Los contrabandistas de Moonfleet (Moonfleet, 1955) de Fritz Lang

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Entre Deseos humanos y Más allá de la duda, Lang dirigió Los contrabandistas de Moonfleet. Una película que si se quiere buscar la adscripción a un género cinematográfico sería al de aventuras. Sin embargo aunque se puede considerar una de las rarezas o perlas de su filmografía (maravillosas rarezas), no se aleja de su universo pesimista. No se aleja de esa visión negra del mundo y de la condición humana presente tanto en Deseos humanos como en Más allá de la duda (o en prácticamente la totalidad de su filmografía). Una visión negra del mundo pero en color y en cinemascope. Y con el rostro del actor que representaba el género de aventuras en los 50, el actor británico Stewart Granger (Las minas del rey Salomón, Scaramouche o El prisionero de Zenda). Aquí se convierte en un contrabandista elegante del siglo XVIII en un pueblo costero de Inglaterra que arrastra una ambigüedad moral…, y esa ambigüedad es la que permite una evolución del personaje cuando se topa con la mirada inocente de un niño. Resulta curioso que la parte oscura que ofrece Granger sería explotada ese mismo año en otra joya cinematográfica oculta, Pasos en la niebla de Arthur Lubin.

Los contrabandistas de Moonfleet es la adaptación cinematográfica de una novela de John Meade Falkner, un clásico de aventuras (que no he leído) con ecos de La isla del tesoro. Sobre todo por la mirada inocente de un niño a un mundo complejo y negro. Y esa mirada convierte la vida en una aventura y en aprendizaje. Así Lang rescata esa mirada de un niño llamado John Mohune. Un niño de familia noble que perdió su esplendor y fue a las colonias, a las Américas. Ahora regresa a su localidad natal con un único equipaje: una carta al nombre de Jeremy Fox. Una carta escrita por su madre fallecida donde deja a John al cuidado de Fox.

John llega de noche, con un mar embravecido y una fuerte tormenta. Le acecha ya el miedo y el peligro. Y termina desmayado para despertar ante un montón de ojos que pertenecen a una banda de siniestros aldeanos. Pero de pronto irrumpe en la sala Jeremy Fox… y para John se convertirá en un héroe que le protege, en un amigo y él su más fiel compañero. John no ve al hombre desencantado enterrado en un pasado que le duele (y que le dejó cicatrices). Un pasado donde su madre fue protagonista. No ve al contrabandista que vive entre los aldeanos que se lucran del negocio del contrabando (con él como jefe de operaciones) y una aristocracia decadente representada por Lord Ashwood (George Sanders) y su señora que también negocian con los piratas. No ve la parte oscura de Fox. John no tiene duda de que Fox nunca le abandonará y de que es su amigo (a su lado vivirá aventuras pero nunca le pasará nada malo). Y lo hermoso de esta película es que Fox termina transformándose a través de la mirada de John. Y es Fox quien le ofrece una verdad sobre la vida (basándose en su experiencia personal), la vida a veces no es como uno quiere…

John Meade pasea su mirada por el mar embravecido, por la decadente mansión de su familia (actual hogar de Fox) con un jardín asilvestrado poblado de estatuas estáticas, por las estancias oscuras y con una decadente sensualidad donde su amigo Fox se mueve entre la gente del pueblo y la aristocracia… O se deja llevar por la mirada de un ángel de piedra que custodia un tenebroso cementerio que se diría poblado de fantasmas. Así como una iglesia que esconde leyendas y con esculturas de misteriosos antepasados como Barbarroja de dudosa reputación… John Meade vivirá mil y una aventuras, descubrirá reuniones secretas, se topará con el centro de operaciones de los contrabandistas en los fondos del cementerio, se encontrará con un mensaje cifrado que esconderá un tesoro (un gran diamante), huirá de una emboscada en la playa junto a Fox, conseguirán juntos un tesoro…

Así Lang (que precisamente no vivió el mejor de los rodajes, ni se sintió del todo satisfecho del resultado final de su obra por las injerencias del estudio MGM) concibe una película de aventuras envuelta en una atmósfera tenebrosa pero tamizada por la mirada de un niño capaz de transformar a un contrabandista que ya no creía en la humanidad, un muerto en vida. Y también filma una hermosa y triste despedida de un héroe transformado que finalmente protege a su fiel compañero, ese niño que siempre le miró como si fuera el mejor hombre del planeta. No sólo le protege, sino que como pedía la madre –su verdadero y trágico amor– en esa carta, proporciona un futuro al niño. Y todo envuelto con una hermosa partitura de Miklós Rózsa.

