Diccionario cinematográfico (165)

Cómicos y cómicas: aquellos que divierten o hacen reír. Siempre se ha dicho, y yo lo creo, que es más complejo hacer que alguien suelte una carcajada. Es más fácil hacer llorar. Pienso que pasa igual en literatura: hay más letras dramáticas que cómicas.

Por eso, por mi vena payasa y porque reír es sano me gustan los cómicos y cómicas. Me encanta el que sabe hacerme reír. Me agrada llorar de la risa.

Los reyes de la risa me apasionan.

Con Charlot y Edna Purviance.

Nunca olvidaré uno de sus maravillosos cortos juntos. Charlot, músico ambulante de 1916. Charlot, el sin hogar, se gana la vida tocando el violín. Un día se encuentra con una joven maltratada y más pobre que él que vive en un campamento ambulante. Él empieza a tocar una pieza al violín… con mucho ritmo, y ella mientras va lavando la ropa siguiendo el compás de la música…, rápido, lento, lento, rápido. Ambos entran en éxtasis (se enamoran apasionadamente… y el amor les vuelve más torpes) y mientras el espectador se parte de risa.

Con Keaton.

Todavía recuerdo tarde en la Filmoteca. Película proyectada: Las siete ocasiones. Buster Keaton perseguido por cientos de novias, corriendo mil y un peligros. Las novias no le dejan ni un respiro. La sala es un hervidero de risas continuas.

Con Cary Grant y Katharine Hepburn.

Era pequeña y me encontraba con mi familia entera, frente al televisor. De pronto nos vimos todos llorando de la risa, atragantándonos, sin poder parar… durante todo el visionado de la loca historia entre el científico despistado y la millonaria excéntrica…, vamos hasta cantaban a un leopardo. La fiera de mi niña fue el comienzo del idilio con la screwball comedy.

Con Peter Sellers.

Su personaje de El guateque es un genio provocando la risa. Él es el caos en persona. Y ya se sabe… carcajadas aseguradas. Desde su primera aparición como extra-patoso con trompeta inmortal…, las lágrimas e hipos de la risa están asegurados.

Con Jerry Lewis.

Lío en los grandes almacenes, el bueno de Lewis observa a una mujer mecanografiando en una máquina de escribir (de esas que quise yo tanto, ya saben). Y entonces se sienta en una mesa y con música maravillosa y pegadiza, el bueno de Lewis empieza a escribirnos una página entera con la técnica del mimo… una joya de la risa.

Con Carole Lombard.

Uno de mis personajes femeninos favoritos es sin duda alguna Irene Bullock. Al servicio de las damas es absolutamente desternillante desde el primer momento en que aparece esta mujer que es un sinsentido de principio a fin… y por ello enamorable.

Con Jean Arthur.

Me parto de risa con otra alocada de la vida: Jean Arthur. Mujer ideal en Una chica afortunada. Lloramos de la risa con cada una de las situaciones que vive la Arthur desde que se la cae un abrigo de piel encima de la cabeza mientras va en autobús hasta su paso por un hotel de lujo, pasando a cuando confiesa que su mayor deseo es comprarse dos enormes perros…

Con Claudette Colbert.

La Colbert es una cómica nata. Río sin parar en su viaje surrealista en Un marido rico en un tren lleno de locos cazadores excéntricos que la toman prácticamente como mascota…

Con los hermanos Marx.

No puedo evitarlo siempre estallo en carcajadas ante ese camarote ínfimo pero donde caben un número infinito de personas…, y también dos huevos duros. Siempre que veo Una noche en la Ópera deseo que llegue esta escena…

Con Woody Allen y Diane Keaton.

Misterioso asesinato en Manhattan… un matrimonio maduro y entrañable se convierten en detectives privados (cada uno tratando de salir de su cotidianeidad… a su manera). Llega el momento de entrar en el cuarto del sospechoso y presunto asesino. Y llorar de la risa es poco. Aunque la escena del ascensor ya es para atragantarse…

Con Jacques Tati.

Cualquiera de ese tío entrañable que no se lleva nada bien con las comodidades de la vida moderna en la casa de sus familiares. El tío siempre peculiar es otro especialista en sembrar el caos… pero él jamás pierde la compostura. Mi tío es una delicia con carcajadas en el silencio.

Con Jack Lemmon

Con sólo recordar el tango que se marca en Con faldas y a lo loco no puedo evitar que se me salten las lágrimas…

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Sólo Dios lo sabe (Heaven knows, Mr. Allison, 1957) de John Huston

Hay pequeñas películas bendecidas por una varita mágica. De tal manera que aunque caigan en olvido, cuando de pronto un día te las encuentras en un perdido canal de televisión, en una sala de cine perdida o en el fondo de una caja de dvd de oferta, desprenden su halo especial. Son películas, que a veces, no cuentan mucho en la biografía del director o no tienen importancia en una historia de crítica cinematográfica o en un anecdotario de cine. Pero el encuentro con ellas es siempre agradecido por mil motivos.

Bien, una de esas joyas escondidas y olvidadas… y poco valoradas pero que provocan una emoción intensa en cada visionado es sin duda Sólo Dios lo sabe de John Huston. La historia del marine desarraigado Mr Allison y de la hermana Ángela a punto de afirmar sus votos para siempre. La historia del marine rudo de vida compleja pero lleno de ternura y de la monja devota y creyente firme pero a la vez intrépida, divertida y emocional. Una historia de amor imposible, una historia donde no falta una sensualidad que traspasa la frontera de la pantalla de cine. La historia de dos seres, de personalidades imposibles (cómo le gustaban estas relaciones a Huston), en una isla perdida en los mapas, allá en el Pacífico, en plena Segunda Guerra Mundial. En una situación límite. Porque la soledad… la compartirán con todo un destacamento japonés.

