Palabras para Jafar Panahi

No te conocía.

Ni tu rostro.

Ni tus películas.

Sí, sabía que eras un director de cine iraní.

Sí, sabía de tu condena.

Seis años de prisión y veinte años de inhabilitación.

Veinte años sin poder escribir guiones ni realizar películas.

Sí, conocía cuando viviste un arrestro de 88 días, entre otras cosas, y sólo era la punta del iceberg de tu calvario.

Sólo por apoyar a otro gobierno.

Por el Movimiento Verde.

“Juro por el cine en el que creo, que no voy a cesar mi huelga de hambre hasta que se cumplan mis peticiones”.

Juro por el cine en el que creo…

Sí, conocía las muestras de apoyo de otros directores de cine… de todas partes del mundo.

… hasta que la semana pasada… entré en una sala de cine. Y te vi y te conocí.

Fue una buena recomendación.

Además también he podido disfrutar de tres tus películas.

Y entonces entendí ese Juro por el cine en el que creo…

En ese descubrimiento de ponerte rostro y además conocer tan sólo una mínima parte de tu obra he pasado el fin de semana…

¿Puede una película cambiar algo?

… a ti te han silenciado.

No quieren que mires.

Luego tu cine muestra, transforma, cambia…

Y fue un privilegio asistir a ESTO NO ES UNA PELÍCULA.

Donde te resistes a vivir sin mirar.

… tú eres una cámara a cuestas.

Un narrador cinematográfico.

Y es emocionante escucharte.

Y mirarte.

Notar cine puro.

Tu elaborado discurso cinematográfico.

Lecciones de puro cine.

Sentir y entender tu situación.

Sentir la situación de Irán… (a pesar de mi ignorancia… lo sentí).

Salí del cine… sintiendo tu resistencia, tus ansias de seguir siempre filmando, siempre.

Salí del cine… sintiendo tu pasión. Cómo me emocionastes cuando tratas de contar (de contarnos), con la mirada de Mojtaba Mirtahmasb sobre ti, ese guion ya elaborado. Lloré porque cuánto te duele llegar a una dura afirmación: por qué contárnoslo si no vas a poder firmarlo…

Pero me lo contaste.

Me llegó esa historia.

Y me alcanzó esa vitalidad por ser testigo.

… ese viaje emocionante en un ascensor, cámara en mano…

Y entonces me descubrí riendo y llorando en el salón de mi casa cuando en mi televisor empecé a ver OFFSIDE.

Cómo me emocioné.

En ese enorme estadio de fútbol…

Con ese grupo de chicas vestidas como hombres y viviendo con pasión.

Con ese grupo de soldados que tienen que custodiarlas… y cómo todos se encuentran metidos en un sistema absurdo.

En la camioneta, con ellos y con ellas, reía y lloraba a la vez.

Entre bengalas.

Y me estremecí con el grito silencioso y la resistencia de esas mujeres que viven encerradas en un círculo kafkiano que las convierte en supervivientes cotidianas.

EL CÍRCULO me atrapó con toda su crudeza.

… Y me angustié con ese principio brutal de SANGRE Y ORO… De un Hussein solitario que siente que todo se desmorona a su alrededor. Y el espectador se desmorona con él.

Apenas te conozco…

Y me angustia que no te dejen dedicarte en lo que crees. EL CINE. Con letras mayúsculas.

Sé que poco puedo hacer.

Sólo seguir pronunciando tu nombre.

Seguir viendo tus películas.

Conocer tu mirada.

Y tu resistencia.

Todo mi respeto… trataré de ser menos ignorante.

Para entenderte más.

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Diccionario cinematográfico (178)

Bellos rostros: ¿qué es un rostro bello? De todas las posibles combinaciones hoy se me ocurren las siguientes fórmulas. Mañana será otro día…

ELLOS

… un Charles Farrell que se eleva hasta el séptimo cielo…

… un Gary Cooper que está en los cielos como apuesto legionario en un Marruecos lejano envolviendo en amor eterno a una cabaretera… O como periodista que se alista en Adiós a las armas y enamora a una enfermera delicada.

… El rostro imperfecto de un John Garfield que llama dos veces o golpeado en cuerpo y alma.

… un elegante Cary Grant pero cuando era chico de barrio con Mae West o Katherine Hepburn… con cara de pícaro.

… un Gerard Philipe a lo Fan Fan o como amante pintor y desesperado…

… un Marlon Brando que espera al final de un tranvía llamado deseo y que se oculta tras la ley del silencio.

… un Burt Lancaster salvajemente apuesto…

… un William Holden de Picnic o como gigoló desencantado.

… un Paul Newman que mira con ojos azules y sonrisa eterna… da igual dónde y cómo.

… un Robert Redford como jinete eléctrico o lavándote el pelo…

… un Kris Kristofferson, que no puede ocultar el bello rostro tras la barba.

… un Jeff Bridges que llegó de las estrellas y se quedó con corazón roto.

… un Sam Shepard que deja de vez en cuando las letras y se vuelve imagen.

