Los Miserables (Les misérables, 2019) de Ladj Ly

Los Miserables

Los Miserables, una crónica de un suburbio parisino.

Un niño con un cóctel molotov en la mano, y con un rostro que no solo denota furia sino también que no tiene nada, absolutamente nada, que perder. Es una imagen que golpea. Como la de un policía que empuña una pistola, y con un rostro al borde del estrés y el colapso por ver cómo todo estalla y se escapa de las manos, sabiendo que nunca pensó que pudiera enfrentarse a una situación así. Y es que Los miserables, el debut de Ladj Ly en el largometraje de ficción, golpea una y otra vez al espectador mostrando fotograma tras fotograma un polvorín a punto de estallar. La violencia acecha a la vuelta de la esquina. Y el estrés de todos los personajes traspasa la pantalla. De los niños en la calle, de los policías patrullando, de los ciudadanos que habitan ese barrio de las afueras de París, de los que tratan de dominarlo a través del sometimiento o a través de la religión… No hay ni un solo respiro, el ritmo es rápido, rápido y en crescendo. No hay vuelta atrás posible. No hay descanso, no hay reposo.

Y sí no hay tiempo de matices y explicaciones sutiles sobre por qué todo es un polvorín. Se supone que el espectador conoce el contexto, conoce la historia de los últimos años. Incluso si uno ha sido espectador de cine y ha ido viendo lo que han contado otros sobre las afueras, sobre los suburbios parisinos (los banlieue), se sabe de qué habla este realizador, de origen maliense, que además viene de ellos y conoce a la perfección el barrio que filma: el barrio de Montfermeil. Ladj Ly presenta un thriller policial donde no hay respiro para ni uno de sus protagonistas.

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Philomena (Philomena, 2013) de Stephen Frears

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Lo que consigue crear Stephen Frears (y el impulsor del proyecto tanto en producción como en guion y también como coprotagonista, Steve Coogan) con Philomena es una buena película de interés humano. Así se crea una película que mezcla la investigación periodística de un caso concreto y complejo, el viaje de dos personajes antagónicos y el sentido del humor para tocar, con sensibilidad, el tema de los niños robados. Y parte precisamente de un material concreto: el de un periodista británico, Martin Sixsmith, que contó en un libro la historia de una mujer, Philomena Lee. Una enfermera irlandesa, humilde y de barrio obrero que pasados cincuenta años confesó a su hija que con catorce años se quedó embarazada y su familia avergonzada la internó en un convento donde la hicieron trabajar duro para purgar sus pecados… y allí, sin su consentimiento, dieron en adopción a su hijo (lo vendieron, para más inri, a una familia estadounidense)…

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El club (El club, 2015) de Pablo Larraín

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El club de Pablo Larraín pertenece a un grupo de películas que provoca al espectador, lo agita y lo remueve, le hace pensar y dar vueltas a la cabeza sobre lo que está viendo. Le impacta. Hay películas que sorprenden no solo por lo que cuentan y cómo lo cuentan sino por la mirada proyectada. Si buscamos títulos, podemos hablar de Funny games de Michael Haneke, continuar con Canino de Giorgos Lanthimos, seguir con la trilogía Paraíso de Ulrich Seidl… y si nos vamos a un referente más lejano, podemos llegar a Pasolini y Saló, o los 120 días de Sodoma. Tanto los directores como las películas nombradas son muy diferentes, lo que une a esta ristra de títulos es el poseer una mirada original, perturbadora y catártica hacia temas conflictivos que mueven y remueven…, un enfoque diferente para reflejar y mostrar la realidad que nos rodea.

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Regresión (Regression, 2015) de Alejandro Amenábar

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En Regresión de Amenábar hay varios puntos de análisis: vuelve de nuevo a sus raíces (con guiño final incluido a Tesis y con su crítica a los daños que pueden hacer los medios de comunicación) con la intriga y el thriller y lo adereza con gotas de cine terror y fantástico (género que le permitió su película más redonda para la que esto escribe, Los otros). Y en esa mezcla busca como resultado final la racionalidad y la lógica para desarrollar una idea inicial: el miedo y la histeria colectiva generan una sociedad enferma. Finalmente Regresión se convierte en una película correcta, que entretiene y se deja ver pero no vuela. Sí, sin embargo, pone de nuevo en órbita a Amenábar en unos géneros donde domina sus códigos y su lenguaje cinematográfico… Le pone en una senda donde su creatividad puede llegar a volar alto y donde puede conectar y transmitir al espectador.

