Diccionario cinematográfico (181)

Espías: … y los espías se apoderan de la pantalla blanca y nos dejan historias apasionantes. Inolvidables. Es todo un género que ha dejado una ristra de historias inabarcable… El espía es un personaje que sigue en acción. Espías bélicos, políticos, de sistemas totalitarios, espías de la guerra fría, espías entre grandes multinacionales, de los gánsteres, de la policía, de la seguridad de los estados… Espías comprometidos, espías traidores, espías que ya no saben cuál es su papel en la tierra o en qué lado están, espías dobles, espías que quieren dejarlo y no pueden, espías que no conocen otro modo de vida, espías enamorados, otros desengañados, espías de destino trágico, espías aventureros, tristes espías…

La figura del espía me ha venido a la cabeza esta semana por dos motivos. He visto por primera vez, y siguiendo mi búsqueda de filmografías completas de actores que me gustan (una de esa filmografías es la de William Holden), Espía por mandato (1962) de George Seaton. Holden es un espía primero por mandato como indica el título y después comprometido con la causa. Así en un principio estamos delante de una película que parece desenfadada y de aventuras hasta que se va convirtiendo en un relato oscuro y trágico donde todos los personajes se van transformando. Transcurre durante la segunda guerra mundial. Es interesante el papel de la espía interpretada por Lili Palmer, de fuertes convicciones religiosas pero que también alberga un fuerte sentimiento de culpa que acaba con su cuidadoso trabajo… y es el personaje contrapunto que hace cambiar la perspectiva como espía del personaje de Holden. Ambos protagonizan una trágica historia de amor.

Y el segundo motivo es que por enésima vez me han recomendado el visionado de El topo de Thomas Alfredson. Una de mis películas pendientes del año pasado. Espías durante la guerra fría. Pronto cumpliré dicho cometido… verla.

Así que viajemos por el apasionante e inabarcable mundo de los espías.

William Holden ya había vivido el tema de los espías en Traidor en el infierno. Espías en barracones de prisioneros americanos durante la Segunda Guerra Mundial. Informadores de los nazis sobre planes, fugas y otros pensamientos. Esta vez era falsamente culpado de espía traidor en su barracón… y es su lucha por la supervivencia. Por demostrar que es cínico pero no traidor de sus compañeros.

Alfred Hitchcock es un maestro del cine de espías. En su etapa británica nos deja ejemplos emocionantes como 39 escalones, Alarma en el expreso o Agente secreto. Pero después nos deja también, sólo por hacer un mero recorrido, dos grandes joyas del cine de espías… que jamás me canso de visionar una y otra vez. La maravillosa y entretenida Con la muerte en los talones y una obra cumbre Encadenados, de dobles espías y nazis. Damas y caballeros que se pasean por el mundo con su profesión de doble filo, espías.

Un mundo de espías y romanticismo a raudales recorren las películas clásicas como Casablanca, El expreso de Shangai o Mata Hari. Y ese romanticismo sigue vigente en la actualidad, un romanticismo trágico que se desarrolla en escenarios distintos: en la Segunda Guerra Mundial o en los conflictos entre las multinacionales farmacéuticas y países africanos. Me refiero a El paciente inglés de Anthony Minghella o El jardinero fiel de Fernando Meirelles. Y siguiendo ese halo trágico entre medias nos encontramos con El americano impasible (y sus distintas versiones), espías trágicos. Uno por comprometido y otro por desencantado y traidor… los dos como hombres enamorados. El universo del novelista Graham Greene en el cine.

También nos encontramos al espía como icono. El espía con más vida en el séptimo arte. El espía que ha ‘vivido’ distintos rostros y con esos rostros distintas evoluciones del personaje. Sus andanzas comenzaron en los años 60 y aún no han terminado… es el agente 007, con licencia para matar y que trabaja para el servicio secreto británico. El agente 007 ha pasado por rostros que han ido añadiendo piezas a su personalidad: Sean Connery, George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan, Daniel Craig… Y en consecuencia también tenemos sus correspondientes parodias: como Casino Royale en 1967 o más recientemente las parodias del agente con cara de Jean Dujardin como OSS 117 (protagonista de dos aventuras cinematográficas).

En los años setenta en el nuevo cine americano se dio un cine de espías complejo y crítico con el reflejo del mundo. Así surgieron varias joyas del género como La conversación, Los tres días del Cóndor, Marathon man o la más desconocida pero impactante El último testigo… donde el mundo de los espías era algo oculto, oscuro y manipulador del destino del mundo y los ciudadanos o eran héroes que sufrían las complejidades de un mundo conflictivo.

… en el cine actual los espías y topos siguen dando un cine que estremece y que muestra distintas realidades. Así nos perdemos en dependencias policiales y de gánsteres en Infiltrados o Donnie Brasco. O conocemos a fondo a un espía de la República Democrática Alemana en la impresionante La vida de los otros. O entramos de lleno en la interesante y sarcástica burla que realizan los hermanos Coen del espionaje en Quemar después de leer

Los espías se esconden por todas las esquinas de las pantallas de cine… para saltar en nuestros ojos en cuanto les miremos…

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Hysteria (Hysteria, 2011) de Tanya Wexler

Sólo buscaba una película en cartelera que me hiciera sonreír. Que me hiciera disfrutar. Así que no lo dudé me metí a ver Hysteria y me proporcionó lo que deseaba. Época victoriana, miriñaques, falsa moral, mucho romanticismo, histeria y vibradores. Todos estos son los ingredientes de este simpático cóctel que además toca otros temas y te hace pensar más de lo que creemos.

