César y Cleopatra (Caesar and Cleopatra, 1945) de Gabriel Pascal

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Hay películas que son rarezas en el momento que se concibieron y siguen siendo rarezas con el paso del tiempo. Un buen ejemplo es César y Cleopatra de Gabriel Pascal. El mismo Pascal, un productor húngaro que se convirtió en director en dos ocasiones, es un tipo extraño y muy desconocido (su propia infancia y adolescencia están envueltas en leyenda que él mismo alimentaba…). Un encuentro casual durante su juventud con el dramaturgo irlandés: George Bernard Shaw marcó su futuro artístico. Pues en el mundo del cine sus obras más conocidas (tanto en la producción como en la dirección) serían las adaptaciones de las obras del dramaturgo.

Con Pygmalion (la versión de 1938) consiguió el éxito y César y Cleopatra supuso de alguna manera su descalabro. En la primera sólo actuó como productor, en la segunda también como director. Y convirtió a César y Cleopatra en una de las películas británicas más caras. La acogida sin embargo de crítica y público fue extremadamente fría.

Y como digo aún hoy César y Cleopatra es un extraño espectáculo cinematográfico. Me es difícil valorarla porque lo que es evidente es que es una película de riesgo, de riesgo continuo. Y el resultado es un híbrido raro. Desde el reparto elegido, cómo son representados los personajes históricos (y los acontecimientos), el propio texto teatral de Bernard Shaw, los decorados, el vestuario… e incluso el tono elegido de la película. Porque César y Cleopatra es como una fábula política ligera, una comedia elegante que habla y refleja temas muy serios. Una obra cinematográfica, que no esconde sus orígenes teatrales, y que muestra como el hombre es un animal político que apenas ha cambiado de la época de Julio César al panorama político de ese siglo XX que se enfrenta a una Segunda Guerra Mundial. Bernard Shaw emplea el cinismo y la ironía… y eso es trasladado a la pantalla grande. César y Cleopatra, película ligera pero a la vez fría y racional. En resumen, descoloca. Como su puesta en escena, notamos los decorados, que los actores ‘están disfrazados’, algunos rozan la caricatura y una expresividad en exceso teatral (sobre todo los figurantes) pero sin embargo regala escenas tremendamente cinematográficas, algunas hermosas (como la primera aparición de Cleopatra)…

Luego está ese reparto y esa representación de figuras históricas de otra manera absolutamente diferente hasta como en ese momento se habían representado y se seguirían representando. Bernard Shaw utiliza personajes históricos pero no para contar Historia sino para reflejar su propia trama. Así nos deleitamos con un Julio César y una Cleopatra imposibles… pero que no dejan de estar magníficos. Él es Claude Rains (uno de mis secundarios favoritos…, le quedaba un año para ser el Sebastian de Encadenados) y ella es una Vivien Leigh retirada del cine que volvía a la pantalla después de varios años sin rodar, años en los que se había dedicado totalmente a los escenarios teatrales. La relación de ambos en la película también es extraña. Julio César, un hombre que juega (y se apasiona) a ser político, guerrero y estratega, que no pierde la calma, y que su estrategia (su vida) es un gran tablero de ajedrez donde pierde o gana. Donde levanta y elimina piezas. Se encuentra en su campaña en Egipto y nunca deja de jugar pero conoce a una compañera de juegos digna, una Cleopatra infantil y chispeante… preparada para aprender a mover piezas y juguetear también. No hay amor, solo juego.

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Los más sorprendentes son los secundarios: Flora Robson como Ftatateeta (la mujer y sirvienta de confianza de una Cleopatra niña) y un Stewart Granger como el apuesto (y también juguetón), Apollodorus. Sus personajes son dignos de mención y cuando aparecen dan vida a una trama que en cada momento se vuelve más extravagante… Robson oscura y totalmente desconocida físicamente, logra dar a su papel el matiz más interesante y complejo… pues claramente va de la comedia a la tragedia (ningún romano es capaz de pronunciar nunca bien su nombre). Y Granger está bellísimo (sí, la primera vez que pienso eso de él), como un auténtico sex symbol, y lleno de vitalidad.