… un Johnny Depp empeñado en ocultar que rasgos perfectos…

… un Ewan McGregor con sonrisa pícara.

… ahora tras el rostro de Michael Fassbender.

 

ELLAS

… una Louise Brooks, siempre moderna aun silente.

… una Gene Tierney sea mujer tierna o fatal. Sea aparición o de carne y hueso.

… una Loretta Young de ojos gigantescos.

… una Ingrid Bergman, sin transformaciones. Bella como ella sola.

… una Eleanor Parker, de mujer temperamental y divertida a ser la más trágica.

… una Audrey Hepburn con cara de ángel.

… Sofia Loren, Silvana Mangano y Claudia Cardinale… tres italianas con la belleza a cuestas.

… Natalie Wood, entre esplendor en la hierba y amores con extraños.

… una Michelle Pfeiffer que seduce inocentemente a Valmont o se sube a un piano con un traje rojo.

… una Jessica Lange que es musa y volcán.

… una Julianne Moore que representa a Chejov, existe en vidas cruzadas o al final del romance…

… una Scarlett Johansson… chica con perla, musa de pintor.

… y ahora arrasa una Jessica Chastain que se cuelga en el árbol de la vida.

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Danzad, locos, danzad (Dance, fools, dance, 1931) de Harry Beaumont

Danzad, locos, danzad es película curiosa de ritmo endiablado. Y es curiosa por varios motivos. Es una de esas películas que muestran hacia dónde se dirigía el cine antes del código Hays. Es una película contemporánea al tiempo que refleja. Es decir se sitúa en un momento histórico muy reconocible para los espectadores norteamericanos del momento: el crack de los años 30. También al ser una película del momento histórico reflejado tiene valores sociológicos de cómo era un sector de la sociedad norteamericana, nos muestra la despreocupada alta sociedad (aquellos locos años 20), el interior de una redacción de prensa o el interior de la siempre caótica e ininteligible bolsa.

Pero sigue la curiosidad de un director olvidado y desconocido Harry Beaumont que imprime un ritmo frenético. Y en dos actores que iban convirtiéndose en piezas fundamentales del star system. Una Joan Crawford ya protagonista, que era chica imprescindible de vida alegre en las producciones antes del código Hays. Y un Clark Gable que se iba haciendo un sitio, sin su bigote, en sus papeles de gánster con una masculinidad brusca que hacia estragos. Como dato curioso explicar que en el reparto hay un William Holden (el que hace de hermano del personaje de Joan) que nada tiene que ver con el posterior y mítico actor con el mismo nombre.

Por lo tanto ya por sólo todo este listado de curiosidades bien vale un visionado de Danzad, locos, danzad que además en su ritmo frenético engancha al espectador que pasea en una película donde no se es políticamente correcto (como ocurría en otras producciones cinematográficas antes del código Hays). Así empieza con una fiesta en un barco donde dos hermanos de la alta sociedad son muy populares, sobre todo ella. Joan Crawford se muestra como una joven extrovertida, desocupada y envidiada que además seduce al más millonario de la reunión. Todos terminan tirándose al mar en ropa interior… y apagando las luces del gran barco, porque como advierte Joan no hay bañadores suficientes así que todos se quedan en paños menores. El padre de ambos se muestra permisivo y quiere que sus jóvenes hijos se diviertan, sean desocupados y alocados… mientras él arrastra el pánico de los mercados. En un día de ‘terror’ en la bolsa sucumbe de un ataque al corazón. Así los jóvenes hermanos, que no muestran una pena tremenda hacia la muerte de su progenitor sino que se sienten más preocupados por su herencia, descubren que su padre ha muerto absolutamente arruinado.

Así a ritmo acelerado somos protagonistas de la transformación de los hermanos y su proceso de madurez. Ambos han perdido todo pero se toman esta nueva situación de distinta manera y también maduran de distinta forma. Ella descubre la superficialidad de su mundo de alta sociedad y se desencanta con el joven millonario al que amaba cuando se da cuenta de que se ofrece en matrimonio para sacarla del apuro y por compromiso pero no por amor. Así que decide salir de la situación buscando un trabajo ‘de hombres’ y tratando de seguir siendo mujer libre pero ahora trabajadora. Y termina con sus huesos en una redacción de periódico.

El hermano se horroriza ante la idea de tener que trabajar. Y termina contactando con una banda de matones que se dedican al comercio del alcohol (son los años de la prohibición) porque él les puede facilitar buenos clientes debido a sus contactos con la alta sociedad. Con lo que no cuenta es que no sólo llevan un negocio sucio… sino que también a la mínima matán…

Así, rápido, rápido, danzad, locos, danzad… todo se complica para ambos hermanos que en sus nuevas maneras de afrontar la vida sus existencias se cruzan de manera dramática… y su proceso de maduración se acelera. Ambos aprenden que la vida es mucho más dura que un baile loco con litros de alcohol en la cubierta de un barco.