Es una película optimista que habla de mujeres, hombres, sentimientos, sexo y satisfacciones. Una película que habla de dejarse de dobles morales y apostar por comprometerse con la sociedad en la que se vive y tratar de transformar, de ilusionarse, de esperanzarse, de cambiar…

Una película que habla sobre el papel que tenía la mujer en la época victoriana (menos superado de lo que pensamos) que hacía que existieran diagnósticos médicos tales como la histeria que no escondía más que un sometimiento (que podía terminar con trágicas consecuencias como se ve en el juicio de una de las protagonistas). Una negación a la mujer alocada, creativa, vivaz, compañera y amante con los mismos derechos y los mismos deberes… Y una elevación a los altares a la mujer sumisa, florero, educada, silenciosa, callada y nacida para casarse y perpetuar la especie…

La película es sencilla. Dos hermanas: el ideal victoriano y el torbellino (una mujer que cree en un trabajo para mejorar la sociedad y la vida, que cree en unas relaciones en igualdad de condiciones). Un padre cansado que lleva una clínica de tratamiento de la histeria femenina. Y un joven doctor desencantado porque no le dejan ejercer una medicina moderna y más avanzada… que termina en esa clínica privada de aburridas amas de casa insatisfechas… El tratamiento más eficaz es el masaje vaginal. El joven doctor empieza a sufrir calambres en su brazo… y entonces idea el vibrador (con su amigo millonario siempre interesado en las ‘nuevas tecnologías’ como el teléfono). Y entre medias vive rodeado de mujeres y distintas realidades femeninas: sus clientes adineradas, las dos hermanas opuestas pero enamorables ambas, el servicio doméstico, las mujeres con las que colabora en un proyecto social la hermana torbellino…

Tanya Wexler emplea los ingredientes de la comedia romántica en la etapa victoriana y deja una película con momentos entrañables y divertidos. Wexler realiza una dirección correcta y trata con cariño a sus personajes. Hysteria está plagada de personajes secundarios (algunos desaprovechados y otros con momentos brillantes) y se convierte en película vital gracias a una dinámica Maggie Gyllenhaal que roba todas las escenas en las que aparece… que consigue además una bonita química con un dulce Hugh Dancy en su papel de inocente pero también idealista doctor. Hysteria te deja una sonrisa en el rostro… y a eso cada vez le doy más importancia.

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Dan Duryea

Duryea tiene ganada la eternidad cinéfila por los siglos de los siglos por su maravillosa trilogía de malos malísimos en tres obras maestras del cine negro. Gánster con aires de locura o chulo pringado que va por la vida con la violencia por bandera. La mujer del cuadro, Perversidad (ambas de Lang) y El abrazo de la muerte de Robert Siodmak cuentan con tres malvados con el mismo rostro que siempre que aparecen se llevan la función de calle. Las tres películas son tres puntales del buen cine negro. Las mujeres que acompañan a estos malvados (con cara de Duryea) en este viaje hacia lo oscuro son Joan Bennet en las de Lang e Ivonne de Carlo en la de Siodmak.

Duryea es de esos tipos duros con cara peculiar que tuvo una carrera notable pero que irremediablemente ha caído en olvido. Para mí el encontrármelo en alguna película entre los nombres del reparto siempre es algo bien recibido. Me supone una garantía para tener ganas de verla. Y mientras me muero de ganas por descubrir muchas joyas ocultas de su filmografía… me deleito en las que le voy descubriendo.

Empezó en roles secundarios en las que mostraba su versatilidad pero también su sello (sus personajes no suelen ser sencillos… y viajan más por los caminos de la maldad y la oscuridad). Dan Duryea es de esos tipos que no tiene cara de bueno… Así comienza su carrera cinematográfica a principios de los cuarenta con La loba de William Wyler… y es uno de esos zorros-cachorros miembro de esa familia que se devora por dinero. Después se fue a una comedia que adoro, Bola de fuego, y es el matón de turno pero con mucha gracia y poco cerebro. Los siete sabios que tratan de que el ‘príncipe’ sabio se quede con la dama, chica de Cabaret… le someten a una ‘brutal’ tortura a base de cosquillas. Y ya se cruzó en el camino de Fritz Lang que le convirtió en el malo malísimo con ese mechón de pelo tan especial que cae por su cara.

Otro de sus géneros más visitados fue el western (varias veces bajo la dirección de Anthony Mann). Nos lo encontramos en el reparto de la mítica Winchester 73. Y Mann le dio la posibilidad de alejarse de su personaje de malvado para darle el papel de trabajador simpático, líder y eficaz en Bahía negra. Pero de nuevo Allan Dwan le pone cara de malo y construye a un antihéroe malvado del salvaje Oeste en la notable Filón de plata. Duryea da escalofríos por su afán de venganza y violencia… irracional.

Me alegro de este rostro incompleto… pero ya en el olimpo (sus tres malos se quedaron en la retina de mis ojos para siempre)… porque me anima el saber que me quedan muy buenas películas por descubrir. De momento me apetece conseguir verle en El ministerio del miedo, Ángel negro, Demasiado tarde para lágrimas, Murallas de silencio…

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Centauros del desierto (The searches, 1956) de John Ford

El otro día frente a una pantalla grande (qué gozada pensar que volvemos a ver en cines y no sólo en salas especializadas películas de otros tiempos) caminé junto a los Centauros del desierto

Y muchas impresiones regresaron a mis ojos…

Centauros del desierto es una película compleja en la que llueven matices y reflexiones.

