Descubrimientos veraniegos (2). Garcine. 40 años del primer óscar a una película en lengua española

Aquellos maravillosos fotogramas, en este caso uno de Volver a empezar, donde uno se ponía frente la marquesina de un cine y comprobaba  las  ganas o no que tenía de ver determinada película.

«Amigo, somos las películas que hemos visto». Este año ha sido una época de homenaje para José Luis Garci. Su óscar en 1983 por Volver a empezar ha servido de excusa. En la exposición Garcine el discurso expositivo oscila entre la nostalgia, el recuerdo, la emoción, la pasión por el cine de Garci y un retrato íntimo del director, donde la importancia de la familia y la amistad en su vida se pone siempre de relieve. La ejecución de la exposición es sencilla, grandes paneles explicativos en las paredes, con una recopilación de fotografías personales, fotogramas y carteles de sus películas. Una especie de álbum gigante, con todo el material gráfico repartido por temas para ir enfocando la vida y obra del cineasta. Así como varias vitrinas-mesa para mostrar diversos objetos que conforman el universo del autor: guiones originales, premios, máquinas de escribir, tebeos, cromos, publicaciones, cartas…, etcétera.

La carencia de materia audiovisual como entrevistas, making off, determinados momentos de su vida filmados o grabados o intervenciones de televisión y radio se suple con una recopilación muy amplia de frases de Garci que dibujan un retrato interesante. Si ponemos como centro a un hombre que sobre todo ha sabido transmitir su pasión por el cine a través de la palabra, no es mala idea construir ese discurso expositivo a través de ella. José Luis Garci ha escrito y sigue escribiendo libros donde muere por el cine. También ha tenido diversas colaboraciones escritas en diferentes medios. Su labor divulgadora como experto en cine clásico ha estado presente en la radio, ese medio que tanto ama, y también en la televisión. Nunca hay que olvidar además que Garci empezó siendo guionista antes que director.

Al final del recorrido, casi en una especie de capilla cinéfila, el visitante pasa por unas cortinas rojas y, en unas butacas de viejos cines, puede disfrutar de varias secuencias de las películas de José Luis Garci. No hay montaje ni ensayo cinematográfico, ni siquiera están todas sus películas, pero sí una serie de secuencias que dan una idea de la manera de mirar del realizador. De ese mundo clásico, analógico, de otra época, donde sus personajes se van moviendo entre el amor, la nostalgia y el recuerdo. Donde el tiempo pasa con mesura.

Unas películas que reflejan el espíritu de una época concreta bajo su mirada: la transición. O que atrapan también un país lejano encerrado en obras de teatro o novelas de autores variados como Benito Pérez Galdós, ese tándem que formaron María Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra, Josep Maria de Sagarra, Miguel Mihura, Ramón Pérez de Ayala… No queda duda de que Garci tiene una visión determinada del mundo.

Este año José Luis Garci no solo ha contado con la exposición en el Conde Duque, que podrá disfrutarse hasta el 15 de octubre, sino que también se han celebrado coloquios, como el que se organizó en Espacio Fundación Telefónica el pasado 11 de abril, rodeado de un montón de amigos. O la Filmoteca Española ha programado sus películas, igual que el Conde Duque (que volverá a proyectarlas en septiembre). Y no solo eso desde la Filmoteca han creado un ciclo donde han dado carta blanca a José Luis Garci para pasar películas de cine clásico imprescindibles para el cineasta.

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Stanley Kubrick, relatos soñados (y II). Diez claves para disfrutar la sala Picasso

Ahora toca el turno de centrarnos en la sala Picasso. De hacer hincapié en todos esos detalles y cuidados que permiten que una exposición transmita la emoción ante el proceso creativo de un director de cine como Stanley Kubrick… Esa era la intención, y ganas no han faltado.

1.Cuestión de espacios. En la Picasso, Víctor y Andrés, los arquitectos, tuvieron claro que había que jugar con los espacios en la exposición para recrear cada uno de los ambientes de las películas más míticas de Kubrick. La idea era sentirse en el universo del director a partir de 2001: una odisea del espacio hasta Eyes Wide Shut. Por eso, no seguimos el orden cronológico. Cada película conformaría una atmósfera diferente, y en cada espacio se captaría el espíritu correspondiente, de tal modo que el visitante supiera entre qué fotogramas se encontraba.

Así en 2001, sentiríamos que estábamos en el interior del Discovery; mientras que en El resplandor recorreríamos uno de los pasillos del hotel Overlook. Después, en La naranja mecánica, visitaríamos el Korova o nos rodearíamos de todas las cosas que le interesan a Alex DeLarge. Pasearíamos por el siglo XVIII bajo la luz de las velas en Barry Lyndon. Nos sumergiríamos en un duro entrenamiento donde varios jóvenes se convierten en máquinas de matar o estaríamos en plena guerra de Vietnam en La chaqueta metálica para terminar participando en una orgía extraña en Eyes Wide Shut.