Cuando escuchas a un Mr Allison borracho de sake quejándose de por qué ha tenido que parar a una isla desierta con una monja rubia, de enormes ojos azules, divertida y hermosa…, sabes que la hermana Ángela no huye despavorida por miedo a que el marine le haga daño (él jamás la haría daño) sino porque está pensando lo mismo: por qué está en una isla desierta con un hombre con hoyuelo, tierno, atento, delicado y divertido. Sólo un Dios con características muy humanas —vamos muy del Antiguo Testamento, muy dios tipo de la mitología griega o romana— pone esas pruebas…

No era uno de los grandes proyectos cinematográficos de Huston, fue más bien un recreo. Un paréntesis. Un viaje para rodar con todo un equipo y vivir siempre vivir y, si podía, desvariar un poquillo. En un principio quería a un Marlon Brando como marine pero creo que fue maravilloso que Brando no accediera y el estudio impusiera a Mitchum. Porque la película se sustenta entre otras muchas cosas (la parte mágica radica ahí) por la química que se desprende entre Robert Mitchum y Deborah Kerr (que ya había sido monja en Narcisos negros… otra obra de gran sensualidad).

Estas pequeñas películas mágicas están bien hechas. En concreto en Sólo Dios lo sabe, nos vamos a escenarios naturales con dos actores que construyen personajes con vida y una relación de camaradería que llena cada uno de los fotogramas. Basta quedarse enganchado, como espectador, a cualquiera de las miradas que lanza Mitchum a Kerr o viceversa o deleitarse con algunas de sus bromas o sufrir con ellos en cada uno de los peligros en los que se ven envueltos, para sentir la magia del metraje. Irremediablemente te ves atrapado en la silla o sillón y tu imaginación vuela al Pacífico lejano.

Y luego está Huston, el vividor que sabía hacer cine, y de vez en cuando nos deleitaba con su arte de saber mirar, de saber contar con imágenes. Así nos regala unos ocho minutos —el comienzo de la película— sin palabras pero que nos atan irremediablemente a la historia. Un naúfrago que llega a una isla desierta en una balsa de caucho, con la inquietud en el cuerpo, buscando agua, comida, mirando si se avista algún enemigo o amigo. El hombre va indagando, hasta llegar a algo parecido a una pequeña zona habitada, donde hay una tumba reciente, y a una especie de hogar… y de la puerta sale la imagen más insólita para un hombre agotado: una joven monja con toca, vestida totalmente de riguroso blanco, barriendo el porche… A partir de ahí el guerrero, bajo techo, puede por fin descansar un rato… y parar en su búsqueda.

A Huston siempre le llamaron la atención las parejas antagónicas que construyen una relación (que no siempre pueden tener un final feliz). Parejas imposibles. Como el detective y la mujer fatal. Como el pintor discapacitado y la mujer de mala vida. Como la solterona creyente y el marino borrachín (en esa otra maravilla, también en un sitio retirado y en otra guerra, esta vez la Primera, que es La reina de África). Como el viejo cowboy y la rubia desarraigada… y en un lugar muy especial Mr Allison y la hermana Ángela… con ese final abierto para que cada uno imaginemos qué será de ellos…

Yo hoy, por ejemplo, imagino que no vuelven a verse. Él sigue como marine. Y ella afirma sus votos y sigue de misiones. Pero por la noche, todos los días de su vida (no sabemos si serán muy largas o muy cortas), ambos se sueñan. Y se ven en esa barca juntos para pescar a una gran tortuga…

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Picasso y Borzage… historias sobre un bombardeo

De nuevo en un diario (El País) a principios de septiembre (el día 9) se publicaba un artículo que me resultó maravilloso y disparó mi imaginación. Se plasmaban las investigaciones realizadas por el director de fotografía José Luis Alcaine (haciendo eco al interesante artículo de la revista Cameraman, número 52, que se puede leer en internet acudiendo a su página web, donde se desarrolla esta interesante teoría del director de fotografía) sobre la posible inspiración de Picasso a la hora de pintar El Guernica. Esa inspiración vendría de una pantalla de cine, de una película de 1932, del director-poeta Frank Borzage. La película, en cuestión, era Adiós a las armas, una libre adaptación (que por lo visto no gustó demasiado al autor) de la novela de Hemingway. Los protagonistas eran Gary Cooper, Helen Hayes y Adolphe Menjou.

Así que como os podéis imaginar lei el artículo del periódico, esto me llevó a la investigación desarrollada en Cameraman, regresé al Reina Sofía para mirar otra vez, despacio, el cuadro y por fin miré en mis estanterías de dvd y rescaté esa versión de Adiós a las armas. Así que me la puse en mi televisión, me fui directa al minuto 51.30 hasta el 56 donde se encuentra toda la secuencia que analiza Alcaine y que compara muchas de sus imágenes con la obra pictórica en blanco y negro (como la película) de Picasso… Y la experiencia me ha resultado preciosa, sugestiva y ha estallado mi imaginación. Repetí la secuencia varias veces.

No sabéis lo que he disfrutado con esta relación entre obra pictórica y cine. Me imagino a un Picasso parisino en 1937, con las noticias recientes de un bombardeo terrible, pero no vivido in situ. Fantaseo con el encargo que recibe el pintor por parte del Gobierno de la República de un cuadro que será expuesto durante la Exposición Internacional en París. Una pintura que sirva para que el público conozca el padecimiento y el horror de una Guerra Civil que desgarra. Le pienso tratando de reflejar el horror de un pueblo, el horror de una guerra, en el lienzo. Le siento en la oscuridad de la sala de cine (los periodos de exhibición de las películas eran muchísimo más longevos que los actuales…, de años) ante Adiós a las armas y el momento del bombardeo nocturno. Quizá impactado por algunas imágenes, éstas se quedaron grabadas en su retina. La mano de un moribundo, los caballos desbocados, las ocas asustadas, la madre con el niño en brazos, los rostros asustados, la noche, las llamas… Y toda esa secuencia en movimiento de imágenes impactantes reciclándose en su mente como fuente de inspiración para reflejar el dolor de una guerra.

