Into the woods (Into the woods, 2014) de Rob Marshall

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Into the woods no es una obra cinematográfica perfecta (sobre todo porque Rob Marshall no se desmelena visualmente con el material de partida tan potente que tenía entre sus manos para dar paso a un mundo maravilloso) pero asume varios retos y sale victoriosa. Su análisis se convierte en apasionante. El material de partida es un musical de Broadway de Stephen Sondheim y James Lapine que se estrenó en 1987. Y a su vez este musical crea un espacio fantástico-metafórico, el bosque, donde van a parar varios personajes. Personajes del mundo de los cuentos tradicionales recopilados por los hermanos Grimm.

Rob Marshall pone en pie un musical que realiza una lectura de estos cuentos y no elude la visión dura y cruel que los hermanos Grimm imprimían a sus historias. Así se nota la firma del Stephen Sondheim más oscuro, como ya mostró en su mítica Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet, quien conoció recientemente una buena versión cinematográfica por parte de Tim Burton.

Uno de los aspectos más llamativos es que tras esta versión cinematográfica de Into the woods está Disney, que fue sin duda la firma que dulcificó (¡y cómo los disfrutamos!) varios de los cuentos de Grimm (y otros). Sin embargo, aquí apuesta por recuperar la esencia de esos cuentos, fundirlos y crear una reinterpretación (todo esto está en el musical de origen) y además sigue la estela de innovación temática en sus últimas obras cinematográficas: la ruptura radical del estereotipo del príncipe azul. No hay más que recordar los argumentos de Brave, Rapunzel, Frozen, Maléfica… y recordar el papel del príncipe azul (o es el malo, o no tiene cerebro, o es absolutamente anodino o directamente es eliminado como personaje).

Los personajes ficticios (y creados para este musical) que unifican a todos los personajes de estos cuentos tradicionales son una pareja humilde de panaderos que desean tener un bebé y se enteran a través de la hechicera, que es una vecina, de que tienen que romper una maldición que ella les echó hace tiempo (a la familia del panadero). Para ello deben conseguir en un plazo de tres días cuatro ingredientes para una pócima especial: una vaca blanca, un zapato dorado, una capa roja y una melena rubia como el trigo…

El musical (y por tanto la película) cuenta con dos partes muy claras: en la primera se recupera no solo la esencia de los cuentos de Grimm sino que además todos sus personajes consiguen cumplir sus deseos. Rob Marshall abre la película con la canción I wish que sirve para presentar de forma coral a los personajes y además presenta las motivaciones que llevarán a todos a cruzar el bosque, espacio mítico y transformador. Y una segunda parte, donde muestra que la consecución de los deseos no supone el final de los obstáculos, muros y miedos de cada uno de los personajes. Todos vuelven al bosque en un momento de amenaza y desolación descubriendo que realmente la felicidad no es tan fácil y que la vida siempre va a ser dura, que siempre vamos a equivocarnos, a sufrir las ausencias, a repetir nuestros miedos, a enfrentarnos a las mezquindades pero también a superar problemas, obstáculos y mejor si es en compañía de otros, a veces de los que menos esperas… Y que los sueños y los deseos sirven para combatir el miedo, para atreverse a avanzar, a experimentar, a seguir viviendo…

Los cuentos de los hermanos Grimm que recuperan vida en Into the woods son Cenicienta, Rapunzel, Caperucita Roja y, por último otro cuento tradicional Jack y las habichuelas mágicas. Toda la crueldad, violencia y dureza de estos cuentos se mantiene en la película. Así las hermanastras de Cenicienta se cortan un dedo y el talón para que el zapatito dorado les sirva. O no oculta la dura vida de Jack y su madre así como la maduración, a través de los golpes, de la inocencia de Jack. El lobo se zampa sin pudor a la abuela y a caperucita roja (que no es una niña deliciosa sino bastante compleja) y el príncipe de Rapunzel pierde la vista por las zarzas… Y así un montón de detalles más.

Pero curiosamente el personaje más anodino, el que menos se atreve a soñar, el más real y humano, el que arrastra más problemas y cargas psicológicas y familiares, el personaje más débil, con más miedo, con menos esperanza, el panadero, se convertirá en la segunda parte en el personaje clave para la resolución de la historia.

La película Into the wood cuenta con un reparto redondo que no solo ejecuta sus canciones perfectamente sino que además crean personajes llenos de posibilidades. Desde la bruja con una Meryl Streep que ya no tiene miedo a nada, a la maravillosa composición que realiza Emily Blunt de la panadera, pasando por su marido el panadero lleno de matices con rostro de James Corden (nunca olvidaré su escalofriante interpretación como adolescente obeso y problemático en la dura Todo o nada de Mike Leigh), sobrevolando por una Cenicienta de carne y hueso con el rostro de Anna Kendrick o con un príncipe azul infiel, Chris Pine, con una frase genial, “Me educaron para ser encantador, no sincero”; hasta llegar al cameo de un lobo con forma de Johnny Depp. La lástima es que Rob Marshall (que se está convirtiendo en realizador habitual de cine musical) se limita a ser correcto y no volar con la imaginación en una obra cinematográfica que podría haber hecho levitar a los amantes del cine musical… pero está muy cerca de conseguirlo. Es tan bueno el material de partida y los intérpretes que se enfrentan al reto, que su correcta pero no atrevida realización no perturba que el espectador pueda inmiscuirse en un bosque mágico.

Hay una breve conversación entre el príncipe azul y cenicienta, cuando ambos se dan cuenta de que no son la pareja ideal ni la deseada y soñada, en que se despiden: “Nunca olvidaré a la princesa que huía”, “Ni yo al príncipe lejano”, que define muy bien la reinterpretación de estos cuentos. El desear, el adentrarse en el bosque, el atreverse a dar pasos… les ha hecho simplemente conocerse mejor así mismos y asumir quiénes son y qué es lo quieren… aunque el resultado final no tenga nada que ver con lo soñado.

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Alrededor de la Segunda Guerra Mundial. Descifrando Enigma (The imitation game, 2014) de Morten Tyldum/La conspiración del silencio (Im labyrinth des schweigens, 2014) de Giulio Ricciarelli

Hace setenta años que el ejército soviético entró en el campo de concentración de Auschwitz y se topó con el horror: un campo diseñado para el exterminio de seres humanos.

En estos momentos coinciden en la cartelera dos películas alrededor de la Segunda Guerra Mundial que tocan diferentes aspectos: la primera se centra en la figura del matemático Alan Turing y la segunda narra la historia de un joven fiscal alemán, Johann Erdmann, que en 1958 en Frankfurt se topa con una historia y unos documentos sobre Auschwitz totalmente desconocidos para él…

Las dos nos plantean distintas miradas, momentos y perspectivas para afrontar y conocer detalles de la Segunda Guerra Mundial y ambas centran parte de su trama en los años cincuenta, cuando aún el final de la guerra estaba muy cerca. Una es de nacionalidad británica y la otra alemana. Las dos se sirven de una narrativa cinematográfica clásica y correcta pero ambas narran historias que atrapan y plantean temas y reflexiones necesarias.

Descifrando Enigma (The imitation game, 2014) de Morten Tyldum

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El director noruego Morten Tyldum pone en pie un biopic con las luces y sombras de un personaje atractivo, el matemático Alan Turing. Tyldum cuenta con un reparto acertado, una estructura cinematográfica efectiva y un personaje femenino desconocido, Joan Clerk, fuerte y tremendamente atractivo que aporta luz a la historia.

Como todo biopic muestra una mirada y un punto de vista, elude algunas partes de la historia del biografiado, hace hincapié en otras, ficcionaliza algunos aspectos, deja entrever ciertos puntos interesantes pero, al final, Descifrando Enigma logra despertar interés hacia la personalidad que retrata, Alan Turing.