2. Proceso creativo (1). Por otra parte, era importante plasmar instantes clave de los procesos creativos de cada uno de estos largometrajes. Por ejemplo, en 2001, se puede ver cómo construyó la gran sala centrífuga, decorado principal del Discovery, para provocar la sensación de gravedad. O también descubrir cómo Kubrick documentó el futuro, pues quería una película que no quedase obsoleta, que revolucionase el género de la ciencia ficción. Lo maravilloso de esta película es que trata temas filosóficos como el progreso, quiénes somos o de dónde venimos, asuntos que interesan siempre. Por eso, sigue creando generaciones de espectadores fascinados. Pero además Stanley Kubrick la realizó con efectos especiales analógicos, y, sin embargo, continúa siendo la película de cabecera de muchos realizadores que han bebido de ella para dirigir Gravity (Alfonso Cuarón) o Interstellar (Christopher Nolan‎).

En La chaqueta metálica nos centramos, por ejemplo, en cómo recreó Vietnam a tan solo unos kilómetros de Londres, pues encontró una fábrica de gas abandonada donde tenía posibilidades de emular a la ciudad de Hue. Una de las características de Stanley Kubrick es que desde que conoció Londres en 1962, durante el rodaje de Lolita, ya no quiso moverse de allí. De tal manera, que sus dos casas familiares se convirtieron en centros neurálgicos de su proceso de creación, y las localizaciones para sus películas cuanto más cerca de su hogar estuviesen, mejor.

En Barry Lyndon, analizamos cómo consiguió documentar el siglo XVIII hasta el punto de conseguir iluminar las estancias con la luz de las velas y captarlo con un objetivo muy especial de la NASA o cómo realizó un exhaustivo trabajo de documentación para recrear vestuarios, maquillajes y peinados. Ahí, en estos fotogramas quedaba reflejado el siglo de la razón, del nacimiento de los estados modernos y sus conflictos, pero también el siglo de la representación, de las pelucas, del juego…

3. Proceso creativo (2). En El resplandor tratamos de deleitarnos en cómo creó un espacio tan reconocible como el hotel Overlook; es decir, descubrir los secretos de su fachada y de sus laberínticos interiores. Por otra parte, entendimos esa forma de rodar una película de terror con mucha luz, donde un niño recorre un pasillo en triciclo para provocar la sensación de que algo horrible puede suceder en cualquier momento. Una de las técnicas innovadoras que aplicó en la película y que contribuyó a la sensación de extrañeza y miedo fue el uso del steadicam.

En La naranja mecánica enseñamos cómo se inspiró en el arte pop para la decoración de la habitación de Alex o el bar Korova, así como la importancia de la banda sonora en las películas de Stanley Kubrick, tanto para describir personajes, como para crear ambientes o provocar catarsis y reacciones demoledoras. De hecho consiguió convertir a Beethoven en un disco de oro, con los sintetizadores de Wendy Carlos.

O, finalmente, en Eyes Wide Shut nos dimos cuenta de cómo cambió la Viena de carnavales de la Belle Époque de la novela de Arthur Schnitzler por un Nueva York navideño (recreado en Londres) a punto de inaugurar el siglo XXI sin traicionar su esencia. Este largometraje es su especial oda a la intimidad matrimonial.

4. Stanley Kubrick, director de orquesta. Stanley Kubrick era como un exigente director de una orquesta de música clásica: por eso, en cada una de sus películas, a su alrededor orbitaban grandes profesionales, que bajo su batuta, hacían realidad el mundo que quería reflejar. Tenía claro que debía rodearse de los mejores profesionales para alcanzar la perfección en su obra final. Así la exposición también es un homenaje a todos esos trabajadores que bajo la mirada kubrickiana hicieron posible sus relatos soñados.

Desde su primer productor y socio, James B. Harris; hasta los diseñadores de producción, Ken Adam o John Barry; o actores como Peter Sellers, Sue Lyon, Keir Dullea, Malcolm McDowell o Jack Nicholson; el director de fotografía John Alcott; los creadores de carteles, storyboards y créditos como Saul Bass y Philip Castle; las diseñadoras de vestuario como Milena Canonero o escultoras como Liz Moore, y un largo etcétera. O cómo trataba de establecer una relación especial con los guionistas (aunque a veces era también tormentosa y tortuosa): Jim Thompson, Nabokov, Arthur C. Clarke, Anthony Burgess, Diane Johnson, Michael Herr…

