Y van tres sobre la adolescencia… y una mirada infantil

La adolescencia en el cine se ha reflejado de una y mil maneras. Las tres películas que forman este texto se acercan a este periodo, que vive todo ser humano, de manera muy diferente. Pero las tres cuentan con una mirada especial que merece la pena analizar aunque unas sean redondas, otras menos y la de más allá fallida. De propina, una mirada infantil de lo más siniestra. La infancia también es un periodo difícil de reflejar correctamente y que también ha permitido obras cinematográficas tan especiales como El otro de Robert Mulligan.

Un soplo en el corazón (Le souffle au coeur, 1971) de Louis Malle

 

(Aviso: si no la has visto, cuento partes claves de la trama)

 

La filmografía de Louis Malle es una sorpresa continua. No le asusta la innovación formal ni los temas que abordar desde puntos de vista complejos. Con Un soplo en el corazón empieza una trilogía que versaría sobre los recuerdos (la memoria…) acumulados durante su adolescencia. Vida y cine, cine y vida. Trozos de vida propios y ajenos. O simplemente captar sensaciones y sentimientos, emociones y prestárselas a sus personajes. Las otras dos películas que completarían dicha trilogía (y que ya me esperan para que pueda verlas) son Lacombe Lucien y Adiós muchachos.

Un soplo en el corazón cuenta un momento de la historia de un adolescente, Lauren Chevalier (Benoît Ferreux). Tiene catorce años y está en su periodo de despertar sexual. Su vida transcurre en la Francia de los cincuenta en una familia acomodada. Su padre es ginecólogo, de buena familia, y su madre es una italiana (una maravillosa y bellísima Lea Massari que crea un personaje fascinante y difícil) que cuida de sus tres hijos casi como si fuera su mejor amiga, siempre cómplice. Lauren saca unas notas brillantes, es un lector empedernido de escritores como Gide o Camus, habla con una naturalidad que desarma de temas como el suicidio y le encanta el jazz.

Durante su momento de vida ‘robado’ por la cámara de cine, vemos sus relaciones con su padre (distante), con su madre (cercana), y con sus hermanos mayores (siempre entre la broma constante, la humillación del menor pero también de la admiración que siente por ellos y el cariño que estos le profesan). Y también cómo se relaciona con sus amigos. Somos testigos de varios acontecimientos: las ‘atenciones especiales’ que le presta un cura del colegio, su primera experiencia con una prostituta, el beso con una amiga de sus hermanos mayores, su intento de acercarse a una joven rubia y, por último, un acercamiento físico (una noche de fiesta) a su madre… Entremedias de todas estas experiencias se le diagnostica un soplo en el corazón que exige reposo y el seguimiento del tratamiento en una especie de balneario (un espacio aislado del mundo cotidiano que le rodea… y donde todo puede pasar, todo es nuevo).

Lauren Chevalier tiene muchas características del Malle adolescente pero el director ficciona y crea unas experiencias únicas para Chevalier. Con ojo crítico ante la burguesía francesa (a la que el propio director pertenecía) pero también con un halo de nostalgia, Malle crea una película vital y libre que pasa por temas extremadamente tabú con una mirada absolutamente diferente.

Así, por ejemplo, el tratamiento del incesto nada tiene que ver con la forma en que se ha reflejado en otras películas. Un tema que siempre se ha tratado en el cine desde una óptica de tragedia griega o de drama extremo. Incesto fruto de una relación enfermiza y traumática con secuelas psicológicas futuras para el que lo sufre (reflejo de maltrato físico y sometimiento). El incesto como fuente de ambientes inquietantes, incómodos, insanos con aires de pesadilla.

De pronto choca la manera en que Malle encara el tema, una acción lleva a la otra, una emoción lleva a la otra, una situación lleva a otra… y de pronto vemos al adolescente en la cama con su madre (pero como una ‘experiencia más’ dentro de su recorrido hacia la madurez)… Malle consigue que el espectador escuche las palabras que la madre dice a su hijo después y que trate de comprender. Las palabras son algo así como: que esto que ha pasado no se convierta en algo traumático para ti, yo siempre lo recordaré como un momento bonito y agradable. No volverá a pasar nunca.

