Tres películas sobre el miedo… y una fábula: Take Shelter (Take Shelter, 2011) de Jeff Nichols/Eternamente comprometidos (The five-year engagement, 2012) de Nicholas Stoller/El alucinante mundo de Norman (Paranormal, 2012) de Chris Butler y Sam Fell/ Tierra prometida (Promise land, 2012) de Gus Van Sant

El miedo tiene muchas caras. Y el cine lo presenta de diferentes maneras y en géneros distintos. Apocalipsis, drama psicológico, comedia romántica y melancólica, cine de animación para superar el miedo a ser diferente… Y como guinda una película necesaria en forma de fábula, en busca de una tierra prometida.

Miedo a un mundo que se derrumba

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Take Shelter plantea muchos tipos de miedo en una atmósfera extraña y misteriosa, opresiva. Y todos esos miedos atacan a Curtis (inquietante Michael Shannon). Curtis es un hombre trabajador de clase media que vive con su esposa (Jessica Chastain) y su hija pequeña que tiene un problema auditivo en una comunidad rural de Ohio. Un día Curtis empieza a tener alucinaciones, fuertes pesadillas, que van despertando todos sus miedos. Miedo a la locura, miedo a no llegar a fin de mes, miedo a la crisis, miedo a la comunidad en la que vive, miedo a las responsabilidades familiares, miedo a las creencias, miedo a ser padre, esposo, hijo y amigo… Sus pesadillas le van minando, rompiendo. Su comportamiento se vuelve extraño. Sus alucinaciones son apocalípticas… algo así como una gran tormenta que volverá locos a todos sus seres queridos. Así él nota cambios atmosféricos y actuaciones extrañas en los vuelos de los pajaros. Se obsesiona con que debe arreglar y acondicionar un refugio de tormentas para proteger a su familia… Nadie le entiende… y va perdiendo amistades, trabajo, lazos familiares… Y el cada vez se siente peor. Y él es consciente. Pero no sabe cómo enfrentarse a sus pesadillas, sus propios miedos. El problema es que quizá esa tormenta que conduce a la locura no sea una pesadilla…

Miedo al compromiso

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A veces hay comedias inclasificables que encierran mucha melancolía y desencanto. Eternamente comprometidos es una mezcla de comedia romántica con gotas de absurdo y un aliño de tristeza. Y trata sobre un miedo contemporáneo: el miedo al compromiso. El miedo a comprometerse hasta el tuétano con alguien y apostar por una vida en común. Así la película narra la historia de Tom (Jason Segel) y Violet (Emily Blunt)… y empieza donde terminan otras comedias románticas: declaración de amor en terraza maravillosa con cena de ensueño, promesa de boda, de comer perdices para siempre, anillo, beso y fuegos artificiales. Pero lo que viene a continuación son un montón de situaciones por las cuales Tom y Violet van dando largas a esa gran boda… hasta que pasan años… y los abuelos de la familia van desapareciendo uno a uno sin poder asistir al evento. Tom y Violet van viviendo su propia pesadilla de deconstrucción de su relación hasta llegar a la frustración y separación… pero es una comedia romántica. Quizá se den cuentan en la pesadilla (y con sus extraños amigos y familiares) de que el miedo al compromiso siempre va a estar ahí…, siempre, y que lo importante es avanzar juntos hacia algún lado…

Miedo a ser diferente

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Norman es un niño muy raro. Y en el colegio no le tratan muy bien. En su familia ni su padre ni su hermana mayor le entienden y su madre trata de comprenderle y consolarle. ¿Qué le pasa a Norman? Es diferente. Y ¿por qué? Porque ve fantasmas y puede hablar con ellos. Ahí mismo está su abuela, que le cuida, y le dice que no pasa nada por tener miedo, es normal, pero que hay que superarlo, evitar que domine su vida. Y de pronto un niño miedoso se convertirá en un héroe pues será el único que pueda salvar a su ciudad de la maldición de una bruja… los muertos volverán a la vida. Y ese mismo niño, Norman, descubrirá que cuando el miedo invade a los seres humanos puede provocar que se hagan cosas irracionales y malas. El alucinante mundo de Norman es un viaje más allá de lo que pueden alcanzar nuestros ojos y un antídoto contra el miedo. De nuevo el stop motion al servicio de una buena historia llena de personajes inolvidables…