El matemático tiene el rostro y la voz del actor británico Benedict Cumberbatch y en la película se estructura su vida en tres momentos cruciales que se entrecruzan a lo largo del metraje: su detención en 1952 por parte de la Policía donde se le condenaría por su homosexualidad. Su estancia en la escuela donde se haría amigo de un alumno más mayor que él, Christopher. Una amistad que le marcaría para siempre. Y por último (y el tramo más extendido) su trabajo, junto a otros compañeros (entre ellos una única mujer, Joan Clerk), para meterse en las entrañas de Enigma, una máquina con la que los alemanes creaban códigos con mensajes estratégicos para el curso de la guerra.

Varios son los elementos que me han atrapado de la trama. Primero cómo se sirve de la figura de Joan Clerk (Keira Knightley), más desconocida todavía que Turing y por lo tanto un buen vehículo para ficcionalizar, para tocar distintos aspectos de la personalidad de Turing y mostrar su cara más vulnerable y cercana. Así la película dibuja una interesante relación entre ambos donde los dos conectan y sus mentes se unen. Ambos tienen dificultades para salir a luz y poder desarrollar sus inteligencias: ella, por ser mujer en los años cincuenta y él por ser homosexual, además de otros aspectos de su personalidad que le hacen diferente como su dificultad en establecer relaciones emocionales con las personas, en los mismos años. Pero logran unirse. Ella sirve también como catalizadora para mostrar a un Turing destrozado e impedido para seguir trabajando con su inteligencia por la intrasigencia del momento.

Segundo, y quizá lo menos tocado –pero sí apuntado– por ser lo más espinoso, los tejemanejes durante la guerra entre los aliados, los intereses políticos y estratégicos, los trabajos de espías internacionales… que terminan además minando las relaciones de confianza que se establecen entre los jóvenes que se implican en el proyecto de descifrar Enigma. El máximo representante de este tramo es el personaje en la sombra de Mark Strong. Y unido a este punto el tercero, las implicaciones morales y las decisiones que se toman en una guerra desde la estrategia ‘jugando’ con la vida de los combatientes y civiles como si fueran las fichas de un tablero de ajedrez. Así en la película reflejan este hecho en un momento crucial: una vez descubierto el mecanismo de Enigma, todos se vuelven conscientes en un instante escalofriante de que no pueden evitar la destrucción de un objetivo militar (y las muertes que esto conlleva) pues dejarían al descubierto que han descifrado los códigos y su trabajo no serviría para absolutamente nada…

Y cuarto como a Turing no le sirve de nada su brillante inteligencia matemática para luchar contra la intransigencia de una sociedad. Los aliados acabaron con el horror nazi pero no con sus propias actitudes intransigentes y represivas que juzgan a un individuo por su sexualidad. Así a Turing le condenan o bien a la cárcel o al sometimiento de una castración química… y todo esto pudo con una mente privilegiada.

La conspiración del silencio (Im labyrinth des schweigens, 2014) de Giulio Ricciarelli

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La conspiración del silencio es el primer largometraje del director de origen italiano pero afincado en Alemania Giulio Ricciarelli y encara una historia potente desde una narrativa cinematográfica clásica. A través de un tono frío y austero pero donde deja asomar las emociones contenidas, una cuidada ambientación, y unos actores con carisma (entre ellos el joven alemán Alexander Fehling) aborda cómo se llevó a cabo el proceso de Frankfurt-Auschwitz que duró de 1963 a 1965. Es decir, refleja las bambalinas del proceso, cómo se pudo llevar a cabo. Este proceso supuso la detención de veintidós nazis que participaron en el horror de Auschwitz y diecisiete de ellos terminaron siendo condenados. La importancia de este juicio es que fueron los propios alemanes los que tomaron las riendas y trataron de terminar con el silencio de lo que ocurrió realmente en la Segunda Guerra Mundial y tomar responsabilidades sobre su actuación. Fueron los alemanes los que quisieron escuchar a las víctimas.

Durante el Gobierno de Adenauer, mientras se trabajaba por la reconstrucción de Alemania y su recuperación, también se impuso el silencio y el olvido. Tras los juicios de Nuremberg, que fueron realizados por los aliados, cayó el silencio y la falta de memoria. Se pretendía ese olvido para construir y avanzar, mientras por las calles, muchas víctimas heridas, amordazadas por la indiferencia, y muchos responsables nazis impunes ocupando puestos de poder u olvidando sus responsabilidades o sus horribles asesinatos. Así estos juicios durante los años sesenta fueron el primer paso para terminar con el silencio y muchos jóvenes alemanes se enfrentaron con su historia pasada.

La película La conspiración del silencio toma a un joven fiscal que vive en la ignorancia cómoda del pasado, Johann Erdmann, y cómo se enfrenta al pasado de su país al hacerse cargo de la investigación para llevar a cabo el proceso de Frankfurt. Johann Erdmann vive todo un proceso (de la ignorancia al conocimiento, a la desilusión y desesperación, a la herida de descubrir su propio pasado y el peso de su herencia, hasta continuar en la lucha) y se hunde en el laberinto y desesperación hasta que asume ese pasado y sobre todo, finalmente, se da cuenta de la importancia de que ese proceso se lleve adelante.

Hay un momento escalofriante y es el descubrimiento del joven Johann Erdmann en la embajada estadounidense de todo el archivo existente sobre Auschwitz porque los nazis dejaron absolutamente todo escrito con un lenguaje burocrático y frío. Cree que se llevará tan solo unas carpetas y de pronto le muestran todo un laberinto enorme de estanterías y documentación. También plantea y deja ver muchos movimientos estratégicos e intereses para que se pueda llevar a cabo la investigación, así el joven fiscal se obsesiona con el doctor Mengele y llega un momento en que quiere centrar su investigación en él, de tal modo, que pueda conseguir su detención. Se topará, sin embargo, con otros obstáculos con los que no contaba y que minan todavía más su temple…

La conspiración del silencios sigue planteando cuestiones, que no solo no pueden caer en olvido sino que es necesario continuar reflexionando.

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Omar (Omar, 2013) de Hany Abu-Assad

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Hay ciertos lugares en el planeta tierra que esconden historias tristes. Muy tristes. En Omar hay un muro de aislamiento, el muro en el territorio palestino ocupado. Y ese muro lo sobrepasa cada día, como un hecho cotidiano, un joven palestino, Omar (un carismático Adam Bakri), para poder estar con sus amigos de la infancia, Amjad (Samer Bisharat) y Tarek (Eyad Hourani)… Y de paso enamorarse de Nadia (Leem Loubany), hermana de Tarek. Cada día elude la bala del francotirador, corre por los callejones para evitar ser perseguido o sufre distintas humillaciones por el simple hecho de ser palestino. Pero también cada día amasa el pan (ese es su trabajo), se reúne con sus amigos y ríe con ellos, intercambia cartas con Nadia (que nunca leemos) o simplemente sueña. Y con sus amigos forma parte también de la resistencia palestina, son guerrilleros, y preparan una acción contra la policía israelí… porque también desea salir del agujero, vivir en una Palestina libre. Pero no todo es blanco o negro. Nada es fácil, todo es triste.

Y Omar en el transcurso de la película pierde la capacidad de soñar, de sonreír porque está enamorado de Nadia, de pensar que van a ir de viaje de novios a París, de creer que si ella estudia quizá puedan salir del agujero… porque poco a poco va perdiendo la confianza en los seres queridos inmerso en un laberinto de secretos y mentiras. Porque nada es blanco o negro. Nada es fácil. Porque recibe un golpe y otro y otro más. Porque le arrebatan lo más íntimo, lo más secreto. Porque consiguen borrar su sonrisa… Y entonces ese muro que sobrepasaba cada día, sin dificultad, subiendo por una cuerda, casi volando…, se convierte en un muro infranqueable, imposible. Y Omar se rinde, llora. Hasta que llega un hombre anónimo que le consuela y le ayuda a subir de nuevo…

Hany Abu-Assad (que ya estremeció con Paradise Now) construye una historia triste, creíble y compleja, y le imprime un ritmo de thriller y rodea a sus jóvenes protagonistas de un halo trágico como si fueran protagonistas de cine negro. Hany Abu-Assad cuenta una historia de amor triste que termina, no obstante, con alguien solitario leyendo una carta y que esboza una sonrisa. Hany Abu-Assad narra una amistad, habla de confianza y de traición. Hany Abu-Assad relata la vida dura, la cárcel, la tortura, los tejemanejes para minar y humillar al otro, el como se genera más odio con odio…, y como hacer que un joven con sonrisa, la pierda en el camino. Y no solo eso, sino que también deje de llorar. Porque para Omar la vida nunca ha sido un juego…, aunque a él le hubiese gustado que lo fuese, le hubiese gustado contar chistes con sus amigos, hablar de chicas y reírse con una imitación de Marlon Brando. Porque en el camino le siembran la duda, le enfrentan a decisiones duras, le ponen en situaciones difíciles, casi imposibles; le arrebatan lo que más quiere, minan su confianza en aquellos a los que ama… Y en ese caminar por los infiernos se encuentra con la ambigüa figura de un agente israelí, Rami (único actor veterano y también productor, Waleed Zuaiter).