5. El hombre detrás del artista. La exposición tampoco quería desperdiciar al hombre detrás del artista. Así se puede ver a través de fotografías y breves informaciones la relación estrecha con su familia: con sus padres (esa claqueta maravillosa de La naranja mecánica dedicada a ellos), la colaboración con sus dos primeras esposas durante el proceso creativo de sus películas, también con su compañera definitiva Christiane Kubrick y sus hijas o con su cuñado Jan Harlan, productor ejecutivo de muchos de sus largometrajes…

Nos parecía interesante que quedasen claras sus pasiones: la lectura, la música, el ajedrez, la fotografía, el propio cine (era un cinéfilo)…, porque todas ellas están presentes en cada una de sus obras, contribuyeron a dar una cierta personalidad a cada una de sus películas. Esta mirada culmina en el Epílogo de la exposición con una magnífica instalación audiovisual biográfica de Manuel Huerga, producción propia del CCCB, donde se aprecia un retrato completo de Stanley Kubrick. Huerga permite acercarse al cineasta a través de diversas imágenes, como un collage gigante, y de declaraciones públicas realizadas a lo largo de su vida.

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Stanley Kubrick, relatos soñados (I). Diez claves para disfrutar la sala Goya

Quiero contaros en dos artículos la exposición de Stanley Kubrick con la que he podido aprender mucho. Creo que refleja pasión por el cine, además de plasmar el proceso creativo de un cineasta clave. Es también un canto al cine analógico cuando las películas solo se proyectaban en sala de cine y en una pantalla grande. Ha sido una bonita aventura, así que me hacía ilusión enseñaros la muestra a través de mis palabras. En esta primera entrega me centraré en lo que se puede ver en la sala Goya y trataré de explicar cuál era nuestra intención a la hora de mostrar cada una de las piezas.

1. Dos salas. El primer reto al que nos enfrentamos a la hora de pensar en la muestra era que contábamos con dos espacios en dos pisos diferentes del emblemático edificio del Círculo de Bellas Artes: la sala Goya y la sala Picasso. ¿Cómo darle sentido a esta división? ¿Cómo aprovecharlo para un discurso expositivo? Pronto nos dimos cuenta de que lejos de ser una desventaja era una oportunidad. Entre otras cosas, Stanley Kubrick siempre jugó con los conceptos de doble, dualidad o duplicidad en su filmografía. Tanto en los personajes de sus películas como en la estructura de sus historias.

Como fotógrafo adolescente en Look, realizó un reportaje sobre el boxeador Walter Cartier (Prizefighter, 1949). Walter tenía un agente: su hermano gemelo, Vincent. Este trabajo sería el germen de su primer cortometraje documental (Day of the Fight, 1951). Y, tal vez, aquí comenzó a perfilarse la obsesión de Kubrick por la duplicidad. No es raro en sus largometrajes encontrar dobles de ciertos personajes o la presencia de gemelos. Por ejemplo, en su primera película Miedo y deseo: una patrulla deambula en territorio hostil y cuando se encuentran con el enemigo, estos tienen los mismos rostros que ellos. O siempre son recordadas las gemelas Grady en El resplandor.

Pero es que muchas de las estructuras narrativas de sus películas son como si el personaje se mirase en un espejo y su mundo se pusiese patas arriba. No hay más que recordar los recorridos de sus personajes más emblemáticos que van del ascenso en su primera parte al descenso y la pesadilla en la segunda: Alex DeLarge (La naranja mecánica) protagoniza sus tropelías y, después, su particular infierno con el libre albedrío anulado. O Barry Lyndon, primero vemos su ascenso social y más tarde su caída en picado en la desgracia.

Así cobraba todo el sentido una doble mirada en la muestra expositiva. Además, también quedaba constancia de un aspecto fundamental a la hora de estudiar su filmografía: hay un antes y un después de 1968. Primero, la obra del cineasta sirve para estudiar la evolución del cine en Hollywood, pues se ve claramente el paso del cine clásico al cine moderno a través de sus películas. Segundo, a partir de 1968 alcanza uno de sus sueños: el absoluto control de su obra cinematográfica, tanto creativa como económicamente.

2. Los secretos de la sala Goya. Siempre que la veo, confieso que de las dos salas es mi consentida, la que más me gusta. Para la sala Goya imaginamos que el visitante se metía en la mente de un genio y que a partir de ahí lograba entender ciertas claves de su obra cinematográfica. Nos pareció buena idea plasmar aspectos formales y temáticos a través de sus inicios y sus primeros trabajos cinematográficos. A la vez también quisimos dejar constancia de otra manera apasionante de conocer a un artista: mostrando los proyectos que nunca realizó. Por otra parte, deja constancia de algo vital para entender a Stanley Kubrick: todas sus pasiones tempranas se vuelcan en su obra cinematográfica y contribuyen a ese cuidado del proceso creativo, a ese perfeccionismo que siempre le acompañó. Y esas pasiones son: la fotografía, el ajedrez, la lectura, la música… y el cine.