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Vivamos de nuevo (We live again, 1934) de Rouben Mamoulian

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Ochenta y cinco minutos de película logran traer a la memoria la esencia de una novela de seiscientas cincuenta y siete páginas (la leí hace unos cinco años y los fotogramas han logrado devolverme algunas ideas olvidadas). Vivamos de nuevo es la adaptación cinematográfica de la última novela de Tolstói (y también una de las más desconocidas del autor), Resurrección. Igual de olvidada se encuentra esta interesante y sorprendente película de Rouben Mamoulian. Director de una elegancia visual especial y también relegado a los últimos puestos en el olimpo de grandes realizadores, bien al fondo…

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Musarañas (Musarañas, 2014) de Juanfer Andrés, Esteban Roel

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Musarañas es una batidora de referencias que dejan una obra cinematográfica imperfecta pero tremendamente entretenida. Juanfer Andrés y Esteban Roel además de ponerse tras la cámara, son también profesores de cine y se nota. Realizan así una ópera prima que toca las estrellas y se estrella a la vez… pero con un encanto especial de costumbrismo muy de la tierra, un toque de humor negro y un punto de cine de terror psicológico y gore de serie B con un aroma de grand guignol.

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La profesora de historia (Les héritiers, 2014) de Marie-Castille Mention-Schaar

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Esta película francesa logra que salgas de la sala con unas inmensas ganas de debatir y reflexionar. Así que su directora Marie-Castille Mention-Schaar (primer trabajo que veo de ella) logra una buena propuesta cinematográfica para hablar de la importancia de la historia como asignatura. Así queda un testimonio sobre la importancia de la escuela pública, de los buenos maestros con vocación y lo fundamental que es impartir asignaturas como historia desde una filosofía acertada: la historia no solo se aprende, no solo consiste en coger apuntes y memorizar fechas…, la historia se comprende, se entiende, se debate, se discute…, la historia enriquece al individuo, abre los ojos, recupera la memoria, hace reflexionar… ¿Qué herencia deja la historia? ¿Quién recoge esa herencia? ¿Cómo se transmite? ¿Cómo se aplica? ¿Quién la aplica?… Los adolescentes plurales, pertenecientes a una sociedad compleja y multicultural, son los herederos de la historia (… me resulta muy interesante la metáfora del título original de la película).

La profesora de historia parte de una situación real: los alumnos de una clase conflictiva y difícil de un instituto (Liceo Léon Blum) se presentan, animados por su profesora de historia, al concurso nacional de la Resistencia y la Deportación cuyo tema es: Niños y adolescentes en los campos de concentración nazis. Este trabajo colectivo repercute en la vida de los alumnos.

La película plantea un montón de temas interesantes y complejos… y quizá se deja llevar al final por una narrativa clásica hollywoodiense (digamos que tira por el camino más fácil) pero aun así no lastra la interesante propuesta cinematográfica. Por otra parte la directora toma en algunos momentos interesantes y efectivas decisiones para la puesta en escena de lo que quiere contar. El mismo punto de partida y la génesis de esta película llama la atención: uno de los alumnos que participó realmente en este concurso se puso en contacto con la propia directora, después de haber visto su primera película, con un esbozo de guion sobre ese acontecimiento de su vida. A ella le gustó esa historia y lo que le contó ese alumno… Y se puso en marcha el proyecto. No solo contactaron con la profesora sino que además el alumno, Ahmed Dramé, además de ser un importante asesor, actuó en la película como uno de los protagonistas, Malik.

