Reflexiones alrededor de Gordon Gekko. Wall Street (Wall Street, 1987) de Oliver Stone/ Wall Street. El dinero nunca muere (Wall Street 2. Money never sleeps, 2010) de Oliver Stone

¿Por qué Gordon Gekko (Michael Douglas) es el personaje recordado de aquella película de los ochenta y por qué el mismo director le recupera en 2010? Porque los Gekko del mundo se reinventan, se multiplican, hunden, se hunden y vuelven a resurgir con fuerza, como si no hubiese pasado nada. Y vuelta a empezar.

Y sin embargo para mí el gran personaje, el verdadero héroe, de Wall Street (primera parte) es Carl Fox (Martin Sheen)… ¿alguien se acuerda del padre del protagonista, Bud Fox?¿Alguien recuerda a ese hombre fiel a sus principios, trabajador, honrado, buen compañero, sin pelos en la lengua, carismático, luchador…? Él no se merece una secuela…

He tenido la oportunidad de ver estas dos películas seguidas, una detrás de otra (una un lunes, otra un martes), y es un díptico perfecto con un gran pero. El gran pero es el final de Wall Street 2. Termina como una absurda fábula con final feliz, ¡si tenía el final perfecto con Gordon Gekko en Londres… resurgiendo de las cenizas habiendo pasado totalmente de su hija y futuro yerno…! A no ser que ese absurdo final lo tomemos como una ironía, un juego de Oliver Stone… como diciéndonos: en un mundo en crisis ganan los de siempre, perseveran los mismos. Y las niñas pijas con web de izquierdas siguen felices entre tiburones en su cárcel de cristal…, las pobres no saben nada y son muy atormentadas (los tiburones: su marido vengador pero moderno porque quiere sacar beneficios –pero con paciencia– de las energías renovables y su papá que efectivamente no ha cambiado nada pero bien poco que le importa… aunque queda bien tener una familia y encontrar un sucesor). Quizá, entonces, el final no sea tan malo, incluso puede que sea una buena bofetada.

Wall Street (Wall Street, 1987) de Oliver Stone

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El conflicto de esta película está perfectamente servido: el joven cachorro entre dos figuras paternas. Uno le lleva por la codicia y el dinero fácil, el otro por la vida honrada, con principios, con la regla del trabajo bien hecho y el valor del esfuerzo. Ahí se construye un drama. El joven cachorro renuncia al padre biológico y se va corrompiendo a buen ritmo por el protector sin escrúpulos… hasta que se da cuenta de que es un mero instrumento, que le han utilizado y que además va a perjudicar a la persona que más quiere, su padre. Entonces el camino de la redención es duro: es detenido y no puede evitar llorar y sin duda terminará pisando la prisión aunque se lleve por delante, en el camino, a Gekko. El joven Bud Fox en su bajada a los infiernos está acompañado por compañeros pesados, compañeros ancianos y sabios, compañeros fracasados y otros tiburones de la misma escuela que Gekko. Y también diversas mujeres floreros sin relevancia alguna en sus vidas… De fondo la bolsa, Wall Street, los tiburones que compran, venden, devoran, ejecutan, refunden empresas sin importarles en absoluto el capital humano, los años de trabajo, el producto que se elabora, los ciudadanos… Manejan el mercado sin escrúpulos, mienten, rumorean, tumban, perjudican… sin responsabilidad alguna. A veces les pegan un sustito, les pillan (después de haber hundido a los países y sus economías)… como mucho unos añitos de cárcel y vuelta a empezar en una segunda parte.

Oliver Stone deja sin embargo enfrentamientos y escenas memorables para dibujar perfectamente a sus personajes. La discusión en el ascensor y en la calle entre padre e hijo, la reconciliación en el hospital, el discurso sobre la codicia de Gekko ante una de las empresas que se va a comer sin piedad alguna o el mismo personaje, que se cree invencible (y casi lo es) y que mueve los hilos, admirando un amanecer mientras habla con un pedazo móvil dinosaurio.