… Y la fábula

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Tierra prometida es una película necesaria. No sorprende. Se rige por una narrativa cinematográfica clásica (pero muy bien realizada, se nota que Gus Van Sant está tras la cámara). Resulta previsible… pero es necesaria. Porque habla de algo que sabemos y que se nos repite una y otra vez. Si vemos un telediaro nos damos cuenta de que da igual que tanto se nos diga y repita. Y eso de lo que nos habla es: cuidemos el mundo que nos rodea. Pero no se refiere sólo al mensaje ecológico. Se refiere a que cuidemos la tierra, los espacios compartidos, los sitios de ocio, que cuidemos al otro, que nos cuidemos a nosotros mismos, que nos dejemos llevar por la nobleza y la dignidad, que no creamos que el ser buenas personas está pasado de moda o es una gilipollez o una cursilería… Y habla de todas estas cosas en tiempos de crisis, en momentos de vulnerabilidad. En momentos donde acechan malas maneras, donde el otro no importa. En momentos donde hasta las buenas personas pueden confundirse pero porque son buenas personas pueden abrir los ojos y darse cuenta. Como le ocurre al protagonista de la nueva fábula de Gus van Sant (con un guion muy bien armado por los actores Matt Damon y John Krasinski), Steve Butler (un Matt Damon muy creíble).

Steve llega a una población rural arrasada por la crisis económica. Es un ejecutivo de una multinacional de gas natural y tiene que conseguir que los habitantes (casi todos ganaderos) le vendan los derechos de perforación de sus tierras. Steve tiene que convencerles de los beneficios de estos contratos. Él está convencido de que ofrece una salida a sus dramáticas situaciones y que quizá sea la única salida para preservar la vida rural. Sin embargo un viejo profesor de instituto, una profesora que le roba el corazón, un ecologista, una niña que vende limonada, su pragmática compañera de trabajo y el granero de su abuelo le harán mirar el mundo y su trabajo desde una nueva perspectiva que se le había escapado… el “jodido dinero” no es el camino más rápido para transformar el mundo que nos rodea y superar la crisis en la que nos hayamos inmersos. No todo vale.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

La casa Emak Bakia (Emak Bakia Baita, 2012) de Oskar Alegria

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A veces topas con obras cinematográficas que te sorprenden y emocionan por partes iguales. Así ocurre con La casa Emak Bakia que te lleva hacia un viaje fascinante donde el azar y las casualidades construyen un camino creativo libre lleno de historias increíbles que rozan la magia y recorren una memoria especial donde se recuperan palabras, recuerdos y lugares.

La ópera prima de Oskar Alegria es gozosa porque el espectador se embarca en un itinerario extraño pero rico en sensaciones, emociones y sorpresas. Todo parte de una investigación concreta: en 1926 el artista dadaísta y surrealista Man Ray realizó un cine-poema (que es una gozada verlo, cine experimental puro) con el título Emak Bakia.

Emak Bakia es una expresión en euskera que quiere decir: “Déjame en paz”. El realizador empieza a indagar el origen de dicho título. La pista inicial es que el cine-poema se rodó cerca de la costa de Biarritz. Man Ray veraneaba allí. Así que Alegria parte de dos teorías: la expresión la encontró el artista en un epitafio de un cementerio cercano o daba nombre a una de las casas de la zona.

A partir de estas premisas empieza una ruta donde la lógica no tiene sitio (donde los límites no existen y el horizonte puede invertirse… y el mar ser cielo y la tierra mar) y sí el detalle fugaz, el azar o la casualidad. Así el realizador nos hace testigos de un viaje artístico que crea un mapa singular donde a través de descubrimientos e itinerarios donde lo que prima es la libertad nos conduce a la resolución de un misterio (pasando antes por varios misterios más).

Y ante nuestros ojos Oskar Alegria crea un docu-poema lleno de posibilidades de la mano del legado artístico de Man Ray (sobre todo de su cine-poema Emak Bakia). Así en un cementerio la primera pista la dará una lápida de un payaso. Después los nombres en euskera de un conjunto de casas, al azar, formarán un poema. Así el asombro del espectador cada vez es mayor pues escuchará la canción de las palabras perdidas (o la memoria) o una filosofía de vida que encierra Emak Bakia a través de dos creadores vascos. Viajará hasta Italia donde Emak Bakia da nombre a una tienda de ropa vitange y refleja la filosofía de vida de su dueño. Se asombrará ante un casting de párpados que cuando se abren aletean como mariposas. Asistirá al cortejo de un guante y una servilleta. Buscará el significado de una frase escrita en el reverso de una postal. Será testigo de la pesadilla de los cerdos. Bailará de contento ante los descubrimientos inesperados y brindará con el mismo Man Ray. Acudirá a su tumba donde su rostro llorará. Atrapará los sonidos para componer una banda sonora. Se mostrará fascinado por la vuelta al pasado de una princesa rumana que colecciona sellos de elefantes y escribe tesis sobre el olfato de las hormigas… y quizá se dé cuenta de que la muerte puede ser vencida si uno se asoma a una ventana para contar pájaros o si recupera aquellas palabras que se perdieron…

Emak Bakia… estoy creando. Soy libre.

