y va la cuarta palabra) donde se desnuda y disecciona totalmente una familia.

Star system femenino de cine silente en Hollywood

La primera persona con la que se creo el star system fue una mujer. Los productores pronto se dieron cuenta que el público quería saber sobre aquellos rostros que traspasaban la pantalla. Querían saber el nombre y apellido de esa actriz que sufría tanto o de aquella que les hacía reír. Todo empezó con Florence Lawrence.

Pero el star system silente nos dejó rostros que aún impactan en pantalla. Y nombres. Muchos nombres.

En el mundo de la risa la reina era Mabel Normand. También la enorme Marie Dressler. Y no olvidemos que era realmente divertida (pero sus trabajos han quedado sepultados bajo su historia con el millonario Hearts) Marion Davies. Y nunca hay que olvidar que Edna Purviance no sólo era tierna y dulce sino que tiene escenas junto a Charlot muy pero que muy graciosas.

El cine silente creo divas. Auténticas reinas que tomaron las riendas y adquirieron poder, mucho poder. Que les fue arrebatado en cuanto llegó el sonido. Y esas primeras reinas fueron: Mary Pickford, Lillian Gish y Gloria Swanson. Una era la reina, directamente. Su éxito y fama la convirtieron en la aristocracia de Hollywood y también en muñeca que llenaba los escaparates. La segunda fue la indiscutible virginal dama. Y Gloria era el glamour.

Después estaban las chicas modernas. Que aún hoy cautivan con sus rostros. Una Louise Brooks atractiva o la chica it, signo de modernidad y liberación de los años veinte, años de locura y jazz: Clara Bow.

Sin embargo fue de Suecia donde llegó la diva de las divas, la mujer delirio, que hipnotizó en sus dramas con su rostro extraño y bello. Daba igual la película o su calidad. Se convirtió en mujer fenómeno: Greta Garbo.

Otro rostro que brilló y encandiló por el romanticismo exacerbado de sus películas fue Janet Gaynor.

Y es una gozada lograr ver los trabajos silentes de actrices como Joan Crawford o Carole Lombard.

La lista es muy larga. Esto es sólo un aperitivo.

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Un fantasma del siglo XX (Fantasmas de Joe Hill, Punto de lectura, 2009)

Joe Hill demuestra su amor al cine en un relato de su libro de cuentos Fantasmas. Un fantasma del siglo XX es una pequeña narración con mucho encanto que habla del ritual que supone ir a una sala de cine y ver una película. Habla de la importancia de las salas como sitios donde puedes disfrutar de películas y vivir distintas sensaciones. Habla del amor al cine. De ir al cine. Habla de una joven fantasma que pasa sus horas, sus años, su eternidad sentada en una butaca de una vieja sala de cine que vivió sus momentos de gloria, el cine Rosebud. Y que se manifiesta cuando le gusta una película y le apetece compartir ese amor por la película al espectador que esté a su lado.

Y estas apariciones cambian la vida del espectador que inevitablemente se ve obsesionado por la aparición y se acrecienta su amor por el cine… y en concreto nunca olvidan el cine Rosebud. A pesar de haber vivido el susto de sus vidas. Pero los años pasan, y las salas de cine van dejando de ser sagradas, y el dueño del cine —que vivió su propia aparición de la joven fantasma mientras veía Fantasía de Walt Disney cuando era un niño… y desde entonces vuelca su vida en la sala— ya es un hombre mayor acuciado por las deudas y preocupado porque ya apenas puede mantener la sala abierta. Y preocupado por el futuro de la joven fantasma.

Pero de pronto todos aquellos que vivieron la aparición de la joven fantasma se dan cuenta de que la sala de cine está en peligro. Y, por tanto, la joven fantasma también. Ella sólo quiere permanecer sentada en la butaca viendo buenas películas. Ella sólo quiere ser espectadora. Ella que falleció sin poder ver terminar El mago de oz…, esa Dorothy con zapatos rojos que pisa el camino de baldosas amarillas… y que sólo desea regresar al hogar. Ese hogar que puede ser arrebatado a la joven fantasma espectadora…

Y no os escribo ni os destripo más del relato del hijo de Stephen King que regala un relato tierno (y eso es lo que hace al cuento especial) lleno de referencias cinematográficas y que es un canto a las grandes salas de cine, al paso del tiempo a través de las películas y al disfrute de un ritual hermoso…

Ahora sólo queda leerlo.