Por ahí hay un buen periodista con olfato que ayuda desde el principio a la novata. Y por el otro lado hay un gánster con cara y modos de matón con cara de Clark Gable. En medio una tremenda matanza. Una investigación periodística… y la tragedia. En las vicisitudes los hermanos unirán sus lazos pero aprenderán que la vida es más dura y menos despreocupada de lo que ellos creían. Ahora sí sabrán lo que perdieron ‘alegremente’. A un ritmo rápido. Veloz.

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La pesca del salmón en Yemen de Lasse Hallström

La pesca del salmón en Yemen cumple una función: que el espectador pase una tarde agradable… pero además podría haber sido redonda. Hallström, y todo su equipo, contaba con los ingredientes necesarios para haber hecho una película para recordar. No una película de tarde agradable que caerá pronto en olvido y se verá agradablemente de nuevo en cada nueva emisión en televisión. Porque La pesca del salmón en Yemen (inspirada en una novela del mismo titulo de Paul Tardey) podía haber sido algo más que una película disfrutable de buenas intenciones… Y les vuelvo a repetir que pasé tarde muy pero que muy agradable con su visionado. Digamos que era lo que necesitaba… pero luego me dio por pensar que qué lástima no haber disfrutado de una obra cinematográfica que tenía todo para ser mejor.

Básicamente, en mi humilde opinión, pienso que el fallo mayor radica en querer reflejar varias historias/conceptos/tonos y estilos a la vez, en una única película. Así por una parte tenemos la comedia romántica. Por otra parte nos encontramos con la sátira política. Más allá con la película sobre un proyecto común que une a las personas. Al lado con el choque entre dos culturas que pueden tenderse un puente… Más lejano los conflictos bélicos, el drama de la guerra, el fanatismo religioso y político. Si giras a la izquierda la historia de un visionario. Y si te vas a la derecha la explicación de la pesca como metáfora de la vida. Y si vas todo recto la manipulación del ciudadano a través de los medios de comunicación… Son demasiados géneros, tonos, conceptos… demasiadas cosas que contar para que la mezcla salga perfecta.

Así que ni corta ni perezosa me quedé con lo que se me hizo más agradable: la comedia romántica. Y me dispuse a disfrutar de la química y la relación que crece entre un científico algo autista (delicioso Ewan McGregor, mi rey de la comedia romántica… aunque me encanta también en cualquiera de los registros que se proponga. Este escocés es una debilidad que tengo) y la joven y vital representante del jeque en Gran Bretaña (una elegante y también deliciosa Emily Blunt). Las demás tramas quedaron tan sólo en apuntes… que podían haber sido otras buenas películas (comedia, drama, drama social, drama político, bélico, filosófico…). Así sí que es cierto que hubiera querido algo más de ese peculiar jeque (Amr Waked) o no me hubiera importado reírme más con esa agente de prensa del Primer Ministro (con una secundaria reina, Kristin Scott Thomas).

Y como en toda comedia romántica hubo escenas en las que me quedaría enganchada una y otra vez: sobre todo esa visita del científico autista a su compañera de trabajo (y mujer que le enamora) para ver cómo está después de saber que está hecha polvo por una muy mala noticia… para ofrecerla sándwiches y compañía. Y toda la transformación de ese científico que ama la pesca, de existencia ordenada, que se encuentra con otra forma de vivir la vida que le ayuda a ir contracorriente, a emocionarse, a creer, a amar… y le encanta…

La pesca del salmón en Yemen de Lasse Hallström permite por lo menos salir con una sonrisa. Y como muchas veces digo, eso no es poco. No es redonda, sólo correcta, pero yo la tendré en cuenta por ese escocés que me cautiva…

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El muelle de las brumas (Le quai des brumes, 1938) de Marcel Carné

La bruma cubre el mar en Le Havre. No hay salida para los personajes de la película de Marcel Carné. Así como en este siglo XXI Kaurismäki regresa a Le Havre para una película luminosa donde hay una salida y una esperanza para uno de los personajes más allá del muelle (en una etapa oscura)… En la de Carné sólo hay una posibilidad que se resquebraja. Un sueño que se trunca trágicamente para la mayoría de sus personajes. El pesimismo de un mundo de entreguerras sobrecoge en una película que expresa la esencia de un movimiento: el realismo poético francés.

Y el lirismo se encuentra en las imágenes de Carné y su manera de contar. En los diálogos de Jacques Prévert. En los personajes trágicos… perdedores que arrastran sus vidas y sólo atrapan destellos de felicidad pero su sino es fatal. Arrastran la desesperanza y el desencanto por compañeras.