La apariencia física que tiene ahora mismo la sala ya muestra varias cosas del maestro: su interés por la simetría y las formas geométricas, una manera concreta de rodar (la perspectiva frontal con un punto de fuga) y la importancia que tuvo el ajedrez en su vida. Stanley Kubrick fue un perfeccionista en la puesta en escena. Apostaba en sus encuadres por la simetría y la presencia de formas geométricas perfectas. Además uno de sus sellos de autoría son sus planos secuencia, su manera de filmar largos pasillos o la forma de mover la cámara por las estancias. Ahí puede experimentarse su famosa perspectiva frontal con un punto de fuga. Desde el acceso a la sala, con su nombre y apellido en los laterales y en el fondo el audiovisual de introducción, estamos escenificando esa perspectiva. Pero también en la gran vitrina central que recorre y divide toda la sala.

Los colores con los que jugamos son el blanco y el negro, como las casillas de un tablero de ajedrez…, tanto en las paredes como en las cartelas. Algunas veces en la gráfica se escapa otro color: el rojo, característico de varias películas de Kubrick. El color de las emociones y el desequilibrio.

El ajedrez, una de sus pasiones tempranas (en su juventud incluso llegó a ganarse la vida como jugador), le permitió una visión total de cada una de sus películas, una capacidad de concentración y control en los rodajes y crear con estrategia y táctica. Como se puede apreciar en la exposición, en muchas de sus películas el ajedrez está presente, incluso la metáfora de la vida como batalla.

3. La mirada. Uno de los aspectos más importantes de sus largometrajes es la peculiaridad de su mirada y la perfección técnica que logró en cada una de sus películas para mostrar exactamente lo que él quería. Así que ese tenía que ser el primer aspecto formal reflejado. De hecho, hay numerosos testimonios sobre los ojos y la mirada de Stanley Kubrick. Era algo que llamaba la atención de todos aquellos que lo conocían. En un momento dado Kirk Douglas dijo: «Se limitaba a mirarte con sus grandes ojos».

Kubrick fue un autodidacta en la dirección y antes de dirigir, trabajó en la revista Look. La fotografía le hizo entender el cine como una experiencia visual, y nunca tuvo miedo de probar todo tipo de cámaras y objetivos así como buscar las tecnologías necesarias para plasmar lo que realmente deseaba. Así que era importante reflejar su mirada como fotógrafo de Look, y dejar ver cómo ya desde la fotografía apuntaba maneras.

4. El espacio y el tiempo. Tampoco podíamos dejar de lado el tratamiento del tiempo (una de las cosas más difíciles de plasmar en una pantalla de cine) y la importancia del espacio en cada una de sus producciones, centrándonos sobre todo en el género que le sirvió de aprendizaje: el cine negro. En este tipo de películas la ambientación era fundamental, pero también el paso del tiempo, la tensión y el ritmo que se requerían a la hora de ejecutar un atraco o planear una huida, así lo consigue en El beso del asesino y Atraco perfecto.

Pero además en sus películas de cine negro moldearía ya alguna de las características de los héroes kubrickianos: sus protagonistas tienen un objetivo concreto o un plan perfecto, pero las emociones lo hacen saltar todo por los aires; la ambigüedad moral de sus personajes; y ofrecer una mirada hacia el mundo pesimista, además de proporcionar un destino trágico para sus héroes.

5. El humor. Otra cosa interesante que no podía faltar y que había que destacar porque no se suele tener en cuenta a la hora de analizar su obra es la presencia del humor. Un humor negro y oscuro que siempre se puede identificar en cada una de sus películas. Centrándonos en Teléfono rojo: volamos hacia Moscú se percibe cómo lo usa a lo largo de su filmografía. A través de actores con una vis cómica evidente, como Peter Sellers; con gags visuales, como ese molesto brazo en alto del doctor protagonista, que no puede controlar; la exageración en los gestos o en el lenguaje empleado, como muestran la mayoría de los personajes de la película; o el contraste y el choque para provocar la risa incómoda, como un cowboy encima de una bomba.

