Into the abyss (Into the abyss. A tale of death, a tale of life, 2011) de Werner Herzog

into the abyss

Hay documentales que revuelven, remueven e inquietan. Hay rostros que revuelven, remueven e inquietan. El rostro del fotograma tiene un nombre y una historia: Michael Perry. Werner Herzog disecciona, como un Truman Capote en su novela realidad A sangre fría, un triple asesinato y todo lo que se mueve alrededor. Michael Perry junto a Jason Burkett fueron detenidos en el año 2001 y acusados por el asesinato de tres personas en la localidad de Conroe, Texas: Sandra Stotler, Adam Stotler y Jeremy Richardson. Michael y Jason tenían 19 años. Y lo que salió a la luz es que estas muertes se debieron al robo de un coche, un Red Camaro. Michael Perry fue condenado a muerte y Jason Burkett a cadena perpetua. Cuando Werner Herzog entrevista a Michael Perry, que lo primero que llama la atención en cuanto aparece es su rostro de niño (en esos momentos tenía 28 años), quedan ocho días para que sea ejecutado. Han pasado diez años de aquel día de 2001…

Into the abyss, en el abismo, es mucho más que un alegato contra la pena de muerte. Lo que vemos y oímos realmente nos hunde en un abismo complejo, en un laberinto emocional, que plantea reflexiones y cuestiones que incomodan.

Werner Herzog construye Into the abyss y no busca una mirada fácil. Realiza varias entrevistas, además de a los implicados, Michael y Jason. Habla con los familiares de las víctimas, con un sheriff que reconstruye con objetividad los hechos del asesinato y de la detención con imágenes de la policía de Texas de los distintos escenarios de los crímenes, con distintos testigos, con un funcionario que tras explicar el procedimiento que se lleva a cabo para las ejecuciones y contar que llevaba ya 120 ‘procedimientos’ al asistir a la ejecución de una mujer…, decidió abandonar su labor; además introduce imágenes del corredor de la muerte y de la sala de ejecución… Desde su prólogo, Herzog remueve.

En un campo verde lleno de cruces con números, se nos informa, a través del primer entrevistado, el capellán que se encuentra hasta el final con los prisioneros (si estos se lo permiten), que es el camposanto adonde van a parar los cuerpos de aquellos que nadie reclama tras su ejecución. El capellán describe su trabajo… pero en un momento en que está hablando de algo tan banal como que le gusta mirar a las ardillas, expresa que le conmueve mirar la vida y que le encantaría, pero no puede, frenar las ejecuciones… Después Herzog nos lleva al corredor de la muerte, vemos el rostro de Michael Perry, y se nos narra de manera fría, objetiva y brutal el día de los asesinatos.

Y es una de las partes (Herzog divide su documental en capítulos) donde da la clave de este magnífico documental: la parte oscura de Conroe. Y sobre todo se desarrolla la reflexión central en las partes de una entrevista que se va desarrollando a lo largo del documental: al padre de Jason, condenado también a cadena perpetua. Porque lo que Herzog va destapando a través de distintas entrevistas a testigos, amigos y familiares es una sociedad enferma, envuelta en la violencia. Unos jóvenes encerrados en una espiral de marginación social y exclusión. Familias a las que les engullen las desgracias y los historiales delictivos…, de padres a hijos. Y de pronto, en las palabras del padre de Jason se expresa la inutilidad de la pena de muerte… porque esta no palía, no cambia, no transforma, no va al centro del problema… Lo que se necesita es remediar y curar un entorno enfermo. La pena de muerte o la reclusión para siempre es un proceso que destroza más a unos y a otros y no soluciona nada, que ahonda en el dolor de unos y de otros. Y que no impide que haya más violencia, más horror… más caídas en el abismo, más muertes injustas, más familias desgraciadas.