Me he apasionado con el descubrimiento y la investigación. He podido vivirlo y sentirlo. De paso me he enterado de que a Picasso le gustaba bastante el cine. ¿No les parece que tras la investigación de Alcaine, hay una historia interesante para ser contada o mirada?

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James Mason

Últimamente me lo voy encontrando en distintas películas de su juventud y me está sorprendiendo gratamente. Actor de filmografía extensa. Me queda mucho por ver pero lo descubierto me lo entrega camaleónico. Es el actor que mejor suda en pantalla. Espléndido en papeles de malvado o de hombre complejo y atormentado. Mason, creíble. De atractivo extraño. Actor de carrera ilustre, británico de los que alcanzó Hollywood.

James Mason, siempre actor respetable, no alcanzó una fama de leyenda pero dejó un reguero de películas que merecen la pena ser una y otra vez vistas. Tuvo una relación intensa con este país nuestro que pisó varias veces por el rodaje de varias películas. Trabajó con directores-autores pero también con buenos artesanos que le hicieron protagonizar míticas películas de aventuras.

Recuerdos

Para mí Mason estaba totalmente relacionado con una de las películas que más pude ver de pequeña (¡y cómo me gustaba!): era el malvado pero a la vez elegante y educado espía de Con la muerte en los talones (1959)… Cary Grant le robaba la chica (la rubia Eva Marie Saint) y él se convertía en amante despechado y vengativo (aunque ya desde el principio era malo, malo)… Después su rostro fue mostrándome otras personalidades.

También se convirtió en Norman Maine, el actor alcohólico y autodestructivo pero enamorado de una actriz en ciernes que va escalando según él va fracasando: Ha nacido una estrella (1954). Recuerdo que Mason me sobrecogió en su aparición final… en ese paseo si retorno por la playa sumergiéndose poco a poco en el agua.

Y, también, me cautivó en Julio César (1953) la vi porque me entusiasmaba Brando, Shakespeare y por mi gusto por el cine de Mankiewicz pero mi sorpresa fue ese Bruto complejo y sensible con rostro de James Mason.

En el cine británico

Últimamente he podido acceder a algunos de sus trabajos cinematográficos de juventud en el cine británico de los años 40 donde fue cautivando una fama más allá de la ínsula. Por una parte, Perfidia de Leslie Arliss y por otro la increíble (aparecerá sin duda pronto en El viejo baúl de películas) Larga es la noche de Carol Reed. En Perfidia compone a la perfección uno de esos personajes malvados que tan bien sabía representar, un noble odioso sacado casi de Las amistades peligrosas, capaz de todo para amargar la vida a aquellos que le rodean. Y en Larga es la noche muestra a un hombre moribundo en sus últimas horas de vida. James Mason me ha conmovido en un papel difícil. Carol Reed muestra unas imágenes increíbles en esta película, en la que gran parte está contada desde el punto de vista de una persona que está perdiendo la vida poco a poco y a la vez tiene que huir (James Mason es un jefe de un grupo del IRA que fracasa en un robo y a partir de ahí todo saldrá mal para el grupo…).

Salto a los EEUU

Cuando pega su salto a los EEUU lo hace de la mano de un director europeo y en dos películas que todavía no he podido ver (pero que pronto trataré de subsanar este detalle): Max Ophüls le convierte en protagonista de Atrapados y Almas desnudas. Y comienza los años 50 con un delirio romántico con aires mitológicos y de leyenda, rodado en Tossa de Mar, me refiero a Pandora y el holandés errante donde Mason, de nuevo atormentado protagoniza amor imposible con Ava Gadner que se convierte en diosa.

Durante esta década mezcla el cine de autor con un cine de género, de aventuras, espionaje y bélico. Así le vemos protagonizando Rommel, el zorro del desierto, El prisionero de Zenda, Operación Cicerón o las populares 20.000 lenguas de viaje submarino (Mason es el capitán Nemo) o El príncipe valiente.

Pero entonces vuelve de la mano de Nicholas Ray y de Robert Rossen a dos películas que le devuelven a la construcción de personajes atormentados y complejos. La de Ray, Más poderoso que la vida, nos encontramos con un hombre de familia que debido a una droga empieza a sufrir alteraciones mentales que repercuten en su vida cotidiana…, toda una escalofriante metáfora del american way of life. Y en la de Rossen, Una isla en el sol, se convierte en un terrateniente racista que descubre sus raíces negras y que además se convierte en asesino pasional… pero un asesino con pavorosos dolores de conciencia… Personaje de perlas para el mejor Mason.

Humbert Humbert

En la década de los 60 protagoniza otro personaje complicado en otra de sus películas más recordadas, Lolita de Stanley Kubrick, la adaptación cinematográfica de la novela Lolita de Nabokov. Y Mason se convierte en Humbert Humbert el narrador de esta inquietante historia sobre la obsesión enfermiza de un maduro profesor por una niña.

Regresa a España de nuevo para película del universo Bronston, La caída del imperio romano. Y continúa dejando ver su rostro para películas tanto británicas como americanas con títulos como Lord Jim. Como curiosidad sigue rodando en España películas, una bajo la batuta de Juan Antonio Bardem, Los pianos mecánicos (que no he visto) y otra que le lleva al western y a Almería, El hombre del río malo (tampoco tengo el gusto de conocerla).

Mason continuó carrera imparable durante los 70 hasta su muerte. Así se le recuerda en sus papeles en El hombre de Mackintosh de John Huston, en La cruz de hierro de Sam Peckinpah, en la popular Los niños del Brasil y en otra interpretación recordada dando réplica a Paul Newman en Veredicto final

Su carrera es difícilmente abarcable…, y como digo en estos casos, feliz me encuentro porque podré seguir disfrutándole, descubriéndole, y sorprendiéndome (son ahora sus películas de los años 70 y 80 las que tengo que descubrir o alguna refrescar su visionado en mi memoria)…

Pero ya saben para mí Mason siempre quedará en mi recuerdo como ese espía malvado, ese romano confundido y aturdido pero tremendamente sensible e inteligente o ese actor fracasado que poco a poco se mete en el mar…

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Testigo de cargo (Witness for prosecution, 1957) de Billy Wilder

Testigo de cargo es de esas películas-divertimento. Lo tiene todo para pasarlo bien. Creo que Wilder tuvo que disfrutar mucho haciéndola. En ella reconocemos todo su universo pero además gozamos durante el metraje porque nos divierte y entretiene en muchos sentidos. Tiene humor, intriga, drama, juicio, romanticismo, calidad… y grandes personajes interpretados por actores míticos. ¿Qué más quieren?