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Un verano de cine en La Casa Encendida. Exposición Gus Van Sant y ciclo de cine y coloquios Encerrados. Espacios sin salida

Gus Van Sant

Gus Van Sant

Gus Van Sant en el set de When We Rise (Carrie Preston, 2016). Lance Black

Empiezo este texto con un recuerdo. Cuando vi por primera vez en el cine Mi Idaho privado, supe que iba a seguir siempre a su director. A veces me pasa… Me impactó tanto la historia de Mike y Scott… y que en esa road movie de jóvenes chaperos de Portland volara el espíritu de William Shakespeare (otra de mis pasiones) con destellos de Campanadas de Medianoche de Orson Welles, que me dije: siempre iré a ver las películas de Gus Van Sant. Y efectivamente desde 1991 he procurado ir tras la pista de su cine. Fiel. Tanto es así que las dos vertientes de su cine me han aportado, ninguna la descarto. Tanto el Van Sant más independiente como el que se refugia en los estudios. No pierde el sentido del riesgo. Cuida su forma de contar y sabe qué contar.

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Cine y exposiciones. Hitchcock, más allá del suspense/Capa en color/Renoir: intimidad

Tres magníficas exposiciones donde se encuentran las huellas del séptimo arte. Tres exposiciones para perderse por ellas y descubrir conexiones especiales con el cine. El alma de un cineasta y su relación con el mundo; el fotógrafo aventurero y vividor que también miró en color… y que se adentró en el mundo de los rodajes de cine; y la intimidad del padre de un cineasta, el pintor Pierre-Auguste Renoir…

Hitchcock, más allá del suspense

Hitchcock, más allá del suspense

Un cineasta es el comisario de la exposición, Pablo Llorca, y esto se nota. Como él mismo reconoce en una entrevista la figura de Hitchcock y su cine es tan inabarcable que había mil y una maneras de enfocar la exposición. Al final es de esas muestras que se nota realizada con exquisito cuidado y muy elaborada, pensada. La exposición analiza al cineasta: sus imágenes icónicas, sus influencias, sus trucos visuales, su relación con el mundo que le rodeaba, su empleo de la publicidad, sus colaboradores… Y emociona tanto al visitante que ya es un apasionado de su filmografía como a aquel que le está descubriendo.

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Un universo paralelo: cine de animación. Un libro y otros asuntos

Los amantes del cine de animación están en un momento dulce. Varios horizontes permiten y permitirán alimentar su pasión. Yo estoy en ello, dando pasos. Me gusta mucho el cine de animación aunque tengo muchas lagunas que solventar y en ello estoy. Pero vayamos por partes. ¿Por qué esta necesidad de escribir un post sobre cine de animación?

Varios motivos me han impulsado: la lectura de un libro (y tener la sensación maravillosa de aprender con cada página que leía), una película en sala, un estreno inminente y dos exposiciones…

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Películas clave de cine de animación (Ma non troppo. Robin Book, 2010) de Jordi Costa

Jordi Costa no solo escribe de las películas clave del cine de animación sino que da la clave para enteder su importancia: “la animación no es un género, es un medio, un lenguaje, una forma de expresión: en suma, otro cine —u otro camino posible para una historia del cine alternativa— capaz de albergar todos los géneros, todos los registros temáticos, discursos simples y complejos, argumentos tanto dirigidos al público infantil como al adulto… Hablar de animación es hablar de una serie de técnicas diversas que logran crear una ilusión de realidad —o una plausible y orgánica irrealidad— a través del artificio. La animación es, en suma, el cine en una de sus más extremas manifestaciones posibles: la del vívido espejismo, la de la total expresión de una subjetividad”.

Así permite un interesante recorrido por películas clave y elabora una historia apasionante sobre el cine de animación. El crítico (también, y lo digo por experiencia propia, un magnífico profesor, que no solo comparte y transmite todo lo que sabe a sus alumnos sino que no cesa de abrir puertas y caminos de conocimiento cinematográfico, caminos de búsqueda y de descubrimiento maravillosos) no solo descubre obras fundamentales del cine de animación sino que va desgranando el lenguaje que emplea, la evolución, las distintas técnicas, los distintos registros temáticos, personajes míticos con vida propia… y va mostrando una galería de creadores que han ido construyendo esa otra historia del cine alternativa.

Así pasamos por entender por qué Walt Disney es figura imprescindible. Cómo los creadores de la Warner son rompedores y avanzan en el lenguaje del cine de animación. Qué ha significado John Lasseter en este mundo. Visitaremos a otros creadores de otras nacionalidades que han construido universos propios como el japonés Hayao Miyazaki. O nos adentraremos en el corazón de artistas especiales que no dejan o no dejaron de experimentar así como conoceremos a todos los pioneros…

El libro se convierte en herramienta imprescindible para empezar a sentir y disfrutar del cine de animación… y pone al espectador ávido en camino para disfrutarlo. Así, por ejemplo, te habla tanto de las obras como del significado de sus trayectorias de tres creadores que tenemos ahora la oportunidad de conocer sus mundos creativos (mundos para la que escribe prácticamente desconocidos): Ladislaw Starewicz, Jan Svankmajer y los hermanos Quay. Y esto me permite pasar al siguiente apartado.