La película arranca con una escena potente en la que muestra un conflicto en los pasillos del centro educativo y sitúa perfectamente lo que se nos va a contar. Una chica musulmana va con su madre, ambas con el velo, a recoger el certificado de selectividad. Por una parte tanto la jefa de estudios como el director les niegan el certificado y la entrada al centro porque llevan el velo… y se están saltando el principio de laicidad del instituto. Por otra parte la adolescente explica que ha respetado durante todos sus años de alumna ese principio y que ahora tan solo viene a por el certificado, y que ellos no están respetando su libertad de expresión, su derecho a ponerse el velo, su identidad… Así la película desde el principio plantea cómo las cuestiones no son ni blancas ni negras, cómo es difícil el diálogo, el punto de encuentro, y la posibilidad de enfrentar dos puntos de vista sobre una cuestión… Y nos sitúa en el centro educativo y en su universo multicultural. Esos pasillos, espacios educativos y aulas vacías, que enfoca la cámara varias veces… están habitados por unos individuos que se mueven en él: cuerpo docente, alumnos y padres, que dan un significado especial a este espacio y a lo que ocurre en él.

Después nos muestra el primer día de clase de una profesora de historia con años de experiencia y mucha vocación con unos alumnos conflictivos y difíciles. La profesora tiene el rostro de Ariane Ascaride (actriz habitual de las películas de su compañero Robert Guediguian). Y es la que se propone atrapar la atención de los alumnos y creer en ellos desde el primer día. Anne Gueguen, la profesora, no es derrotista y no piensa que sus alumnos no llegarán a nada, cada año es un reto que toma siempre con energía. Así que ese año trata de enganchar a esa compleja clase, presentándoles al concurso y haciendo un trabajo colectivo de recuperación de la memoria. Pero les deja ver que no solo es importante la forma que den a ese trabajo, sino que deben dotarlo de contenido, un contenido que sea una reflexión continua. Y el caso es que logra engancharles. Las fuentes a las que acuden son diversas: los libros, una visita a un museo sobre el genocidio, fotografías, los cómics, las películas… y el escuchar el testimonio de un superviviente. Esta es otra de las interesantes decisiones de Marie-Castille Mention-Schaar, introduce en la ficción el testimonio real del recientemente fallecido Léon Zyguel. Este hombre acude a esa clase ficticia y derrama sus palabras y su experiencia.

Marie-Castille Mention-Schaar esboza temas muy complejos pero los deja en un esbozo y finalmente se decanta por una narración de superación y premio al esfuerzo. Entre los esbozos está la presencia de un alumno, el único que abandona el concurso, que claramente se ve su implicación en el extremismo religioso lo que le impide involucrarse en un proyecto que va a remover (y reflexionar sobre) sus recién adquiridas creencias. Y otros interesantes esbozos se encuentran en los planteamientos y conflictos que viven cada día los alumnos de la clase de la profesora de historia, pero solo se ve la punta de esos conflictos. Por otra parte, sin embargo, sí que se empapa de cómo plantear una asignatura como la historia y sí que encuentra el sentido de esta clase en los institutos y universidades. La directora maneja un contenido interesante, complejo e inteligente… pero no encuentra la forma potente (tan solo en momentos concretos) para mostrarlo con fuerza.

La profesora de historia es, sin embargo, una interesante propuesta cinematográfica para después realizar una intensa sobremesa en una terracita…

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

La última tentación de Cristo (The Last Temptation of Christ, 1988) de Martin Scorsese

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La última tentación de Cristo es una de esas ‘rarezas’ que se encuentra en la carrera de todo director cinematográfico. Es una de las rarezas de Scorsese (en cuanto forma y resolución) pero no es raro que se sintiese atraído por el tema ni que eligiera otra vez a Paul Schrader como guionista. Con New York, New York había tocado el fondo tanto en su adicción a la cocaína como en su depresión. Pensó que Toro Salvaje sería su despedida del cine. Pero fue superando sus adicciones y en los ochenta realizó películas-rareza dentro de su trayectoria mientras iba renaciendo cual ave fénix como persona. Así entrega una de sus obras menos conocidas El rey de la comedia (que todavía no he visto), Jo, qué noche, El color del dinero (una película de encargo que es una especie de remake de El buscavidas) o uno de los episodios de Historias de Nueva York hasta que en 1990 rueda Uno de los nuestros que supone una nueva etapa en su carrera cinematográfica. A principios de los ochenta se van gestando también dos proyectos personales: La última tentación de Cristo y Gangs of New York. La segunda no pudo llevarla a cabo hasta dos décadas más tarde. Y la primera la realizó al final de la década.