Charles Laughton encandila con la recreación magnífica del abogado criminalista londinense sir Wilfrid Roberts… personaje para la eternidad. Un abogado con una salud precaria pero que se niega a rendirse ni ante la enfermedad, ni ante los placeres de la vida (un buen cigarro, una copilla de vez en cuando…) ni quiere dejar nunca de ejercer con pasión su profesión. No quiere rendirse… y sin duda le gustaría morir trabajando o defendiendo. Es un perro viejo a mucha honra. Y un hombre divertido, muy divertido. Ahora sigue igual pero enfermo y además detrás tiene una especie de ángel de la guardia molesta a la vez que encantadora enfermera (sólo podía ser Elsa Lanchester) que siempre estará a su lado construyendo ambos una relación más allá del lazo profesional, de admiración-odio-fidelidad mutuos.

A sir Wilfrid Roberts se le presenta un nuevo caso criminal al que se aferra con pasión… y con el que juguetea. Como jugueteamos todos los espectadores. Un hombre atractivo y encantador, una especie de buscavidas, es acusado del asesinato de una viuda rica. No tiene coartada de ningún tipo, se sabe que estuvo con ella el día de la muerte y además para sorpresa de todos es el heredero de una cantidad vertiginosa de dinero. El hombre encantador tiene el rostro de Tyrone Power (en el que sería su último papel) que confía a Roberts que quien le salvará el pellejo, porque sabe toda la verdad y la hora exacta a la que llegó a casa, es su amantísima esposa (Marlene Dietrich, toda una leyenda) a la que conoció en Alemania durante la guerra.

Billy Wilder se mete de lleno, además de en su propio universo, en el de la escritora Agatha Christie (¿quién no ha leido de adolescente alguna de sus novelas?)…y adapta con agrado una exitosa obra teatral de la autora (que a su vez había convertido en teatro un relato corto propio). Así juega con el espectador y llena la película de sorpresas, giros y laberintos hasta llegar a final digno de trama de suspense. Y hace que todos lo pasemos fenomenal en el camino. Porque todos los personajes juegan con nosotros en un mundo de apariencias que nos atrapan…

Así no sólo nos encanta asistir a los interrogatorios de la sala de juicios y a la investigación de nuestro abogado favorito que siempre tiene la mosca detrás de la oreja sino que queremos un nuevo giro cada vez que nos haga regodearnos y acomodarnos en el sillón mientras continúa la trama.Testigo de cargo es además una buena película de juicios y no podía faltar tampoco un romanticismo fatal y cautivador.

Desde el principio hasta el final es un… empieza el espectáculo. Una y otra vez. Un deleite. Sólo tenemos que meternos en el juego propuesto y disfrutarlo. Pero a la vez también podemos reconocer como antes he dicho todo el universo de Wilder. Toda su trayectoria como artista y sus temas futuros. Así está su deleite por la intriga (como en Perdición y después en la exquisita La vida secreta de Sherlock Holmes), nos encontramos con esa Europa herida posterior a la guerra y lo que afecta a sus personajes en ese flash back a lo Berlín-Occidente donde conocemos el principio de la relación entre el personaje de Power y el de Dietrich. También nos muestra amores fatales (de nuevo Perdición), la vida como puro teatro y el tema de las apariencias (Irma la Dulce o Bésame, tonto), los profesionales que aman su trabajo sobre todas las cosas (otra vez Perdición y el personaje de Robinson…o Un, dos, tres, o Primera plana), las relaciones amistosas entre un hombre joven encantador con ganas de futuro y una mujer madura (El crepúsculo de los dioses…) y todo lo que puede tejerse alrededor. Así podríamos nombrar más temas que nos muestran Testigo de cargo como parte del universo especial de Wilder.

Se me ocurre que si tienen una tarde de fin de semana libre y les apetece deleitarse y sorprenderse, jugar con el cine, disfruten de nuevo o por primera vez de Testigo de cargo… y llevense a Charles Laughton a tomar una copilla con un cigarrillo o a que juegue un rato en su pequeño ascensor para la escalera…

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Diccionario cinematográfico (164)

William Somerset Maugham: les voy a contar un pequeño e intrascendente secreto: no he leído ni una sola novela (ni relato, ni obra de teatro) de Maugham pero puedo decir a voz en grito que me gusta. Que le quiero. Porque sus relatos y novelas han inspirado películas fascinantes.

Le leeré. Mientras le miro…

Desde el periodo mudo han estado sus historias. Porque Maugham es revisitado una y otra vez por distintas generaciones. Así descubro que Raoul Walsh, director de parche en el ojo, le adaptó cinematográficamente en los años 20. Ya les digo no voy a poder nombrar todas sus adaptaciones… tantas las que son.

Me enamoro de Lluvia, esa historia donde una prostituta Sadie Thompson con cara de Joan Crawford es hostigada por un hombre de la iglesia, oscuro, un Walter Huston que quiere someterla a toda costa…, pero están en los mares del Sur, en un ambiente sensual donde el tiempo hace cambiar los rumbos.

Me impacta Cautivo del deseo, que adapta la Servidumbre humana, donde un triste estudiante, acomplejado por su cojera, cae en las redes de una camarera vulgar y con corazón oscuro. Sobresaliente un vulnerable Leslie Howard y una malvada con rostro de Bette Davis.