Es importante saber que la primera idea de Malle, es que realmente fuera algo traumático para Lauren… y que llegase a pensar en el suicidio. Sin embargo nos ‘regala’ otro final que nos choca pero que embelesa y encanta, Malle realmente transgrede. Y termina la película con un Lauren que ha despertado totalmente a su sexualidad, más seguro, y con una reunión familiar donde todos, absolutamente todos, se miran entre sí y no paran de reírse… Un final que no se olvida y no deja indiferente.

Brick (Brick, 2005) de Rian Johnson

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Rian Johnson realiza un experimento formal: nos cuenta una historia de puro cine negro, en un ambiente insólito para este género. Brick transcurre en un instituto norteamericano y todos sus protagonistas son adolescentes o muy jóvenes. La presencia de adultos es prácticamente nula (y los que aparecen son casi caricaturescos).

Así nos encontramos frente a una trama compleja con un caso de asesinato y una investigación complicada… pero todo entre adolescentes. Rian Johnson sorprende con una fuerza visual y unas imágenes increíbles y recrea a todo color las luces y sombras del cine negro, esa sensación de pesimismo, de destino inevitable, de romanticismo clásico y con las dosis de violencia suficientes. El instituto y sus alrededores crean un ambiente extraño que roza la pesadilla.

El protagonista es el adolescente al margen, el solitario, que decide echar una mano a su exnovia cuando ésta le hace una llamada de socorro. Y se convierte en una especie de investigador desencantado. Con ayuda de un estudiante empollón e inteligente, se introduce en un mundo de drogas y jóvenes siniestros donde nadie es lo que parece. No falta la femme fatale.

Brick se convierte en una película que genera una cierta extrañeza pero a la vez Rian Johnson consigue unas imagenes con una fuerza visual hipnótica. Y une la ‘incomodidad’ de la adolescencia —el extrañamiento y confusión del adolescente que se enfrenta al mundo—, con ese halo ambiguo, destino trágico y complejidad que acompaña al cine negro.

Una vida en tres días (Labor day, 2013) de Jason Reitman

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El paseo de Jason Reitman por el melodrama ha sido fallido pero contaba con los ingredientes necesarios para crear una película emocionante. La premisa era muy sencilla (y porque la complica, sobre todo con ridículos flash back, con algunos fallos que hacen poco creíble la trama, con escenas que sobran así como un final tambiñ¡én ridículo… la película se derrumba): durante los años ochenta, en una localidad americana, un fugitivo que huye de prisión toma como rehenes en su casa a una mujer divorciada (con una depresión que le provoca pánico a salir de casa) y su hijo adolescente. Conviven durante tres días.

Aquí el adolescente es el que cuenta la historia desde la nostalgia (la cuenta con voz de adulto). Desde su punto de vista. Y si hubiera seguido ese camino: la mirada íntima del adolescente ante los hechos vividos, creo que hubiese funcionado. Tan solo la casa y sus tres habitantes. Y es esa mirada y el propio adolescente el que a veces salva la película (Gattlin Griffith).

Otro punto flojo es la construcción del fugitivo (que contaba con un Josh Brolin, siempre carismático y que hace lo que puede con un personaje mal hecho) pues elimina toda ambigüedad y misterio. Parece que el fugitivo es el hombre perfecto: arregla todos los desperfectos de la casa, podría ser buen padre, es buen amante, es guapetón y encima es un excelente cocinero…

La escena en que los tres elaboran una tarta de melocotón es la escena clave. El tono clave de una película que podría haber funcionado. A través de la mirada del adolescente y haciendo mucho hincapié en los sentidos y sensaciones, en lo físico. En lo sensual del momento, todo rodeado de una cierta nostalgia. Es una escena ‘contada’ desde lo emocional, desde el recuerdo. Casi notamos el tacto de cada uno de los ingredientes de la tarta, y el roce de la piel de los personajes. Refleja un acercamiento especial de los tres personajes…

La propina. El otro (The other, 1972) de Robert Mulligan

Robert Mulligan sabía muy bien reflejar el mundo infantil y adolescente desde una óptica nostálgica. Así muestra niños y adolescentes de verdad en Matar a un ruiseñor, Verano del 42, La noche de los gigantes o Un verano en Louisiana… Sin embargo, también ofreció la cara oscura y pesadillesca de los mundos infantiles con una película inquietante sobre dos gemelos, El otro.