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12 comentarios en “Los contrabandistas de Moonfleet (Moonfleet, 1955) de Fritz Lang

  1. Magnífico texto, amiga Hildy. Ya sabes que a mí me pierden las pelis de aventuras. Lo malo del cine, para mí es que me gustan más las novelas porque no envejecen tan rápido como el cine. Leí la novela en la que se basa la peli de J. Meade Falkner y me temo que es mucho mejor. Y eso que es un Lang. Creo que hoy se puede ver mejor, por ejemplo, El temible burlón, porque la película en sí ya es burlona y los actores están en estado de gracia y Stewart Granger es un actor que nunca me ha entusiasmado demasiado. Me recuerda mucho a Rock Hudson con esa sonrisa que no llega a ser del todo franca. La novela es puro romanticismo y creo que para narrar esta historia, Lang optó por la estética gótica: viejas estatuas, colores irreales, faroles en la noche, tabernas de piratas y cementerios malditos. Toda una historia de fantasmas, en su capa más superficial, ‘Moonfleet’ nos habla en realidad de la fascinación de un niño por un adulto – Jeremy Fox, un pirata, pero también un caballero- , a quien quiere seguir los pasos; así como de la evolución de este adulto gracias al niño. De egoísmo y hedonismo a la responsabilidad, y del paso de la infancia a la madurez, a través de una historia de aventuras de la vieja escuela y muy muy muy deudora de La isla del tesoro de Stevenson. Jim es un niño que quiere ser un pirata y el viejo Silver quiere ser el niño que ya no es. Ahora, lo malo que tiene esta película es lo mal que ha envejecido. La fotografía alterna colores reales con otros «imposibles»; se nota demasiado el cartón piedra de los escenarios ¡Y qué decir de la paupérrima interpretación de Stewart Granger! Además, la película está ambientada en un pueblecito del norte de Inglaterra, lo cual hace bastante inverosímil la larga escena del baile flamenco (sonrojante de puro folclórica), no es lo mejor de Lang. La vi hace muchos años y la recuerdo más o menos bien y creo que mi comentario puede que sea algo precipitado por estos mismos motivos. Detesto los juicios precipitados o arbitrarios que tanto daño hace al cine. El otro día intenté ver Las minas del rey Salomón (1950) con el amanerado Granger y no pude acabarla. La novela de H. Rider Haggard es espléndida y que nada tiene que ver con cualquier película basada en ella.

    Y te dejo ya, amiga.

    Besos al son de unos tambores amenazadores provenientes de la más espesas de las junglas.

  2. Ja, ja, ja… mi querido Francisco, veo que Stewart Granger no cuenta con tus simpatías. Yo le tengo cariño. Aunque siempre sale perdiendo respecto los malos porque en Scaramouche… ¡yo quiero irme con Mel Ferrer, que es malo malísimo! Y aquí en Los contrabandistas tiene al malvado (pero divertido) George Sanders.

    ¡Sabía que tú habrías leído la novela original y que ibas a contar en tu comentario cosas y asuntos suculentos que iban a enriquecer el visionado de esta película.

    Reconozco que yo siento una debilidad exacerbada por Lang… y me quedo y atesoro lo mejor de Los contrabandistas de Moonfleet. Me camuflé tras los ojos de mi infancia y disfruté de lo lindo con la película…

    Sería increíble recopilar dónde y cómo se ha empleado el flamenco en Hollywood (Ava Gadner atesora varios momentos flamencos en su filmografía que son tan kitchs que tienen un punto entrañable). Aquí me encanta, gitana… pues toma flamenco… El colmo del pecado y la sensualidad.

    Besos
    Hildy

  3. No estoy en contra del flamenco, pero los americanos lo han cutrizado a tal extremo que incluso cuando escucho o veo a un bailaó de calidad me río. Las únicas escenas de flamenco que más me gustan en el cine son en Ese oscuro objeto del deseo y esa escenita donde canta una canción muy bonita dedicada a Lorca en Buñuel y la mesa de rey Salomón, de Saura. Si vieras cómo está Barcelona de guiris y todos ellos persiguiendo la cultura española: sangría (hecha con los restos de los vasos de otros) la paella (congelada como un trozo de madera)el flamenco (que no es más que la pachanga del gitanerío del extrarradio barraquil)la guitarra española (que las venden en las tiendas de souvenir)las castañuelas (más de lo mismo)el traje de lunares (más)el toro de plástico (más)el vino (siempre les dan del peleón)la peineta (ni te cuento)las gambas al ajillo (no se puede caminar por las calles por el hedor a fritanga). Y paro ya porque esto se alarga. Fíjate en la banda sonora de la película ¿Por quién doblas las campanas? de Sam Wood, el continuo repetir del estribillo de la guitarra española. La Ava bailando sin ninguna gracia. Es como poner en un rodeo americano a Pepe Isbert. Imagínatelo subido a lomos de una supervaca tarada y con mala leche e intentando domesticarla y a la vez sujetándose el sombrero de cowboy o, echando el lazo. Eso es para Steve McQueen en Junior Bonner y no para Javier Fesser.El español cuando va de americano es Paco Morán en
    Bienvenido, Mister Marshall, con las pistolas cruzadas… ¿por dónde iba? Ya se me ha ido la cabeza…

    Más besos y olé.