Wall Street. El dinero nunca muere (Wall Street 2. Money never sleeps, 2010) de Oliver Stone

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Y Oliver Stone no deja ni un cabo suelto en esta segunda parte… hasta el pedazo móvil dinosauro sale… Esta vez lo que nos cuenta es que Gekko sale de la cárcel y vuelve a encontrarse super a gusto en el mundo que maneja porque nada ha cambiado. El hombre empieza a ganarse la vida escribiendo libros, dando conferencias y aconsejando a los demás. Y hay otros tiburones que se comen entre sí y manejan como quieren el mercado, y sin caérseles los anillos, provocan crisis económicas desastrosas… y luego son los únicos que saben beneficiarse y enriquecerse de ellas. La recuperación de los ciudadanos y países les trae totalmente al pairo. Ellos se hunden y vuelven a resurgir cual ave fénix y crean alianzas según les conviene.

El director vuelve a crear una ópera trágica de padres e hijos, de protectores y protegidos, de rumores y venganzas… Pero esta vez se permite un irónico (u horrible, según se mire) final feliz. Incluso puede que Gekko se enamore de nuevo de otra mujer florero, la mamá de su yerno. Todo queda conectado con la primera parte hasta Bud Fox que hace patética y triste aparición en la secuela. Queda claro que no siguió las enseñanzas de su padre…, se quedó en el mundo de Gekko, y este le niega hasta el protagonismo en su detención y encarcelamiento, le convierte en pura anécdota.

Esta vez Oliver Stone crea a un personaje plano (no tiene evolución alguna) que se llama Jake Moore (Shia LaBeouf) que se enfrenta a tres padres adoptivos: Louis Zabel (un banquero de la vieja escuela que no se maneja bien en los nuevos tiempos. No le pasa lo mismo a otro viejo banquero con la anciana cara de Eli Wallach), Bretton James (un banquero depredador y motero con rostro de Josh Brolin), y su futuro yerno Gekko. Los tres personajes más potentes de esta secuela. A Jake Moore parece que le mueve la venganza (pero también el ansia de vivir muy bien y feliz, el ser pragmático, vamos), cuando hunden a su mentor, Louis Zabel (un magnífico Frank Langella), se pone en marcha. Antes vemos la caída de Zabel que Stone cuenta con maestría y con una narrativa cinematográfica que atrapa. Después vemos la caída del rey depredador de ese momento, Bretton James (que seguro resurgirá de las ceniza) y el nuevo nacimiento de Gekko, que se siente de nuevo a sus anchas mientras el mundo se derrumba a su alrededor…

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6 comentarios en “Reflexiones alrededor de Gordon Gekko. Wall Street (Wall Street, 1987) de Oliver Stone/ Wall Street. El dinero nunca muere (Wall Street 2. Money never sleeps, 2010) de Oliver Stone

  1. Me gustó bastante la primera; no me gustó casi nada de la segunda (digamos que es otra prueba de que no se deben volver a tocar según qué cosas, de lo cual algunos, siempre en busca del exprimidor del dólar, aún no se han enterado).

    En cuanto a Gekko, es justo lo que yo esperaba de Scorsese con su fallida «El lobo de Wall Street». Es decir, que contara lo que de verdad ocurre, y que no se escudara en el caso puntual de cuatro frikis como metáfora de lo que pasa, que tiene mucho más que ver con Gekkos que con niñatos estomagantes y gimoteantes tipo DiCaprio. O sea, que yo esperaba la sublimación de «Wall Street» (como mayor y mejor cineasta que es) y sin embargo se quedó a mil años de Stone (que tiene delito). Para mí la segunda parte de Stone falla en lo mismo, y que era la gran virtud de la primera. Stone en la primera parte analiza un fenómeno presente en nuestras vidas; en la segunda, hace un filme meramente coyuntural, en el que el caso particular que plantea no sirve de traslación al conjunto de lo que de verdad sucede y, por tanto, carece de fondo más allá de la historia, bastante tópica y plana, que plantea. En la primera parte, todo era asimismo plano y previsible, pero tenía poso. Aquí, nada de nada. Curiosamente, a Stone le pudo la pasta.