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Amistad, el último toque Lubitsch de Samson Raphaelson (Intermedio, 2012)

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¿Cómo llegas a un libro? Este mes de abril me compré como todos los meses la revista Caimán. Cuadernos de cine. Me la leo poco a poco. La saboreo. El otro día 23 de abril fue el día del libro y me dije que me apetecía regalarme uno. Y entonces acudí a la revista a su sección de libros de cine, y ahí estaba una reseña pequeñita que enseguida llamó mi atención.

Ayer estaba en una libreria y me acordé del libro. Pero no me acordaba del título ni la editorial. Sólo que en la portada salía la palabra Lubitsch. Me dije: voy a intentarlo. Pregunté a una librera y le comenté que si conocía un libro pequeñito que había salido hace poco sobre Lubitsch. No dudó ni un instante (me encantó) y me dijo solícita: sí, un libro pequeñito y azul. Sííí. Se fue a la estantería adecuada y me lo dio.

Y el enamoramiento fue inmediato.

Ayer paseé mucho. Y en mi paseo, con el peligro evidente de chocarme con farolas, personas, otro tipo de mobiliario urbano…, me metí de lleno en la lectura. Y ya no pude parar. Llegué a casa, me senté y seguí hasta el final.

Amistad, el último toque Lubitsch de Samson Raphaelson se convierte así en un libro imprescindible. En un testimonio fascinante. Según iba leyéndolo, iba imaginándome una película genial en la pantalla blanca.

Y ¿qué nos cuenta este libro? realizado, sin duda, con dosis cariño. Una historia emocionante entre dos personas: el director Ernst Lubitsch y el dramaturgo y guionista Samson Raphaelson. Su relación profesional y personal comenzó a principios de los años treinta y terminó cuando Lubitsch murió. Durante su relación profesional surgieron los guiones de Remordimiento, El teniente seductor, Una hora contigo, Un ladrón en la alcoba, La viuda alegre, Angel, El bazar de las sorpresas, El diablo dijo no y La dama de armiño. Y de esa relación profesional mágica surgió una de mis películas favoritas del realizador y película favorita en general, El bazar del las sorpresas.

Así que sumergirse en ese retrato sencillo y sincero que realiza Samson Raphaelson (en el momento que lo escribió era ya un hombre anciano) de su relación con el director es una auténtica gozada. Porque surge una radiografía con mucha alma de dos hombres. Como si se tratara de un relato corto surge genial ese último toque Lubitsch… porque a partir de una anécdota Raphaelson cuenta las claves de su relación. Y nos deja a un Lubitsch humano, tremendamente humano.

No quiero destripar (porque creo que es más bonito leerlo desde la sorpresa) cuál es la anécdota narrada, ese último toque pero sí advertir que seguro se convierte en un libro de cabecera. Y que los que amábamos a Lubitsch le amaremos más a partir de este momento y los que le desconocen me parece una manera maravillosa de encontrarse con él.

También es un descubrimiento precioso de otra persona, el propio guionista Sam Raphaelson (responsable de la obra teatral que sería la base argumental para la primera película sonora de la historia, El cantor de jazz).

El libro está acompañado además de un revelador y original Glosario innecesario escrito por Pablo García Canga (responsable también de la traducción del texto de Raphaelson) que está lleno de historias de ese Hollywood pionero y apasionante.

… Con Amistad, el último toque Lubitsch de Samson Raphaelson me hice un buen regalo.

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El amor y lo sublime. La amargura del general Yen (The bitter tea of general Yen, 1933) de Frank Capra/Cena de medianoche (History is made at night, 1937) de Frank Borzage

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Grandeza y sencillez, estos son los elementos que definen un amor acompañado de un adjetivo, sublime. Aquello que es tan grande, tan sencillo y tan hermoso que es casi inefable. Y como es tan complejo explicarlo con palabras el cine llegó para poner en imágenes cómo es un proceso de enamoramiento. El amor y la sublimación. El amor y la trascendencia. Así encontramos infinitos ejemplos en el cine clásico. Había directores que parecían dotados para reflejar el amor como Frank Borzage y otros que lo rozaban en determinados momentos como en este caso Frank Capra.

Hoy el viejo baúl de películas rescata dos de las películas más desconocidas de estos realizadores pero en ambas van de la mano el amor y la sublimación. Y en ambas hay un secuestro como motor de la trama. Dos parejas aparentemente imposibles que alcanzan el amor. Un amor que acaba en tragedia y sacrificio en la primera. Un amor que se manifiesta en el borde del abismo y la muerte en la segunda.