Por ahí Greta Garbo se convierte en reina de un triángulo amoroso en El velo pintado y el maestro del suspense, en su etapa británica, ya nos cautiva con El agente secreto.

El maestro del melodrama, William Wyler (¿os he dicho ya que me encanta?) con su musa Bette Davis se deja llevar por el universo del escritor y nos traslada a historia oscura, como La carta, donde la heroína se va tejiendo una tela de araña fatal.

… espero pronto vislumbrar Luz en el alma del maestro Siodmak, que tan buenos ratos me hace pasar y de paso amar un poquito más el cine. Me asombra que una historia negra tenga como protagonistas a Gene Kelly y Deanna Durbin (¿los imaginan?).

Goulding (no podía ser de otra manera) se mete en el universo más filosófico del autor con su adaptación cinematográfica de una de sus novelas más famosas… El filo de la navaja. Seguimos a Tyrone Power buscando el sentido de la vida y no podía faltar la mujer que no le comprende, bellísima Gene Tierney. Este director repitió con Maugham y repitió otra adaptación de Servidumbre humana, esta vez con Eleanor Parker y Paul Henreid. No será la última, en 1964, es Kim Novak, la mujer sin corazón.

Y en el siglo XXI el universo de Maugham regresa con fuerza con dos grandes películas (o al menos yo las disfruté como tales), la pícara a la vez que elegante Conociendo a Julia donde además vivimos el ambiente del mundo del teatro británico durante los años 30 con una Annette Bening impagable. Y la maravillosa El velo pintado de John Curran donde la transformación del personaje de Edward Norton es hipnotizadora…

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10 curiosidades cinéfilas en cadeneta

1.- Me resulta super interesante un reportaje en un diario nacional sobre una investigación de Josep María Caparros, catedrático de Historia del Cine, que pone de manifiesto y demuestra (con las proyecciones que se realizaban anualmente en El Pardo) que Francisco Franco era muy cinéfilo.

Me resulta curioso (y para estudiar a fondo) que aparte de este dictador nuestro, otros históricos como Hitler, Mussolini o Stalin eran cinéfilos empedernidos. Y que todos ellos vieron las posibilidades del cine como instrumento propagandístico…, y también eran admiradores sobre todo de determinadas estrellas… Además como conocían ese poder que tiene el cine sobre el imaginario colectivo pusieron en marcha máquinas de censura…

¿Por qué todos estos dictadores eran cinéfilos o se sintieron influenciados por las imágenes? A todos, por lo visto, les gustaba mucho mirarse en los noticiarios cinematográficos en pantalla grande.

Por cierto bien es sabido que Franco incluso jugó a argumentista. Fue quien escribió el argumento para que naciera Raza bajo el pseudónimo de Jaime de Andrade.

2.- Una buena amiga me deja El hijo de Rambow de Garth Jennings. Película británica del 2007 que canta por todos sus poros amor al cine, y en concreto, al de los 80. Filma, con ternura, la amistad entre dos niños muy diferentes de un mismo colegio, el gamberro cinéfilo, y el otro el raro que su familia pertenece a una severa secta religiosa que no permite la visión de cine o televisión. Ambos se unirán para un objetivo: rodar una película.

En un momento de la esta pequeña historia, el niño raro, ‘por ser diferente’, pero de imaginación portentosa y creador de sus propias películas animadas en un viejo cuaderno, queda absolutamente fascinado por la visión de Acorralado donde convierte a Rambo (Stallone) en el héroe deseado, en el padre ausente… y su amor al cine ya no tiene freno…

Podríamos casi hablar de un género maravilloso de cinéfilos, que se criaron con el cine de los 80, que cantan a los cuatro vientos, mejor que cantan a los metros de celuloide su amor desmedido. Así nacen también Rebobine, por favor o Súper 8.

Pero sigue siendo un buen momento de cantos de amor al cine en el cine. Espero no perderme, creo que aquí en Madrid sólo una sala la proyecta en estos instantes (la película es del 2009), Le pére de mes enfants, película francesa sobre un productor de cine y su familia. Y también puedo ya adquirir en dvd la película uruguaya La vida útil sobre un hombre que trabaja en una cinemateca… en crisis.

3.- … y me pregunto después de haber visto La piel que habito de Almodóvar… ¿seguirá en pie el proyecto de Almodóvar de llevar las memorias del poeta Marcos Ana a la pantalla de cine? Me gustaba ese proyecto. Me llama muchísimo la atención. Y más en manos de Almodóvar.

4.- Así siguiendo con el tema de la anterior curiosidad, veo que Benito Zambrano sí ha llevado a cabo la adaptación al cine de la novela de Dulce Chacón, La voz dormida. Me apetece verla. Me apetece un nuevo trabajo de Zambrano y revivir, si es posible, la novela que me emocionó… siempre en clave de cine, claro.

Y me entero de que es precisamente La voz dormida, junto a La piel que habito y la maravillosa Pa negre, las candidatas por España a competir en la categoría de mejor película extranjera en los Oscar…

5.- …se van estrenando las películas que tanto he esperado. Y ahora ya deseando que venga la nueva de Cronenberg, Un método peligroso. Psicología y cine, tema apasionante. Esta vez enfrentamiento entre Freud y Jung… y más de un paciente que se cruza de por medio.

También me encantaría que distribuidora atrevida trajera la última de Kaurismäki, Le Havre. Siempre me fascina el color, el tono tragicómico y las historias que vienen del frío y carismático director filandés.

6.- Últimamente tengo cola de dvds a la espera de ser visionados. Uno en particular me da bastante miedo enfrentarme a él. Es tanto lo que he leído y oído… que quiero ver si es más leyenda o si realmente tiene valor cinematográfico. Se trata de Saló de Pasolini.

Hay películas cuyo visionado incomoda. Y mucho. Son películas normalmente oscuras y enfermizas. Al igual que digo que hay cine-medicina, también reconozco que hay películas que enferman… aunque tienen un poder de atracción de difícil explicación.