Omar cuenta no solo con cuatro jóvenes actores sin experiencia (todos se enfrentan a su primera película) que imprimen credibilidad, química y frescura sino que además seduce con la forma desnuda, sencilla y a la vez bella de contar la historia en una Palestina ocupada: las persecuciones por los callejones, las delicadas conversaciones de los jóvenes amantes, los primeros planos, la oscuridad y las sombras en la sala de tortura, la soledad de la celda, la clandestinidad, la conversión de los lugares cotidianos en ambientes hostiles bajo la sospecha de la traición…

Omar cuenta una historia triste con un muro de aislamiento, un muro físico que se convierte también en un muro interior. Omar es un joven que pierde la sonrisa porque nunca le dejaron soñar ni siquiera intentarlo…

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Busca tu refugio (Run for cover, 1955) de Nicholas Ray

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Entre Johnny Guitar y Rebelde sin causa, Nicholas Ray realizó un western que enlazaba muy bien estas dos películas, Busca tu refugio. En esta película del Oeste sigue transgrediendo el género, profundizando en el intimismo y psicología de los personajes, y al héroe sin hogar, desencantado y con experiencia, con pasado en los hombros (James Cagney), como Guitar…, le pone como compañero a un joven, un joven que será rebelde (John Derek) con más causa que Jim Stark. Así una película aparentemente menor, muestra al Ray creador de un universo lírico y triste.

Un western, que como Johnny Guitar muestra la facilidad de la masa con cabecilla descerebrada para arrasar, ser injusta, acusar y linchar al forajido; sin juicio justo, sin ni siquiera dar oportunidad a la defensa. Pero también deja la difícil radiografía de un joven rebelde que nunca llega a encontrar un camino por el que avanzar, un joven complejo y ambiguo. En su camino, se cruza el héroe forajido desencantado que ve la oportunidad de actuar como el padre que nunca pudo ser (pues arrastra una historia triste y entre varios desafortunados eventos, uno es la pérdida del hijo).

Y es que las películas del Oeste, sin leyendas, generan historias tristes porque no fue un momento idílico ni aquellas tierras el paraíso, sino que fue un momento duro y las tierras, a veces un infierno. Así Busca tu refugio empieza con un encuentro. Entre el forajido con pasado y el joven inexperto deseoso de ver mundo. Y enseguida empieza el conflicto.

Pasa un tren y el joven cuenta al mayor que la semana pasada robaron las nóminas y que nunca llegaron a su pueblo. Desde el tren los que guardan las nóminas ven a dos forajidos y temen que de nuevo vuelvan a robarles. Los dos vaqueros apuntan con sus pistolas a un pájaro y prueban su destreza. Los encargados del tren creen que el robo va a ser inminente, y tiran el dinero para no tener complicaciones. El hombre mayor no tiene ninguna duda de enmendar el error, al joven se le ve con la duda en los ojos…, una duda que ya no le abandona nunca. A partir de ese momento, todo se precipita. Los encargados del tren cuentan en el pueblo que les han vuelto a robar, el sheriff sangriento y deseoso de venganza con otros hombres del pueblo salen en busca de los forajidos. Los vaqueros regresan al pueblo para devolver el botín. El sheriff los ve de lejos y no pide explicación ni los hombres tampoco. Un disparo y el chico cae moribundo; al hombre que le acompaña tratan de lincharle ahí mismo. Pero uno de los del pueblo reconoce al chico… Y todos se dan cuenta del error. El chico es huérfano y todos los del pueblo se habían ocupado de su cuidado, lo trasladan a la granja de unos inmigrantes suizos. Aclarado el asunto, el hombre forajido pide ir a cuidar al chico a la granja. El conflicto está servido.

De pronto se crea una compleja relación paterno-filial que genera fuertes lazos de dependencia por ambas partes, sobre todo cuando el médico informa de que el chico jamás podrá recuperar una de sus piernas. El forajido encuentra un techo, algo parecido a un hogar, con los inmigrantes suizos, sobre todo con una bella mujer que le brinda una segunda oportunidad para ser feliz. El chico no encuentra su lugar en ninguna parte, quizá solo la seguridad de saber que haga lo que haga siempre tiene la confianza del forajido…

Nicholas Ray rodea a sus personajes de momentos cotidianos e íntimos (sobre todo en la bonita, tierna e inocente relación que se establece entre James Cagney y Viveca Lindfors) pero tampoco faltan persecuciones, indios, robos y asaltos. Y tampoco la melancolía, la tristeza y el desencanto que se posa en las películas de Nicholas. Porque ese hombre que intenta ser un buen padre, que trata de construir una relación de confianza, que siempre da una y otra oportunidad al joven rebelde…, fracasa… porque en el último momento ya no se fía de él. Se rinde un solo instante… y esto supone el fracaso y de nuevo la ausencia… Menos mal que al menos le queda otra oportunidad en el amor, hay una bella suiza que le espera y cree en él, y quizá puedan construir algo parecido a un hogar.

Nicholas Ray puebla sus películas de perdedores desencantados que buscan un refugio, que tratan de no fracasar en una segunda oportunidad, y que a veces son capaces de, con sus actos, una palabra, o una mirada, hacer un poema visual…

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La frágil voluntad (Sadie Thompson, 1928) de Raoul Walsh

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Hay personajes que se te quedan en la retina y uno de ellos fue Sadie Thompson. Pero la de Lewis Milestone. Así me impactó ese personaje cuando aparece por primera vez para bajarse de un barco a una isla que se convertirá en una asfixiante cárcel bajo una continua lluvia. Lo primero que vemos son sus manos enjoyadas, sus zapatos blancos, medias de rejilla y su tobillera, y por fin, su rostro con el labio torcido, un cigarro y unos enormes ojos. Esa película se llamaba Rain (1932) y Sadie Thompson tenía el rostro de Joan Crawford. La película es una adaptación de un relato corto del prolífico William Somerset Maugham, Miss Thompson (que nunca he leído). Así nos hundimos, bajo la lluvia, en un relato cinematográfico con ecos de melodrama exacerbado donde miss Thompson sufre un enfrentamiento a muerte (nunca mejor dicho) con un misionero reformista e intransigente (un genial Walter Huston). El misionero le hace la vida imposible y se obsesiona con su salvación. Porque aunque no se hable mucho de su vida pasada, todo se intuye y a la vez es evidente, no ha tenido una vida fácil y seguramente ha ejercido la prostitución pero está dispuesta a emprender una nueva vida, desde cero. Pero el misionero no se lo pondrá fácil… y establecen entre ambos una guerra verbal y física de fuerzas. Sálvese quien pueda.

Así poco a poco, a partir del visionado de la película de Milestone, me fui enterando de la existencia de otras versiones. Y la primera Sadie Thompson tuvo el rostro de Gloria Swanson en el máximo esplendor del cine mudo con un realizador que se estaba convirtiendo en imprescindible, Raoul Walsh. La película se tituló como el personaje (o aquí La frágil voluntad) y fue un proyecto muy personal tanto para la actriz como para el director. Así ella se convirtió en productora (y un año después también se arriesgaría con La reina Kelly) y Raoul Walsh no solo asumió la labor de director sino también la escritura del guion y la interpretación de uno de los personajes principales. La tercera Sadie Thompson narró su historia en forma de musical en los años cincuenta y contó con la pelirroja melena de Rita Hayworth y con el director olvidado Curtis Bernhardt. La película se llamó por estos lares, La bella del Pacífico (película que todavía no he localizado).