Y en las dos hay varias escenas que describen con grandeza y sencillez el amor, el proceso de enamoramiento, lo sublime…

Frank Borzage era un maestro a la hora de trascender el amor. De volverlo elevado, casi sagrado. Sus historias tienen un halo romántico difícilmente superable y que aun hoy sigue vigente en las pantallas donde se pueden proyectar sus películas. El espectador sigue emocionándose. Esta vez los protagonistas son Charles Boyer y Jean Arthur… y en una noche viven toda una vida. Ella es una triste mujer casada con un hombre rico paranoico que no la hace feliz. Él es el mejor maître parisino que se ve envuelto en una compleja historia con una desconocida de la que se enamora perdidamente. Así en Cena de medianoche los dos alcanzan la felicidad más absoluta. Un buen restaurante para ellos solos… y un tango de Gardel. Ambos se dejan llevar y se pierden. Por perder y alcanzar el máximo grado de libertad y elevación… ella pierda hasta los zapatos.

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Frank Capra tiene varias rarezas en su filmografía y una de ellas es La amargura del general Yen. Ellos son Barbara Stanwyck, una misionera norteamericana en China en plena guerra civil y un hermoso sueco disfrazado de chino Nils Asther, un señor de la guerra. Y si en toda la película se desarrolla en un clima muy sensual y exótico también su final esconde una escena de amor, sacrificio y trascendencia. Entre dos seres que se aman pero se saben abocados a un amor imposible por diferentes circunstancias (las creencias religiosas, filosóficas, las diferencias culturales…). Así cada uno a su manera en una última escena sublime se entregan el uno al otro y a la vez se lanzan al abismo. El general Yen toma su amargo té para poner fin a un amor que le rompe. Un amor imposible que llega a su clímax.

En Cena de medianoche hay un hundimiento de un barco tipo Titanic. Los dos protagonistas se encuentran allí. Antes del hundimiento estaban repitiendo el menú y el tango de la noche en la que se conocieron. Cuando están abocados, los dos juntos, a la muerte, él se lamenta por no haberla conocido antes y le pide una anécdota de su infancia y ella se la cuenta. Y los dos están en una escalera sentados, con miedo, pero aprovechando los últimos momentos para no dejar de amarse.

Y en La amargura del general Yen la protagonista en un sueño trata de vencer su enamoramiento pero es misión imposible. Así el general Yen se le presenta como una especie de Nosferatu al que ella rechaza con repulsión. De pronto un hombre enmascarado la salva. Ella le quita la máscara y es de nuevo el general Yen… Ella cae en sus brazos.

Es inevitable al ver estas películas preguntarse sobre la naturaleza del amor y sus distintas manifestaciones. Y es imposible no preguntarse si el cine no llegó a nuestras vidas para expresar lo que no puede decirse con palabras.

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To the wonder (To the wonder, 2012) de Terrence Malick

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La vi ya hace tres días y sigo dándole vueltas. No podía escribir en caliente porque salí muy descontenta de la sala de cine. Creo que no fue el día adecuado para verla. Ese día creo que me hacía falta algo más ligero, creo que tenía el botón de la lírica, el misticismo y la espiritualidad apagado. Así que necesitaba un periodo algo más largo de reflexión para poder ser más justa con ella. No pude entrar ni un solo segundo en la dinámica de esta historia. Y creo entender por qué.

Así como en El árbol de la vida las voces en off y las imágenes mostradas estaban en absoluta comunión, en To the wonder las voces en off iban por un lado y lo que mostraban (siempre hermoso) no lograban esa genial comunión que lleva al espectador por caminos sugerentes.

El uso de la voz en off en Terrence Malick es una seña de identidad que emplea magníficamente. Así soy una enamorada de cómo utiliza las voces en off en sus primeras obras y qué es lo que muestra en imágenes. Para mí es imposible olvidar la fuerza y la belleza así como las historias marcadamente trágicas y complejas de Malas tierras y Días del cielo (tan, tan hermosa).

To the wonder habla del amor y de lo complejo que es amar y ser amado. Y como amar supone también esfuerzo, sacrificio, deber… y que no es un camino fácil sino complejo y arduo. Y que cuando no se sabe manejar lleva irremediablemente al fracaso, pero ese fracaso es parte de su naturaleza. To the wonder habla de la búsqueda de la libertad, de encontrarse a sí mismo, de lograr una comunión con el otro de tal manera que uno más uno se convierta en uno y no en dos. To the wonder habla de la capacidad de soñar pero también de que el amor supone riesgo y aprendizaje. To the wonder compara el amor terrenal y el espiritual y como los dos son igual de complejos. To the wonder habla de desgaste y cansancio pero de intentar ilusionarse y elevarse. Todo lo sugieren las voces en off. Un discurso, compartido o no, bien construido… pero la fuerza de las palabras no logra trasladarse a las imágenes y a los personajes. Hay momentos muy hermosos pero la psicología y el comportamiento de los personajes no casa con las palabras derramadas. Así hay un exceso de saltos y cambios bruscos de carácter de ella (bellísima Olga Kurylenko) y un estatismo perenne en él (Ben Afleck) pero que sin embargo no hace más que provocar un torrente de emociones en sus oponentes femeninas (Kurylenko y Rachel McAdams).