La película es la adaptación de un relato de Tom Tryon (que antes había sido actor, el protagonista de El Cardenal de Otto Preminger) y Robert Mulligan recrea con esos juegos infantiles y la imaginación desbordante que gozan los niños un relato terrorífico. Así se mete en la mente infantil para contarnos una historia asfixiante y con una óptica distorsionada. Desde el principio ‘notamos’ una cualidad extraña en los juegos aparentemente inocentes de los gemelos y en cómo ‘miran’ el mundo adulto.

Robert Mulligan crea una atmósfera que envuelve al espectador en un mundo incómodo y horrible, un mundo adulto siniestro, poblado de rostros crispados y desagradables, una atmósfera irreal y difícil de comprender: una abuela rusa que cuenta extrañas historias, un circo de seres deformes, una madre que parece una muerta en vida, una anciana malhumorada, un jardinero alcoholizado, una muerte reciente… La película está sin embargo, plagada de juegos infantiles y detalles como una caja metálica con pequeños tesoros… que se convierten en elementos inquietantes.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons

14 comentarios en “Y van tres sobre la adolescencia… y una mirada infantil

  1. Voy a hacer un comentario un tanto desordenado…no he visto la que comentas pero si las otras dos del miniciclo. Especialmente Lacombe Lucien me parece sobrecogedora, tremenda pelicula muy incisiva uy veraz en el retratato de la adolescencia sin culpa.
    Todo lo contrario que un verano en luisiana, película que derrocha almibar por todas partes y que nunca me he creido. Como la tengo reciente uedo decir que no me creí absolutamente nada. Ahondando en los leves defectos del verano del 42, película más inspirada, aunque la tendría que volver a ver.
    Bueno, aquí tendría que decir que te habla alguien que no es precisamente un gran admirador del ruiseñor. Se a lo que me expongo diciéndolo, pero sin parecerme una mala película no me trago ese final con la niña enfrentandose a todos los caníbales. Lo he visto cien veces y cien veces me ha parecido falso. Sobre los niños en cuestión ….puesssss….mejor no sigo. Tal vez el haber vivido una infancia similar influye mucho. Casi todo me parece muy bonito y muy de película…y ya se que hay un trasfondo, me consta, pero Atticus no es mi héroe precisamente, aunque sea un buen tipo, que lo es. En mi opinión se le ha subido a unos altares del que yo no le uedo bajar. Es un imposible pero conste que me parece una película correcta y punto.
    Y sin embargo, compartiendo varias cosas que dices…no me pareció nada mal la de Kate…igual es que lo hace tan bien que olvido posibles defectillos. Un abrazo

  2. Gran artículo,amiga Hildy. Tratar el tema «adolescente» no es nada fácil y es muy «fácil» caer en ciertos tópicos muy manidos,pero no es el caso de Malle ni de Mulligan.Las historias que narran esa transición tan difícil y esencial del ser humano son mi debilidad tanto en el cine como en la literatura. A Truman Capote,por ejemplo, le increparon mucho por sus primeras novelas sureñas llenas de niños (su niñez y adolescencia) a mí me gustan por motivos que no vienen hoy al caso. Estos temas tuvieron su abuso y desuso en los años ochenta con Spielberg a la cabeza.Y respecto a Una vida en tres días te puedo decir que no la he visto. La última vez que estuve en el cine para ver Nebraska vi el trailer de este filme y antes de finalizar ya sabía de qué iba con su final y todo. Película de tele de domingo por la tarde para ver con la familia.No obstante, el tema da para mucho,porque no existen ideas originales pero sí nuevos giros,nuevas miradas,etc. Georges Simenos tiene un par de novelas más o menos sobre este tema y te puedo decir que no me explico como no se ha hecho ya un películón. En fin,como siempre, tus textos suscitan largas charlas y no largos monólogos que es en lo que se está convirtiendo este comentario.