Una película coral donde el soldado desertor se une a la muchacha desgraciada, ambos se enamoran pero les es imposible encontrar una salida. Y aunque el soldado desertor logra de nuevo ilusionarse… tan sólo puede atrapar un último beso amargo… pues ha rozado algo parecido a la felicidad a la que no puede aferrarse. Por ahí están los moradores del bar Panamá donde nadie tiene nada que perder. Donde no hay preguntas y sí un refugio. Ahí se une el pintor suicida, el dueño que recuerda gloriosos tiempos pasados con un rasgueo de guitarra o el alcohólico con cara de buen hombre que se gana la vida como puede. Ahí también confluyen los hombres con ínfulas de matones (y mucha cobardía) de Le Havre. O el comerciante al que todo el mundo desprecia y él se sabe despreciado que además es un barba azul para la muchacha que trata de huir de sus garras…

A los intérpretes les rodea la lírica sobre todo en el rostro desencantado y después ilusionado (o enamorado) de un Jean Gabin… absolutamente maravilloso como héroe trágico. Soldado desertor que huye… Tierno con la chica, fiero con los injustos, protector del que no puede defenderse. Amargo. Capaz de salvar a un perro de ser pillado por un camión (perro que será para siempre un amigo fiel) y sin embargo describir con amargura lo que es matar a un hombre de un disparo. Él sabe que se vuelve peligroso cuando la ira le ciega… Capaz del rostro más duro o de regalar la mirada más dulce. Es un hombre que cuida el detalle, el recuerdo y la nostalgia… y sólo quiere tomar un barco y empezar una nueva vida. Lo que no se espera es que en Le Havre haya un perro sin dueño que le siga… y una chica de grandes ojos que le espera.

Una jovencísima Michèle Morgan que ya enamora en su primera aparición en el bar Panamá, desencantada pero que cree en amar y ser amada. Sólo tiene 17 años y la vida ya la ha golpeado más de una vez. El soldado desertor se la encuentra mirando por una ventana al mar. Con sus enormes ojos, su boina negra y su gabardina transparente…

El maduro Michel Simon encarna al personaje más complejo y oscuro. Al único personaje hacia el cual nadie derrama una palabra amable. Pero él tampoco actúa de manera admirable. Es el comerciante sibilino, sin escrúpulos, tartufo y oscuro… que inspira no sólo rechazo sino tristeza (alguien continuamente rechazado nunca podrá ser feliz…). El único que no le rechaza es él mismo, como no deja de repetir… tan sólo le gusta la música clásica religiosa en un mundo que siente decadente y que él hace decadente…

Y es tristeza lo que arrastra cada fotograma de El muelle de las brumas pero también, de manera sencilla, describe una preciosa historia de amor. Con un primer encuentro, un paseo, la ilusión del romance, una feria donde los amantes se acercan a algo parecido a la felicidad con un primer beso y unos rostros en primer plano, el encuentro ínitimo maravilloso (y reflejado con delicadeza y erotismo poético) en la habitación de un hotel con separación emocionante incluida (él le confiesa por la mañana que va a tomar un barco), el reencuentro y la tragedia ya anunciada…

El realismo poético francés mostraba un mundo de perdedores que profetizaban la caída a un pozo más negro. Se acercaban tiempos de guerra y horror. Tiempos de supervivencia y desesperanza. Sin posibilidad de salida. Con brumas en los muelles y sin posibilidad de escapar hacia un mar abierto…

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Alps de Yorgos Lanthimos

Hay directores que se crean un universo propio a través de su filmografía. Y así lo está creando el realizador griego Lanthimos. Un universo complejo, cruel con mucha dosis de humor negro que sin embargo provoca que salgas con una sensación de pesar, tristeza y pesimismo de la sala de cine. Si Canino fue sorprendente, Alps es la confirmación de ese universo especial. Que camina entre el patetismo y la crueldad.

Lanthimos en Alps va dejando señas de identidad que ya aparecían en Canino: referencias cinematográficas al cine americano (de los 70 a la actualidad), empleo de la música (y piezas elegidas especialmente) en momentos puntuales y de manera diegética, actriz-musa que desencadena el conflicto y provoca una violencia seca y brutal (Aggeliki Papoulia), representación dentro de una representación…

Pero sobre todo unos personajes enfermos emocionalmente, como si estuvieran aquejados de una especie de autismo emocional o síndrome de Asperger. Unos personajes con los cuales es muy complejo empatizar que arrastran un patetismo exacerbado y llevan hasta el extremo una ‘representación’ de la realidad que les hace complejos. Una ‘representación’ mecánica donde el cuerpo es un instrumento fundamental.

Y al agitar todo esto en una coctelera o por ejemplo en Alps es capaz de generar distintas emociones y momentos de catarsis al espectador que observa su historia. Provoca una serie de sentimientos y reflexiones que hacen sentirte incómodo y reírte de situaciones que resultan tremendamente tristes o patéticas.

Lanthimos se mete de lleno en una comedia-mazazo negra, negrísima, donde la muerte revolotea. Sus mecánicos y emocionalmente enfermos personajes crean una sociedad secreta en la que con unas normas rígidas y brutales se convierten en los ‘sustitutos’ de personas irremplazables, de los seres queridos que se van y mueren. Así se genera una serie de situaciones dramáticas con humor negro y cruel (sí, cruel) en la que cada uno de los individuos pierde su identidad para ser sustitutos de… y se les va la vida en ello o es lo único que da sentido a sus grises vidas.

