Pasión bajo la niebla (Ruby Gentry, 1952) de King Vidor

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Tengo especial predilección por la filmografía de King Vidor, hacía mucho que había visto Ruby Gentry y no tenía mal recuerdo de ella. El viernes volví a verla y he de decir que me llenó. Son tan solo ochenta y dos minutos de pasiones desbordadas… pero narradas con precisión.

Haré una confesión: cuando pusieron un ciclo de Jennifer Jones en televisión hace un montón de años, algunas películas no las valoré como debía porque ella era superior a mis fuerzas. Tanto es así que mi madre siempre la recuerda como aquella que lloraba tanto… porque era como yo me refería a esta actriz cada vez que quería recordarla, la que no paraba de llorar. Luego con el paso de los años, mi valoración de Jones ha ido cambiando, tiene joyas en su filmografía (la obsesión de David O. Selznick finalmente dio frutos)… Jennifer Jones no tenía un rostro amable y en muchos papeles esto le beneficia. A veces era extremadamente exagerada en su forma de ‘comportarse’ en pantalla pero también es una cualidad para algunos de sus papeles. Poseía además una sensualidad extraña. Reconozco que es una actriz que se me hace antipática pero sin embargo he amado y amo muchas de las películas en las que aparece. Su imperfección cada vez me gusta más.

En su caracterización de Ruby Gentry… si bien en su primera parte recuerda de nuevo a una Perla Chavez desbocada (ay Dios mío esos andares en pantaloncillos y camisa ajustada…)…, una joven salvaje y sensual que vuelve loco a cualquier hombre que se cruce en su camino; gana enteros en su evolución posterior cuando se convierte en viuda vengativa y sofisticada. Jennifer Jones con gafas de sol metida en un coche viendo cómo se ‘carga’ el negocio del hombre deseado deja una imagen icónica.

King Vidor retrata en pocos minutos la tragedia de una mujer que no quiere ser dominada. Una sociedad conservadora e hipócrita siempre le recordará sus orígenes, el pantano. Una sociedad atrapada en creencias firmes, intolerante, que da a cada uno su sitio y su función. Por mucho que ella tenga muchas más ambiciones y ganas de volar. Finalmente solo la dejarán tomar un camino, el de la soledad. Así la conocemos como capitana (ejerce el poder, siempre) de un barco abocada a la mar y a la furia del océano.

La historia nos la cuenta un hombre tímido, y también enamorado de la protagonista (pero que desde el principio muestra también un respeto total hacia a ella y realmente cuando sabe que ella no está enamorada, se comporta como un buen amigo), forastero y nuevo en la zona. Es el nuevo doctor. Él mira con mirada limpia, objetiva (como un científico), sin prejuicios.

Ruby vive en una vieja casa del pantano con sus padres (el padre es otro personaje interesante para analizar) y su hermano (un hombre siniestro, creyente con continuas frases bíblicas, que no hace más que reprochar la vida de su hermana como mujer pecadora, como una Eva a la que redimir aunque sea de al forma más violenta). A ella le encanta la caza, la pesca y por supuesto no ser relegada a tareas domésticas. Es una mujer vital, libre y que vive sin reglas. Cuando se enfada, se enfada y cuando le apetece reír, ríe. Así a todos les hace mucha gracia hasta que Ruby quiere transgredir, saltarse las fronteras. Cuando Ruby quiere salir del pantano y prosperar, se acabaron las gracias. Cuando aspira además a estar junto al hombre que ama, un joven con ambiciones (un sensual y enorme Charlon Heston), Boake Tackman, su amor de juventud, ya nadie perdona. Pero este joven, que se divierte con Ruby y que se siente también unido a ella, no ve que para prosperar empresarialmente sea bueno prometerse con una hija del pantano. Renuncia al amor y a la pasión a cambio de posición social y económica.Y decide casarse con la hija de un importante hombre de negocios…

Pero por la vida de ambos, además del doctor, se cruza también otro personaje crucial en esta historia: el otro rico y poderoso del pueblo, Jim Gentry (Karl Malden), un hombre que también tuvo orígenes humildes. Jim cuida de su mujer enferma pero desde el principio notamos que bebe los vientos por Ruby. La joven, como cuenta el propio Jim al doctor, además vivió cuando era adolescente en su hogar (durante casi dos años) y su esposa enseguida se encariñó con ella, tratándola como una hija. Cuando la esposa de Jim fallece y éste sabe además que la historia de amor entre Ruby y Boake es imposible, decide pedirle su mano. Decide casarse con ella. Le dice que los dos se van a reír de todo el pueblo, que él sabe bien lo que ella siente, que él también viene de abajo…, que van a ser muy felices. Y Ruby acepta… y se convierte de la noche a la mañana en mujer sofisticada que siente además un tremendo cariño por su esposo al que conoce de toda la vida. Nadie recibe felizmente la noticia (tan solo el doctor, un amigo de verdad) y se nota desde el principio el rechazo y la hipocresía ante el nuevo matrimonio.

Lo que no saben Jim y Ruby es que la pasión entre ella y Boake sigue viva… Cada vez que se encuentran saltan chispas y se olvidan de que ambos han elegido otra vida. El drama está servido. A partir de un baile, los hechos se precipitan. Al espectador no le da tiempo apenas de respirar pero da igual…, sigue con arrebato las transformaciones y desgracias de Ruby hasta la magistral escena del pantano con la niebla como protagonista. Sigue el camino de una mujer vital y pasional a la soledad más absoluta.

King Vidor logra en Pasión sobre la niebla una atmósfera de sensualidad latente (sobre todo en las escenas entre Ruby y Boake) pero también de desasosiego y de que algo podrido se esconde tras las fachadas de los respetables… que sobre todo culmina en el extraño personaje del hermano de Ruby, que en sus apariciones provoca inquietud y miedo. Todo hace pensar en un destino trágico y oscuro. Y además presenta a una mujer, Ruby, que se convierte en mujer fatal sin querer serlo. Las circunstancias que rodean su vida la hacen transformarse en mujer vengativa… y esas mismas circunstancias hacen que todos los hombres que la aman, encuentren la desgracia. Y el no ceder, el ser ella misma, fuerte… hace posible un único destino: la soledad.

Un último apunte: imposible no dejarse llevar por una melodía que envuelve el relato. Ahora no se sale de mi cabeza y cuando la escuché, la recordé inmediatamente.

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