Parece ser que fue la actriz Barbara Hershey (según cuenta Thomas Sotinel en la serie Maestros del cine de Cahiers du cinema) la que le proporcionó la novela del griego Nikos Kazantzkis a Scorsese. No he leído ni La última tentación de Cristo ni Alexis Zorba pero sí he visto las dos películas que surgieron de sus obras literarias. Y pueden gustar más o menos pero son películas que no dejan indiferentes y te hacen reflexionar. Kazantzkis además de novelista era un filósofo, no planteaba temas de manera fácil. Enseguida Scorsese se siente atraído por el proyecto pero también encuentra obstáculos por todas partes para llevarla a cabo, por presiones de distintas organizaciones religiosas que logran que primero Paramount retire su apoyo al director y después que tampoco pueda llevarla a cabo con financiación francesa. Así que en un primer momento para el proyecto pero tiene claro que la rodará y que quiere llevar esta vida de Jesús a la pantalla (no olvidemos que el director tuvo educación católica y que incluso hubo un momento de su vida que se planteó ser cura), y que la novela la adaptará al cine Paul Schrader (educado en el calvinismo). La novela ya había levantado ampollas y polémica… y la película tan sólo siendo un borrador ya era vista como amenaza en círculos religiosos…

Finalmente en 1987 la Universal daría luz verde al proyecto y a los obstáculos. Sería una película de presupuesto limitado pero permitiría a Scorsese dar su particular visión de la figura de Cristo, a través de la novela de Kazantzkis y el guion de Schrader. El director no pensaba en taquillas (de hecho esperaba que pasara veladamente por las salas)…, fue sin embargo la polémica que rodeó la película antes incluso de que se viera y de su proyección lo que permitió que se hablara de ella en los medios y que finalmente funcionara mucho mejor de lo que se hubiese pensado. Siempre me ha llamado la atención ese ataque feroz a ciertas películas polémicas que ni siquiera se han podido ver y los juicios de valor (así como debates furibundos) antes de poder acceder a ellas… Con La última tentación de Cristo se tomaron precauciones, como en ninguna otra película, para no ‘herir sensibilidades’. En algunos países fue prohibida y en otras había incidentes en las puertas de las salas de cine donde se exhibía. Por ejemplo, cuando se emitió por primera vez en Televisión Española, en el año 1992… salió antes Fernando Sánchez Dragó ‘explicando’ a los espectadores a lo que se iban a enfrentar (¿¿??). ¿Cuándo ha vuelto a pasar algo así?

¿Y qué cuenta La última tentación de Cristo? Lo único que hace es presentar a un Jesús muy humano lleno de dudas y miedos al que le pesa su parte divina y su misión. Tan humano que siente dudas hasta al final, en pleno sufrimiento. Y ahí en la cruz tiene su “última tentación” que es renunciar a su parte divina y ser un hombre normal, como los demás. Un hombre que se enamora, se casa, tiene una familia, trabaja, se enfrenta a problemas y tristezas, se supera, envejece y muere. Así una niña, que se presenta como ángel de la guarda, ofrece su mano a Jesús en la cruz y le anuncia que puede bajar y acabar con su sufrimiento. La niña le explica que igual que en el último momento Dios no permitió que Abraham matara a su hijo Isaac…, Él no va a permitir que su hijo muera. Y Jesús acepta el ofrecimiento (no habrá ni sacrificio, ni pasión, ni resurrección…).