Sus personajes, como en Canino, carecen de nombre. Si en Canino eran llamados por el parentesco (padre, madre, hija…) aquí son las profesiones lo que nombra a los personajes: la gimnasta, el entrenador, el conductor de ambulancias y la enfermera. Y son también protagonistas de otro de los platos fuertes de Lanthimos y es en el uso y empleo del lenguaje (los signficados toman otro camino) que ayuda también a ‘esa representación’ continúa de los personajes.

Así en el universo Lanthimos de Alps recoge de nuevo escenas que se graban en la retina… y escenas de un patetismo y una tristeza que duele… pero que a la vez provoca carcajada y eso incomoda. De tal modo que logra que en algunos momentos quieres que te sustituyan como espectadora… por lo que te está generando.

Es difícil olvidar la escena de la maza, la discusión representada en la tienda de las lámparas, los bailes de la gimnasta, la reunión del grupo de Alps para representar a celebridades… Y como en Canino nada explica el porqué de esta situación o de estos comportamientos e incluso deja elementos para el misterio, como ese padre de la protagonista que nunca sabemos si es una ‘sustitución’ de ella o un padre real. Todo fluye entre lo absurdo y lo patético.

… espero otra continuación del peculiar universo de Lanthimos. Que no deja indiferente. Siempre soprendente.

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Diccionario cinematográfico (177)

Un único espacio: Así como en madrid, 1987 sólo hacía falta un baño para crear una historia, otros espacios han sido únicos para hacer desfilar emociones.

Hace poco la angustia, la claustrofobia y el agobio eran evidentes en un ataud donde el director Rodrigo Cortés enterraba a su protagonista durante 93 angustiosos minutos.

Y por espacios pequeños no olvidemos la mítica La cabina donde José Luis López Vázquez nos mostraba el horror de quedarse encerrado en un sitio mínimo sin posibilidad alguna de salida o explicación de un porqué.

… difícil de olvidar la mansión donde se celebra en el comedor una cena que reúne a elegantes invitados. Éstos descubren que sin motivo aparente y sin razón alguna les es imposible abandonar la habitación. Angustiosa situación que a Buñuel le sirve para llevar a educados invitados a situaciones extremas.

El maestro del suspense decidía que toda una película transcurriera en una balsa en Náufragos y como no le asustaban los retos mostraba en una sola habitación el asesinato de dos mentes enfermas y la posterior investigación, dos alumnos demasiado aplicados quieren demostrar a su profesor que el crimen perfecto es posible en La soga. O en La ventana indiscreta no sale de la habitación de un fotógrafo con la pierna rota que observa su patio de vecinos.

Y en un único espacio, la casa familiar de enorme pasillo es donde Ettore Scola nos cuenta la historia de una familia italiana durante varias décadas. Todas las habitaciones esconden un secreto.

Y también es un pasillo donde se sugiere la locura y se esconden las alucinaciones de una mujer con Repulsión exacerbada. Polanski es también experto en espacios únicos —vivos— y tiempos reales como demuestra en la pequeña casa donde transcurre Un dios salvaje.

El amor y otros sentimientos también viven encerrados en una única habitación. Así se nos muestra en Una relación privada, lo que empieza para cumplir un sueño sexual termina en otra fase.

El chileno Matias Bize mete a Bruno y Daniela que acaban de conocerse en una habitación de hotel y pasamos una noche con ellos, En la cama. Después en una casa-pecera, durante una fiesta de cumpleaños, nos cuenta otro relato íntimo con único espacio en La vida de los peces.

También Julio Medem retomando la idea de Bize metió a dos damas en una habitación de hotel y también en una cama… Habitación en Roma.

También sentimos el desencanto y el amor de una pareja de manera inesperada y en una sola noche en el dormitorio de un hotel… Conversaciones con otras mujeres. O como contar con romanticismo irónico una historia de amor roto.

Y persiguiendo clásicos (de inspiraciones literarias y creativas) una Anna Magnani destrozada en su triste habitación termina por teléfono la historia de amor con su amante. Y pasa fácilmente de un estado a otro. Y en un único espacio se nos retrata toda una historia. Con una voz y un rostro. En El amor de Roberto Rossellini el episodio de La voz humana. Y Visconti nos deja en Il Lavoro con una Romy Schneider que en la intimidad del dormitorio realiza una propuesta a su marido infiel…

A veces un único espacio encierra grandes historias y vomita un torrente de emociones.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

madrid, 1987 de David Trueba

En diez tecleos

1º tecleo. Dos cuerpos desnudos. Dos cuerpos desnudos en un cuarto de baño durante un fin de semana. Un cuarto de baño que se convierte en refugio. De pronto la desnudez de los cuerpos deja de ser importante, deja de ser algo llamativo. La situación ya no es absurda. Lo que vemos son dos personas con almas desnudas. O lo que es lo mismo durante unas horas no hay máscaras. Para lo bueno y lo malo. Desnudan todo lo desnudable. Y el espectador voyeur al final no ve únicamente los cuerpos, ve el verbo.

