Nos habíamos amado tanto (C’eravamo tanto amati, 1974) de Ettore Scola

Nos habíamos amado tanto, crónica de la historia de Italia después de la Segunda Guerra Mundial a través de tres amigos con ideales de izquierda.

«Creímos poder cambiar el mundo y el mundo nos cambió a nosotros», suelta en un momento dado Nicola (Stefano Satta Flores), uno de los tres amigos protagonistas de una crónica histórica de Italia. Y con esta frase resume la idea principal que sobrevuela alrededor de Nos habíamos amado tanto, una hermosa tragicomedia de Ettore Scola.

El director italiano no solo captura el espíritu de una época, sino que también realiza un canto de amor al cine. A través de tres hombres que se conocen luchando contra el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, la película cuenta sus vidas desde que acaba la guerra hasta los años setenta (de 1944 a 1974). A lo largo de varias décadas les acompaña también una mujer que deja su huella en cada uno de ellos: Luciana (Stefania Sandrelli).

Los tres amigos simbolizan tres maneras de enfrentarse a la vida y a unos ideales políticos. Los tres dibujan de alguna manera el desencanto ante la dificultad de ser fiel y llevar a cabo unos ideales. El abogado Gianni (Vittorio Gassman), el camillero Antonio (Nino Manfredi) y el intelectual Nicola ven pasar el futuro delante de ellos, sin ser apenas conscientes…, tal y como dice Gianni en el reencuentro final.

Los cineastas italianos son únicos para filmar crónicas de la historia de su país con un acento tragicómico, igual que en la vida real. Scola acierta no solo con el tono de la historia, sino también soltando verdades dolorosas de manera cotidiana y sencilla, con unos personajes extremadamente humanos. Nos habíamos amado tanto es un ejemplo de cómo filmar la nostalgia, esa melancolía que se origina por el recuerdo de momentos perdidos.

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Diccionario cinematográfico (230). Casas con personalidad propia

Con la muerte en los talones

¿Te vienes a casa?

Hay casas o mansiones en la pantalla de cine, que no olvidas. En unas te quedarías a vivir siempre. En otras preferirías no haber entrado. Son casas con personalidad propia, con vida. Por supuesto, están las clásicas e inolvidables. Hay habitaciones que no se te olvidan nunca.

Hitchcock nos regala varias: la casa de Norman Bates, Manderley, la casa de Atormentada o la maravillosa casa donde vive el villano de Con la muerte en los talones, diseñada por Frank Lloyd Wright.

Si seguimos con el cine clásico, Frank Capra nos ofrece en sus películas casas apetecibles, como esa que se cae a pedazos, pero siempre tiene aires de hogar en Qué bello es vivir o esa donde vive una familia caótica y que se resiste a abandonarla en Vive como quieras.

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Diccionario cinematográfico (222). Familias

La familia

Familias: palabra inabarcable en el mundo del cine. Las hay de todos tipos, felices e infelices. Locas y cuerdas. Divertidas y tristes… Buenas y terroríficas. De policías y de mafiosos. Ricos y pobres… Algunas veces sabemos la historia de generaciones y otras veces acompañamos a una familia por unos cuantos días, o incluso tan solo unas horas.

De las más actuales tenemos, desde Francia, a La familia Bélier, donde todos los miembros son sordos excepto la hija mayor, que además tiene una bella voz para el canto. También está la familia Weston con los que vivimos unos días calurosos de verano en la América profunda, en concreto del mes de Agosto (antes de verlos en la pantalla, los disfrutamos en los escenarios teatrales). Imposible olvidar el almuerzo después de un entierro, y cómo madre e hija acaban de los pelos y todos intentando separarlas. En el cine patrio no solo está la saga de La gran familia ni tampoco únicamente los Panero (que además poca ficción hay en ellos) y El desencanto… que arrastraban por una España en blanco y negro. No hace mucho apareció por este hogar del ciberespacio la familia Porto Alegre que influenciada por Las furias llega a momento catártico al lado del mar… después de varios ataques de nervios. Y también tan solo hace unos tres años estuvimos de celebración, entre risas y lágrimas, digo, con siete novias para siete hermanos, con la familia Montero, o como gustan llamarse: La gran familia española. Ay, también Almodóvar tiene una colección de familias especiales, siempre con fuerte presencia femenina. Y es que el director en Volver regresa a sus raíces familiares manchegas en compañía de Raimunda y toda su estirpe de mujeres.