Algunos clásicos de este tipo de cine (o que a mí me ha provocado esto que estoy describiendo… sé que no es fácil entenderme): Suspense de Jack Clayton, El seductor de Don Siegel, El rapto de Bunny Lake de Otto Preminger, Una mujer atrapada de Walter Grauman, Los visitantes de Elia Kazan, La gran comilona de Marco Ferreri, La caída de los dioses de Luchino Visconti, Funny Games de Michael Haneke, Lunas de hiel de Polanski…

7.- Y en el mundo de los libros me muero de ganas por adquirir Un árbol es un árbol de King Vidor. Creo que en breve me lo compro. Me interesa la figura de Vidor, lo que pueda contarme, y varias de sus películas las tengo en alta estima. Dígase …Y el mundo marcha o la más conocida (por distribuida) Duelo al sol. Todas las referencias que he leido a este libro son bastante buenas… ¡lo quiero ya!, qué caprichosa es Hildy, a veces.

Por cierto King Vidor cantó ya su amor al cine en la etapa muda en la desconocida pero reivindicable (cómo me gusta últimamente esta palabra) Espejismos donde realizan cameos todas las estrellas del mudo más famosas del momento. Hablo de 1928…

8.-  Ay, ay, ay hablando del mundo del cine… ¡me muero de ganas por el documental Hollywood talkies de Oscar Pérez y Mía de Ribot! Porque refleja un tema que me apasiona (pero de una forma que seguro que me atrapa… el documental tampoco tiene límites creativos… ya lo demostró Lacuesta con su documental sobre Ava Gadner, La noche que no acaba o José Luis Guerín con su mítica Innisfree, la fantasmal y sobrecogedora Tren de sombras, o la más reciente Guest —que tego pendiente de ver—).

El documental que nos ocupa trata sobre esos españoles que en la transición del cine mudo al sonoro viajaron a Hollywood cuando todavía no existía el doblaje y lo que se pensó es repetir las películas en los distintos idiomas con actores, guionistas… autóctonos de cada país.

Y el tema es desde luego apasionante. Me encanta.

9.- Esto me recuerda que en la época del cine mudo en Hollywood uno de los autores que se pusieron de moda para adaptar cada una de sus novelas —y que por supuesto viajó a Hollywood— fue el novelista español Vicente Blasco Ibáñez. Así me entran ganas de volver a leer: Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Sangre y Arena, Entre naranjos (ahí estaba una Greta Garbo que enamoró en Hollywood con película a la que cambiaron el título de la novela, El torrente) y Mare nostrum.

10.- Y acabo esta cadeneta de curiosidades cinéfilas con una reflexión que me dejó El árbol de la vida… y son esas películas con referencias religiosas de Occidente (dígase católica, protestante, judía… etcétera, etcétera) dignas de estudio. Así últimamente me viene a la cabeza la película de los Coen Un tipo serio o la maravillosa La cinta blanca de Michael Haneke. Pero también el cine Lars von Triers desde Rompiendo las olas o Anticristo o El teniente corrupto de Abel Ferrara aterrizando en el cine de Douglas Sirk, por ejemplo, Obsesión.

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El árbol de la vida de Terrence Malick

Una vela se enciende.

Es el dia del aniversario.

El día del ausente que se vuelve presente.

El dolor habita en todos nosotros.

Sólo tenía 19 años.

 

Padre, madre, hermanos…

¿Cómo soportamos el dolor?

Quiénes somos.

Adónde vamos.

La vida pasa.

Y ¿el ausente?

 

Una carta.

Una llamada.

Una muerte.

 

Qué es la vida.

Cuál es su origen.

La naturaleza nos envuelve.

Somos motas de polvo en el universo.

 

… ¿aceptamos la muerte?

… ¿entendemos la muerte?

 

… Una oración.

… Una plegaria al ausente.

La ausencia siempre duele.

El árbol de la vida es una plegaria sobre el dolor.

Sobre lo que arrastramos de padre…

De madre…

De hermanos…

Los miedos…

… los heredamos.

Los momentos felices…

… los recordamos.

Lo mejor de cada uno…

… nos llega más tarde o más temprano.

Lo peor de cada uno…

… nos llega más tarde o más temprano.

Las vivencias.

Las emociones…

… las vamos almacenando.

 

El que triunfa… no es bondadoso.

Amad.

Es lo único que merece la pena.

Quise ser músico.

Ya no lo soy.

Estoy frustrado.

Pégame. Vamos, pégame.

Hay que ser fuerte.

La vida es injusta.

Hay que ser fuerte para recibir todo tipo de desgracias.

 

Pobre hijo mío.

 

… me oculto en el libro de Job.

Soy un hombre bueno lleno de desgracias,

que no merezco.

 

Me doy cuenta tarde.

Sois lo único que tengo.

Soy fuerte, soy cruel.

Os quiero.

 

Yo soy malo como tú.

No soy bueno como ella.

 

… pero abrázame.

 

Y ella ama.

Siempre ama.

Y en su silencio es fuerte.

 

No te mueras.

No seas bella durmiente.

Por favor no seas sumisa.

Nunca veo tu rebelión.

 

Sin embargo es etérea.

 

¿A quién quieres más?

Sólo yo la quiero.

 

Job era un hombre bueno…

… rodeado de injusticias.

¿Sirve de algo ser bueno y justo?

 

El inocente puede morir. Muere.

 

Voces que se cruzan.

 

Constelaciones y estrellas.

La naturaleza sigue su curso…

 

Mi hermano.

Toca la guitarra.

Tiene ojos azules.

Juega con mi hermano pequeño y conmigo.

Es tierno.

Me fío de ti.

Nunca me harás daño.

 

Ahora, hermano, estoy en la cima.

… pero cada día me hundo.

Y vago entre emociones.

Porque siento siempre tu ausencia.

Y me vienen a la cabeza tus recuerdos.

 

La infancia vivida.

Entre padre, madre.

Hermanos.

Amigos.

Emociones.

Y vivencias.

 

Y en este hundimiento.