Ojos azules

Una copia que me devolvió los colores. Me emocioné ante los atardeceres, los crepúsculos y amaneceres… los centauros atravesando un paisaje recurrente en la memoria cinéfila. No pude resistir la curiosidad de disfrutar de cada detalle nítido en los interiores…Pero sobre todo viví el esplendor de unos ojos azules… Cuando entra por primera vez en escena Martin Pawley, ese muchacho adoptado por la familia de Ethan con sangre cherokee en sus venas.

Las puertas

Un relato circular. Una puerta que se abre, una mujer se asoma y se anuncia el regreso de Ethan. Una puerta que se cierra en la que entran hombres y mujeres con una vida por la que seguir luchando, todo continúa, y deja a un solitario Ethan que se marcha, se aleja… Una puerta que se cierra tras su estela. Y entre medias, el relato de una epopeya, de una odisea. De una búsqueda. De una transformación. Del paso lento del tiempo. Del cambio de las estaciones y los ciclos de la vida.

La muerte

Siempre presente. A lo largo de todo el metraje. La muerte de los seres queridos. El dolor de la ausencia y de las palabras nunca dichas. No mostrar la crudeza de la muerte. El odio que genera la muerte provocada, no esperada. El deseo de venganza y la inutilidad de ese sentimiento… que puede conducir a otra muerte. El continúo encuentro con ella.

No vemos la muerte de Martha ni la de los miembros de su familia. Pero intuimos el horror. Ethan entra en una parte de la casa quemada tras el ataque y sale desencajado, no permite que Martin entre a mirar lo que le ha pasado a Martha. Asistimos primero al entierro de Martha, su esposo (hermano de Ethan) y su hijo. Ethan no quiere oraciones, quiere venganza y encontrar con vida a sus dos sobrinas.

… Ethan nos evita también el encuentro con el cadáver de su sobrina mayor. Lucy. Pero intuimos lo horrible de su muerte en la forma de comportarse de Ethan… en ese abrigo que ha ‘perdido’. Cuando realiza la confesión a Martin y a Brad, el novio de Lucy, el joven enamorado no puede evitar la ira y cabalga tras una muerte segura…

Venganzas más allá de la muerte. Ethan dispara a los ojos del cadáver de un indio… porque según sus creeencias necesitan los ojos para no vagar su alma para siempre en la tierra…

Encuentran el cuerpo inerte y muerto de una india que ha acompañado a Ethan y Martin en un momento de su búsqueda… Y ambos lamentan la muerte de una persona que no había hecho daño a nadie…

… más muertes siembran el metraje…

El amor

Una Martha que acaricia el abrigo de su cuñado, sin saber que hay un testigo.

Un Ethan siempre suave con su cuñada.

Una historia de miradas.

Un amor imposible.

Un amor de un outsider que nunca está en el mismo sitio. Una mujer que espera pero que finalmente renuncia al amor de su vida… Un outsider que ama pero su naturaleza (no echar raíces) hace que deje constantemente al amor de su vida (pero también le deja con la certeza que tiene un sitio donde regresar).

Una historia que puede repetirse, de manera paralela, con el joven Martin y la joven Laurie…

Quizá el amor es lo que le hace en un instante replantearse el destino de su sobrina Debbie… El odio feroz se transfigura. Y decide apostar por seguir teniendo un sitio donde regresar aunque siempre se marche… En dejar viva una huella de Martha…

El humor

En la vida hay tragedia. Pero también hay humor. Situaciones divertidas. Personajes que provocan siempre una sonrisa. El humor es un arma de supervivencia.

Momentos vividos junto al padre Samuel Clayton o Mose Harper, un hombre con la locura por compañera (correcaminos de profesión) que sólo quiere una mecedora junto a una hoguera, un hogar.

Peleas, celos y confusiones que llenan la historia de guiños y complicidades. Que nos hacen descansar de la tensión acumulada… A veces la relación entre Ethan y Martin se convierte en comedia… sin estos momentos sería difícil para los dos soportarse en mutua compañía. El paso de un Martin que se va convirtiendo en hombre hecho y derecho a base de bofetadas… se relaja y provoca sonrisa y ternura cuando asistimos a su tímida historia de amor con Laurie.

Ethan

En el último número de la revista Caimán. Cuadernos de cine hay un artículo de Santos Zunzunegui (titulado Palimpsesto Ford) donde da con la clave del personaje: “la sociedad crece sobre el ‘trabajo sucio’ que algunos outsiders llevan a cabo sin que esa misma sociedad quiera saber nada de ello”. Una frase compleja, una reflexión difícil… pero que resume la radiografía de Ethan.

Un hombre complejo con todos los ingredientes para que el espectador no empatice en absoluto con él y sin embargo dolorosamente humano… Un hombre que no echa raíces en ninguna parte pero que no se rinde en la lucha contra mundo hostil (aunque a veces él sea el más hostil de todos). Un personaje contradictorio, odia a los indios y sin embargo sabe todo sobre ellos. Mataría a su sobrina porque considera que ya no es una mujer blanca y sin embargo sabe que es lo único que puede asegurarle una puerta donde llamar. Desprecia a Martin y sin embargo sabe que es la única persona que le es leal… y así un largo etcétera de contradicciones.

Ethan es un personaje fordiano absolutamente rico en matices y muy difícil de analizar. Nos pone sobre la mesa muchas reflexiones incómodas.

Rituales

Centauros del desierto planea por la vida cotidiana de sus personajes en un periodo histórico difícil. Cena en familia. Desayuno con vecinos. Entierro. Ayudar al herido. Echar una mano al vecino. Una comunidad que trata de solucionar los conflictos que surgen. El baile. La boda. La pelea entre hombres. El cortejo. La lectura de una carta. Tocar la guitarra. Una familia que acoge al que se queda sin familia. Una hamaca junto a la hoguera. Un plato caliente. La puerta abierta para el que llega de fuera…

Las cartas

Familias que viven aisladas. Y saben de los ausentes a través de las epistolas. Las cartas. Hojas de papel que aportan información, captan vida, explican hechos. La escritura. El relato de lo vivido. La lectura alrededor de unos oyentes que esperan avidos noticias. La escucha. El ritual. El paso de los días, de los años. El encabezamiento y la despedida. La espera. La explicación de la realidad vivida.