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Tiempo de gloria (Glory, 1989) de Edward Zwick

Lo primero que me llama la atención de esta película bélica de 1989 sobre la guerra de secesión es una escena en que aparece por primera vez Denzel Washington (que ganó un oscar como mejor actor secundario y supuso la plataforma para que este actor accediera a partir de este momento a papeles principales. Washington podríamos decir que se convirtió en el heredero de Sidney Poitier). Él es miembro del futuro regimiento 54 de Massachussets, el primer batallón formado únicamente por soldados negros (aunque los encargados de formarlos, organizarlos y mandarlos fueran todos militares blancos). En su primera aparición, Denzel muestra sus características es un esclavo huido que sólo guarda odio y desprecio porque nunca le han tratado de otra manera y es su forma de salvaguardar su orgullo y rebelarse contra la humillación continua. Con sus nuevos compañeros de batallón se muestra cínico y cuando ellos les preguntan que dónde estaba, les dice irónicamente, algo así como: Me he presentado como presidente y he perdido. Y todos ríen ante tal contestación porque todos entienden que es una situación imposible. Sin embargo vemos que en pleno siglo XXI esta situación no sólo no es imposible sino que actualmente el presidente de EEUU es un hombre negro. Así esta película adquiere otra dimensión.

Por otra parte, Tiempos de gloria presenta un aspecto de la guerra de secesión poco estudiado así amplía una visión de la historia. Y además presenta este aspecto con complejidad, no se queda totalmente en la superficie. Analiza cómo más bien la estrategia de Abraham Lincoln de convertir la guerra de secesión en una guerra de derechos humanos fue una estrategia más. Es decir, esta guerra supuso más bien el enfrentamiento entre dos modelos económicos entre la población del norte y la población del sur. La abolición de la esclavitud era sólo un aspecto más. Porque como queda claro una cosa era la abolición y otra cosa era que la población negra lograra los mismos derechos, libertades y deberes que cualquier ciudadano americano. Así plantea el racismo presente en el ejército de La Unión, en la parte Norte. Pero no obstante para muchos ciudadanos negros supuso un primer paso hacia la consecución de sus derechos y a una lucha por la dignidad.

Otro aspecto que toca de manera genial sobre todo en toda la emocionante, trágica y tremenda secuencia final es la inutilidad de la guerra. Como miles de hombres son lanzados a ataques suicidas, cuerpo a cuerpo, en misiones que se saben de antemano imposibles. Lo absurdo de lanzar a la muerte a un montón de ciudadanos.

Como es habitual en el cine de Edward Zwick para narrar esta historia emplea una narrativa cinematográfica épica con ritmo, tensión y emoción. Pero a la vez, en esta ocasión Zwick, también trabaja con momentos intimistas y el detalle. Lo cotidiano y la convivencia entre este regimiento. Tanto de los integrantes del batallón como la relación entre éstos y los dirigentes. Centrándose en la figura del joven y sensible coronel Robert Gould Shaw que contó su historia a través de las cartas que envíaba a su madre. Y el tratamiento de este personaje no es plano y heróico sino lleno de ricos matices que crean un personaje complejo. Un personaje que logra evolucionar a lo largo del metraje y que emociona su transformación así como entender sus motivaciones.

Señalar también el acierto del elenco de actores que construyen sus personajes (y que algunos es cierto son el estereotipo del tipo de soldado que se recrea en las películas bélicas pero con unos matices que les hacen creíbles). El sensible pero también duro coronel Robert Gould Shaw, un hombre joven, inteligente pero a la vez frágil con sus miedos e inseguridades (a veces siente que el papel de mando le queda demasiado grande y es consciente de sus debilidades) que se toma la formación y organización del batallón con todo el sentido del deber. Él cree en su batallón, y por eso lucha porque tengan los mismos derechos y deberes que los demás soldados del Norte (que tengan la misma consideración, los mismos trabajos y misiones que los demás, la misma paga, los mismos uniformes y que reciban el mismo trato que todos). Así recibe la incomprensión, en un principio, de sus mismos compañeros y amigos y de los propios integrantes del batallón que no conectan con él… pero después poco a poco se va viendo su forma de actuar y todos van construyendo un sentimiento de empatía hacia el coronel Robert Gould Shaw que es interpretado, a mi parecer muy bien, por Matthew Broderick. También es acertado el rol de su compañero fiel que se mete de lleno —aunque muchas veces no entiende la actitud del amigo— en la organización y formación del batallón. El compañero fiel cuenta con el rostro de Cary Elwes y es el personaje que cuenta desde el principio con la empatía del espectador porque mira a través de nuestros ojos y entiende la actitud del amigo al igual que la vamos entendiendo nosotros.