Metamorfosis

Así el CCCB (Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona) en coproducción con La Casa Encendida ha levantado una macro exposición (que espero poder visitar pronto… tengo hasta el 7 de septiembre para ahorrar. Luego parte —pero no completa— podrá también verse en La Casa Encendida) sobre el universo de estos tres creadores.

Si indagamos la web de la CCCB nos explica que Metamorfosis. Visiones fantásticas de Starewitch, Švankmajer y los hermanos Quay es un excepcional diálogo interactivo entre cuatro creadores muy especiales y añade que “presenta la obra de cuatro figuras esenciales del cine de animación: el pionero polaco (nacido en Rusia) y afincado en París Ladislas Starewitch (1882-1965), el maestro checo Jan Svanmajer (1934) y los gemelos Quay (1947), nacidos en Pensilvania y residentes en Londres desde hace tres décadas. Tres filmografías singulares que, sin embargo, tienen mucho en común: un universo excéntrico, de duermevela, en el que conviven la inocencia, la crueldad, la voluptuosidad, la magia y la locura. Un paisaje inquietante, poético y lúcido, a veces grotesco y a veces fantasmagórico, de personajes que aman lo improductivo y lo fútil”.

Pero seguimos con el camino abierto para todos los amantes del cine de animación (y también encontramos pistas en el libro imprescindible de Jordi Costa para empezar a saborearlo) y nos vamos a otra exposición, esta vez en el Caixa forum de Madrid y el universo que puede explorarse es el de Pixar. La exposición empezó su itinerario en el MoMA de Nueva York y ahora llega por estos lares Pixar. 25 años de animación para poder descubrir en qué ha revolucionado e innovado este estudio. Así no sólo el espectador puede disfrutar de nuevo con la obra cinematográfica en sí sino adentrarse en el proceso de creación a través de los dibujos, las maquetas o las instalaciones digitales… y entender cómo se llega al resultado final.

… Al cine

Y ahora también es posible el vivir la riqueza que aporta el cine de animación (y su interés) con dos estrenos importantes. Uno ya está en sala (que hoy creo que me acerco a verlo) y otro está a punto de llegar. Como señala también Jordi Costa (y deja constancia con algunos de los largometrajes que reseña) el cine de animación alberga todo tipo de géneros y registros temáticos que proporcionan discursos muy complejos en ocasiones. Y así podemos comprobarlo con La imagen perdida de Rithy Panh. El realizador camboyano a través de figuras de arcilla prácticamente inmóviles recrea la masacre sistemática de los jemeres rojos de la que el propio realizador y su familia fueron víctimas.

Por otra parte llega a las pantallas la que es, parece, la definitiva despedida del creador japonés Hayao Miyazaki, Se levanta el viento. Así el realizador japonés levanta un fresco histórico con ecos autobiográficos donde el protagonista es un diseñador de aviones. Quizá sea una buena manera de empezar a conocer el universo y el mundo de Miyazaki, empezando por el final…

… Es un buen momento para adentrarse en la otra historia del cine, en una historia alternativa llena de buenas sorpresas y alicientes…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

La cámara indiscreta. Tesoros cinematográficos de Magnum Photos

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Toda reportera va con su fotógrafo al acecho de historias. Y Hildy Johnson no iba a ser menos. Así que pidió a su reportero gráfico favorito, Fernando Sánchez, que por favor le hiciera una fotografía como espectadora de una exposición que no sólo le ha entusiasmado sino que además le ha hecho sentir e imaginar. Que captara esa esencia con una imagen íntima y en soledad…

La cámara indiscreta te permite un viaje emocionante al corazón de rodajes de películas que forman parte de una mitología cinéfila especial. Porque los reporteros de Magnum captaban un mundo íntimo, único, original…, mostraban una mirada valiosa donde creaban ‘otra película’, otra historia. Y esa es la maravilla de esta exposición, cada instante atrapado permite imaginar…

El idilio entre Magnum y el cine empezó con una historia de amor en 1945 y se consolidó en 1961 cuando nueve fotógrafos de la agencia fueron contratados para cubrir un rodaje…

París. El fotógrafo Robert Capa conoce a la actriz Ingrid Bergman y empieza así una historia de amor a menudo olvidada. Capa realiza un parón a sus reportajes como reportero gráfico de guerra… y decide atrapar con su cámara otro mundo: los rodajes de Hollywood. Así va al encuentro de la mujer amada al otro lado del océano y empieza a fotografiar el rodaje de Encadenados de Alfred Hitchcock. Así empieza una relación entre la agencia y el mundo del cine que se prolongaría durante décadas.