De hecho sorprende y remueve más todavía, el comprobar como en un principio queda clarísimo cómo fue el asesinato de las víctimas, cómo realizaron el asesinato y el robo y como alardearon en los alrededores, antes de la rápida detención, de su nueva adquisición, el coche. El sheriff que cuenta todo habla incluso que tras la detención, Perry confesó dónde estaban los cuerpos de dos de las víctimas. Y otros muchos testimonios de testigos y familiares, no dejan duda de que fueron los responsables de la muerte de tres personas… Después de expresar todo esto con claridad, chocan los testimonios tanto de Michael Perry como de Jason Burkett: ambos después de diez años se declaran inocentes de los asesinatos, eluden su responsabilidad de los hechos. Uno se refiere a que se encontró en el lugar y momento equivocado y el otro expresa que solo estaba ahí… Tras oírles surgen un montón de cuestionamientos, preguntas, motivos… y miradas diferentes. ¿Estaba tan claro lo que ocurrió el día del asesinato? O ahondando en la inutilidad de la pena de muerte o la cadena perpetua, ¿Michael y Jason se muestran ajenos a lo que ocurrió aquel día, eluden su responsabilidad, para sobrevivir y no se cuestionan en ningún momento qué les pudo conducir a esa espiral de violencia e irracionalidad?

Herzog no deja de remover e inquietar al espectador con las imágenes y los distintos testimonios. Hace que uno piense, reflexione y se plantee… No deja al espectador en lugar cómodo. Deja destellos de luz en el abismo, pero destellos de luz que no logran que cada uno salga a flote. Habla de arcoíris, de amor en la cadena perpetua, de la preocupación de un padre por un hijo (se siente más responsable el padre por lo ocurrido, por lo que hicieron su hijo y su amigo), de una mujer que no quiere que suene más el teléfono, de un embarazo, de llegar o regresar a casa… pero deja al descubierto demasiadas zonas oscuras. Logra meter en el abismo al espectador…

Una mirada en la oscuridad

Into the abyss inauguró el ciclo de La Casa Encendida, Una mirada en la oscuridad, donde se proyectarán siete largometrajes. Las películas “servirán para reflexionar sobre las relaciones que se establecen entre el crimen, la posibilidad del castigo o su impunidad, la presunción de inocencia y el castigo comunitario, así como la naturaleza individual del mal y su aplicación sistemática a gran escala”. Después de las películas, se llevarán a cabo coloquios con distintos profesionales que aportarán su mirada. En Into the abyss estuvo presente Miguel Ángel Calderón, director de Comunicación de Amnistía Internacional. Las otras proyecciones que nos esperan son: El asesino de Pedralbes de Gonzalo Herralde, Caníbal de Manuel Martínez Cuenca, The act of killing de Joshua Oppenheimer y Christine Cynn, La caza de Thomas Vintenberg, Proyección de Sobibór, 14 octobre 1943, 16 heures de Claude Lanzmann y Punishment Park de Peter Watkins. Para mirar fechas, horarios y coloquios consultar aquí.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

6 comentarios en “Into the abyss (Into the abyss. A tale of death, a tale of life, 2011) de Werner Herzog

  1. También me falta y tiene muy buena pinta… tanto como el ciclo.

    En breve me traslado más cerca de Madrid y podré permitirme esto que ahora me parece un lujo, ays.

    Gracias por informar, Hildy!

    Besote

  2. Sí, querida Marga, el documental me pareció muy bueno. De esos que te pasas días con él en la cabeza. Y efectivamente el ciclo es muy atractivo y apetece mucho. Yo hay varias que no he visto y espero poder estar presente tanto en las proyecciones como en los coloquios. Qué bueno que te vengas pa’ Madrid…

    Besos
    Hildy

  3. Un director sin duda fascinante y cualquier cosa suya es cuando menos distinta. Su fitzcarraldo es tan caótico como magistral y esta visión de un genio loco sobre la pena de muerte. Sin duda sera interesante, por cierto el documental sobre su relación con Klaus kinski, imprescindible. Cuidate

  4. Efectivamente el universo de Herzog y su mirada de la vida es bastante distinta y desconcertante pero remueve y hace reflexionar. Su mirada documental ha sido una sorpresa y esta es otra de sus obras a tener en cuenta.

    Te confieso que no he visto Fitzcarraldo (creo que pronto solucionaré esta laguna). Y tampoco el documental sobre su relación de Kinski, que le tengo muchas pero muchas ganas.

    Besos
    hildy

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