Hace poco he podido ver, por fin, la Sadie Thompson de Gloria Swanson y solo me ha provocado buenas sorpresas. Primero la oportunidad de conocer un poco más la etapa silente de Raoul Walsh además de disfrutarle frente a la cámara (como actor), después comprobar que me sigue fascinando la historia de Sadie Thompson y su enfrentamiento con el misionero intransigente (esta vez, un brillante Lionel Barrymore). Desgraciadamente es de esas obras cinematográficas de cine mudo que no están completas. En este caso faltan los minutos finales que han reconstruido, en la copia restaurada en los ochenta (la que facilita el dvd), con fotogramas fijos e insertos de guion… pero la fuerza de la historia la sientes. Está.

Frente al melodrama desaforado de Milestone, asfixiante y crispado, Raoul Walsh opta por un melodrama más realista y calmado pero consigue también esa sensación de encierro y agobio por la lluvia constante. Ese encierro en un hotel de mala muerte…, que es otro personaje más. Realismo que se siente en la complicidad que surge entre el teniente O’Hara (el propio Walsh… y la posibilidad de un nuevo futuro para Sadie) y la protagonista que construyen su relación a base de bromas y complicidades, exuda un erotismo sano, bonito. Así, por ejemplo, hay una escena en que el teniente enciende el cigarrillo de Sadie y los dos tienen sus cigarros en la boca…, y ese encender es como un beso fogoso. Y realismo en la relación insana y enfrentamiento entre Sadie y el misionero así como la parte oscura y obsesiva del religioso que quiere redimir a la mujer pecadora y a la vez la desea.

Y como ocurre con ciertas heroínas del cine silente, la actriz juega con su rostro y el director con el primer plano hace maravillas. Así vemos a la vital y rebelde Sadie transformarse en la ‘redimida’ y sumisa Sadie a golpe de primer plano. Raoul Walsh maneja el lenguaje cinematográfico con soltura y arriesga en la narración cinematográfica. Sabe crear ambientes, como demostraría en sus películas de cine negro o en otra película de su periodo mudo, El ladrón de Bagdad, donde crea un mundo de ensueño. Es interesante destacar cómo los personajes al principio de la película son presentados y definidos en el barco mediante la frase que escriben alegremente cada uno en el libro de autógrafos o cómo construye una escena donde refleja el estado de ánimo del personaje principal: el rostro de Gloria, desesperada, encerrada en su cuarto y viendo la lluvia caer incesantemente se “siente” entre rejas. Sí, Sadie Thompson también tiene el rostro de Gloria Swanson. Y volvemos a encontrar en esta versión muda, a una prostituta que solo quiere empezar desde cero y que es una superviviente… que medirá sus fuerzas con un hombre intransigente que quiere enderezar almas sin ver que la suya está retorcida.

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Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia (Birdman or the unexpected virtue of ignorance, 2014) de Alejandro González Iñarritu

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Hasta el último fracasado lleva un superhéroe a cuestas porque vivir día a día es una aventura de riesgo y mejor que nadie lo sabe Riggan (Michael Keaton…, para quitarse el sombrero), actor de segunda en Hollywood que tuvo su momento de gloria cuando realizó una serie de películas de un superhéroe especial, el hombre pájaro. Ahora busca una oportunidad de prestigio en Broadway, quiere ser actor reconocido, y se mete en la aventura de poner en pie en un teatro una obra sobre relatos de Raymond Carver bajo el título ¿De qué hablamos cuando hablamos del amor? (el mismo título de uno de sus libros de relatos)… Son los días previos al estreno, con el inesperado percance de uno de sus actores principales, y toda su vida emocional, como hace años, patas arriba. El delirio, el ritmo y la emoción están servidos.

Alejandro González Iñarritu sigue experimentando con las formas de contar una historia, continúa ahondando en las relaciones personales y las emociones pero se pasa a la tragicomedia para reflexionar sobre el cine, el teatro, la ficción, los actores, los personajes, el amor, el desencanto… y sale así airoso de su separación profesional del guionista Guillermo Arriaga, supera su bache con Biutiful y da un giro necesario en su trayectoria que le hace resurgir como cineasta con mucho que narrar en forma de cine.

Y es que Riggan, su protagonista, combate el estrés y el miedo con su álter ego siempre a su espalda que le recuerda tiempos de gloria y sus poderes supranaturales. Con su voz grave el hombre pájaro le incita a recurrir al terreno seguro y sin riesgo, seguir siendo superhéroe de pacotilla, pero esa vuelta también es un espejismo, porque Riggan es un hombre cada vez más mayor y cansado (cansado de volar)…, que quiere ser reconocido como profesional, como actor. Quiere que le admiren, que le quieran. Le pesa tanto la absurda fama del hombre pájaro… Riggan quiere mantenerse a flote, no seguir siendo un patético actor que fracasa no solo en su profesión sino también en su vida personal con su hija (Emma Stone), con su ex esposa (Amy Ryan) y con su pareja actual y una de las actrices de su obra (Andrea Riseborough). Riggan quiere una fama que es también un espejismo porque ahora las nuevas tecnologías están cambiando el concepto de este término y los caminos para llegar hasta a ella…

Riggan solo quiere ser un hombre amado y que su obra le dé prestigio, y no tener problemas u obstáculos…, pero los días previos al estreno le convierten en el hombre más vulnerable que hace esfuerzos por no estallar frente a los interminables problemas de última hora que se le van acumulando: problemas sentimentales, con su hija, con el actor principal, con el sustituto (… Edward Norton, sin palabras), con las sesiones de preestreno, con una crítica de teatro (Lindsay Duncan), con su insegura actriz principal (Naomi Watts), con su mejor amigo que tira y tira para que el espectáculo no se derrumbe (Zach Galifianakis), con sus dependencias, con sus recuerdos amargos…

Pero es la crítica, que no quiere dar la más mínima oportunidad a un ridículo hombre pájaro de celuloide, la que en un periódico plasma las palabras clave para entender a un delirante y desesperado Riggan, que se siente al borde del abismo emocional en todo momento, porque como dice la periodista (en su breve pero importante intervención) es esa “inesperada virtud de la ignorancia” la que logra hacer renacer al actor fracasado y que se arriesgue sin red al máximo. Es esa “inesperada virtud de la ignorancia” la que le hace volar de nuevo como un ave fénix o estrellarse como un Ícaro mitológico… y remover así los escenarios con las palabras amargas de Carver.

Alejandro González Iñarritu cuenta las peripecias del hombre pájaro entre bambalinas, corriendo por pasillos, subiendo a áticos, abriendo o cerrando puertas, en los camerinos, en las escaleras, encima del propio escenario o recorriendo un tramo de la calle Broadway (incluso andando rápido en calzoncillos)… con el estrés de un trucado pero efectivo plano-secuencia. Y Riggan es también un solo frenético y maravilloso de batería que persigue su estrés y miedo hasta la culminación final de caída y resurrección. Mientras, en este recorrido delirante, le acompañan un séquito de estrellas caídas o al borde del abismo que se hacen no obstante brillar unas a otras en momentos intensos o íntimos, emocionantes: el actor insoportable pero por puro miedo, la hija dependiente, desencantada y lúcida, la actriz insegura pero con la ternura por delante, la amante cínica con corazón grande, la ex que sigue dejando un beso en la mejilla como un agradable fantasma del pasado o el amigo frenético pero siempre fiel…

Y al final te quedas como esa hija de inmensos ojos azules que mira por la ventana y sonríe… porque ha visto algo inesperado.

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Una frase, una película. Viaje cinéfilo por el 2014 (y segunda parte)

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39. Dallas buyers club de Jean Marc Vallée

De nuevo David y Goliat o el ciudadano contra las grandes corporaciones o multinacionales o también cómo un telefilm puede trascender por dos buenos actores y buen tema de debate…

40. El futuro de Luis López Carrasco

Cine experimental… para repensar de nuevo la Transición…

41. La herida de Fernando Franco

Un rostro de una actriz capaz de mostrar furia contenida o explosiva, sufrimiento, dolor, vulnerabilidad, fragilidad, desvalimiento, dulzura, confusión…; las heridas de la mente son difíciles de curar.