    Por cierto,yo también sé cocinar y cuando toco harina me pongo perdido.Besos con la nariz blanca.

  3. Mi querido Victor, tu comentario esconde un montón de claves, miradas distintas e interesantes.

    Decirte que a mí, sin embargo, de la trilogía de Malle me queda Lacombe y Adiós muchachos pero que las voy a ver porque Un soplo en el corazón me ha abierto el apetito. Y con los apuntes que das de Lacombe más me apetecen.

    Compartir contigo que a Mulligan le tengo cariño y que soy una de las admiradoras de Atticus y la mirada infantil del director en esa película. Respecto el verano en Louisiana confesarte que solo la vi hace años, fíjate, cuando la estrenaron en cines, y que la recuerdo con cariño pero no he vuelto a verla. A pesar de que no te guste el cine de Mulligan, te digo que EL OTRO es una excepción y es una película que merece la pena. Mulligan se vuelve director inquietante y hace una pequeña pieza terrorífica sobre una mente infantil enferma, con una mirada distorsionada y convierte esta obra en interesante.

    Y la de Kate (qué pena porque ella Broslin tienen mucha química)no me emocionó lo que me esperaba… No pude conectar con la película de Reitman. Y eso que la historia me atraía y el tono melo también… pero… no me dejó buen sabor de boca.

    Beso
    Hildy

  4. Mi querido Francisco, aquí me pillas entre fogones… Buen tema cine y cocina, cocina y cine.

    Y respecto la adolescencia e infancia (y todo lo que aportas en tu comentario) das la clave en un punto: «el tema da para mucho,porque no existen ideas originales pero sí nuevos giros,nuevas miradas». Y es lo que he tratado de reflejar en el post: nuevos giros, nuevas miradas. O mejor dicho cuatro miradas muy diferentes entre sí de un mismo tema.

    Recuerdo relatos de Truman con niño y el mundo que le rodea… y algunos personajes femeninos entrañables…

    Besos
    Hildy

  5. Uf, cuánta cosa… Voy por partes.

    Malle: Malle forever. La trilogía completa es absolutamente maravillosa. De esto, sólo dos cosas: para temas de incesto, en el cine en general pero en el francés en particular, te recomiendo «Erotismo y cine», de Gérard Lenne, una aproximación rigurosa y profusamente ilustrada al tratamiento del sexo y sus alrededores en el mundo del cine. Dos problemas que tiene: que se nos acaba en 1998 (al menos en mi edición), y que le falta la óptica de la mujer, es decir, que le falta la mitad o más de los puntos de vista posibles.

    Brick: ya escribí sobre ella y, en general, me gustó la fórmula y su traslación. El problema para mí es el mismo que las series de niños estúpidos que mis sobrinas ven en Disney Channel: un mundo de adolescentes o niños sin mayores no se entiende, y éstos están casi por completo fuera de la historia, más allá del director del colegio y alguno más. Pero en general, me gustó.

    Reitman: paso de Reitman. Uno de los acostumbrados -y numerosísimos- blufs de hoy. Falsa transgresión cuando juega a ser cómico transgresor, falsamente profundo cuando juega a serlo.

    Mulligan: en general, salvando al ruiseñor, estoy bastante de acuerdo con Víctor. Pero también en que, para escépticos de Mulligan, «El otro» puede ser una buena novedad.

    Por cierto, yo tengo un soplo en el corazón. Lo demás no, pero sí el soplo.

    Besos

  6. Por supuesto, mi querido,querido Alfredo, me apunto tu recomendación Erotismo y cine, de Gérard Lenne. De Malle estoy empezando a ver ahora más películas de las que había visto (que eran pocas) y me está encantando. Así que claro que veré las otras dos películas de la trilogía que me quedan.

    Brick, precisamente la vi por eso porque tanto tu texto, como el de Licantropunk y la recomendación de Victor me hizo pensar que tenía que ver esa película ya que además había disfrutado mucho de la siguiente película del director, Looper.