Scorsese presenta una película austera, con una puesta en escena casi desnuda, donde el desierto (se rodó en Marruecos) es otro protagonista más. El polvo y el sol están siempre presentes. Se crea así una atmósfera extraña acorde al estado de ánimo de Jesús que siempre está dudando, que muestra siempre sus miedos, sus obsesiones… que habla de cómo escucha voces, de cómo sufre…, una visión distorsionada, casi de pesadilla (como también han tenido otros personajes scorsesianos como el taxista con rostro de Robert de Niro). Pero también otro Jesús que habla de manera apasionada, que se divierte en una boda y baila, que habla con sus amigos, que sonríe… A mí me provocó extrañamiento (de hecho me desconcertó bastante) pero a la vez no dejé de verla. De un Scorsese que es barroco en su manera de mirar, queda un Scorsese de la mínima expresión pero sin renunciar a sus pesadillas y viajes interiores complejos. Mínima expresión tanto en los ropajes de los romanos como en los de los judíos o las mujeres (la más barroca es María Magdalena y está justificado por su profesión y porque a la vez es la ‘persona idealizada’ por un Jesús que piensa que nunca podrá tenerla entre sus brazos). En los decorados de los escasos interiores. En los paisajes elegidos (tanto desérticos como si hay algo de verde). En las ceremonias representadas como bodas, bautismos y crucifixiones. En la plasmación de los milagros y las tentaciones (… las serpientes, el león, la llama de fuego, el ángel, el manzano…).

La primera parte de la película cuenta el Nuevo Testamento, con austeridad y una especie de realismo sucio, casi con ortodoxia absoluta, sin embargo esboza tres temas que desarrolla debates interesantes. Después la segunda parte muestra esa última tentación de Cristo, la posibilidad de ser un hombre normal. Para finalmente devolverlo de nuevo a la cruz, todo ha sido un sueño y él acepta su papel y su misión (aquí encontramos paralelismo, y no lo veo descabellado, con otra película mítica y es Qué bello es vivir donde al protagonista también un ángel le concede la oportunidad de ver el mundo si él no hubiese nacido… y regresará de nuevo también a su papel y su misión. La diferencia es que Clarence es realmente un ángel que quiere conseguir unas alas… y la niña de rostro angelical es la representación de una tentación que manda el ángel caído).

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Los tres temas esbozados y que darán sentido a esa última tentación son: la presentación del personaje de Jesús, su relación con María Magdalena y su amistad con Judas, el hombre que finalmente le traicionará. A Jesús (Willem Dafoe) le vemos por primera vez como un carpintero torturado y rechazado por todos que se dedica a tallar las cruces que le piden los romanos para los castigos a muerte que éstos infligen al pueblo judío. Él lleva la cruz hasta donde va a ser utilizada. En el camino los suyos le increpan, le tiran piedras… María Magdalena (Barbara Hershey) le escupe. Judas (Harvey Kietel), un zelote revolucionario, le echa en cara su trabajo. Y él explica que tiene miedo a lo que Dios espera de él y que no sabe muy bien cuál es exactamente el camino y que preferiría que éste no le hablara incluso que lo odiara. La presentación de Jesús se aleja mucho por tanto a cómo suele ser representado tanto en pantalla como en otras expresiones artísticas.

Después se evidencia a lo largo de todo el metraje que existe una atracción hacia María Magdalena, que Jesús en todo momento, como hombre, anhela estar junto a ella. Y que ella le correspondería. Y esa tentación sería el enamorarse como una persona normal. Sentirse deseado, amado y querido. Formar una familia. Aunque pronto se dará cuenta que como hombre normal, tendrá sus problemas, y su felicidad puede ser arrebatada. Y tendrá que volver a levantarse.

Por último se establece, durante la primera parte de la película, una interesante relación entre Judas Iscariote y Jesús, sus conversaciones son claves para entender el drama de Cristo. Él se encuentra escindido… entre el espíritu y la carne. El amor y el hacha. Judas lo tiene claro primero la revolución, vencer físicamente al enemigo y después la transformación espiritual. Jesús no lo tiene tan claro (por sus miedos y dudas), pero él tiende más a una revolución espiritual desde el amor. Y al final claramente pide ayuda a Judas. Le pide que por favor le traicione… porque sólo así cumplirá su papel divino sin dudar un instante… Judas llora pero cree lo que dice y se compromete, porque es fuerte —como le ha dicho Jesús—, a traicionarle.