2º tecleo. El tiempo, la historia, lo cotidiano. Un cigarrillo tras otro. Una máquina de escribir. La radio. Cambio 16. Una carpeta con separadores. Vasos de whisky. Gafas y mucha miopía. Anfetas. Un baño con azulejos blancos. La grifería de siempre. Los ventanucos interiores. La ausencia del móvil. Norma Duval. Rosa León. La raya del pelo de Suárez. Los libros con las tapas cubiertas, papel, páginas. Los ceniceros. Felipe y Alfonso. Prensa escrita. El valor de la palabra…

3º tecleo. La voz. Todo lo envuelve la voz grave, la verborrea imparable, la frase precisa de un desencantado y amargado de la vida con rostro de José Sacristán. Su voz lo seduce todo. Su voz como el personaje del columnista se transforma. Y de un hombre amargado, desagradable, que sienta cátedra en cada frase que derrama… con voz grave, a un hombre que seduce y hace imaginar a través de la palabra vomitada. Con cada cadencia sentimos al hombre que desnuda su ser y su desencanto por la juventud perdida o el deseo de volver a aletear. El hombre que se mira al espejo y no observa al hombre que le gustaría haber sido. El hombre que se mira al espejo y le gustaría seguir creyendo en el cambio… El hombre que en el fondo sigue sabiendo que la palabra late aunque la silencie.

4º tecleo. El silencio. El cuerpo. La musa. Al principio hecha de silencios. Al principio sólo la miramos a través de la voz de ese columnista que sólo quiere tocar su cuerpo… ya no le interesa el talento. Sólo es un cuerpo. ¿Un objeto? Un lienzo para pintar y vomitar todo lo que se le ocurra. Y ella observa en silencio cual estatua de mármol. Con rostro de María Valverde. Cual mujer florero-pasiva. El papel que le da el columnista con intelecto, el columnista con ideas progresistas convertido en tirano que desprecia. Pero ella poco a poco va mostrando otra cara que nada tiene que ver con la pasividad hasta que llega al clímax del enfrentamiento y humaniza la verborrea imparable del columnista, y le hace reparar que tras el cuerpo hay un talento. Que tras ese cuerpo hay un verbo que escuchar.

5º tecleo. Generaciones. El maestro y la alumna. El profesional perro viejo y la aspirante a escritora. La vejez y la juventud. El que deja el tren o llega a su parada y la que coge el tren y espera un viaje de largo recorrido. Lecciones de vida de ida y vuelta. La voz de la experiencia y el desencanto, la voz de la que todavía espera y todavía cree. Los dos saben de amarguras. Los dos saben de placeres. Los dos saben cómo hacerse daño. Pero también entienden de ternuras. De empatías. Los dos saben volar y también posar los pies en la tierra. Sólo cuando se escuchan tienden un puente. Los dos trazan caminos de ida y vuelta… pero eso únicamente es posible en el refugio.

6º tecleo. Suicidio. Aunque no lo parezca cada día es un nuevo suicidio. Cada sueño al que renunciamos. Cada daño que infligimos. Cada traición que perpretamos. Cada desilusión que nos llevamos. Cada silencio que nos guardamos… El suicidio puede ser la amargura de no querer mirarnos en un espejo. O no poder con la vida ni a rastras y un día en silencio tirarnos por una ventana. Porque parece que nada merece la pena. Que nada puede cambiarse o transformarse. Que los tiempos pasados pasaron y ya son inasibles. El suicidio también puede ser no levantarse de una cama. Pero a veces se puede encontrar un recoveco o un refugio íntimo… inaccesible para casi todo el mundo y descubrir que la vida fluye y sigue ahí. Que la palabra se oye. O se lee. O se ve…

7º tecleo. Mañana. Y entonces en la voz de Irene Tremblay quizá llega la posibilidad de un mañana. Desconocido pero un mañana. Y ese mañana puede estar lleno de posibilidades. Un mañana lleno de incertidumbres. Y puertas cerradas pero también con piedras en las que poder alzarse para mirar. O ventanucos que dejen pasar una leve luz. “Que no te venzan derrotas por llegar”. Detras de una nube puede estar el sol. Ya sabéis, son cosas que pasan.

8º tecleo. Estilo. En madrid, 1987, hay un estilo minimalista. Un estilo desnudo. Que no se siente. Que se vive. Que arrastra. Que te envuelve. Atrapa un instante de vida. Algo que quedará en un recuerdo. Y en madrid, 1987 se habla de estilo con certeza, de que el buen escritor es el que está desnudo, el que no fuerza, el que no trata de que se le note qué estilo tiene. Pasa igual con el que filma. Cuando se nota que en escribir o en filmar se te va la vida en ello. Se te escapa la vida en ello. Porque es lo que vomitas, lo que tienes dentro. Sin máscaras.