    ¡Pobre Reitman! No me lo trates así. De momento la película que más me ha gustado de su filmografía de las que he visto (solo me falta Young Adult)ha sido GRACIAS POR FUMAR. Me da rabia que haya sido fallido su paso en Una vida en tres días porque sí lo he visto como un paso y un riesgo a la hora de afrontar su carrera cinematográfica.

    Totalmente de acuerdo que para aquellos que no les guste la obra de Mulligan, EL OTRO puede ser la excepción…

    ¿De verdad, tienes un soplo en el corazón?

    Besos con sabor a tarta de melocotón…
    Hildy

  7. Atiza….si se me olvido decir algo sobre Brick….me gusta…sobre todo esa idea de encontrarse como dice el protagonista «en statu quo» o sea envarado. Me alegra te gustase…juega con el género mucho pero merece la pena. Un abrazo

  8. De verdad de la buena: soplo en toda regla. Diagnosticado cuando era un chavalín, con el consiguiente susto de todos aunque ya nos advirtieron de que, a priori, no era grave. De momento, aquí estoy…
    Más besos

  9. Me ha gustado ese término de persona varada,querido Victor, alguien que se queda detenido en un lugar por circunstancias imprevistas… y que define perfectamente la situación del protagonista.

    Por cierto, he visto (gracias a tu último post) 500 días juntos con el mismo protagonista de Brick… y la he disfrutado mucho.

    Besos
    Hildy

  10. Y, ¡desde que eras chavalín, mi querido Alfredo! Como el protagonista… Desde luego que aquí continúas y con mucho, mucho corazón…

    Besos
    Hildy

  11. El otro si me gusto, película extraña y desasosegadora ya que en realidad su genero es el terror. Aunque el inteligente, el lento y que se aleja del gore actual. Inquietante ese mundo que se crea y aunque a ratos previsible. Una de las pocas del genero de terror que realmente me gusta. Buena y extraña película donde se exprime al maximo los rostros y las expresiones para crear esa atmósfera cadenciosa sin mostrar nunca nada y consiguiendo crear mas angusatia que las de ahora, plenas de tripas volando y cosas por el estilo.

    Un soplo del corazon, la he visto pero apenas la recuerdo, por lo que imagino que no me gustaría mucho. La otra la verdad es que ni idea. Cuidate

  12. Querido Plared: qué bueno leerte por estos lares… Efectivamente EL OTRO es una película extraña, consigue de principio a fin esa sensación de angustia y desasosiego. Su punto fuerte es esa atmósfera de pesadilla. Para mí Un soplo… ha sido una buena sorpresa. Brick, muy interesante propuesta. Y a pesar de lo fallido de la propuesta cinematográfica de Reitman tiene puntos para rescatar y en un principio el retrato del adolescente era lo más a favor de la historia.

    Besos
    Hildy

  13. ¡Viva Louis Malle! Ci-ne-as-ta. Grande, muy grande. «Un soplo en el corazón» es una obra maestra. Sí, aquello podía haber acabado en tragedia griega, Edipo y Yocasta como el rosario de la Aurora, pero ¡qué final!
    Y mencionas «Brick» una de mis mejores sorpresas recientes: ese reflejo del cine negro en el ecosistema de la High School que está lleno de inspiración: Marlowe gafitas.
    Saludos.

  14. Sí, estoy querido Licantropunk viendo varias películas que tenía pendiente de Malle… y me fascina. La última que he visto ha sido Lucien Lacombe…

    Como tú exclamo ¡qué final! el de Un soplo en el corazón…, ¡qué final!

    Brick la he visto gracias a ti, como contestaba a Alfredo a su comentario «Brick, precisamente la vi por eso porque tanto tu texto, como el de Licantropunk y la recomendación de Victor me hizo pensar que tenía que ver esa película ya que además había disfrutado mucho de la siguiente película del director, Looper». Y yo lo que me decís (y lo que leo en vuestros posts) es que lo tengo muy pero que muy en cuenta. Y efectivamente para mí también ha sido una buena y agradable sorpresa.

    Un beso
    Isabel

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