42. La ladrona de libros de Brian Percival

Un best seller libro se convierte en best seller película… y además, algo que no siempre ocurre, cuenta bien una historia sobre el poder de la palabra mientras bebe del cine clásico.

43. Agosto de John Wells

Ya lo dijo Tolstoi, las familias desgraciadas, lo son cada una a su manera; a la familia Weston solo le hace falta sentarse alrededor de una mesa para afilar las lenguas… o hacer asomar las lágrimas por sus ojos…

44. Al filo del mañana de Doug Liman

Cómo hacer el día de la marmota en una película de ciencia ficción y aventuras y pasártelo divinamente… una y otra vez.

45. Viva la libertad de Roberto Andó

Desilusión…, no basta el carisma y la actuación de Toni Servillo para poner en pie una fábula política sobre el desencanto.

46. Rompenieves de Bong Joon-ho

Un tren da vueltas a la tierra sin parar y dentro van los últimos supervivientes del planeta…, cada vagón un descubrimiento, y en ese tren se repiten las divisiones, las injusticias, las rebeliones, lo peor, lo mejor, la amistad, la traición, el amor, el odio y las sumisiones; la triste historia de la humanidad.

47. Ida de Pawel Pawlikowski

Una novicia antes de ordenarse monja se entera de que es judía a través de su tía una mujer de rostro duro…, ambas tratan de asimilar sus raíces, de reencontrarse con su pasado, de recuperar identidades…, viajan por una Polonia en blanco y negro.

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48. 10.000 noches en ninguna parte de Ramón Salazar

Su protagonista sin nombre tiene los ojos como faros y sufre la metamorfosis de una mariposa gigante… se arrastra como un gusano por las calles de Madrid, encuentra un capullo protector en los toboganes y puentes de París y se encuentra como una mariposa libre pero con caducidad temprana en Berlín.

49. La vida inesperada de Jorge Torregrossa

Viaje fallido a Nueva York de dos primos españoles, cada uno a su manera perdidos; ellos son lo mejor de la función…

50. 9 meses… de condena de Albert Dupontel

El humor negro y la herencia del slapstick, la pura comedia física, dan como resultados extrañas películas de delincuentes con poco cerebro y juezas demasiado rectas que se encuentran de modo inesperado…

51. La imagen perdida de Rithy Panh

¿Cómo reflejar el horror de lo pasado y sobrevivir en el intento?, Rithy Panh emplea su voz y unas figuritas de barro estáticas para contar la historia de su familia y cómo fueron víctimas del genocidio que llevaron a cabo los jemeres rojos.

52. El pasado de Asghar Farhadi

El director iraní construye un melodrama familiar con una maravillosa puesta en escena y los silencios; revela un mapa apasionante de emociones…, un género que nunca muere.

53. Paradiso de Omar A. Razzak

¿Puede ser posible que un cine porno en el centro de Madrid, el último cine de esas características que queda abierto, se convierta en un lugar-paraíso para varias personas que pululan anónimas y solitarias por las calles?

54. Anochece en la India de Chema Rodríguez

Cómo un proyecto hecho con el corazón, muy querido, y bien interpretado naufraga en los metros de celuloide…, demasiadas dificultades para poner en pie un sueño, imágenes bellas ilustran lo que podría haber sido…, mientras anochece.

55. Enemy de Denis Villeneuve

Dualidad más inquietud e incomodidad más extrañamiento más vértigo más Saramago más Cronenberg igual a Enemy, “el caos es un orden por descifrar”.

56. Tren de noche a Lisboa de Bille August

El gusto de disfrutar de vez en cuando de una película contada como un clásico, algo así como subirse en un tranvía en Lisboa o perderse por sus callejuelas.

57. Noé de Darren Aronofsky

Cómo convertir a un hombre ‘iluminado’ con una misión sagrada en una bestia paranóica; Noé, héroe y villano…, un ser humano.

58. El gran hotel Budapest de Wes Anderson

De pronto aparece la Europa de entreguerras creada por la mente de un hombre peculiar que lee a Stefan Zweig y muestra una Europa alocada, brillante, placentera, estéticamente hermosa… pero abocada a la tristeza y a un destino trágico.

59. Ocho apellidos vascos de Emilio Martínez Lázaro

Ser políticamente correcto, moverse bien por los tópicos, contar con buenos actores cómicos, mirar la actualidad, una realización correcta y gris… y puede que se consiga un éxito…

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60. Monuments men de George Clooney

Cómo convertir una historia muy atractiva de la Segunda Guerra Mundial en un tostón…, y echar de menos un clásico como El tren de John Frankenheimer.

61. Pelo malo de Mariana Rondón

O quedarse atrapado en la mirada inocente de un niño que trata de comprender un mundo violento y convulso… y sufrir viendo cómo pierde esa mirada.

62. Emperador de Peter Webber

Bis. Cómo convertir una historia muy atractiva de la Segunda Guerra Mundial en un tostón… o cómo una película que trata de no mostrar un mundo blanco o negro, se hunde en su realización y forma de contar en una escala de aburridos grises.

63. Una vida en tres días de Jason Reitman

Lo único aceptable: cómo hacer, en familia, una deliciosa tarta de manzana…; por lo demás menos mal que son tres días…

64. Las maestras de la República de Pilar Pérez Solano

Cómo contar con un buen material, más que buenas intenciones, un discurso a recuperar, imágenes y entrevistas actractivas… y no construir un documental vivo, inolvidable.

65. Her de Spike Jonze

… Las nuevas tecnologías no terminan con la soledad del ser humano…; el amor no es tecnológico.

66. ¿Qué nos queda? de Hans-Christian Schmid

El desequilibrio mental de la madre rompe a una familia pero no es más que un espejismo; también les arrastra a la fractura y al miedo el desequilibrio del mundo; de pronto todos se ven tan enfermos mentales como la madre y viven al borde del abismo, en el extremo, frágiles.

67. Al nacer el día de Goran Paskaljevic

Los horrores de ayer y los horrores de hoy… y un viejo músico triste que trata de entender el mundo y de terminar una sinfonía inacabada: la que su padre tenía en la cabeza mientras se consumía en un campo de concentración.

68. Nebraska de Alexander Payne

Una road movie sobre personas que se niegan a perder…

69. Nymphomaniac, vol. 1 de Lars Von Triers

¿Una película pornográfica, como dice su director, o un tratado sobre las dificultades para amar o sobre el dolor que causa el amor?

70. Qué hacemos con Maisie de Scott McGehee, David Siegel

Una historia de Henry James del siglo XIX sigue teniendo fuerza en pleno siglo XXI: los ojos de una niña que ven cómo la relación entre sus padres se deteriora y cómo ella es la pieza con la que juegan a odiarse…

71. La gran estafa americana de David O. Russell

O el amor de un director hacia sus personajes aunque todos sean una pandilla de estafadores y perdedores…

72. La venus de las pieles de Roman Polanski

Cine y juego… Polanski crea una pieza cinematográfica elegante e inteligente y mete al espectador en un juego de realidad y ficción, cine y teatro, hombre y mujer, relaciones de amor o de poder…, un juego infinito de muñecas matrioskas en un único escenario.

73. El lobo de Wall Street de Martin Scorsese

Esperpéntica manera de demostrar que estamos en manos de unos payasos descerebrados en Wall Street, estremecedora, ríes con lágrimas de furia.

74. The Grandmaster de Wong Kar-Wai

Cómo contar una historia de amor imposible con ayuda de artes marciales y el tema musical de Deborah de Erasé una vez en América…, y que además sea un hermoso espectáculo de imágenes.

75. A propósito de Llewyn Davis de los hermanos Coen

O la mítica historia de un Sísifo con guitarra que se encuentra con un Ulises felino y con su deambular y su música folk arrastran una triste historia de fracasos o eternos retornos.