Cuando te enciendo una vela…

… en el aniversario de tu ausencia…

… oígo vuestras voces.

… e invento una plegaria…

para entender la vida, la muerte. El origen de todo.

 

Y quiero reconciliarme… con todos.

Quedarme sólo con los momentos de amor…

… que sí que existieron.

Volver a tocaros en ese mar infinito…

En esa playa inmensa.

Y recuperarte y darte. Y quererte.

Y quereros.

 

Es mi plegaria.

Mi oración.

Apago la vela…

Vuelvo a entregarte.

 

Oigo la voz de madre.

Y el ausente siempre presente…

Sólo tenía 19 años.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Agente especial (The big combo, 1955) de Joseph H. Lewis

Una película te lleva a otra y a otra y a otra. Y siempre hay un descubrimiento una sorpresa. Llevaba mucho tiempo que quería ver El demonio de las armas. Así que un día de esos en que me da un ataque de saqueo de películas en tiendas determinadas me encontré con una sesión doble El demonio de las armas y Agente especial, ambas de Lewis. Así que me dije, vale, me las quedo porque a lo mejor la otra también me gusta. Y entonces surge el momento mágico en que me encanta la película que tanto había buscado El demonio de las armas… pero me siento fascinada por la obra desconocida (por mí, claro está), Agente especial… puro cine negro, del bueno. Del fascinante (valga la redundancia).

Porque en Agente especial se unen muchos elementos. Un reparto fascinante (sobre todo en la parte de los malvados). Una manera de rodar que remite al puro lenguaje cinematográfico, lleno de hallazgos geniales que sirven para contar la historia y hacerla avanzar y para crear ese ambiente de cine negro, de destino fatal, de oscuridad y tiniebla y muy poca esperanza, de ambientes agobiantes… (y muchos de los recursos empleados para paliar una razón de producción: escaso presupuesto. Es cierto que a veces —sólo a veces—, la escasez agudiza el ingenio). Un guión (he intentado escribirlo sin acento… pero es que me da una pena quitarlo…) con frases certeras. Y una película que sugiere mil y una historias detrás de cada uno de sus personajes…, ninguno sobra. En resumen una película redonda y a reivindicar o sacar del olvido.

La historia que nos cuenta no es original pero sí la forma de contarla y llevarla a cabo. Nos engancha desde su primera secuencia. Básicamente nos cuenta el enfrentamiento entre el policía honesto, que se deja la piel en cada caso (y que no cuenta con los recursos suficientes para poder llevar a cabo su trabajo…, no sólo les ocurre a los chicos de The Wire), y el gánster sibilino que sabe manejar los hilos. El bien y el mal y en medio la chica del gánster que no sabe por quién decantarse…

Bendito reparto

… bendito reparto y las historias que se esconden detrás de cada uno de los personajes. Fascinante.

Por una parte tenemos al bien. Al policía honesto pero que a veces cansado se deja llevar por el deseo de venganza y violencia (aunque siempre termina controlándose, es un hombre honesto y entregado)… le va el rostro de un Cornel Wilde, atractivo y serio. Un policía que apenas tiene tiempo para sí mismo y que termina enamorándose ‘obsesivamente’ de la chica del gánster… a la que desea llevar por buen camino.

Por la otra al mal. El gánster sibilino con dotes de gran psicólogo pero finalmente también hombre enamorado. Sabe manejar los hilos. Sabe ordenar. Mantiene durante prácticamente todo el metraje la sangre fría. Es un hombre con una historia a desarrollar y se nos van dando pistas en pequeñas dosis y se va conformando una personalidad compleja. Así nos deja una interpretación para el recuerdo llena de matices un olvidado pero certero Richard Conte.

Después nos encontramos con los secuaces del gánster, con aquellos que le hacen el trabajo sucio. Y ahí nos enfrentamos a maravillosos personajes secundarios. Por un lado el segundo de a bordo, acompaña su singularidad con un audífono. No oye bien (… porque para lo que hay que oir) pero sueña con algún día poder ‘mandar a paseo’ a su odiado jefe que le humilla una vez sí y otra vez también. Ya se sabe, esas relaciones amor-odio… hoy te lamo los pies, mañana te vendo y me vengo. Para este papel el rostro de Brian Donlevy, un actor de reparto de filmografía interesante.

Luego falta para rizar el rizo los matones. Los dos jóvenes matones y chicos para todos… fieles hasta la muerte. Honestos con su jefe. Máquinas de matar y torturar pero que ambos desarrollan entre ellos ‘una hermosa y fiel amistad’ que nos cuenta, de manera subyacente, una historia subterránea (me repito con contundencia). Funcionan por su propio código moral… y nos regalan escenas de impacto. Además cuenta con unos rostros muy interesantes: por una parte Lee Van Cleef y por la otra Earl Holliman.

Y luego tenemos al trío de damas. También personajes hechos y derechos. Complejos y fascinantes. Como todo buen cine negro las relaciones entre hombres y mujeres exudan sensualidad. Y las tres con rostros de damas desconocidas. La chica del gánster, rubia angelical con el rostro de Jean Wallace (extracinematográficamente os contaré que en aquellos años era la bella esposa de Cornel Wilde). La chica del poli, chica de cabaré fiel y con gran corazón, ella se sabe enamorada pero también aguanta que su chico ame a la otra…, ella sólo quiere que deje de ser hombre atormentado. Ejerce de amiga y de amante. Y tiene el rostro de Helene Stanton (la más desconocida y con menos filmografía accesible). Y por último, para no desvelar nada del intríngulis nombraremos a la mujer misteriosa, e importante tanto en la trama como en la investigación. No puedo desvelar pero también esconde toda una historia interesante y una personalidad compleja. Cuenta con el rostro de una actriz secundaria interesante, Helen Walker.