  4. Por cierto vi la semana pasada, por fin, Junior Bonner con Steve Macqueen… ¡y qué maravillosa está Ida Lupino! Y efectivamente qué bien queda Steve en un rodeo (ay, esos campeonatos y esos desfiles)… y con ese halo de hombre cansado pero libre… ¡y con una familia a la que quiere… aunque la vea de vez en cuando y le descoloque en todo momento!

    ¿Qué me dices de Ava bailando flamenco en La condesa descalza?

    Me he reído un rato. Y pienso en una paella… congelada como un trozo de madera (no hay cosa peor que una paella mal cocinada) y en el olor a fritanga (aunque esto me trae recuerdos de unos bocadillos con panceta y pimientos verdes en fiestas de barrio que me gustaban un montón)…

    Besos
    Hildy

  5. Pues mira, voy a discrepar de Paco por una vez. Efectivamente, la historia es muy deudora de La isla del Tesoro, esto es así. Pero creo que la fórmula de aventuras no es más que una forma, un pretexto, un envoltorio. Creo que es una película que trata de la corrupción moral, del hundimiento de una persona en su lado oscuro, de una atormentada autodestrucción (hablo de la película, no de la novela, que bien puede ser de aventuras). Creo que Lang recurre a esa escenografía gótica porque apuesta, en la línea de sus trabajos en Alemania, por retratar esa caída en los infiernos. Desde ese punto de vista, el personaje de Granger (para mí no está tan mal como en otros títulos suyos) y el del niño son uno solo: el adulto corrupto se contrapone al joven que fue, y la película lo que hace es explicar cómo y por qué se pervirtió. Creo recordar, además, que el tema flamenco queda explicado, seguramente de manera insuficiente, en los diálogos de la película, y aunque resulte patético (que lo resulta), tenemos que pensar en que la cultura española en aquella época seguía siendo predominante en Europa en muchos aspectos, entre ellos el bailoteo.

    Por cierto, al hilo de esto, no sólo el flamenco ha aparecido en el cine americano: ¿Qué me decís de las jotas aragonesas en no pocos westerns de ambientación pseudo-mexicana? Por ejemplo, en la banda sonora de «Los que no perdonan», de John Huston.

    Tampoco estoy de acuerdo en que «El temible burlón» soporte mejor el paso del tiempo, probablemente porque los decorados de cartón piedra (esas acrobacias callejeras entre toldos y balcones…) son mucho más evidentes y de papel pintado. Aunque, insisto, la comparación, para mí, no ha lugar en sus exactos términos, puesto que considero que Moonfleet no tiene como finalidad la aventura.

    En lo que sí estoy de acuerdo es en lo de esas malas relaciones entre España y el cine americano. Recordad «Orgullo y pasión», por ejemplo… Y no digamos ya en lo de la paella…

    Besos

  6. … Ay, las caídas en el lado oscuro y las autodestrucciones, mi querido Alfredo, cuánta filmografía nos han dado. Como siempre, buen debate el planteado y no sólo eso sino que además otro comentario que enriquece el visionado de la película.

    Oye, que no me acuerdo de la jota aragonesa y Los que no perdonan… con lo que me gusta esa película. Voy a tener que volver a verla.

    Besos
    Hildy

  7. Esta vez discrepo con Francisco. La novela es fabulosa, en realidad mas de aventuras que otra cosa. La película es algo distinto, quizás ese toque tenebroso que también describe hildy en su texto, le hace ganar muchos enteros. Esos colores imposibles, contribuyen a crear fabricar una tenue atmósfera delicadamente oscura, sin serlo en realidad.

    Una película que se podría describir como una joya, una rareza casi inclasificable, ya que sus virtudes escapan a su propio argumento……. Película que encierra pesimismo y a la vez esperanza, rodada de manera extraña, de clima inquietante en contraposición con la pureza de un niño todavía no acariciado por el lado amargo de la vida.

    Una película de tremendo pesimismo, de derrota encubierta bajo un disfraz de aventura clásica. Plagada de sombras, de colores que no deberían de estar allí. De piratas que se mueven en un clima gótico, de cementerios y leyendas y ante todo como un antes y un después que se juntan en una atmósfera entre barroca y gótica y eso en una de piratas tiene mucho merito.

