Sicario (Sicario, 2015) de Denis Villeneuve

Sicario

Hay un planteamiento, que se encuentra en Sicario de Denis Villeneuve, al que se le puede seguir la huella en distintas películas: y es cómo para que haya un cierto orden dentro de un caos y una violencia desatada, hay que cruzar la línea oscura… para que luego la gente de bien viva con relativa y falsa tranquilidad. Hay un equilibrio que no debe romperse. Hay cosas que la gente de bien nunca debe saber cómo se llevan a cabo. Debe pillarles fuera de campo… Y entre medias de esa línea ya no se sabe ni está tan claro quién es el bueno y quién es el malo. Quién es el verdugo y quién es la víctima. Así como tampoco se sabe de justicia o legalidad. No valen las leyes. En ese terreno hay individuos que se dedican a los trapos sucios. Y pierden vida e identidad. A veces hay testigos en ese “territorio” que forman parte de esa gente de bien que pierden la inocencia en el camino o aprenden las reglas del juego o no soportan lo que descubren (y solo pueden rebelarse, retirándose). O a veces son los propios individuos que sobreviven en ese espacio de violencia los que desean esa relativa y falsa tranquilidad. Los conflictos y los dilemas están servidos. Y la incomodidad del asunto también.

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