Lewis, el mago artesano sin presupuesto

Y Lewis, cual maestro-artesano pero también artista que imprime su espíritu a su obra, rueda de manera inolvidable (junto a técnicos maravillos… y nunca nos olvidemos de los directores de fotografía) esta historia de cine negro. Así nos crea unos ambientes agobiantes. Juega con las sombras. Realiza un uso maravilloso de la niebla y la oscuridad. Emplea de manera magistral el sudor y el horror. El grito y los primeros planos. Las habitaciones de mala muerte. Los hospitales tristes. Los sotanos oscuros. Las calles por las que se huye. La oficina del policía, su apartamento, los vestuarios del cabaré o de un boxeador fracasado, las puertas traseras… Nos muestra las maravillas que se pueden hacer con un audífono (desde una tortura hasta una manera diferente de filmar una muerte…). Y nos mete de lleno en ese ambiente agónico de las películas noir…, ese ambiente estresante, triste, de destino fatal… enfermizamente romántico también.

… y de quién será el guión

Y por último nos regala frases y diálogos de esos que se quedan grabados. Además de una estructura certera. Como digo no hay nada más complejo como que todos los personajes tengan una vida y tú como espectador la sientas. Como anécdota también extracinematográfica decir que está firmado el guión por Philip Yordan… y para los que les apasione este tipo de historias, Yordan fue un guionista prolífico y también polémico. Parece ser que fue una ‘tapadera’ para que muchos guionistas incluidos en la lista negra durante la caza de brujas pudieran trabajar. Esto significa que trabajaba en el guión uno de ellos y luego el nombre que aparecía en créditos era el de él. Así a veces es extremadamente complejo saber cuál es realmente la aportación de Yordan a algunos guiones y sobre todo cuál es la autoría real… En Agente especial queda el misterio y el secreto de quién fue realmente el guionista ¿Yordan? ¿O realmente actuó como tapadera? Como veis otro tema apasionante…

Todo esto y más, hace de Agente especial, película reivindicable. Casi me atrevería a decir de visionado… obligatorio, digo, apasionado.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

La deuda de John Madden

Me gusta meterme en un cine, que se apaguen las luces de la sala, que empiece una película y que de pronto olvide donde estoy porque me meto de lleno en una historia que me hace olvidar durante un tiempo todo lo relacionado con mi vida. Y si esa historia está bien contada y me emociona, entonces a veces no puedo evitar, cuando recuerdo, incluso llorar un poco (Hildy está hoy un poco emotiva).

No puedo evitar que me encante que me cuenten bien una historia. Y esta vez John Madden, al que sólo recuerdo por Shakespeare in love (y me considero una de las fans de esta película… aunque poco a poco le salieron muchos detractores), sigue ejerciendo de buen artesano que puede manejar bien un material de base apetecible.

Esta vez para La deuda parte de otra película, ésta que nos ocupa sería el remake. El origen es una película israelí (Ha-Hov de Assaf Bernstein, 2007). El resultado es un thriller político-romántico con dosis de emoción y adrenalina. Un thriller que pone a sus tres personajes ante un dilema moral y lo que implica e influye en sus vidas. Para ello la película avanza hacia delante y hacia atrás. Dos tiempos. 1965 y 1997. Un hecho del pasado incide en el presente meláncolico de los personajes.

Los tres jóvenes, en 1965, son agentes del Mossad en una misión. Dos hombres y una mujer. Y esa misión es capturar en un Berlín de la Guerra Fría a un criminal de guerra nazi que ejerce en esos momentos como ginecólogo pero que en Birkenau se dedicó a los más horribles experimentos con seres humanos. Una vez detenido su objetivo es entregarlo para que salga de Berlín y llevarle a Israel para que se siente frente un tribunal internacional de justicia. La ‘entrega’ no sale como ellos esperan. Y entonces todo cambia en sus vidas.

La deuda construye un hermoso triángulo amoroso que nos engancha obviamente a la historia de amor imposible entre un joven y atormentado David (Sam Worthington, acertadísimo en su plasmación de héroe romántico) y Rachel (la ahora cotizada Jessica Chastain… a la espera de El árbol de la vida), mujer que mezcla sensibilidad y fuerza además de un arraigado sentido de culpa. Por el camino se les cruza el ambicioso y hombre de acción Stephan (Marton Csokas).

Toda la historia que recrea el año 1965 a partir de los recuerdos ‘atormentados’ de Rachel engancha…, emociona. Además de contar con un ritmo adecuado y con suficientes dosis de adrenalina. Lo mejor es la relación y los cara a cara entre los jóvenes agentes judíos y el criminal de guerra (un magnífico y escalofriante Jesper Christensen, actor danés), perro viejo que pronto les maneja, les manipula y les toca donde más les duele, los provoca y los cala a los tres (así como la historia que están viviendo)…

La historia presente, la de 1997, esconde frialdad, desencanto y melancolía por parte de los tres protagonistas que han roto sus lazos afectivos… pero que están unidos por una ‘deuda’ que ha marcado sus vidas. Y treinta años después les golpea de nuevo siendo Rachel (como siempre una Helen Mirren que haga lo que haga se siente a gusto), la única que puede poner una rúbrica final que cierra el relato, digo sus vidas. Y sin duda quien te rompe el corazón, el más frágil pero a la vez coherente, será David (Ciarán Hinds) y por supuesto que te das cuenta de que no te sorprende el camino que se ha trazado Stephan (el siempre efectivo Tom Wilkinson). Y ese relato frío también tiene sus momentos de tensión, algunos piensan que es la parte más inverosímil, pero digamos que cumple la función de rubricar, de poner punto final a una historia que hiere a los tres protagonistas (y como los tres se han enfrentado a esa herida de diferente manera).

El horror de una guerra sigue años después destrozando vidas. Dejando huellas… difíciles o casi imposibles de borrar.

Así La deuda se convierte en un thriller apasionante que atrapa y que deja testimonio de hombres que se transformaron en monstruos y seres humanos que se equivocan pero tratan de mirar de frente a la verdad y no dejar impunes los crímenes contra la humanidad…, así sigue la estela escalofriante de obras cinematográficas como Marathon Man o La caja de Música.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.