César y Cleopatra es un híbrido raro… y es lo que la hace especial, extraña y puede que incluso disfrutable. Por ahí van Cleopatra y Julio César por el desierto. Una mujer niña que todavía no es consciente de su poder y un anciano venerable que le divierte su despertar…, a pesar de que algunas consecuencias puedan ser trágicas. Ellos juegan a la guerra, lo que pase a su alrededor no importa… La partida tienen que ganarla.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

10 comentarios en “César y Cleopatra (Caesar and Cleopatra, 1945) de Gabriel Pascal

  1. Me gusta mucho este César (ella no), un personaje con querencia por las rarezas (si esta te parece rara, ¿qué me dices de la que protagoniza Cameron Mitchell? ¿Y de la de Charlton Heston?). Pero lo encuentro menos literario que el Louis Calhern de la versión shakespeariana de Mankiewicz, y más de verdad que el bollycao de John Gavin en «Espartaco». Su rebozo de ficción, en este caso, no le quita un ápice de su dimensión humana, y lo acerca, precisamente por esa autenticidad, más a la figura histórica (controvertida, contradictoria, ambigua) que sus alternativas. Y Claude Rains está magnífico… El resto de la película, ya… Creo que era inadecuada para su tiempo. Diez, quince años más tarde, hubiera gozado de más fortuna, si el gran Hollywood hubiera ido por otro lado, ya vimos lo que fue «Cleopatra».
    Besos

  2. Pues tienes razón…, buen personaje es el Julio César de Claude Rains… Y a mí no me disgusta esa mujer niña con rostro de Vivien. Me ha gustado tu reflexión sobre la representación de este César, sí señor.

    Besos
    Hildy

  3. No la he visto, Hildy. Me guío de tus palabras. Pero sí tediré que aunque sea un espectáculo extraño y con cierto toque kistch, con una pareja y relaciones tirando a lo imposible….la verdad es que no concibo mejor actriz para representar las tortuosas maniobras de Cleopatra que Vivien. Me da igual si estaba ya retirada y vivía al amparo del teatro. Si me dejasen hacer un casting, mi Cleo sería ella. Un abrazo

  4. Vivien, querido Victor, está no sólo bellísima sino que da esa sensación de mujer niña alocada pero más inteligente y trágica de lo que ‘aparenta’. Y es que a Vivien no se le daban nada mal esos personajes: la mujer de apariencias frívolas pero en el fondo trágicas, sensibles, inteligentes y a veces desequilibradas. Si algo me ha llamado siempre la atención de esta actriz han sido sus enormes y comunicativos ojos verdes.
    Es una película que a pesar de su rareza, merece la pena visionarla y pensarla una y otra vez.

    Besos
    Hildy

  5. Toda una rareza, exquisita para muchos, aunque en esta ocasión a mi simplemente me parece extravagante. Tanto por reparto como por esa sensación de seriedad que se intenta dar a la cinta. Personajes embutidos de cierto halo de tragedia teatral, que quedando bien en otras cintas, aquí no lo hace.

    En realidad me aburrió, aunque la vi hace muchos años, quizás ahora me gustara. Cuidate

  6. Sí, querido Plared, es una rareza y el adjetivo extravagante está muy bien elegido. A mí me sorprendió bastante sobre todo la representación de los personajes históricos. Es toda una curiosidad cinematográfica. Y el reparto (los cuatro actores que nombro) me fascinó y fue uno de los motivos por los que estuve sin moverme ni pestañear mientras transcurría la película.

    Besos
    Hidly

  7. Querido Marcos, es un película que entra en el terreno de lo curioso, por rara y extravagante. Además de tener la oportunidad de ver actuar a un gran reparto…

    Besossss
    Hildy

  8. Bienvenida Lindsay, es una película curiosísima. Sí, Vivien da su Cleopatra un carácter curioso. Es como si ella y el personaje de Claude Rains no dejaran nunca de jugar a cosas muy serias.

    Beso
    Hildy

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