76. 12 años de esclavitud de Steve McQueen

O cómo perder la libertad y convertirse en esclavo es un infierno pero también una escuela de supervivencia, de cómo no perder ni la dignidad ni la esperanza ni la memoria…; en un plato de moras puede encontrarse un recuerdo.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Una frase, una película. Viaje cinéfilo por el 2014 (primera parte)

Viajo por todas las películas que se han estrenado este año en las salas de cine y que he podido ver. Y observo que 2014 ha sido un buen año (más todo lo que me queda por descubrir). Como siempre ha habido grandes sorpresas y profundas decepciones. Pero a mí me han ganado las buenas imágenes. Directores de siempre, nuevas generaciones y promesas futuras. Actores que siempre sorprenden y otros que surgen con fuerza. Ausentes. Risa y tragedia. Y muchas, muchas historias… El viaje ha sido placentero…, incluso de las decepciones algo se saca. En vez elaborar un listado de lo mejor o de lo peor, se me ocurre una frase por cada película vista este año en una sala de cine.

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1. Sueño de invierno de Nuri Bilge Ceylan

… sueño que veo a un caballo correr libre por Capadocia, mientras vivo encerrada en mi propia cárcel en las habitaciones de un cómodo hotel; todo cambia cuando un niño silencioso tira una piedra con furia a la ventanilla de un coche… Entonces despertamos.

2. Jauja de Lisandro Alonso

Cuentan que todo el mundo se pierde en Jauja, que nunca se regresa, tan solo puede que un perro fiel te encuentre, más allá del tiempo y el espacio.

3. Mr Turner de Mike Leigh

… El sol es Dios, dice el pintor mientras espera la muerte; en otra casa una mujer invisible y rota siente su ausencia.

4. Retrato de Aida de Antonio Gómez-Olea

… y el pintor atrapó el rostro de la actriz; antes jugó con las formas, los volúmenes y el color… y mientras fueron descubriéndose.

5. La señorita Julia de Liv Ullman

El universo de Strindberg con mirada de una mujer comprensiva que ama y conoce a sus complejos personajes…, al final solo un río, unos pétalos de flores y un reguero de sangre.

6. Magia a la luz de la luna de Woody Allen

Miramos las estrellas con la persona amada y nos puede pasar dos cosas: empequeñecernos ante su inmensidad y tener miedo o empaparnos en su belleza y vivir un romántico momento.

7. Jimmy’s Hall de Ken Loach

Aunque se pierda una y otra vez, nunca dejar de intentar poner en pie sueños creativos…, eso nos cuenta un hombre tranquilo que regresa a su tierra, Irlanda.

8. El amor es extraño de Ira Sachs

Dejad paso al mañana… el amor a veces no basta cuando llegan penurias económicas y la vejez; las personas más cercanas te echan una mano pero cuando se convive con gente que amas, la conoces demasiado y la convivencia es dura…

9. Intestellar de Christopher Nolan

El amor cruza el espacio y el tiempo…, nos lo han contado muchas veces, es el motor que hace avanzar no solo el mundo sino también el universo…, atraviesa todas las dimensiones y da sentido a todo.

10. Orígenes de Mike Cahill

Debate absurdo y simplista sobre el darwinismo y el creacionismo…, los más bonito: cada uno tenemos una mirada distinta, nuestro iris nos hace también únicos.

11. La sal de la tierra de Win Wenders, Juliano Ribeiro Salgado

… cómo entender la carrera profesional de un fotógrafo y meterse de lleno en cada una de sus imágenes y su significado; vivir y comprender el sentido de su trayectoria y de su trabajo.

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12. El juez de David Dobkin

… melodrama familiar clásico con muchas aristas sueltas que se salva por mirar la profesionalidad de un veterano, Robert Duvall, y el carisma de un buen actor como Robert Downey Jr.

13. Alguien a quien amar de Pernille Fischer Christensen

Melodrama familiar con apuntes musicales desde tierras danesas o un viejo rockero nunca muere aunque se cruce en su camino un nieto que no pide ni exige nada, solo mira, y una hija que sabe destruirse como su padre.

14. Dos días, una noche de los hermanos Dardenne

… carrera desesperada para poder mantener un puesto de trabajo tras una depresión u otra manera de entender los caminos que toma la solidaridad obrera…

15. Magical girl de Carlos Vermut

… en la vida cotidiana, en un país en crisis, la magia no es posible; una niña se muere, su padre hace todo lo que está en su mano para cumplir sus deseos, una mujer tiene su mente fracturada y no puede evitar hacer daño a todo aquel que se cruza en su camino, y un profesor sale de prisión después de muchos años… todo se une para continuar el caos.

16. Relatos salvajes de Damián Szifrón

La vida, aunque mucha veces tratemos de evitarlo, es agresiva y en las situaciones cotidianas se pueden provocar estallidos de violencia que se nos escapan de las manos; a veces llega la calma y otras la tragedia es inevitable… y el humor negro es imprevisible.

17. Perdida de David Fincher

Cómo contar una historia de una mujer-niña rica fatal y llegar al delirio…, cómo convertir el matrimonio en una relación enfermiza, en una cárcel…, cómo mostrar lo diferente que es la imagen que proyectamos a los otros y la que realmente poseemos…

18. La entrega de Michael R. Roskam

Cómo un cachorro de pit bull te puede cambiar la vida y cómo un tipo solitario y silencioso esconde muchas cosas que no podíamos imaginar…

19. La desaparición de Eleanor Rigby de Ned Benson

El fracaso de un proyecto cinematográfico ambicioso pero que esconde destellos de la gran obra que podría haber sido…, una historia sobre cómo una ausencia puede quebrar a una pareja enamorada…

20. La isla mínima de Alberto Rodríguez

Convertir a las marismas del Guadalquivir en un paisaje opresivo donde el tiempo no pasa y se estanca, en un paisaje de relato negro sobre dos policías que se embarcan en una investigación que les transformará para siempre…

21. Boyhood de Richard Linklater

Cómo contar una historia de una familia a través de los tiempos muertos… y reflejar así el paso del tiempo…

22. Locke de Steven Knight

Un coche, un actor, un trayecto… y una historia, suficiente para construir una película viva y con un corazón que late.

23. El niño de Daniel Monzón

De tres niños que juegan a malotes y cómo la situación se les escapa de las manos, tres policías que trabajan como pueden y del mal que todo lo cubre… en una zona fronteriza.

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24. Una cita para el verano de Philip Seymour Hoffman

De dos seres solitarios y desesperanzados que ven una posibilidad de futuro y de un matrimonio que se desintegra en cada segundo… y de un actor que podría haber seguido dejando buenos personajes.

25. Un toque de violencia de Jia Zhang Ke

Sobre la violencia en el día a día, en lo cotidiano, y la imposibilidad de echar el freno… Cuatro historias de impacto en distintos lugares de China.

26. Mil veces buenas noches de Erik Poppe

Sobre la fractura entre norte y sur, oriente y occidente, entre los miembros de una familia y el objetivo de una cámara para que todo quede captado.

27. Las vidas de Grace de Destin Cretton

Sobre niños y niñas maltratados o al margen, en situación de exclusión, y las personas que día a día trabajan con ellos, y que en muchos casos también están heridos, para conseguir que tengan un vida más justa…

28. Viajo sola de Maria Sole Tognazzi

La decepción y el aburrimiento que provoca una mujer solitaria que inspecciona hoteles de lujo.

29. Begin again de John Carney

La alegría que provoca ver la evolución y la vida de un género como el cine musical…, la posibilidad de pasear por Nueva York con un amigo y escuchar las canciones que ‘dibujan’ al otro…

30. Barbacoa de amigos de Eric Lavaine

Los amigos, compañeros de batalla para lo bueno y lo malo, para quererse o discutir sin parar, para compartir miedos y secretos…, cincuentones que cantan a la alegría de vivir.

31. Corazón de León (Corazón de León, 2013) de Marcos Carnevale

La plasmación de cómo convertir una buena idea en una mala película…, y continuamos con el reflejo de amores extraños pero intensos.