    Besos

  2. Como cuento, yo no había visto ninguna de las dos, querido Alfredo, y me pegué el atracón de ver las dos y las miré con ojos de díptico, de obra única. Y, la verdad, es que me hizo pensar bastante. Lo que sí es cierto que mientras la primera me parece bastante redonda (excepto esos personajes femeninos tan poco trabajados), la segunda no es tan redonda pero sí que tiene momentos interesantes (sobre todo el tratamiento y la narración de la caída del personaje de Frank Langhella). Ja,ja,ja… por otra parte por reavivar la polémica, El lobo de Wall Street ya te dije en su momento que me parece otra lectura válida sobre aquellos que manejan el capital, otra mirada que a mí particularmente también me hizo pensar. Como, por ejemplo, otra película oscura pero que provoca también reflexiones muy interesantes sobre el mismo tema y es COSMÓPOLIS de Cronenberg.
    Pero lo que más me llamó la atención de Wall Street y secuela es como en la primera cae en olvido totalmente, cuando pasa el tiempo, el personaje de Carl Fox (Martin Sheen) y cómo el que captó la atención fue el tiburón, Gekko. Y como en la segunda devuelven un futuro patético del personaje de Charly Sheen…

    Besos
    Hildy

  3. Un poco al hilo de lo que analizas (requetebién) en tu texto, siempre me ha enfadado mucho una cosa de Wall Street (y que no es culpa suya, o por lo menos en su mayor parte): que Gordon Gekko sea una de esas figuras a las que se denuncia pero que luego, a nivel popular, ha pasado a ser admirada como ejemplo. Conocí a muchos estudiantes de Administración y Dirección de Empresas, de esos de gominita y camisita de marca, que tenían como leit motiv de vida al bueno de Gekko y sus bondades de la codicia. No he vuelto a verla porque me indigno con estas cosas.
    Con El lobo de Wall Street que cita 39 escalones, sucede algo parecido o peor, porque ahí ni siquiera parece que haya crítica alguna. Scorsese queda obnubilado por los personajes excesivos y poderosos, independientemente de su catadura moral y acostumbra a retratarlos con mucha condescendencia e injustificado cariño. Salí un poco cabreado de ella.

  4. Tienes todas la razón, querido crítico abúlico. Qué horror pensar que los Gekkos puedan ser admirados. Aun así a mí me ha sorprendido este dúo de películas porque me han gustado más de lo que pensaban y más contextualizándolas para acercarse algo más a esta crisis económica. El personaje de Gekko es negativo y bien dibujado…, otra cosa es que el efecto que produjese fuera el contrario (en cuanto atracción y popularidad). Es un poco como ocurría con las películas de gánsteres en los años 30, la gente se identificaba con el gánster y no con los personajes positivos. Yo viví El lobo de Wall street de otra manera y sí vi la crítica porque para mí presenta un espectáculo grotesco y desatinado donde el mundo de las finanzas está en manos de unos payasos amorales y sin escrúpulos.

    Un beso
    Hildy

  5. «Un espectáculo grotesco y desatinado donde el mundo de las finanzas está en manos de unos payasos amorales y sin escrúpulos». Ahí radica, para mí, la falsedad de la película de Scorsese. Cierto que esta gente puede gastarse miles de euros en clubes y drogas de todo tipo a las tres de la tarde; pero no son nigunos payasos, sino que han sido ministros, dirigentes del FMI o de los grandes bancos americanos, es decir, gente a la que el sistema ha puesto a velar por estas cuestiones, no advenezidos o piratas ocasionales. Scorsese fue, en resumidas cuentas, un cobarde, porque no se atrevió a apuntar donde debía, a la raíz del sistema (al contrario, el FBI aparece como remedio de la ley y el orden), y se conformó con un bufón tonto. La explicación es sencilla: ¿cómo iba a retratar a quienes financiaban su película?
    Más besos.

  6. Buena reflexión, querido Alfredo, pero como soy mosca cojonera ¿no te parece que da mucho más miedo, pero mucho más, que Scorsese presente que esos tíos, en teoría preparados, que el sistema ha puesto para velar estas cuestiones, estén tan absolutamente alejados de los ciudadanos de a pie, de las ciudades y países, es más que les traiga absolutamente al pairo? A mí eso me cabrea profundamente por eso esa deformación que realiza Scorsese, ese mundo grotesco, me remueve.

    Besos
    Hildy

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