Los indios

Los indios, los otros. Scar y los suyos… enemigos. El conflicto. La lucha entre dos pueblos que viven en el mismo terreno. La lucha. Unos ya estaban; los que llegan arrasan, conquistan sin tregua. Cómo se generan los odios. Y las muertes. Gotas de posibilidad de un diálogo. De posibilidad de acercamiento. Muchas frustraciones. Los otros, los indios, reflejados como colectivo. Sin apenas individualidades (tan sólo el jefe indio Scar y la mujer india que convive unos días con Ethan y Martin).

La clave: enfrentamiento Ethan y Martin

Y aquí está el meollo. Lo doloroso de Centauros del desierto. Cómo el ‘trabajo sucio’ de outsiders como Ethan, de hombres solitarios que pueden generar odio por su manera de pensar y actuar fueron los artífices y pioneros de la conquista del Oeste… una conquista llena de sombras y oscuridades. De injusticias y terrores. No sólo Ethan es contradictorio o complejo (asustados podemos quedarnos ante la dureza que muestra Laurie en una conversación con Martin hacia una Debbie todavía no rescatada). Centauros del desierto presenta dos maneras de enfrentarse a esa conquista: la dureza de pioneros como Ethan o la mezcla, el diálogo y el acercamiento de tipos como Martin.

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Diccionario cinematográfico (180)

Petróleo: el oro negro ha sido protagonista de diversas películas donde ha sido objeto de poder, de pasiones, de odios, de compañerismo, de amistades, de imperios que se levantan y se derrumban, de accidentes…

Si nos vamos a las plataformas petrolíferas en el mar, escenario incomparable, nos cruzamos con los solitarios personajes de La vida secreta de las palabras. O con la trágica historia de amor con milagro incluido de Rompiendo las olas. Así tanto Isabel Coixet como Lars Von Triers aprovechan un escenario lejano y aislado, extraño, para sus historias de personajes solitarios que buscan amor y redención.

A finales de los años cuarenta chocaban los intereses de los pescadores con los magnates petrolíferos que buscaban el oro negro en el mar… y Anthony Mann que narra epopeyas se pone a ello en Bahía negra. Y nos encontramos con el enfrentamiento de obreros y trabajadores petrolíferos con los pescadores de una pequeña localidad. Amistades, pasiones, enfrentamientos y odios… y James Stewart empapado en el oro negro.

Y siguiendo con intereses el cine ha reflejado a magnates del petróleo sin escrúpulos capaces de todo por adquirir el poder y controlar todo lo que les rodea. No olvidemos a D.B. Norton (Edward Arnold) como magnate del petróleo en la maravillosa Juan Nadie.

Y si hablamos de empaparse de oro negro me viene a la cabeza la mega historia de Gigante. Esta vez el enfrentamiento es entre familias tradicionales de rancheros y los nuevos empresarios del petróleo. Imposible olvidar a un James Dean en vaqueros, empapado de oro negro.

Los grandes imperios familiares y el petróleo es el marco que elige el melodramático Douglas Sirk para la maravillosa Escrito sobre el viento donde vivimos las desgraciadas y apasionadas vidas de los miembros de la familia Hadley. Y siguiendo en el terreno del clásico y del drama y las venganzas no olvidarse de Tulsa con una Susan Hayward de armas tomar.

En el cine de los últimos años el petróleo sigue sirviendo de argumento. Paul Thomas Anderson cuenta en Pozos de ambición el imperio petrolífero que crea el pionero Daniel Plainview y su enfrentamiento (que termina en el esperpento) con el predicador de la localidad.

… en los últimos tiempos hasta Michael Bay, director de películas de acción, decidió que un grupo de trabajadores de perforaciones petrolíferas se convirtieran en los salvadores del mundo mundial (con Bruce Willis a la cabeza) enviándolos al espacio para terminar con un asteroide que va a destruir la tierra… esta propuesta que de tan delirante es entretenida recibió el nombre de Armageddon.

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La mujer pirata (Anne of de Indies, 1951) de Jacques Tourneur

… parece ser que existió una mujer pirata llamada Anne Bonny… pero esta Anne la que tiene cara de Jean Peters es la mujer pirata del universo Tourneur. Nada que ver con la Historia. Una Anne que pese a los colores que la rodean esconde una historia de desamor. Una mujer transparente, dura y salvaje que pierde los estribos por amor… y los recupera porque es mujer libre, enamorada y trágica. Y es que Tourneur en sus películas de terror junto a Val Lewton… ya reflejaba lo trágico que podía suponer el ser mujer enamorada. Y en el cine negro reflejó las sombras de una historia de desamor y rechazo… pero también lo divertido que podía ser el cine de aventuras.