    Lo que fue uno y lo que puede convertirse otro. En fin, la novela magnifica pero la película es otra cosa. Una joya y de las escondidas. En realidad, las que mas gustan a quien las encuentra. Y lo del flamenco, bueno en realidad cuando nosotros pensamos en un negro americano por ejemplo….Pues con cadenon de oro y en un cadillac rosa….Imagino que la mayoría de ellos no se sentirían identificados con esta descripción…. Cuidaros todos

  8. Querido,querido Plared, creo que das con una de las claves que hacen que esta película sea especial:»película que encierra pesimismo y a la vez esperanza…» y su atmósfera extraña e inquietante. A mi esa mezcla me llegó y sobre todo el poder transformador de la mirada del niño y cómo ésta influye en Fox. Veo que también que conoces y has leído la novela. Y que además realizas una distinción entre ésta y el enfoque o mirada que ha aportado Lang. Sí, yo también pienso que es un joya oculta en la filmografía de Lang.

    Y efectivamente otro ensayo interesante sería el estudio de los estereotipos en el cine (por ejemplo, cómo las filmografías de países como EEUU miran o reflejan a otros países diferentes y viceversa… Es un tema amplio y apasionante).

    Besos
    Hildy

  9. Querida Hildy,
    recuerdo que cuando ví esta película por primera vez (adolescente yo, hace ya años), el planteamiento era ver una película de aventuras y recuerdo que me quedó ese trasfondo «oscuro» que Lang daba a casi todas sus películas. Me he quedado con ganas de revisitarla.
    Un beso.
    Manel

  10. Querido Manel, sí, sin duda es la parte oscura del relato y su contraste con la mirada del niño lo que hace especial este relato cinematográfico. Me gusta saber la sensación que deja esta película vista por un niño porque es en realidad la mirada del niño protagonista: ante su encuentro y choque con un mundo oscuro y hostil, el niño para sobrevivir lo viste de un mundo fantástico y de aventuras donde hay un héroe que es su amigo Fox.

    Besos
    Hildy

  11. Buenos días,
    Soy admirador incondicional de esta película, que además fue la primera que vi en la Filmoteca de Madrid hace más de 20 años. Me ha encantado tu post querida Hildy. También leí la novela, que termina por ser muy distinta a la película, pero debo discrepar del todo con Francisco Machuca cuando dice que es mucho mejor. La película es infinitamente más oscura, más tortuosa que la novela, el sexo y la crítica a las élites corruptas son más palpables (el “toque Lang” es más que evidente), en definitiva, es más adulta sin dejar de ser para jóvenes. La novela de Meade Falkner, como ya habéis comentado bebe mucho de “La isla del tesoro”, y recuerdo que disfruté sobre todo un pasaje con mucho suspense en unos acantilados. En el plano argumental, los cambios que hicieron los responsables de la película fueron radicales: los más importantes fueron la invención de Jeremy Fox, y la conversión de Elzevir Block, el héroe de la novela y un contrabandista sin la sofisticación de Fox, en uno de los villanos de la película (de hecho, es el que se enfrenta con una lanza a Fox en el estupendo duelo en la posada).
    También quiero abrir una lanza por Stewart Granger, que a mí me parece un actor magnífico en su registro, como otros astros de la aventura (Douglas Fairbanks, Errol Flynn). No sólo hay que verle aquí en “Moonfleet”, en la que transmite con naturalidad, sin necesidad de subrayar como haría un actor mediocre del “Método”, todas las contradicciones morales y la tormenta interior de Jeremy Fox. También hay que verle en la crepuscular “El último safari” de Hathaway, o en “Scaramouche”, inolvidable sobre todo en sus escenas erótico-festivas con Eleanor Parker (debo decir, querida Hildy, que aquí Mel Ferrer, por una vez, no me parece un actor envarado y su villano espadachín es insuperable).
    Una gozada leer sobre esta joya de la extraordinaria última etapa de Fritz Lang, mi favorita. La despedida de Granger (“Good luck, John Mohune”) es un momento que no deja de conmoverme profundamente a pesar de los varios visionados.
    Besos,
    Javier

  12. Qué comentario más rico en matices, querido Javier, un placer leerte. Y además enriquecedor. Me ha gustado enterarme de esas diferencias entre la novela y la película en su argumento y en la forma de llevarlas a la pantalla.

    Ya sabes que yo guardo cariño al actor del mechón blanco (algún otro hubo en el firmamento), Stewart Granger y que aquí y en otras interpretaciones es cierto que deja ver su naturalidad sin ser plano. Yo también siento cierto cariño por Mel Ferrer y le salvo en más de una interpretación, ¿qué me dices de ese romántico vaquero en precisamente otra película de Lang, Encubridora? Y efectivamente la última escena de Los contrabandistas, la de la despedida, es difícil que no conmueva.

    Beso
    Hildy

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