No obstante To the wonder presenta varias posibilidades en la manera de contar con la cámara que hace que la película se quede en la retina del espectador durante varios días. El uso espectacular que realiza de los espacios (y el movimiento de los personajes), esa casa que nunca se llega a amueblar, los paisajes (como las imágenes que provocan un sentimiento de infinito en la isla de Saint Michel) o las vidrieras de la iglesia. Las diferencias entre Europa y EEUU tanto en estilo de vidas como en paisajes (el contraste logrado dice y sugiere mucho). Las grandes superficies como los kilométricos y ordenados supermercados (escenario muy cinematográfico) o las enormes lavanderías. Y otra metáfora interesante es como Malick presenta EEUU aparentemente natural, idílico, limpio y ordenado… que contrasta con la profesión del personaje masculino que analiza el medio ambiente y como está altamente contaminado con sustancias peligrosas que afectan al comportamiento de los seres vivos. Tras lo idílico un mundo oscuro, caótico y que sufre.

Reconozco que en ningún momento logré entrar en la película ni conectar con ninguno de sus personajes pero también me doy cuenta de que muchas imágenes y frases no se me van de la cabeza… La sensación tras To the wonder ha sido extraña… Salí tremendamente cabreada pero después vino la reflexión y la calma.

Y es que hablar del amor no es fácil y mostrarlo menos (y ahí fue donde no pude entrar… no vi ni el enamoramiento, ni el desenamoramiento, ni la traición, ni el sufrimiento, ni sentimientos sublimes… en los rostros y las acciones del los personajes). Terrence Malick está vez no logró que las voces en off y las imágenes fuesen a la par… logrando la catarsis del espectador. Como espectadora no logré meterme en la pantalla blanca, no viajé…

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… Un tango y una esencia

 

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En el tango no hay errores.

No es como en la vida.

Es sencillo.

Eso es lo que hace que el tango sea genial.

Si cometes un error o te haces un lío… sólo sigue bailando.

 

… Dos desconocidos.

Dejan sus problemas en una esquina.

Y en una pista vacía… bailan un tango.

 

En ese momento los dos son felices.

Porque lo intentan.

Y como dice uno de ellos… a veces basta un minuto para vivir toda una vida…

Todo se detiene.

Nada importa.

Sólo ese momento.

 

Todo se puede desencadenar por una esencia…

Un perfume.

 

Suena un tango…

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Eleanor Parker, la hermosa dama que fue actriz versátil

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Eleanor Parker no llegó a ser estrella del firmamento. De hecho si preguntásemos quién recuerda a Eleanor Parker quizá fueran muchos a los que les costaría siquiera nombrar una película. Parker fue (y es… todavía sigue viva como Olivia de Havilland o Joan Fontaine) una hermosa dama, mujer bella y sensual, que además se convirtió en una actriz versátil con una interesante filmografía (la cual no he descubierto todavía entera y tengo muchas sorpresas que mirar). Si viajamos por sus obras cinematográficas nos topamos con comedia, melodrama, drama, aventuras, cine social, musical… y ella siempre mostró que era una actriz de carácter.

De sus comienzos en los años cuarenta apenas he podido ver algo pero me interesa que empezó como pareja cinematográfica de mi amado John Gardfield en Entre dos mundos y El orgullo de los marines. También fue la protagonista de un remake de una película mítica de Bette Davis (y una adaptación de una novela de Somerset Maugham), Cautivo del deseo.

Su década realmente fueron los cincuenta. En 1950 sería aclamada como actriz dramática en Sin remisión de John Cromwell, una estupenda película de cine social donde el espectador vive el drama de una joven de 19 años que ingresa en una cárcel de mujeres y cómo la brutalidad del ambiente va minando y transformando su personalidad.

Así continuaría en su registro de drama y cine social en Brigada 21 de William Wyler. Una muy buena película que cuenta las veinticuatro horas de un rígido y duro policía (con el rostro de Kirk Douglas) que juzga de manera implacable a los detenidos pero que su mundo se derrumba cuando en uno de los casos descubre que está implicada su mujer (una Eleanor Parker que emociona).