La mujer pirata es un cóctel de desamor, corazones rotos, aventura, tesoros, abordajes, sacrificio, redención, pasión, tristeza, amistad, espadas, botines, venganzas, enfrentamientos, cañonazos y muerte… a todo color. Grandes barcos, piratas míticos como Barbinegra, doctores fieles, bellas esposas… y el hombre amado, el francés, hermoso y herido. Seductor. Hombre. Apuesto y romántico. Traidor. Encantador. Rompe el corazón de la mujer pirata que siempre había caminado con mil y una corazas. El francés la vuelve vulnerable. Y le hace descubrir una faceta suya que no conocía o que no había dejado aflorar. Por eso, cuando se de cuenta de que todo es mentira… Anne se convierte en leona despechada que quiere la venganza. Quiere hacer daño a lo que más ama su amante… su auténtica esposa. Pero llega la mala conciencia… descubre que no puede odiar a aquel a quien ama. Y llega su redención en el sitio que sí que ama, el mar…

La mujer pirata de Tourneur tiene el aire de las viejas películas de aventuras, el encanto de las de piratas y el romanticismo de un cine casi negro o tenebroso… Entre abordajes, borracheras, mares e islas paradisiacas o desiertas se cuenta la historia de una mujer que se quita corazas y aprende que puede amar aunque duela.

La mujer pirata es una Jean Peters, morena y guerrera. Luchadora con espada y garras. Siempre con pantalones y pañuelos en la cabeza… que cuando se enamora siente deseo de ser coqueta aunque se ría de ello. Su rival será una hermosa Debra Paget, toda una dama seductora que se sabe amada… y en su enfrentamiento con la pirata sabrá echárselo en cara.

El ‘objeto’ de disputa de ambas damas es un hermoso francés Louis Jourdan que luce hermoso en cada escena y ‘objeto del deseo’. Louis Jourdan supo reflejar como nadie el hombre que enamora y rompe corazones (que a veces oculta una parte oscura).

Y la voz de la conciencia de Anne es el escéptico doctor. Y crea personaje maravilloso el veterano Herbert Marshall… que será testigo de la transformación de la salvaje mujer pirata en mujer enamorada. De mujer enamorada a mujer despechada. De despechada a mujer vengativa y desesperada. Y después en mujer libre y de nuevo redimida y enamorada…

Así Tourneur logra que el espectador se vaya a un mundo de piratas, surque los mares, vaya a cantinas y visite preciosas playas. Sea protagonista de pasiones y traiciones. Sea testigo de amistades rotas y también de lealtades. Logra que nos subamos a un barco con un pañuelo en la cabeza y una espada en la mano y que divisemos la inmensidad de los mares…

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El capitán Newman (Captain Newman, 1963) de David Miller

Hay películas que no son redondas pero sí muy interesantes de analizar. Por ejemplo El capitán Newman, una olvidada película de los años sesenta que sin embargo llama sobre todo su atención por el tema tratado. No son muchas las películas que se centran en las psecuelas psíquicas que arrastran los hombres que participan en una guerra. Secuelas que a veces tienen que llevar sobre sus hombros para siempre…

El capitán Newman transcurre en una unidad de psiquiatría de un hospital militar americano durante el final de la Segunda Guerra Mundial. Y el capitán del título es su entregado director interpretado por Gregory Peck. Su capitán Newman rezuma humanidad y entrega por los enfermos psíquicos de su unidad. Es un papel al que Peck saca todo su jugo y una interpretación muy adecuada después de su abogado en Matar un ruiseñor

El capitán Newman es la adaptación cinematográfica de una novela de Leo Rosten y cuenta con un buen reparto de actores. David Miller, un director de trayectoria irregular, apuesta por escenas de un intimismo doloroso (cuando se centra en la realidad de los enfermos psíquicos) y otras de una cotidianeidad donde refleja el día a día de los doctores, enfermeros y enfermos donde se entremezcla lo cómico y lo dramático. A veces esta mezcla resiente el resultado de la película y otras veces es un acierto. Es una película coral donde hay personajes magníficamente trazados y otros que se quedan en el intento.

Así además del tema tratado de una manera delicada dando muchísima importancia a los enfermos de salud mental que genera una guerra y a su tratamiento (aunque se den licencias cinematográficas… que puede que entre profesionales de salud mental generen un interesante debate), El capitán Newman expone esta problemática de una manera intimista. Y expone temas duros como el dilema del capitán que sufre por aquellos que no puede curar y duda por aquellos a los que logra fortalecer de nuevo mentalmente para  volver a enviarlos a la guerra… y que fallezcan.

En el reparto se encuentran dos grupos claramente diferenciados: el cuerpo médico (y los altos mandos que obtaculizan su trabajo) del pabellón 7 y los militares con problemas de salud mental más extremos. En el cuerpo médico destacan los rostros de Gregory Peck, de Angie Dickinson (como enfermera jefe y contrapunto amoroso que se convierte en compañera perfecta de Newman) y Tony Curtis como un asistente lleno de vitalidad (aunque se hace siempre mención de una tristeza presente… pero no se ahonda en ese aspecto) que empatiza con todo el mundo (médicos y enfermos) y sería el que tiene a su cargo las escenas cómicas de la película (que a mi parecer a veces no funcionan).

La sorpresa sobre todo llega con el reparto de los enfermos de salud mental. Los casos extremos son el del coronel Bliss, el cabo Tompkins y el capitán Winston. Son los que hacen que la película merezca la pena. Los momentos en los que ellos aparecen la película gana. El coronel Bliss es interpretado por Eddie Albert quien construye un personaje durísimo y lleno de matices… Su desconexión de la realidad es escalofriante. Eddie Albert es recordado sobre todo por ser el amigo fotógrafo de Peck en Vacaciones en Roma.

Al cabo Tompkins lo interpreta el cantante Bobby Darin y sale bien del empeño en un papel complejo. En la escena de la regresión hace que el espectador se angustie de la trágica historia que cuenta…Y por último el capitán Winston cuenta siempre con un magnífico Robert Duvall. Su personaje está en estado catatónico y desde que entra por la puerta capta nuestra atención.

El capitán Newman es de esas películas que se ven con gusto por la riqueza de su propuesta temática.