La consolidación se produce en 1961. Quizá el rodaje más fotografiado sea el de Vidas rebeldes de John Huston. Fotografías ya míticas que captaron nueve profesionales de la agencia. Las imágenes, todas ellas especiales, captan otra ‘historia’ triste. Todo cinéfilo recuerda esa imagen de grupo (presente en la exposición) de Elliott Erwitt donde aparece Marilyn Monroe rodeada de los tres actores protagonistas (Montgomery Clift, Clark Gable y Eli Wallach), el guionista Arthur Miller (su esposo… en un momento de crisis y ruptura inminente y dolorosa), el director John Huston y el productor Frank E. Taylor. O tampoco los buscadores de imágenes olvidan cómo la fotógrafa Inge Morath (futura esposa de Miller) captaría la fragilidad y personalidad de Marilyn en varias fotografías muy hermosas.

Los reporteros de Magnum logran transmitir rodajes que laten, que viven, que transmiten, que cuentan… Así el espectador de la exposición vive un viaje por el tunel del tiempo y atrapa el espíritu que sobrevolaba por los platós o los escenarios naturales. Las fotografías captan momentos únicos, íntimos, de un director trabajando o en tiempo de espera. De una actriz riendo con sus compañeros o maquillándose para entrar en escena. De un plató que descubre secretos y la magia del cine… Un ensayo fotográfico sobre realidad y ficción, ficción y realidad. Los rodajes permiten a veces fotografías extrañas, como fuera de la realidad…, que pone en marcha la imaginación del que mira. Los fotógrafos nos dejan ‘otra mirada’ tremendamente valiosa de De repente el último verano, Vidas rebeldes, Moby Dick, El proceso, Candilejas, Rebelde sin causa, Lo importante es amar, El planeta de los simios, La tentación vive arriba, Zabriskie Point

Mi viaje personal…

En mi paseo por esa cámara indiscreta mi cabeza no dejó de funcionar y crear un montón de historias, momentos, relatos, instantes, sensaciones, pensamientos…

 Un Chaplin, de pelo blanco, en pleno proceso creativo. En su ‘hábitat natural’, entre luces, cámaras y travellings… durante el rodaje de una de sus películas más personales donde el director se desnudaba emocionalmente, Candilejas.

Una Liz Taylor, bella hasta decir basta, frente al espejo… Una actriz antes de ponerse delante de la cámara. Taylor muestra el rostro de una bella melancólica, triste, ante la mirada profesional de una peluquera que trabaja eficiente. Es un retrato psicológico de una actriz metida ya en el camino tortuoso del inconsciente que mostrará su recorrido a un mundo de pesadilla y horror en De repente el último verano.

Una imagen insólita y extraña de los momentos de descanso y rélax. El planeta de los simios deja instantes impagables. Tres simios apoyados en una valla con el cartel de Detour colgado en una calle, como si fuera lo más normal del mundo. Los tres simios están a las puertas de una pensión  y al lado de un local de alterne…

Otra imagen extraña… y tan kafkiana como la propia película que se estaba rodando, El proceso. Un despacho con velas hasta arriba de papeles ¿es un director que da pautas a su actor? ¿Son Orson y Anthony? ¿Un momento de pausa? ¿O son dos personajes? ¿Un abogado frente a su cliente? ¿Son Josef K y su abogado Hastler? ¿Realidad y ficción, ficción y realidad?

… El paso del tiempo. Arthur Miller, años después de Vidas rebeldes, volvió a trabajar como guionista, esta vez, para adaptar una de sus obras de teatro más míticas, Muerte de un viajante, dirigida en los 80 para televisión por el alemán Volker Schlöndorff con Dustin Hoffman de protagonista. Miller con pelo cano es fotografiado por su esposa, Inge Morath, que refleja pura cotidianeidad de un creador, de un hombre de letras.

Vidas rebeldes rescata los mil rostros de Marilyn Monroe… pese a que fue un rodaje triste, triste, triste… y atrapado por cientos de imágenes. También hubo momentos de paz, instantes de descanso de los nubarrones grises. Monroe… en una de esas imágenes que reflejaban a una mujer bella, sonriente y relajada, tratando de alejar sus fantasmas. Es como si la venus rubia solo se sintiera auténtica y ella misma cuando sabía que una cámara iba a congelarla, a convertirla en eterna…, en mito.