9º tecleo. En la habitación. Y con lo mínimo surgen todas las emociones. A veces sólo hace falta una habitación y unos actores. En madrid, 1987, un cuarto de baño, dos actores desnudos y la palabra. El baño tiene una pequeña ventana, un marco, un váter, una bañera, un lavabo, una lamparita, una toalla, una cortina de plástico de ducha, y, como no, un espejo…

10º tecleo. Imaginar cine. Lo más bello y desnudo de madrid, 1987 es una película no filmada, inventada. Y ahí vemos la capacidad y el poder de la palabra. Y ahí vemos la capacidad y el poder de la imagen. Sólo hacen falta unos espectadores. Un gran marco, un fondo blanco. Y las ganas de vislumbrar una historia.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Diccionario cinematográfico (176)

Universo Steinbeck:

George y Lennie sueñan con una granja con conejos de colores. Siempre se cuidarán el uno al otro. A Lennie le gusta tocar cosas suaves y es un gigante con una fuerza bruta, inocencia absoluta, inteligencia nula pero incapaz de medir su corpulencia. George es mínimo en tamaño, desencantado, luchador y protector… que vive por un sueño junto a George. En época de depresión logran ir a una granja y encontrar trabajo… pero todo sale mal. Cuando piensan que el sueño está al alcance de su mano… un déspota por jefe, una mujer con suave pelo y solitaria… rompen el equilibrio. La desgracia está a la vuelta de la esquina. (La fuerza bruta (1939) de Lewis Milestone, De ratones y hombres (1992) de Gary Sinise).

Deambulamos en el mismo paisaje desolador.

Tom Joad y familia, con la dignidad sobre los hombros, a punto de caída, tratan de deambular por la crisis en su vieja camioneta. Granjeros expropiados tratan de luchar en un paisaje siempre desolador. Uno a uno los miembros de la familia van agotándose. Pues a la vuelta de la curva chocan con una nueva desesperanza. O cuando una luz se enciende brutalmente se apaga. Pero Tom Joad por el camino de la militancia y la lucha y Ma Joad con tesón y con la creencia en la unión y el cariño tratan de que los suyos, todos los que son Joad, vayan siempre con la cabeza alta, (Las uvas de la ira (1940) de John Ford).

Hacemos una pausa en un pueblecillo pesquero.

Érase dos pescadores ociosos que les gustaba dormir con las estrellas por techo. Dos vividores con sus buenas garrafas al lado. No necesitan mucho para sentirse bien. Ahí, en Tortilla Flat. Por ahí está la bella Dolores que remueve su bohemia vida. Mucho pasan estos dos. Hasta uno de ellos hereda propiedades. Por medio hay un accidente. Y la posibilidad de un milagro. Al final a pesar de los pesares un techo de estrellas es lo más apetecible y la posibilidad de recuperar un amigo. (La vida es así (1942) de Victor Fleming).

El autor deja su pluma para el papel en blanco y crea una historia, un argumento, para convertirlo en película.

Y surge un argumento atípico para un mago del suspense siempre apasionado por retos técnicos. Así que ambos cuentan una historia de la segunda guerra mundial donde ocho supervivientes sobreviven en un bote salvavidas. Ocho personalidades distintas a la deriva. El conflicto está servido. (Náufragos (1944) de Alfred Hitchcock).

… Y entonces el escritor se encuentra con Elia Kazan. Con el que escribe una película. Y el director adapta una de sus novelas, más bien se inspira en una de sus partes.

Director y autor se van a México para contar la historia de un hombre que se convirtió en leyenda. Un revolucionario que no quiso que el poder le corrompiera… ni traicionar el espíritu revolucionario… de tal modo que abandona el camino recorrido para recuperar la esencia. Y ahí es traicionado porque ahí sí que era un peligro para el orden establecido. Sin embargo se convierte en leyenda… (Viva Zapata (1952) de Elia Kazan).

… Al este del edén siguen Caín y Abel dos hermanos opuestos de padre estricto y compitiendo por una misma mujer. Dos hermanos opuestos que viven de distinto modo la ausencia de la madre. Una historia de amores y odios. De sueños y venganzas. Una historia de luces y sombras. Caín y Abel no habitaban sólo en el Antiguo Testamento… su historia se repite a lo largo de los siglos. Pues es una historia humana. (Al este del edén (1955) de Elia Kazan).

… Es el universo Steinbeck que sigue girando a vuelta de página o moviola.

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Luces y sombras de Nunca Jamás

Qué interesante cuando al espectador le dan oportunidad de disfrutar de ciclos de cine originales y bien programados. Ciclos para abrir horizontes cinéfilos y también humanos. Para reflexionar. Y qué bueno que existan sitios donde se puedan llevar a cabo estas programaciones. Así ocurre durante tres meses en La Casa Encendida (abril, mayo y junio), con el ciclo Luces y sombras de Nunca Jamas, que además recupera de nuevo el concepto de programación doble (los que sobrepasamos los treinta y más recordamos la sesión continúa, los cine de estreno, de reestreno, los cine de repertorio…). En una sesión dos películas y dos películas que tienen una conexión-reflexión. Jordi Costa, comisario del ciclo, realiza todo un discurso lógico a través de las programaciones dobles del concepto de inmadurez.