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El niño (L’enfant, 2005) de los hermanos Dardenne

Uno se pregunta a qué niño se refiere el título… porque en la película todos sus protagonistas son niños. Unos tienen 20 años, otros 18, otros 14… y luego está el bebé. Y todos tienen algo en común: viven una situación de exclusión social y por ello son vulnerables. Como niños tratan de sobrevivir en los suburbios. En espacios inhóspitos. Pero un error puede ser el principio de una caída, una tragedia sin fin o la posibilidad de un principio… porque se encuentran sin colchones en los que caer, sin manos tendidas, sin un círculo protector.

Ésta es la historia de Bruno y Sonia. Nos muestra el momento en que su vida de juego y supervivencia diaria (a través del juego se relacionan y resisten) da un giro cuando ella da a luz al hijo de ambos. Sonia enseguida se encariña con el bebé y trata de aprender a ser madre e incorporarlo a los juegos de pareja. Bruno no siente todavía nada hacia algo que desconoce: el bebé y la paternidad.

Bruno se mueve por instintos. Vive el día a día. Para sobrevivir se monta la teoría de que es mejor vivir el presente a base de trapicheos con su pandilla, dos niños. Que es mejor conseguir lo que él cree que es dinero fácil para ir sobreviviendo el presente. Se ríe de buscar trabajo, prefiere vivir al margen… es más una defensa… porque probablemente si buscara ‘entrar’ le supondría encontrarse muchas puertas cerradas y sufrimientos. Quizá Bruno no tendría tan fácil encontrar un trabajo. Bruno aprende que todo se paga con dinero. Todo tiene un precio… incluso ese bebé al que mira como un ‘objeto’ extraño por el que aún no puede sentir afecto alguno.

Y así Bruno es capaz de hacer un acto despreciable… pero porque lo incorpora al juego de la supervivencia del día a día, del todo tiene un precio. Y porque de alguna manera teme perder el único vínculo emocional que le compensa seguir cuidando para dar sentido a su vida: Sonia. A Bruno le ofrecen dinero por el bebé para adopciones clandestinas… y con una frialdad infantil que asusta lleva a cabo el intercambio… Sin ser consciente de las consecuencias.

Y así empieza la caída al infierno y a la oscuridad de Bruno pero que a la vez será un camino de redención. De recuperación de las riendas aunque de la manera más dolorosa posible. Porque Bruno es un niño que aprende a base de puñetazos emocionales. En ese camino va tomando conciencia de lo que ha hecho… y finalmente, después de muchas vicisitudes, termina llorando de dolor en los brazos de Sonia (que ha sido la persona que le ha hecho reaccionar y el miedo a perder la única relación estable que ha cultivado) y pregunta por su bebé, porque ya le importa…

Los hermanos Dardenne se vuelcan en Bruno, un personaje que podría resultar odioso pero que sin embargo consiguen que nos pongamos en su piel, que empaticemos con él, que le acompañemos en su duro camino y nos creamos su redención final… y en esto tiene mucho que ver el actor que lo lleva a cabo, Jérémie Renier, uno de los actores fetiche de los hermanos Dardenne, que logra humanizar todos los personajes que toca a pesar de que atraviesan duras situaciones morales, personales y sociales.

El niño sigue las pinceladas del cine de los Dardenne. Personajes urbanos al borde de una encrucijada moral dura, que se ven envueltos en ella por la injusticia social, por su situación de exclusión social… Personajes que suelen encontrar en toda la oscuridad un resquicio de luz y redención final. Personajes que actúan más que hablan. Durante El niño vemos la fragilidad de todos los personajes, de todos los niños que pueblan cada fotograma… siempre estamos en tensión porque sentimos que en cualquier momento les puede pasar algo terrible en un mundo despiadado y frío donde sólo se tienen a ellos mismos… Nos espera un final duro pero quizá esperanzador…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Aviso de tormenta (Storm warning, 1951) de Stuart Heisler

Hace muy poco comenté mi interés por esta película y también que tenía localizado el dvd (con interesante cuadernillo de Juan Carlos Vizcaíno Martínez, que realiza además un magnífico blog que recupera con completas reseñas películas del olvido, Cinema de perra gorda). Pues visto… y a mí colección. Así que me puse frente al televisor y a ¡sorprenderme! Y como pensaba es una película muy interesante. Con sus luces y sombras… pero con mucho material y muchos elementos que analizar.

Como señalaba uno de los hechos que me llamó la atención fue sin duda el reparto. Pero otros puntos es su coincidencia en el tiempo con otra película que adaptaba una obra de teatro con ambientes similares. Los elementos de cine negro, una atmósfera pesimista, oscura, inestable… Su presencia en el guion de Richard Brooks. Su representación del Ku Klux Klan. Cómo trata el tema de la delación en tiempos de la Caza de Brujas.

… La película Aviso de tormenta trata sobre el Ku Klux Klan sin que en ningún momento se mencionen sus actividades e ideología. Es curioso cómo se reflejan los rituales del grupo, sus vestimentas, y el tipo de personas que forman parte de él, la fuerza que podía tener en pequeñas localidades y cómo su poder podía extenderse hasta el punto de imponer la ley del silencio y el miedo con los otros ciudadanos. Sólo en un momento se menciona que si la justicia logra deternerles sería por tema de impuestos, por irregularidades económicas (como pasaba en la ley seca con los gánsteres). En la película no hay un solo personaje principal negro ni se refleja el problema racial. De hecho únicamente se ve que ‘matan’ a un hombre blanco que era un periodista que los estaba investigando. Pero se respira un ambiente enrarecido, violento, se huele el miedo, el lado oscuro de una pequeña localidad que o se ha unido a las filas del grupo, o prefiere vivir en la ignorancia más absoluta o permite que el Ku Klux Klan actúe con impunidad. Una de las muchas dificultades que ponía el código Hays es que no se podían desarrollar los conflictos sociales con profundidad. Y el conflicto racial y por tanto todo lo relacionado con él no era tema para mostrar abiertamente en una película. Aquí hay tan sólo un tímido intento de reflejar una realidad social (en ese intento y en su tratamiento quizá esté la mano de un Richard Brooks que posteriormente siempre en sus películas trató temas peliagudos).