La última tentación de Cristo es una isla extraña en la filmografía de Scorsese… que atrapa sus creencias más profundas y también sus dudas, y a la vez su mirada barroca se serena… aunque lleva su realismo sucio a tiempos pasados. Willem Dafoe da rostro a un Jesús desgarradoramente humano…

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Él (Él, 1952) de Luis Buñuel

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Hasta el año pasado no la había visto nunca y ahora hace unos días la he vuelto a ver. Si me entusiasmó la primera vez, la segunda me ha confirmado que Él es una obra cinematográfica redonda, llena de matices, detalles y una muestra genial del dominio del lenguaje cinematográfico por parte de Luis Buñuel. Me ha gustado tanto otra vez que no he podido contener las ganas de teclear y teclear. Porque Él no sólo es redonda por lo que cuenta sino por cómo lo cuenta. Además de ser una película plenamente buñueliana (dentro de su periodo mexicano), bebe del melodrama desaforado, disecciona de manera magistral los celos patológicos y deja una composición genial de un personaje con el rostro de Arturo de Córdova, que borda su papel.

La película, como ese ojo que diseccionó en El perro andaluz, tiene dos cortes radicales en su narración cinematográfica. Dos elipsis magistrales y radicales. Y como ese ojo desgarrado, Él muestra esa mirada fragmentada, única y especial que tiene la filmografía de Buñuel.

Pero hablemos de esos dos cortes… Él empieza como un relato sobre un enamoramiento extremo y obsesivo, cercano a un amor fou. Conocemos a un hombre rico y devoto Francisco Galván de Montemayor que un Jueves Santo (ya hablaremos de esto) conoce a Gloria, la mujer de sus sueños. Y no cesa su persecución hasta que consigue a la dama. En el momento en que Gloria le besa y deja a su novio, un arquitecto, el relato sufre su primer corte radical. Hasta ahora la narración ha sido cronológica y ‘clásica’. El salto nos lleva a una Gloria en la calle casi atropellada por su antiguo ex. La casualidad ha hecho que se choquen. La Gloria que nos encontramos no es una mujer enamorada, sino una mujer asustada, triste y nerviosa que tras la duda decide subirse al coche de su ex. Nos enteramos de que él lleva meses sin pisar la ciudad, que ha intentado superar el abandono de Gloria, que ahora es una mujer casada, y que no la guarda ningún rencor. Gloria en el coche le dice que su vida es una pesadilla… y empieza a contarle todo en un largo flashback. Ahora Él se cuenta desde el punto de vista de la víctima que nos narra un relato terrorífico de un hombre convertido en ‘una bestia’ acosado por los celos.

Una vez que regresamos del gran flashback, el relato vuelve al presente y recuperamos la mirada de un Francisco demente… y nos encontramos sumergidos en un relato de terror ante un hombre que no puede controlarse y una víctima que se ve cada vez más atrapada. Cuando Francisco ha perdido absolutamente la cordura en la Iglesia de su amigo el sacerdote, una vez que Gloria ha reunido las fuerzas para huir de casa…, ocurre el segundo corte radical. Nos encontramos con una Gloria recuperada y feliz junto a su ex y un niño, su hijo, que están en un monasterio preguntando, interesados, por Francisco. Deciden no verle pero se alegran por su recuperación y su nueva vida entregada al silencio y la oración. El mismo padre que les cuenta cómo está de recuperado Francisco, le narra a éste toda la conversación… y bajo la capucha asoma de nuevo un demente, un hombre obsesionado sin recuperación posible. La última imagen de Él es impactante. Un hombre con su hábito, Francisco, que anda en zig zag por una vereda de árboles. Y el espectador sabe que ante esa aparente tranquilidad y belleza, ese extraño andar esconde a un hombre inquietante.

Él con sus dos cortes es un artefacto cinematográfico perfecto. Además, creo que analiza y disecciona la mente de un celoso patológico que confunde amor con posesión y dominio. También dibuja perfectamente a la víctima y su situación de aislamiento, soledad y terror (una acertada Delia Garcés). Buñuel sabía lo que era ser un hombre celoso y entiende la mente de su protagonista. Sabe meterse en su piel. Y es escalofriante. Luis Buñuel ‘entiende’ a su personaje porque él mismo era un hombre celoso. El director aragonés aisló y silenció, siempre en la sombra, a su esposa Jeanne Rucar.