En 1952 Eleanor protagonizó una de sus películas más recordadas, que ubicaremos dentro del cine de aventuras con gotas de buena comedia, estoy hablando de una pequeña joya, Scaramouche de George Sidney. Eleanor Parker brilla con luz propia como comediante temperamental y divertida que recorre los caminos durante el siglo XVIII y enamora a hombres por doquier. Su corazón pertenece a un famoso espadachín que debe ocultarse en su compañía…

Otra de aventuras (y que además continuamente la pasan por televisión) muy recordada con Eleanor de protagonista es Cuando ruge la marabunta (1954). Una de aventuras y catástrofes (se adelantó a los tiempos) que es sobre todo recordada, no sólo por las hormigas, sino por la corriente sexual entre la pareja protagonista, una temperamental Parker con un apuesto Charlton Heston. Sin duda Parker se estaba convirtiendo en la heroína de los sueños de muchos espectadores que disfrutaban con el buen cine de aventuras que protagonizaba.

Al año siguiente vuelve a otro género en el que siempre lucía espectacular y versátil, drama con unas gotas de cine social. Y esta vez se mete en el papel ambiguo de la esposa dependiente física y emocional de un drogodependiente (con el rostro de Frank Sinatra). Y Eleanor Parker vuelve a demostrar que es una buena actriz capaz de llevar a extremos emocionales intensos un personaje muy complejo. Esta vez el papel se lo dio Otto Preminger en la interesante El hombre del brazo de oro.

En los sesenta se convirtió en actriz secundaria de lujo de melodramas intensos y sobre todo de uno de los musicales más recordados. Así se convierte en esposa sufridora que vive las infidelidades y contradicciones de su marido en esa América sureña que ofrece siempre mucho drama y pasiones extremas. Estoy hablando de Con él llegó el escándalo de Vicente Minnelli. O sustituye a Lana Turner en el personaje de madre sufridora y compleja, en la secuela del melodrama Vidas borrascosas, Regreso a Peyton Place de José Ferrer.

El famoso musical sería Sonrisas y lágrimas (1965) donde tiene el papel más antipático como rival en el amor de la dulce Julie Andrews. Abandonaría su carrera cinematográfica a finales de los sesenta y volvería esporádicamente. Empezó a trabajar de manera asidua para la televisión.

Pero en la memoria cinéfila queda en el recuerdo su melena pelirroja que habitaba duros dramas o melodramas o como heroína de buenas películas de aventuras… Y a mí me queda la certeza de que todavía me queda mucha Eleanor Parker que descubrir… Y eso, es motivo de celebración.

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Diccionario cinematográfico (197)

Brief Encounter

Infidelidad: se dice que fidelidad es “lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona”. La ausencia de fidelidad… ocurre por varios motivos. Y cada infidelidad es un mundo y es provocada por motivos diferentes. Detrás de una infidelidad hay varias historias. Y cada infidelidad se entiende de manera distinta. Tampoco se observa de la misma manera según sea el punto de vista desde el que es contado.

… Están aquellas infidelidades que acaban en tragedia, muerte violenta o asesinato. O a punto están en acabar en ello. En Atracción fatal de Adrian Lyne el miedo viene por una ‘otra’ con graves problemas de salud mental.  Y el mismo director crea una tragedia más elegante con la infidelidad como protagonista en Infiel. Woody Allen también hace que  sea uno de los temas estrellas de sus películas pero lo trata crudamente con asesinato de por medio en Delitos y faltas y en Match Point. Muerte violenta y tragedia se unen en la bellísima Días del cielo en una infidelidad narrada desde los ojos de una niña. Y nos vamos al maestro del suspense y su Crimen perfecto. Uno de los motivos es no sólo el económico, es una elegante esposa… rica e infiel.

… Están aquellas infidelidades que acaban en suicidio. Recientemente hemos vivido de nuevo la infidelidad de Anna Karerina y por distintos motivos cómo conduce al suicidio de la protagonista. Pero no es la única. Recordemos esa tragedia familiar de varios hermanos enamorados de una misma mujer… claro, sólo uno se casa con la dama en cuestión… pero la infidelidad y el suicidio están servidos, así ocurre en Leyendas de pasión. También nos encontramos con un suicidio complejo en esa joya de Otto Preminger que es El hombre del brazo de oro. Aquí la ‘otra’ es el personaje que supone una salida del mundo opresivo en el que vive un hombre con un problema de drogodependencia y la mujer la que lo hunde más en una adicción que le supera…