Así Aviso de tormenta se convierte en una película sureña que transcurre en pequeña localidad. Notamos la tensión en cada fotograma. El calor. Lo siniestro en un lugar ‘aparentemente’ tranquilo. Y son curiosas alguna de las similitudes que tiene con otra película de ambiente sureño que se estrenó el mismo año (una buenísima adaptación cinematográfica de una obra teatral de Tennessee Williams): Un tranvía llamado deseo de Elia Kazan. Dos hermanas que llevan tiempo sin verse, una que decide ir al encuentro de la otra. Ésta no conoce al marido de su hermana, a su cuñado. Y el cuñado es un hombre rudo, salvaje y con un enorme atractivo físico (en ambas no falta imagen de hombre sudoroso y camiseta blanca). Las relaciones entre cuñados no serán buenas y el enfrentamiento se palpa desde el principio. La hermana casada se encuentra entre las dos personas que quiere… aunque finalmente abrirá los ojos. La hermana casada está embarazada. El cuñado agrede sexualmente a su cuñada. El primer encuentro entre ambas hermanas se sucede en un centro recreativo (una bolera en Un tranvía llamado deseo, un centro de juego y bebida en Aviso de Tormenta). Como ven las similitudes son varias aunque las historias, el desarrollo de los personajes y las motivaciones sean totalmente distintas…

A pesar del intento de denuncia de una organización como el Ku Klux Klan (que aunque queda bastante velado es evidente) trata el tema de la ley del silencio y la delación. Ahí tenemos el conflicto de la hermana forastera y visitante que es testigo del asesinato de un hombre pero que determina para proteger a su hermana (y por lo tanto a su ‘odiado’ cuñado, uno de los miembros del grupo) mantener el silencio. Otros ciudadanos que viven en la localidad día a día lo hacen o porque simpatizan con el grupo o por puro miedo. Y los esfuerzos vanos del hombre que intenta que se cumpla la ley y condenarles, del hombre que trata de defender los derechos civiles. El hombre que quiere llevarles a juicio y que sean condenados. Así al final, la conducta de la joven por no colaborar con la ley termina en tragedia.

Ocurre la paradoja que en aquellos tiempos ya estaba tomando virulencia en Hollywood la Caza de Brujas y las listas negras. Es curioso que los protagonistas principales, los personajes positivos y progresistas, estén representados por Ginger Rogers y Ronald Reagan (ambos conservadores) que actuaron muy activamente en la Caza de Brujas en denunciar la presencia del comunismo en el seno de Hollywood. Para ellos había que combatirlo (o cualquiera que tuviera ideas progresistas… que ya era sospechoso), aunque perjudicara a un montón de compañeros… Había que denunciar y dar nombres. El clima paranoico de los años cincuenta también aparece reflejado en la película.

Por otra parte ambos dos: Ginger Rogers y Ronald Reagan están adecuados en sus papeles. Rogers como bella extranjera, la hermana modelo con éxito que llega a la pequeña localidad que termina ahogándola… Y Ronald Reagan (aunque su personaje no da posibilidades de muchos matices) como el defensor de la ley que trata de, por la vía legal, acabar con el Klu Klux Klan. El papel trágico, el de la hermana casada, fue para Doris Day, muy alejada del papel que le dio la fama. No tiene mucho lucimiento pero su papel es central para la trama. Es esa hermana que vive en la absoluta ignorancia (no está muy bien desarrollado el porqué) y que con la llegada de su hermana y los acontecimientos que ocurren abre los ojos a una realidad que no le agrada. Y sobre todo termina mirando de otra manera al marido del que está profundamente enamorada. El personaje más interesante sin duda es el de Steve Cochran, estupendo en su caracterización como presa fácil para organizaciones como el Klan. Él es el esposo y cuñado. Valiente en grupo, mezquino en la intimidad. Sin mucho cerebro, atractivo y que se deja llevar por el grupo, el alcohol y la presión. Los cerebros de la organización le quieren convertir en cabeza de turco pero él que reacciona por instinto, se comporta como un animal salvaje (pierde la razón) acorralado y desata más tragedia con tal de salvarse.

Heisler consigue imprimir el pesimismo y ambiente agobiante del cine negro (sobre todo en la escena del principio y en todo el tramo final) y además espolvorearlo con melodrama (trabajó varias veces con una de sus reinas, Susan Hayward). Sólo por esas dos escenas merece la pena su visionado. La llegada de Ginger Rogers a la localidad… por la noche. Enseguida vemos la opresión, la oscuridad, el nerviosismo, el miedo… y que por supuesto no es bien recibida. Rogers siente ese agobio y ese pánico hasta que presencia el asesinato de un hombre blanco por un grupo de encapuchados… pero ve el rostro de dos de ellos. Así como cuando descubre que uno de esos rostros es el de su cuñado. Y la última escena más que de cine negro entra en el terreno de la tragedia, el melodrama extremo y la película de terror. A partir del intento de violación que sufre la Rogers… desciende a la pesadilla hasta verse inmersa en un ritual del Ku Klux Klan que incluye latigazos… Pero la tragedia aún está por llegar…

Así Aviso de tormenta tiene varios motivos para ser vista. No es una película redonda ni maestra pero sí cuenta con un montón de motivos para que su visionado sea rico y extremadamente interesante. A Stuart Heisler le tengo cariño por La llave de cristal con Veronica Lake y Alan Ladd, complejo cine negro. Como curiosidad también me gustó reconocer entre los secundarios a Ned Glass, que para mí siempre será el Doc, el dueño del bar donde se encuentran los Jets y los Sharks, en West Side Story.