Luis Buñuel no sólo construye un interesante y complejo guion junto a Luis Alcoriza (adaptando una novela de Mercedes Pinto con el mismo nombre…, que leyendo un poco de información en la Red sobre la autora nos descubre a una mujer muy interesante) sino que además la película consigue una atmósfera muy especial en parte gracias a la fotografía de Gabriel Figueroa y por una puesta en escena que saca el máximo provecho a los escenarios donde transcurre la trama siendo lugar privilegiado la mansión modernista y el jardín donde vive el protagonista. Además también juega con un título inquietante, ¿quién es Él? Ese Él puede ser el propio protagonista desde la óptica de la mujer víctima o una concepción mucho más interesante: Él es la figura imaginaria, la presencia masculina, siempre presente en la mente enferma de Francisco. Esa presencia masculina imaginaria es la que provoca sus continuos celos, su obsesión.

Pero son muchos los aspectos que me han ido seduciendo de Él. Uno de ellos ha sido encontrar muchas similitudes con el universo hitchcockiano. El director británico le admiraba, parece ser que no así el aragonés… Buñuel no hablaba ni escribía mucho de sus gustos cinéfilos, como queda reflejado en un libro que estoy ahora mismo disfrutando, El banquete de los genios de Manuel Hidalgo y que pronto escribiré sobre él. Y de Hitchcock no tuvo, precisamente, palabras de admiración. Sin embargo sus mundos, sus universos, tienen similitudes. Por ejemplo, obsesión por ciertas partes femeninas (como pueda ser un pie o un moño, un rostro en primer plano…), su enfoque sobre la pasión, el amor fou y la obsesión. Una de mis mayores sorpresas ha sido ver ecos en Él de lo que luego seis años después sería Vértigo. Lo más evidente es una escena-clímax en un campanario… Pero también el uso de las mansiones y las escaleras. Y una sensación de suspense, de inquietud y miedo. Así el británico ha regalado mansiones y atmósferas como la de Rebeca, Encadenados o Atormentada que no recuerdan a esa mansión de Él. Imágenes y sonidos potentes: es imposible olvidar a un Arturo de Córdova desencajado sentado en unas suntuosas escaleras, arrancando una varilla de éstas, y golpeando en la pared con ella… creando un sonido de pesadilla.

También el universo buñueliano está presente en las dos escenas en la iglesia. Las dos prodigiosas y con efectos diferentes en el protagonista (y por tanto en los espectadores). Al principio de la película hay una escena espectacular, de un acto religioso un Jueves Santo. El lavatorio de pies donde un sacerdote (amigo del protagonista) realiza la ceremonia con una fila de jóvenes… la escena, el ritual, está envuelto en una especie de extraño y enfermizo erotismo que choca a quien lo mira. El protagonista mira este ritual y su mirada pasa de los pies descalzos de los jóvenes, a los pies de los fieles sentados a la primera fila… Entonces ve unos pies de una mujer que llaman toda su atención, levanta la vista y ve por primera vez a Gloria. Así refleja Buñuel el primer encuentro entre la pareja. Y la penúltima escena, cuando finalmente Francisco ha perdido la cordura y su obsesión le lleva ya a tener alucinaciones, su locura culmina en esa misma iglesia (dando circularidad al relato) donde en una atmósfera de pesadilla otra vez (ya estamos en la mente de un hombre que no atiene a razones), el protagonista siente que todos ‘los fieles’ incluso su amigo el cura se carcajean de él y su desgracia…, pierde los estribos…, una escena angustiosa donde los devotos muestran sus rostros serios (la realidad) o sus rostros deformados en risas exageradas (la pérdida de cordura de Francisco). No faltan tampoco las pinceladas de un humor negro, que bordea lo inquietante.

No hay duda que volveré a ver Él y que abriré otra puerta. El ojo acecha…

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