Ayer fue la conferencia inaugural, Jordi Costa propone un juego, un puzzle de reflexiones, que conforman un discurso perfectamente armado. Una conferencia llena de referencias cinéfilas, visuales, literarias, de cómic, arte, ensayo, psicología, arquitectura, musicales…, una conferencia que pide la participación activa del cerebro de sus oyentes para terminar disfrutando de una exposición lógica donde hemos disfrutado a través de miles de relaciones de conceptos. Un viaje al útero materno, a la inmadurez como trinchera, y un viaje a través del cine como espacio reflexivo, como creador de discursos.

Así que ahí estaba Hildy con su cuadernito (ya sabéis que yo y las nuevas tecnologías… a pesar de mis intentos de modernizarme), su bolígrafo y sus oídos atentos a la caza de la reflexión propuesta en la conferencia Polimorfos perversos en las arquitecturas del placer: de Disnelandia a Neverland, ya el título ofrece un montón de lecturas-reflexiones o por lo menos una pregunta: ¿Qué me van a contar? ¿Qué voy a escuchar?

Asistimos a un viaje por espacios arquitectónicos donde se atrinchera el inmaduro (o inmadura pues también se habló de género). Donde resiste y se protege de los valores del mundo adulto. Una arquitectura del placer donde el inmaduro patológico se refugia en la habitación uterina. Así vamos desde la buhardilla donde se oculta el Harry Langdon de Mis primeros pantalones hasta la habitación de recreo en Vivir para gozar, en las screwball comedy, hasta la creación del parque temático uterino, Disneylandia, el paisaje de una infancia no vivida, amable e inocente, pasando y rozando las arquitecturas de Playboy donde sexo e inmadurez van de la mano o la habitación que muestra al niño exagerado y patológico de Pee Wee, hasta llegar a la culminación de Neverland, el espacio uterino y personal de Michael Jackson.

También podemos apuntar interesantes reflexiones como la que se forma alrededor de una lectura de la screwball comedy. Género maravilloso donde existe la complicidad entre el hombre y la mujer en la inmadurez, en el continuo juego. Donde la mujer es el agente activo que permite el camino hacia una inmadurez transgresora que lleva a caminos de libertad y reconocimiento de una identidad. Un camino donde el hombre y la mujer van de la mano. Irene Bullock y Godfrey, David Huxley y Susan Vance, Linda y Johnny, Oscar y Mildred, Charles y Jean… son maravillosamente inmaduros en Al servicio de las damas, La fiera de mi niña, Vivir para gozar, La comedia de la vida, Las tres noches de Eva… Y por tanto dejan puertas abiertas a situaciones y comportamientos ilógicos… alejados de lo serio y lo responsable y lo maduro… Así Jordi Costa afirma que siguen los coletazos de la screwball comedy crepuscular en dos ejemplos de cine contemporáneo donde lo crepuscular se confirma porque uno de los personajes deja de jugar o ya no puede jugar (o seguir su proceso de inmadurez). Así nos habla de cómo el conflicto de Kill Bill de Tarantino es que La Novia deja de jugar con Bill. O cómo al Fantástico señor Fox le impiden el juego y la inmadurez.

O ese inmaduro transgresor presente en El invisible Harvey donde James Stewart se convierte en el mago de los sueños, aquel ser humano capaz de completar un sueño de la comunidad, al servicio de lograr una comunidad más feliz e inocente. El protagonista con su gran conejo invisible Harvey como amigo transita en una película donde todos, en un principio, ven su comportamiento como locura. Hasta que van surgiendo cómplices como el propio psicólogo que lo trata. Y con él realiza una reflexión clave en la vida entre ser listo y ser agradable, amable. El protagonista elige ser agradable. Otro de los caminos posibles de la inmadurez (o de la creación de espacios uterinos, el espacio amable).

Otro viaje interesante al escuchar la conferencia inaugural fue el de las referencias culturales de todo tipo. Así nos enganchamos a la pasión de la generación del 27 hacia la figura de Harry Langdon o de la maravillosa aventura de la traducción de la novela Ferdydurke del escritor polaco Witold Gombrowicz. Nos adentramos en la teoría del psicoanálisis de Freud y su concepto del polimorfo perverso que nos lleva a una pintura de Dalí. Nos envolvemos en las pinturas de niños de ojos grandes de Margaret Keane o con los cuadros de Mark Ryden. Y desembocamos en el rey del Pop e imágenes de Moonwalker.

Este sólo es un pequeño esbozo de la riqueza de conceptos y simbolismos que conformaron la conferencia. Después disfruté de mi primera sesión doble donde el protagonista es un niño terrible y déspota que tiene aterrorizados a su familia y vecinos. Así primero se proyectó un capítulo de la mítica serie En los límites de la realidad dirigido por James Sheldon y después el fragmento de Joe Dante de la película colectiva En los límites de la realidad. Ambas proyecciones adaptan un relato de Jerome Bixby donde el protagonista es un niño tiránico y terrible…Y después los cortometrajes de animación de Sally Cruikshank (de la cual nunca había visto nada) donde recrea geniales arquitecturas de placer…

La programación de este ciclo puede encontrarse en La Casa Encendida

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