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Sirenas (Mermaids, 1990) de Richard Benjamin

Hay películas que simplemente cuentan bien una historia con unos personajes bien construidos (y eso no es cosa fácil). Algunas entran en la categoría de película-medicina. Es decir que sales con buen rollo después de su visionado y crees que el mundo puede ser cada vez mejor. Y además estas películas tienen varios puntos interesantes para sugerir darles una oportunidad para verlas de nuevo. Puntos de interés incluso en la forma de contarla.

Sirenas es una de esas películas. Recuerdo la primera vez que la vi que salí contenta del cine y con buen recuerdo. Ahora hace poco me la encontré en una estantería de unos grandes almacenes a precio de oferta… y quise revivirla. Saber si realmente merecía la pena el rincón en mi memoria. Y la sorpresa ha sido grata.

Un reparto atrevido, un director irregular que se encontró cómodo contando una historia y varios detalles que hacen que Sirenas no caiga en olvido y sea una película para ver, por lo menos una vez o dos o tres…

Ahí va la batería de asuntos que me vinieron a la cabeza al volverla a ver y que hicieron afianzarme en que era una película que me gustaba además de ser un buen recuerdo. Una historia narrada desde la nostalgia. Desde la voz de una mujer que cuenta un momento crucial de su vida: el paso de la adolescencia a la madurez. La nostalgia cuando es una sensación conseguida, funciona, en una creación literaria o fílmica. Nos situamos en el año 1963 en una pequeña localidad norteamericana. Ahí llegan unas nuevas vecinas: una excéntrica y explosiva madre soltera (una Cher que se hace con el personaje y se come a dentelladas la pantalla…) y sus dos hijas, una adolescente (… la voz en off, el punto de vista y la mirada es a través de este personaje interpretado por una Winona Ryder que ya mostraba sus dotes de actriz y su subida al estrellato) y una niña que es un prodigio en natación (que conquistó a todos, Christina Ricci). Como todas las familias tienen sus peculiaridades que las hacen distintas… y sobre todo son nómadas porque la madre en cuanto siente la más mínima atadura sentimental o mejor dicho problema a la vista, su decisión es tirar para adelante, coger el coche y empezar la vida en un nuevo territorio. Eso es lo que la hace fuerte, que no la rompan el corazón y no caer en la vulnerabilidad… No echar raíces. El conflicto surge cuando los intereses de la madre chocan cada vez más con los intereses de su hija adolescente. El conflicto es su enfrentamiento. La madre es rebelde, explosiva, un espíritu libre y judía no practicante… la adolescente se nos vuelve beata, quiere ser una monja católica, encontrar a su padre al que tiene idealizado… pero con las hormonas muy revueltas.

Pero ése es un año especial para las tres protagonistas… un año de esos que cambian la vida. Que forman un antes y un después. Y no sólo les cambia la vida a ellas, también es un momento crucial en la Historia de su país. En este mundo de féminas hay dos hombres que desbaratan su ‘caótico’ orden. Uno es el zapatero de la localidad con el rostro de Bob Hoskins y otro es el conserje y jardinero de un convento de monjas así como conductor del autobús escolar, un joven desencantado con el rostro de Michael Schoeffling.

Un reparto atrevido… cada uno parece de su padre y de su madre… y sin embargo logran una química especial entre todos. Y no sólo eso vuelve a mostrar a un Bob Hoskins como un hombre enamorado, creíble, como ya demostró en Mona Lisa. Sólo que allí salió perdiendo y aquí se le redime… El enfrentamiento madre e hija pasa por todas las fases: es divertido y termina siendo dramático hasta llegar a un momento catártico en que la relación vuelve a recomponerse. Y en ese momento catártico tiene mucho que ver Christina Ricci, una niña niña, divertida, que las dos quieren bien.

Un acierto total de la película es presentar a objeto de amor de Winona Ryder como un joven silencioso, desencantado, aburrido y sin mayores ambiciones, un personaje triste y anodino. Así Michael Schoefling está sobresaliente en su cometido de joven adulto también algo perdido… al que el encuentro con madre e hija le queda grande…, le supera.

Así nos encontramos con una película nostálgica que viaja entre la comedia y el drama que nos presenta de una manera cotidiana con unas gotas de excentricidad lo difícil que es construir una red de relaciones incluso en la familia más cercana. Cada personaje tiene su escena y están todos brillantes.

Dentro de la narración es un acierto cómo decide contar Richard Benjamin el desconcierto del pueblo cuando se desata la noticia de que John F. Kennedy ha sufrido un atentado y su posterior defunción. Ese momento de desconcierto que lo vemos en las reacciones de los ciudadanos mientras escuchan la radio, ven la televisión… coincide con el momento en que la adolescente se encuentra más perdida y sola. Cuando más siente que no puede contar con los más mayores para que resuelvan su incomodidad constante. En ningún momento el director emplea el recurso de que se vean las imágenes del asesinato sino que sólo vemos las reacciones y las voces de los testigos desolados…

Así que vamos poco a poco por este viaje a la nostalgia que termina con melodía y baile de sus protagonistas. Porque después de la tormenta viene la calma…

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