Pero hay familias de celuloide míticas. Así, de repente, me vienen a la cabeza una ráfaga. Los Corleone nunca faltan a una cita de familias y nadie olvida un regalo para El padrino. Tampoco podemos olvidarnos de las desgracias de la familia Joad en esa camioneta desvencijada, porque Las uvas de la ira caen por una carretera interminable. Y por estas fechas, Qué bello es vivir, todos recordamos a la familia Bailey, que aunque no lo tiene fácil y a veces las cosas se les ponen muy complejas, como dice el ángel Clarence cuentan con muchos amigos. O alrededor de torres de petróleo, aunque ellos siempre prefirieron el ganado, se encuentran los Benedict, protagonistas de una historia Gigante. Y no podemos dejar de nombrar a los Amberson… El cuarto mandamiento de Orson Welles: dejarás la historia por décadas y décadas de una familia y su decadencia.

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La escapada (Il sorpasso, 1962) de Dino Risi

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Tenía muchas ganas a esta película, sobre todo por dos motivos: mi desconocimiento de la carrera cinematográfica de Dino Risi. Este director es uno de los representantes de la comedia a la italiana (género que alcanzó la cima en los años sesenta), generación que convivió con los maestros del neorrealismo, que en su cine ‘atesoran’ algunas influencias del movimiento. Precisamente por alejarse de los postulados del neorrealismo y cultivar elementos más ‘ligeros’ y costumbristas (sobre todo en lo que se refiere en un análisis de lo social y lo político y en el reflejo ‘realista’ de Italia), los realizadores obtuvieron un importante éxito comercial pero fueron criticados ideológicamente en varios círculos intelectuales. Sin embargo también supuso una cantera de buenos actores y actrices que adquirieron no sólo popularidad sino que se convirtieron en buenos intérpretes.

Sin embargo, La escapada no es una comedia sino una tragicomedia existencialista (profundiza además en la psicología de los personajes) que además refleja la Italia de los sesenta. Y ahí enlazo con mi segundo motivo. La escapada y su análisis de contenido ofrece varias lecturas. En muchas fuentes y escritos sobre cinematografía italiana en la Red o en libros que se refieren a esta película o bien se considera una película de culto y una de las mejores de Dino Risi (que también escribe el guion junto a Ettore Scola –un buen director que debutaría como tal en 1964– y Ruggero Maccar), o bien se habla de sus cualidades pero se apunta un pero poderoso: y es que muchos sienten una película con mensaje moral (en el espectacular y estremecedor giro final) y que ese mensaje moral resiente la película para muchos que ven una moral conservadora (es decir, ese final es una especie de “castigo divino”).

La escapada, sin embargo, me ha parecido una película más trágica que cómica, que emplea la metáfora del viaje para exponer dos maneras de ‘entender’ la vida y más que un mensaje de moral conservadora…, observo una llamada a que el destino siempre acecha al ser humano. Así que las escapadas pueden dar sentido a nuestras vidas o convertirnos en seres errantes… pero vivir con intensidad se convierte en un valor importante… porque el destino acecha en cada esquina. Y a lo mejor se nos ha olvidado vivir o hemos vivido demasiado, sin pararnos a pensar. Y para ello se sirve de dos personajes, dos hombres de diferentes edades pero también con una filosofía de vida distinta. Dos hombres tremendamente humanos, que arrastran virtudes y defectos en su mochila…, y que emprenden un viaje improvisado por las carreteras de Roma y alrededores durante dos días.