… Están las infidelidades por miedos y crisis matrimoniales (a veces es un bache superado, otros supone la ruptura total o la tragedia inesperada). En clave de comedia es imposible olvidar a los padres de Loretta (Cher) en Hechizo de luna. Una maravillosa Olimpia Dukakis trata de entender por qué su marido le es infiel… Trata de buscar una respuesta. Y cree que la encuentra: el miedo a la muerte. Y ella tan seca y maravillosa, encara el problema y le espeta a su marido: Cariño, hagas lo que hagas, te vas a morir de todos modos. Y ese miedo a envejecer que se convierte, a veces, en un mecanismo para una posible infidelidad (junto a un intento de huir de la monotonía y cotidianeidad de un matrimonio) lo encontramos también en el episodio protagonizado por Emma Thompson y Alan Rickman en Love Actually. Pero también puede ser un drama que acabe en tragedia como les ocurre a los protagonistas de Revolutionary Road. O forman parte de la crónica de un matrimonio como deja bien claro Stanley Donen en esa maravillosa disección que es Dos en la carretera. También puede ser motivo de experimentación, de encontrar nuevos estímulos, de tratar de salvar una relación… y los resultados pueden ser variados: ahí podemos buscar en una comedia como Bob, Carol, Ted y Alice o irnos a un drama como La tormenta de hielo. O puede ser un motivo para cambiar de la manera más radical las reglas de la relación matrimonial como propone la protagonista (Romy Schneider) a su esposo infiel en uno de los episodios de Boccaccio 70 (el dirigido por Luchino Visconti).

A veces de la infidelidad puede surgir el amor más verdadero. Así ocurre en esos puentes de Madison, en la calle de atrás o en Brokeback Mountain. Y en otras historias el marido cree que la infidelidad es algo a lo que tiene derecho y la esposa tiene que aguantarse y vivir con cara de póquer (bien porque eran otros tiempos, bien por mantener un estatus social o una mezcla de ambos)… así nos encontramos a este tipo de parejas en melodramas sureños como Con él llegó el escándalo o La gata en el tejado de Zinc.

A veces una infidelidad motiva el comienzo de otra historia, de una nueva vida… Como le ocurre a Colin Firth en Love Actually o Gwyneth Paltrow en Dos vidas en un instante.

La infidelidad hace que surjan historias tremendamente hermosas y duras que muestran la complejidad del término y las circunstancias diferentes en que pueden darse y los daños que pueden provocarse. Así me vienen a la cabeza infidelidades que ponen los pelos de punta: The deep blue sea, Vivir un gran amor y su remake El final del romance, Amigos apasionados o esa maravilla que se titula Breve encuentro (estas dos últimas de un David Lean inspiradísimo).

… La ausencia de fidelidad es algo que ha provocado un montón de argumentos para reflejar en la pantalla blanca…

 Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Testigo accidental (The narrow margin, 1952) de Richard Fleischer

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Y esa capacidad que tiene el cine negro de seguir sorprendiéndome me fascina. Nunca paro de descubrir joyas. Ahora le ha llegado el turno a Testigo accidental. Entra dentro de la categoría de películas de bajo presupuesto de la RKO pero que te muestra cómo rodar un buen thriller en setenta y un minutos. Y es que es fascinante cómo nos cuenta en imágenes una historia donde nada es lo que parece.

Así en Testigo accidental tenemos de todo: personajes ambiguos, ambiente moral asfixiante, mujer fatal, policía duro pero todo aderezado de persecuciones, violencia, erotismo latente… y como culminación giro sorpresa. Y prácticamente un único escenario muy cinematográfico (y empleado de una manera brillante): un tren.

Richard Fleischer (director del cuál ignoro casi toda su filmografía pero que con esta película se me ha despertado el interés) muestra que sabe emplear el lenguaje cinematográfico para contar una historia. Ya desde los títulos de crédito nos vemos atrapados por el sonido de un tren que no cesa su marcha.

Testigo accidental cuenta con varias escenas memorables que se quedan en la retina: la escena que sirve de prólogo y que es la única que transcurre en otro escenario, la casa de la testigo (Marie Windsor, todo un descubrimiento, a la que también he podido apreciar en La fuerza del destino de Polonski y en Atraco perfecto de Kubrick). Una mujer fatal que es la viuda de un mafioso y que cuenta con una información que pone en peligro su vida y que además va a emplearla para testificar. Ésa es la testigo a la que un par de duros policías tienen que escoltar en un viaje en tren para que llegue sana y salva a su destino. El peligro de la misión se pone en evidencia en esta ya increíble escena. Un fonógrafo sonando (que preludia otra escena clímax de la película excepcional), unos planos opresivos de los rostros, un collar de perlas que se rompe, las cuentas que caen… una sombra con una pistola, unas escaleras oscuras y estrechas, un disparo…

Entre el policía duro (un pétreo y eficiente con voz grave Charles McGraw) y la mujer fatal (de frases venenosas) se desarrollan diálogos y réplicas brillantes y una tensión sexual no resuelta (más por parte de la femme fatale… porque el poli duro la ‘desprecia’ bastante y su atención se ha fijado en otra pasajera). Además hay un personaje maravilloso cuya gordura tiene una función en los estrechos pasillos del tren (es personaje y además su característica física soluciona muchas escenas…). Tampoco falta la violencia extrema y eso se ve en la pelea cuerpo a cuerpo que tiene el policía duro con un matón en uno de los pequeños baños del tren.