El director en acción… Un Michelangelo Antonioni en un paraje desértico, apocalíptico… corriendo para captar el inconformismo y el desencanto de una época en Zabriskie Point. Los setenta daban comienzo… y el nihilismo mostraba sus imágenes…

Este sólo es un itinerario posible de los infinitos que puede llevar a cabo un espectador mientras recorre despacio, como si se encontrara en una cápsula de tiempo y creatividad, una exposición con muchos tesoros… Después el espectador puede sentarse en la silla de un director y empezar a crear su propio montaje…

Nota: La cámara indiscreta. Tesoros cinematográficos de Mágnum Photos. Sala Canal de Isabel II. Calle Santa Engracia, 125. Madrid. Hasta el 27 de julio.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons

George Méliès. La magia del cine

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Cuando hay conocimiento pero también pasión y cariño de por medio ocurre que de pronto un ciudadano puede entrar en un mundo mágico donde la ilusión y la fantasia son los ingredientes principales. Y eso ocurre con la magnífica exposición Georges Méliès. La magia del cine y es que es un lujo cuando una muestra está tan bien hecha y cuidada. Hildy Johnson entró a las 10.00 de la mañana y no salió hasta la 13.30…

Y es que el viaje merece la pena… porque se aterriza en el universo de Méliès (1861-1938). Y no se quiere salir de él. Así la imagen icónica de esa luna cuyo ojo es atravesado por una nave espacial simboliza cómo el realizador-creador (y mil cosas más) se dio cuenta de que el cine era algo más que imágenes en movimiento. El cine podía plasmar lo imposible. Todos los sueños se reflejarían en la pantalla blanca. Y así en ese estudio acristalado (desgraciadamente desaparecido), Méliès dio rienda suelta a la imaginación. Y se podía ir a la luna o al fondo de los mares. Y surgían demonios, bailarinas que salían de linternas mágicas, magos que hacían desaparecer a damas, una luna que era seducida por el sol, cabezas que se volvían gigantes y estallaban, fantasmas, muertos vivientes, magos, monstruos, bellas mujeres sentadas en estrellas…

Además no sólo disfruta el cinéfilo sino también el curioso porque Méliès era una especie de Leonardo Da Vinci que protagonizó una vida de película. Así era capaz de realizar todo tipo de dibujos para atrapar todo lo que producía su mente. Se convirtió en un buen mago y arrendó el mítico teatro de Robert Houdin. Allí aprendió a ser director de teatro, actor, decorador, técnico… Después descubrió las primeras proyecciones de los hermanos Lumière y se enamoró de esa nueva forma de expresión… y entonces fascinado se convirtió en realizador, productor, actor, director artístico y de efectos especiales y distribuidor… A principios de siglo tenía casi un imperio de sueños. Pero en la década siguiente todo se fue desinflando hasta que terminó arruinado y en olvido como vendedor de juguetes en el vestíbulo de la estación de tren de Montparnasse en París.

Y es que ahora mismo Méliès no es un gran desconocido sino que todavía es reciente el fenómeno editorial de La invención de Hugo Cabret, un cuento ilustrado de Brian Selznick, que fue llevado al cine en 2011 por Martin Scorsese que realizó un sentido homenaje al cine. Y el centro del libro y la película es George Méliès. Así el realizador es un rostro reconocible. Cercano. Un rostro que despierta curiosidad…

Cada sala, exquisitamente cuidada, muestra un aspecto del universo de este creador que vio en el cine la posibilidad de lo fantástico. Así indagamos en todas sus influencias y damos un paseo interesantísimo por el pre-cine. Los espectáculos de magia se mezclan con las sombras chinas o las linternas mágicas y otros aparatos, antes del proyector, que atrapaban el movimiento. En un espacio nos encontramos con el fascinante mundo de las fantasmagorías y en otro descubrimos esas primeras imágenes que proyectaron los Lumiére. Más allá nos enfrentamos con el escenario del teatro Houdin y sus carteles o con todos aquellos artilugios que hacían posible fenómenos donde la lógica no tenía sitio.

Después cuando Méliès ya tiene todo su arsenal de imaginación y fantasia y dispone de una cámara de cine se despliega su mundo en la pantalla blanca y entonces el visitante se convierte en ‘espectador’ de sus obras cinematográficas y monta en la nave que le hará llegar a la luna. Así en un viaje increíble irá pasando pantalla por pantalla a mundos inimaginables. Porque si algo destaca en el universo de este realizador es que no hay sitio para la lógica o la coherencia y sí para la sinrazón y los fenómenos extraños.

De alguna manera el visitante se convierte en un viajero de sueños de celuloide que no quiere abandonar la nave y que espera llegar a esa luna imaginada… que sobrevive en su subsconsciente.

Nota: la exposición ha sido organizada por la Obra Social ”la Caixa” en colaboración con La Cinémathèque française y se puede visitar en Caixaforum Madrid (Paseo del Prado, 36) hasta el 8 de diciembre… Es una buena disculpa para una escapada. Está abierta todos los días de 10.00 a 20.00 horas y la entrada al recinto es de 4 euros.

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