La película está protagonizada por un estudiante de derecho, muy tímido y con miedo a improvisar en el día a día, Roberto (Jean Louis Trintignant) y por un hombre ya maduro, un perdedor que vaga con un deportivo y que basa su vida en vivir el momento y en el arte de la improvisación, es todo vitalidad, Bruno Cortona (Vittorio Gassman). El género en el que se mueve la película es el de la road movie con dos personajes opuestos que terminan congeniando. Su encuentro es casual, Bruno vaga en coche por las calles de una Roma en vacaciones. Es por la mañana y sólo sabemos que busca un teléfono y unos cigarrillos. Cuando se para y está refrescándose en una fuente, se da cuenta de que desde una ventana le observa un joven. Le pide que si puede realizar una llamada telefónica de su parte, aunque al final termina subiendo al hogar del estudiante. Y antes de irse, le dice que le acompañe a tomar un aperitivo en un restaurante cercano… El estudiante accede. Lo que parecía un momento…, se convierte en un viaje.

Como ya he dicho ambos tienen virtudes y defectos y ambos se retroalimentan. Bruno, a veces, se vuelve más respetuoso con el tímido Roberto o se corta más de mostrar su comportamiento sin freno o forma de actuar. Bruno es extrovertido y carismático, a veces en exceso. Trata de sacar provecho de todas las situaciones. Disfruta de los placeres. No tiene miedo a los obstáculos de la vida. A veces es consciente de que es un fracasado con ángel. Es ligón, machista, se burla de la homosexualidad, no ve con buenos ojos a los extranjeros (recordemos su comportamiento con la joven negra) y es capaz de reírse de la gente que considera de extracción social más baja y que es de campo… Su viaje con el estudiante le hace replantearse poco a poco su vida errante como perdedor y se consciente de sus defectos, y quiere transmitir lo mejor de su vida al joven tímido (procura no mostrarle las grietas). Roberto es tímido, apocado, con miedo, no quiere improvisaciones, educado, desconfiado, sin experiencia en el amor, nostálgico, poco hablador (conocemos más de él por lo que piensa en off) y busca una vida segura. De hecho se pasa todo el improvisado viaje queriendo regresar a su hogar seguro. En un momento dado vemos que también es bastante clasista, como Bruno, al reírse de unas personas del campo que están celebrando una fiesta. Para Roberto “esta escapada” inesperada termina siendo lo más divertido, feliz y valiente que ha hecho en su corta vida. Por eso cuando el destino, unido a la imprudencia, golpea…, el espectador queda, como Bruno, en estado de shock. Porque en cuestión de segundos todo puede cambiar. Bruscamente.

A través de su viaje por las carreteras romanas descubrimos la Italia de los sesenta. Esa Italia que empieza a resurgir de las cenizas, la importancia del turismo, la brecha entre el campo y la ciudad, lo moderno y lo tradicional… Conocemos los garitos, los restaurantes, las canciones que se oyen, los locales nocturnos, la importancia que va adquiriendo el ocio, las playas, las nuevas modas, los referentes culturales (genial la apreciación de Bruno sobre el cine de Antonioni, diciendo que es un gran cineasta pero que él se queda dormido en sus películas), los nuevos ricos y hombres de negocios…

La película funciona porque no sólo cuenta con el carisma de ambos protagonistas sino que además el viaje tiene ritmo, mucho ritmo, continuamente ocurren cosas, muy cotidianas. Visitan a unos familiares, paran a comer, intentan ligar, tienen distintos encuentros en la carretera, salen por la noche, se pierden el uno del otro y se vuelven a encontrar… Además de un reflejo bastante realista de lo que debía ser la Italia de aquellos años, cuenta con dos actores que realmente construyen a sus personajes, unos personajes complejos. Tan difícil es mostrar la timidez y el miedo a vivir tal y como lo hace Jean Louis Trintignant, como mostrar el carisma y la vitalidad que exuda el rostro de Vittorio Gassman sin ser excesivo o exagerado, sin llegar a la caricatura.

El título de la película es buenísimo porque esa escapada tiene muchos significados y todos están contenidos en los fotogramas. No dejamos nunca de oír esa bocina escandalosa que siempre toca Bruno… para advertir su presencia arrebatadora (pero también a su manera autodestructiva), ni de ver la sonrisa tímida y finalmente ilusionada de un Roberto que iba camino de conquistar una vida gris y que siente que existen otros caminos posibles, apasionantes, con un poco de riesgo…

La escapada es un buen título para empezar a indagar en la filmografía de Dino Risi.

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