Por otra parte Fleischer convierte al tren en un escenario cinematográfico maravilloso. Y todos sus elementos son aprovechados para contar la historia. El ruido del tren, las ventanas, los pasillos estrechos, los revisores, las estaciones, los camarotes, las literas, las puertas y sus cristales, las ventanas, las vistas… todo sirve para el misterio, las persecuciones, la tensión, el equívoco…

Así ante nuestros ojos se desarrolla una historia de ritmo frenético con todos los ingredientes para mantener atento al espectador y además bien contada. En poco tiempo se permite además de ese ambiente de cine negro provocar un giro de guion que juega con la ambigüedad que presentan todos los personajes…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Cena de despedidas

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Esta semana también dijeron adiós la actriz Mariví Bilbao y los directores Bigas Luna y Jesús Franco. Con los tres tengo muchas cuentas pendientes. Organicé una cena con ayuda de la camarera del Titanic para contarles que aunque me queda mucho por conocer de sus obras cinematográficas y actuaciones (en el caso de Mariví…nunca podré recuperar aquellas en las que se subió a los escenarios) siento mucho su ausencia.

A Bigas Luna le confieso al oido que su filmografía se encuentra en mi baúl de películas pendientes. Y que tan sólo he visto Jamón, Jamón y La camarera del Titanic (que me entusiasmó y guardo con cariño especial en mi memoria… aunque sé que es una excepción en su carrera pero me demuestra que Luna era un gran contado de historias, un fabulador). Le digo que me apetece mucho pero mucho inmiscuirme en su obra cinematográfica y que lo haré. Le comento que me he alegrado mucho leer en el periódico textos de algunos de los actores con los que trabajó (y también los catapultó de lleno al mundo del cine) y que lo debió hacer muy bien porque todos muestran un inmenso cariño hacia su persona y sus ganas de vivir. Y, por último, le señalo que estoy de acuerdo, yo también me fio de las personas con las que puedo comer a gusto a su lado mientras entablamos una larga tertulia…

Después me pongo junto a Jess Franco y le cuento lo que me emocioné cuando le dieron el Goya en reconocimiento a su carrera y cómo me enterneció cuando dijo que amaba muchísimo al cine. No obstante le confieso la verdad: soy una absoluta ignorante visual de su carrera cinematográfica. Y también le confieso otra cosa, que siempre tuve prejuicio hacia su obra pero enseguida le cuento que en estos últimos años estoy totalmente abierta a otros tipos de cine, a entender por qué se hicieron unas u otras películas, que estoy viendo cosas que cuando era más joven nunca hubiera pensado ver (y que estoy disfrutando de lo lindo). Sin embargo de él nada he mirado pero sí que he leído y he conocido a personas que le admiran con locura. Por eso sé que toda su obra, más de 200 películas, tiene un por qué. Y me entero que fue uno de los ayudantes de dirección favoritos de Orson Welles en los proyectos que éste realizó en España (Jess Franco también era compositor, montador, productor, actor, guionista…). Le digo que finalmente cumplió lo que dijo, que moriría con la cámara al hombro… y es cierto hasta el final estuvo haciendo películas. Cine negro, terror, erotismo, argumentos inconexos…, bajos presupuestos, a veces aparente descuido tras la cámara… y una inusitada libertad para seguir con su cámara rodando sin parar. Le digo que nunca veré su filmografía completa pero que trataré que gente que le quiere bien me recomiende una pequeña selección.

Por último a Mariví Bilbao le digo que nunca la vi sobre los escenarios y que me cuente al oído que sentía. Le confieso también que no era seguidora de la serie que finalmente le dio popularidad pero que a raíz de ella supe de su existencia y que me caía muy bien en las entrevistas. Le expresé que tenía sobre todo muchas ganas de conocer sus trabajos en la cantidad de cortometrajes que participó en estos últimos años. Y que sin duda trataré de verlos.

Después los cuatros brindamos con un buen vino y lo enriquecimos con el mejor de los jamones. Todavía no hemos parado de charlar…

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