El reparto de los actores negros protagonistas que forman parte del batallón y que tienen un papel dramático importante en la trama está formado por Denzel Washington que da todo el carácter épico necesario a su personaje y que logra emocionar (además de tener las escenas más interesantes junto a Matthew Broderick que construyen una relación y una reflexión sobre la inutilidad y sinsentido de esa guerra), nos encontramos con el siempre eficaz Morgan Freeman en un papel repleto de humanidad y a Andre Braugher como un negro libre e intelectual consciente de todos sus derechos pero que lucha porque todos alcancen esa igualdad, libertad y derechos (aunque su camino será duro, arduo y complejo). Este actor me emociona (como ya lo hizo en una pequeñísima película A Dúo donde su personaje hace de esta película un recuerdo imborrable para la que esto escribe).

Así Tiempos de gloria se convierte en película interesante para revisitarla y disfrutarla en todos sus matices. La escena final que cierra la película, impactante.

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Diccionario cinematográfico (152)

Jardineros y jardineras: jardineros y jardineras que cuidan las plantas, los árboles, los pequeños huertos… y además viven sus propias historias. Profesionales y aficionados. Personajes que pueblan películas y nos narran sus vivencias entre plantas, arbustos y árboles.

Así digamos que quizá el jardinero más estrafalario, estrambótico y original sea Eduardo Manostijeras que embellece los jardines con las creaciones que realiza a través de los arbustos en una urbanización de los años cincuenta.

Otros son los reyes del melodrama. ¿Quién no se acuerda del atractivo y joven jardinero con cara de Rock Hudson que se enamora, mientras poda los árboles de su jardín, de una rica señora viuda y madura con rostro de Jane Wyman en Sólo el cielo lo sabe. Años y décadas después Todd Haynes homenajea estos melodramas de los cincuenta con una nueva visión de estas historias sin la censura y el conservadurismo de esos años de por medio y recrea la maravillosa Lejos del cielo donde esta vez el jardinero negro establece una relación con la señora de la casa que a la vez tiene un marido que parece ser no ha sido sincero con sus inclinaciones sexuales. Esta vez el jardinero es Dennis Haysbert.

También es jardinero el joven y hermoso Brendan Fraser que ‘revoluciona’ los últimos días del mítico director de cine de terror James Whale en Dioses y monstruos.

De Francia surgió la sencilla y emotiva historia Conversaciones con mi jardinero, donde un artista perdido encuentra el sentido de la vida en la sencillez y humildad de un hombre tranquilo, su jardinero y amigo de infancia.

Desde Gran Bretaña y su famoso sentido del humor llegó El jardín de la alegría donde una viuda que debe encontrar ‘sus métodos’ para sobrevivir económicamente y su jardinero se unen por una misma causa: el cultivo de marihuana.

La afición de un gris diplomático es su pequeño jardín al que se entrega de tal manera que le hace encerrarse en su mundo sin querer abrir los ojos al exterior y entender el porqué de la injusticia en el mundo. Finalmente este El Jardinero Fiel no tendrá más remedio que abrir los ojos a través de su esposa Thesa, una activista defensora de los derechos humanos.

Desde Los limoneros transcurre una historia que hace entender más que muchas conferencias la tremenda problemática entre israelíes y palestinos. El conflicto y la discordia saltan cuando por la seguridad de un ministro israelí se quiere acabar con el pequeño campo de limoneros de su vecina palestina, campo al que se han dedicado en cuerpo y alma las anteriores generaciones de su familia. Ahora ella con el viejo jardinero de la familia sigue cuidando día a día los limoneros…

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Un juego: análisis de dos películas malas

Hagamos este juego con dos películas del mismo género, el thriller. Y dentro de este género el que se sustenta en la figura del asesino en serie.