32. Las dos caras de enero de Hossein Amini

El universo oscuro de Patricia Highsmith en el cine…, las ruinas griegas esconden las ruinas de un matrimonio y de un joven guía que descubre que no le basta con ser un listillo…

33. Maléfica de Robert Stromberg

… y el cine para niños está acabando con el mito del príncipe azul… Reinterpretación del cuento de la Bella Durmiente… No vale el beso del príncipe.

34. El sueño de Ellis de James Gray

Y el melodrama del cine mudo y las heroínas sufrientes de aquellos tiempos vuelven con intensidad en una historia sobre una inmigrante que llega a la isla Ellis… y se encuentra entre dos hombres.

35. Solo los amantes sobreviven de Jim Jarmusch

La inmortalidad a veces cansa, es el drama de los vampiros amantes, que pululan por mundos a veces más muertos que ellos… pero a veces los destellos les hacen valorar el estar siempre condenados a la vida…

36. Violette de Martin Provost

“Soy un desierto que monologa”, la escritora Violette Leduc nos atrapa a través de su escritura un torrente de palabras y protagoniza un buen biopic que atrapa la vida de un personaje interesante, complejo, sensible y desconocido.

37. Tres instantes, un grito de Cecilia Barriga

Un documental que atrapa un año de reivindicaciones, el 2011, y de mostrar que otro mundo es posible: a través del grito de los indignados en la Puerta del Sol, la toma de Wall Street y la rebeldía espontánea de los adolescentes chilenos que ocuparon las escuelas públicas.

38. Mejor otro día de Pascal Chaumeil

Buena idea, película fallida: ¿qué pasa cuando cuatro personas coinciden en una azotea en fin de año para suicidarse?

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Amargo silencio (The angry silence, 1960) de Guy Green

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Hay películas que no se sabe muy bien el porqué caen en olvido, son muchos los motivos de análisis. Y otras quizá porque lo que cuentan causa incomodidad también se hunden en la memoria cinéfila, ya se sabe lo incómodo se esconde. Amargo silencio es del segundo grupo y es una película para reivindicar. Cuenta una situación incómoda, no fácil, y cae en olvido. Pero hay varios puntos que hacen de Amargo silencio una película que necesita un rescate. Esta muestra un aspecto del mundo obrero en una fábrica y lo desarrolla a la perfección. Su visionado provoca varias miradas y lecturas… y ninguna deja indiferente.

Primer punto: mundo obrero

La relación entre el mundo obrero y el cine es larga y estrecha. Desde que los hermanos Lumiére grabaran la salida de los obreros de su propia fábrica…, los trabajadores, las fábricas y el cine han estado estrechamente unidos. Y ahora mismo en la actualidad es un tema de máxima vigencia más con la crisis mundial que ha vuelto a remover los cimientos de las fábricas. Así directores como los hermanos Dardenne (Dos días, una noche) o Robert Guédiguian (Las nieves del Kilimanjaro) siguen pintando el mundo de las fábricas en occidente y los conflictos morales mezclados con los laborales.

Amargo silencio toca varios puntos complejos (y por ello incómodos) y también los conflictos fluctúan entre lo moral y laboral. La película plantea una huelga en una fábrica y hace hincapié en que no todas las huelgas son justas y recomendables. Plantea la manipulación del grupo y cómo una huelga puede efectivamente manipularse para llevar a cabo otros intereses y cómo puede que lo que menos importe sean los derechos y los deberes de los trabajadores. Así el conflicto central de la película es cómo la postura de un obrero: Tom Curtis, que ve innecesaria la huelga (que además no ha sido convocada por los sindicatos), y ejerce su derecho a no asistir a ella y trabajar, le convierte en una persona non grata, tanto para sus compañeros como para la dirección de la compañía. Tom Curtis es incómodo. La situación se escapa de las manos de todos y termina en tragedia. A Tom Curtis todo el mundo le retira la palabra. Es un apestado y eso perjudica también a su entorno más cercano, su familia.

Así el planteamiento de la película no es fácil y un análisis no profundo y simple podría quedarse en una lectura superficial: la película va en contra de la colectividad obrera y a favor de la libertad individual. Es decir se haría una lectura de película a favor del capital que desprestigia uno de los instrumentos del mundo obrero: la huelga (otro aspecto que ha sido continuamente reflejado en el cine desde muy distintas ópticas). Y convierte en héroe trágico al esquirol. Pero Amargo silencio plantea algo mucho más profundo y asuntos que no gustan ser mostrados. Y habla de temas tremendamente humanos y que se pueden plantear en los entornos laborales, en las fábricas. La manipulación de los trabajadores para conseguir intereses ajenos a ellos (tanto por la cúpula de la empresa como de algunos representantes de los trabajadores que ‘velan’ porque todo marche), la presión del grupo que puede actuar sin opinión propia y sin tratar de fomentar el acercamiento y el diálogo, el impedir que un compañero opine y actúe distinto, provocar el vacío y el aislamiento de este, el exponer el derecho a no asistir a una huelga si no se está de acuerdo con los motivos… y queda patente lo difícil que es (y lo necesario) construir una fuerte, sólida y justa solidaridad obrera que vele realmente por los trabajadores y donde todos los trabajadores formen parte, tengan voz y voto, y juntos traten de encontrar las mejores soluciones en las situaciones de conflicto.

Hay dos escenas claves que tienen a Tom Curtis como protagonista: una es cuando decide ir solo a trabajar a la fábrica durante la huelga. Se muestra el rechazo de sus compañeros pero también desde lo alto del director de la fábrica que se lo expone al director de personal: no se fía de los lobos que actúan en solitario en uno u otro bando. Y otro momento es una conversación íntima entre Tom Curtis y su propia esposa cuando está viviendo el máximo rechazo por parte de todos. Le dice que lo más irónico es que él entiende a todos. Y que todos creen que están actuando por razones contundentes. También hay otro momento en que reconoce que no sabe cómo ha llegado hasta ese punto ni por qué… pero que seguirá manteniendo su postura.

Hay otros aspectos muy interesantes para seguir indagando en la complejidad de la película: la película empieza y termina con la llegada y la salida en tren de un personaje que viene de fuera: un agente externo a la fábrica pero que es el que trae ‘órdenes desde Londres’ para que se lleve a cabo la huelga y además pone en marcha el aislamiento de Curtis. Este personaje es misterioso y silencioso… y jamás se revela su identidad ni los trabajadores reparan en él. Tan solo se menciona que es el “nuevo” que ha contratado la fábrica. Y este personaje, por supuesto, también puede aportar distintas miradas a la película según el grado de complejidad con el que se mire. En ningún momento sabemos los motivos por los que se convoca la huelga, ni los acuerdos a los que se llega, ni cuáles son las reivindicaciones de los trabajadores… Entre los trabajadores de la fábrica se realiza una rápida radiografía: están los obreros de la vieja escuela, y algunos de ellos muestran su desacuerdo con la nueva huelga, pero no aguantan la presión del grupo y deciden unirse a la ley del silencio, otros que se arrastran porque es más cómodo (el mejor amigo del protagonista) y prefieren no tomar partido aunque les parezca injusto, los que se están dejando manipular por el agente externo y un grupo de jóvenes adormecidos y sin cerebro que tratan de sobrevivir en el día a día… y que van por donde les lleva la corriente y si pueden armar bulla o servir a unos o a otros para sus propósitos ahí están ellos. Por su parte la dirección de la fábrica trata de seguir consiguiendo sus intereses y beneficios… y dispuestos a lo que sea para terminar no solo con la huelga sino con la situación incómoda que ha creado el obrero Tom Curtis. Entre medias de los dos mundos se encuentra el director de personal, otro interesante y complejo personaje. Amargo silencio no es una película fácil.

Segundo punto: alrededor del Free cinema

La película es del año 1960 y se realizó bajo la influencia de una corriente de cine británica que empezó en los cincuenta y que todavía hoy sigue su estela, el Free cinema. Realismo, cotidianidad, compromiso con la realidad social, dar voz a los que no solían tenerla en el cine… Y por supuesto el trabajador, el obrero, se convierte en un personaje cinematográfico. La huella de los jóvenes airados es alargada así la siguiente generación sigue haciendo hincapié en un cine que se compromete con la realidad social. Su estela continúa en Ken Loach o Mike Leigh o actualmente con Paddy Considine o Andrea Arnold.