Analicemos dos películas que tenían todos los ingredientes para poder estar bien hechas y poder ser buenas películas. La primera curiosamente sí tuvo suerte en taquilla, la otra ninguna. Sin embargo ambas sirven para analizar por qué una película no es buena y cuáles son los motivos.

La primera es El coleccionista de huesos.

La segunda es 88 minutos.

La primera fue dirigida por Phillip Noyce en 1999 y era una adaptación de una novela de Jeffery Deaver. Noyce es un director con thrillers de éxito que se dio a conocer con Calma total en 1989. Austrialiano.

La segunda fue dirigida por John Avnet en 2007 y partía de un guión original. Avnet es sobre todo recordado por Tomates verdes fritos de 1991.

Ambas contaban con actor estrella y actriz en alza. La primera con Denzel Washington y Angelie Jolie. La segunda con Al Pacino y Leelee Sobieski.

Las dos partían con premisas de partida interesantes. La primera con un asesino en serie que provoca una serie de asesinatos macabros y que es investigado por un ex policía tetraplejico y una joven y compleja policía. La segunda parte de un médico forense que logra que un asesino en serie ingrese en prisión y años después cuando éste va a ser a punto de ser ejecutado se producen unos asesinatos exactamente igual a los que realizaba el hombre que va a ser ejecutado… Y todo conduce a sospechar del médico forense que además recibe unas llamadas recordándole que sólo le quedan 88 minutos de vida.

¿Qué es lo que hace que ambas películas sean carne de película del mediodía para echar una siesta?

Lo inverosímil llevado a extremos surrealistas e ilógicos. Porque lo inverosímil funciona en este tipo de películas pero cuando puedes construir un discurso lógico de lo que estás viendo (cuando el espectador apenas percibe lo inverosímil… se lo cree). La inverosimilitud de estas películas llega a tal punto que crea la incredulidad y la risa.

Unos personajes que podrían estar bien construidos llegan al extremo de la caricatura con unos personajes secundarios que no se sabe muy bien qué pintan ahí o sirven como mero pretexto para trucos de guión absurdos y algunos para que terminen siendo fiambre (y que encima nadie muestre ni un mínimo de tristeza por la ausencia… Por favor, no se pierdan en El coleccionista de huesos lo que ocurre con un personaje que se llama Thelma).

Unos finales que llegan al colmo de la estupidez y que a ningún espectador le importe y se muera de la risa cuando se descubre quién es el asesino. La decepción ante el rostro del asesino es absoluta en ambas. ¿Dos películas sobre asesinos en serie donde no interesa en absoluto el asesino en serie?

No tener ni idea de lo que es un macguffin y cómo emplearlo o desarrollarlo.

Que dé igual quién esté detrás de la cámara o quién sea el director de fotografía. Que la banda sonora (sobre todo en la segunda) moleste sobremanera.

Que me espante el peinado de mi ídolo, Al Pacino. Que me sienta triste porque una historia y una relación que podría haberse resuelto de manera atractiva e innovadora (ex policía tetrapléjico y policía novata) se quede en agua de borrajas. Unas miraditas, un toque de manos, unos mohínes…

Que sean meras copias de películas clásicas, una de ellas obra maestra. Si se mira bien El coleccionista de huesos tiene muchos ingredientes de la magistral La ventana indiscreta llevados al extremo y encima fatal resueltos. Y 88 minutos recuerda a la inquietante pero  interesante Con las horas contadas.

¿Quieren más motivos?

Búsquenlos.

Por cierto, es un juego divertido para un mediodía fructífero. Porque también se aprende de las malas películas. Algo consiguen ambas…te enganchan. De las dos por si les interesa me gusta más la primera, El coleccionista de huesos, pero me apena sobremanera porque tenía muchos ingrendientes para haber realizado película atractiva. Sin embargo, dato curioso… funcionó perfectamente en taquilla. La segunda nadie quiso ir a verla. Pobre, mi Al Pacino. Pero yo por verle…

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