Amargo silencio además consigue una radiografía de una fábrica británica de los sesenta y de la vida cotidiana de sus trabajadores. Asistimos a la entrada y salida de la fábrica, a las relaciones entre los trabajadores, a los lugares de trabajo y a los de ocio, a su vida privada en los barrios obreros, en sus hogares…

Tercer punto: el director

La película permite conocer a un director interesante, Guy Green, del que llevo tiempo persiguiendo ver algo y esta es la primera película que visiono. Ha sido un grato descubrimiento. Amargo silencio me sitúa ante un director a tener en cuenta del que deseo ver sobre todo dos películas más: Hombre marcado (The mark) y Un retazo de azul (A patch of blue). Por lo menos aquí, por estos lares, no es fácil conseguir su filmografía. Guy Green fue además un prestigioso director de fotografía que trabajó varias veces junto a David Lean. Así se puede ver su magnífica labor como director de fotografía en tres buenas películas del director británico: Cadenas rotas, Oliver Twist y Amigos apasionados.

Lo que intuyo leyendo los argumentos de sus películas como director, es que era un hombre de retos y que reflejaba historias complejas que podían incomodar al espectador pero historias necesarias, posibles y tremendamente humanas. Con Amargo silencio consigue ritmo, envuelve y relata muy bien lo que quiere reflejar, el tono va en crescendo hasta llegar a la tragedia y se nota su buen empleo del lenguaje cinematográfico (por ejemplo, para los momentos más trágicos utiliza contundentes y efectivas elipsis). Además no toma el camino fácil para contar una historia sino que muestra un montón de aspectos y aristas, no es en absoluto un director maniqueo sino que muestra la complejidad del mundo real. A veces no es cuestión de señalar malos y buenos, es todo mucho más difícil.

Cuarto punto: más que actores

Tom Curtis, el obrero protagonista, es Richard Attenborough (otro de nuestros ausentes más recientes, nos dejó en agosto de 2014) que además también trabajó como productor de la película. Richard fue actor, director y productor de cine. Y aquí ha sido todo un descubrimiento para mí como actor (del Attenborough actor me queda mucho por ver) en su elaboración de un personaje atractivo y tremendamente complejo. Le regala a su personaje credibilidad, realismo y vulnerabilidad. Además de intimidad y una bonita química con la actriz que hace de su esposa, Pier Angeli. Esta compone un personaje sensible y fuerte a la vez. Las escenas de ellos dos se convierten en momentos de intimidad, confesiones de miedos, vulnerabilidad y superación de obstáculos de un matrimonio obrero. No era la primera vez que Attenborough trabajaba con Guy Green y con Pier Angeli. Este trío se complementa con otro de los actores que también además sería coguionista de esta película, Michael Craig. Michael Craig compone otro personaje de importancia en Amargo silencio, es el amigo que no se compromete, que prefiere no opinar, no decidir, seguir al grupo y no ponerse al lado del amigo que además le ha ofrecido siempre su casa para vivir…, hasta que abre los ojos.

Quinto punto: clave de cine

Guy Green dominaba el lenguaje cinematográfico. Su experiencia como director de fotografía le había dado muchas claves. Amargo silencio tiene pulso y buenas decisiones de puesta en escena como las antes mencionadas elipsis: el ataque que recibe el hijo pequeño de Tom Curtis y su esposa y el ataque final que sufrirá el propio Curtis. Además proporciona a la película no solo un ritmo adecuado sino que logra credibilidad y realismo, como he dicho antes, en la plasmación de los conflictos en una fábrica británica de los años sesenta así como el mundo íntimo del obrero protagonista.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Conocimiento carnal (Carnal Knowledge, 1971) de Mike Nichols

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Desde noviembre de 2014 Mike Nichols se ha convertido en otro director de cine ausente. Así a partir de ese momento, buceo en su filmografía e indago. Una de mis películas favoritas de su carrera cinematográfica es curiosamente su ópera prima, Quién teme a Virginia Woolf, que es una adaptación de la obra teatral de Edward Albee. Ahí sucede una reunión nocturna entre dos parejas en la que se desatan rayos y centellas… pero también los más tristes monólogos. El lenguaje, la palabra, se convierte en el arma para destruir al ser amado o para alzarle y que tome vuelo. Así Liz Taylor y Richard Burton o Sandy Dennis y George Segal danzan con la discusión y se desguazan…, aunque todos terminan mostrándose vulnerables y atrapados en las propias relaciones que han construido. Si tuviera que buscar un leitmotiv para definir el cine de Nichols, creo que el concepto clave sería la insatisfacción en las relaciones de pareja o del hombre y la mujer contemporáneos en general.

Y esa insatisfacción del hombre y la mujer (pero esta vez desde una mirada totalmente masculina) recorre Conocimiento carnal, interesante y olvidada película de Nichols inmediatamente después de Trampa 22. Nichols, que era un joven innovador de la escena teatral, experimenta en sus primeras obras con el lenguaje cinematográfico, con las formas de contar sus historias, y Conocimiento carnal es representativa de esta parte de su legado cinematográfico. Además supondría su primer encuentro con uno de los actores que más repetiría con el director, un jovencísimo Jack Nicholson poco a poco en alza.

Así Mike Nichols cuenta de manera especial la historia sentimental de dos amigos universitarios a través de los años, las elipsis, los diálogos-monólogos y sus relaciones con las mujeres. Ellos son Jonathan (Jack Nicholson) y Sandy (Art Garfunkel). Uno que huye del compromiso y está a los pies del placer, otro que trata de construir una relación de amor, encontrar la media naranja y construir un matrimonio. Y ambos y sus conceptos fracasan a lo largo de las décadas, las mujeres que conocen tienen miras, ventanas y puertas mucho más abiertas, son más libres, viven menos enjauladas, y se implican mucho más. Tienen menos miedo a expresar cómo quieren vivir y también menos miedo a fracasar y empezar.

Así los retratos de Jonathan y Sandy terminan convirtiéndolos en hombres patéticos en su educación y evolución sentimental. Ambos triunfan en el terreno laboral convirtiéndose en hombres de clase media alta neoyorquina. Pero uno, Jonathan abocado a la soledad sentimental y fracaso emocional y el otro a construirse siempre mundos fantásticos sin ser nunca realista o maduro… para ser una caricatura continua.

En Conocimiento carnal serán las mujeres las que escriban los fracasos e insatisfacciones de los protagonistas masculinos sobre todo del personaje de Jack Nicholson, protagonista indiscutible. El director Nichols crea una película que trata de innovar, y creo que lo consigue, a la hora de contar el fracaso de una educación sentimental en dos amigos. La reina de la función es la elipsis y el diálogo-monólogo…, el actor que mira a cámara y cuenta lo que siente a otro personaje pero parece que se lo dice directamente al espectador. También consigue una cierta sensación de melancolía, de halo triste, vuela el fracaso sobre cada minuto de la película.

Ellas estructuran la película: el amor universitario (con aires europeos a lo Jean Luc Godard y sus triángulos amorosos) con el rostro de Candice Bergen, el gran amor sobre todo de Jonathan que arrastrará para siempre el no haber dado el salto de intentar construir una relación aunque supusiera el daño al amigo. El fracaso de la madurez con una magnífica y sensual Ann-Magret, la mujer objeto y reina del placer de Jonathan que quiere destruir su rol y convertirse en una mujer amada con un hombre que quiere compromiso y construir algo más que una relación placentera en la cama. Crónica de la destrucción de una matrimonio. Y el mazazo final de una Rita Moreno que es pagada para que Jonathan pueda oír lo que quiere escuchar… y que refleja su soledad y fracaso emocional.

Conocimiento carnal es una de las obras más olvidadas de Mike Nichols y sin embargo es una pieza fundamental para seguir su evolución como cineasta. Merece la pena sumergirse en su forma de contar y encontrarse con otro retrato certero sobre la insatisfacción entre hombres y mujeres…

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